III • La ventura de la princesa
—¡Es hoy, es hoy, hoy es el día!—,
la princesa no contenía su dulce alegría,
tarareando y meciéndose con la melodía,
abriéndose camino entre margaritas,
(entre todas, sus flores favoritas).
Anhelaba noticias de su madre,
a quien no conocía en persona,
pero había oído decir de las doncellas,
que ella la había enviado ahí de pequeña,
ante el peligro que amenazaba sus tierras.
Las palabras no le eran suficientes,
ella necesitaba a su madre,
necesitaba pruebas;
por lo que exigió a uno de sus sirvientes,
viajar y entregarle una carta a la reina.
Desde aquel entonces un caballero,
entre todos, el más valiente y fiero,
era dotado de una armadura dorada,
e iba hasta donde la tierra rozaba al cielo,
entregando esa correspondencia tan esperada.
La princesa había llegado casi al borde,
de aquel páramo entre las montañas,
las nubes cubrían casi todo,
cuando entrevió la característica armadura,
que había protagonizado sus aventuras.
Esperó que el caballero desmontara,
y amarrara su extenuado corcel,
mientras su corazón latía frenético,
deseando tener en sus manos,
aquel sobre de llamativo sello en él.
Sin embargo, nadie la había preparado,
para oír el testimonio proclamado,
que tantas veces había soñado,
y que por ese caballero dorado,
finalmente fue proclamado.
“—Su alteza, en nombre de mi reina,
las más esperadas novedades:
Athloz de nuevo ha salido victorioso,
ante traidores y rufianes,
su madre espera su regreso,
a la tierra que su hogar es”.
Disparador: 16. El cuento de hadas ha cambiado. Ahora el dragón quiere hablar con la princesa, pero no sabe que decirle después de asustarla, por eso te pide ayuda con un poema.
Palabras: 238
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