Habían pasado tres días de que le habían reducido los sedantes al príncipe SeokJin, habían notado que apretaba las manos, abría los ojos de vez en cuando y a veces se reía.

— Al parecer huyeron, no se sabe nada de ellos y la policía internacional ya los busca... Dejaron al reino hecho un desastre, estaba en quiebra, todo el dinero que se suponía que había desapareció y Hyung-won como el supuesto heredero tenía la responsabilidad de hacerse cargo. 

— Seguimos juntando donativos para las personas que se quedaron sin hogar, pero la situación está empeorando y debemos pensar en una forma de rescatarlo— la reina sabía que no era su obligación ocuparse de ese asunto, pero ese reino era el hogar de muchos inocentes que sufrieron por la corrupción de los reyes que se suponía cuidaban de ellos, si Jin estuviera bien haría que él y Jungkook fueran para dar esperanzas y que su hijo pensará en una estrategia, además de que muchas empresas e instituciones confiarían más en el reino de las alpacas con su presencia así que podrían invertir y no importaba si tomaba tiempo, ella podría quedarse en su puesto de reina el tiempo que fuera necesario para que la pareja volviera, pero en cambio tenían a Hyung-won que no era para nada eficiente y ya ni siquiera se esforzaba.

Se había descubierto que los reyes usaban los "impuestos" de los habitantes para pagar sus lujos al igual que obtener dinero de negocios ilegales como el comercio de armas y drogas, otra de las razones por las que eran buscados. El dinero ganado de manera ilegal y el robado había desaparecido por completo.

Mientras ella junto su hija charlaban e intentaban encontrar una solución al problema, el príncipe dragón se encontraba en el interior de la habitación junto a su esposo.

— Me gustaría que tuviéramos una boda, poder darte un anillo bonito que hayamos escogido juntos, tener una ceremonia y poder festejar... Todo tuvo que haber sido diferente, tal vez tú estarías a salvó, aunque fuera lejos de mí— bajo la cabeza recargandose en la orilla de la cama pero se levantó de inmediato al sentir una caricia en su cabello.

— Jeonie...— miró a su esposo, sus ojos azules estaban fijos en él.

— Jin— no lo podía creer, su Omega por fin había despertado— No te muevas, iré por el doctor— se apresuró a salir corriendo dejando a la alpaca confundida. Se intento levantar un poco para poder sentarse, aunque le costó bastante ya que sus brazos los sentía débiles y sus piernas las sentía pesadas.

— Te dije que no te muevas— JungKook volvió a entrar para poder ayudarlo.

— Necesito estirarme, Jeonie, siento como si me hubiera quedado dormido en una posición incómoda...

— Si, pero te puedes lastimar por moverte tan rápido, además de que aún estás débil.

— No soy débil— refunfuño.

— Bien, príncipe SeokJin, vamos a hacerle un chequeó.

— ¿Y me podré ir?

— No, debe quedarse bajo observación.

— Ya me observaron por un mes, ya fue suficiente— el doctor lo miró confundido.

— ¿Usted le mencionó algo, príncipe JungKook?

— No, yo no le dije nada— negó— Jinnie, ¿Cómo sabes cuánto tiempo ha pasado?

— Los escuchaba hablar— respondió e hizo un puchero— quiero ir a casa y descansar de verdad.

— Vamos a mantenerlo aquí unos días más para ver su mejoría— el doctor explicó y se acercó al Omega para comenzar a revisarlo. Al ver que sus heridas estaban bien al igual que sus signos vitales.

— ¿No puedo seguir mi recuperación en casa? — colocó sus manos dónde vió que estaban sus heridas.

— Lo mejor será que se quede aquí unos días más— notaron como el Omega recargaba su cabeza en el brazo de su Alfa y cerraba sus ojos.

— ¿Jinnie?— JungKook se preocupó y miró al doctor que se apresuró a revisar al príncipe, aunque recibió un quejido y un manotazo.

— Solamente se quedó dormido, está agotado.

— Entonces está bien...— susurró y acomodó a SeokJin en la cama.

— Se está recuperando bien.

(• • •)

— Tonto, aún estás débil y usar tus habilidades para curarte solamente te debilitó más.

— Pero ya no tengo los balazos, ahora sólo debo recuperar energías~

— Eres un bobo Kim SeokJin— la mujer le dio un golpecito en la frente.

— No quería cicatrices feas— formó un puchero y colocó sus manos sobre su frente para evitar otro golpe.