capitulo 4
El rugido del Blue Dragón se elevó sobre los cielos, retumbando como un trueno que anunciaba una tormenta. Las olas del mar se agitaron violentamente, como si respondieran al llamado de una criatura ancestral. El sonido atravesó mares y tierras, resonando en los rincones más oscuros del mundo, en islas olvidadas y en las fortalezas de los piratas más temidos. Era un llamado que nadie podría ignorar.
Shuu, el joven guerrero, no percibió el verdadero alcance de lo que acababa de desatar. Para él, el rugido era simplemente una expresión de la fuerza de su compañero, un dragón que había decidido acompañarlo en su travesía. El poder del Blue Dragón era inmenso, pero Shuu, en su ingenuidad, no imaginaba que ese mismo rugido podría ser entendido por otros como una provocación, como un desafío lanzado a los cielos mismos.
A kilómetros de distancia, en el cielo de Onigashima, un hombre levantó la cabeza. Sus ojos, llenos de fiereza y arrogancia, brillaron al escuchar el eco del rugido que atravesaba los cielos. Kaido, la criatura más poderosa del mundo, rió con una mezcla de asombro y deleite. Sentía en ese rugido algo familiar, algo que conectaba con lo más profundo de su ser.
"Al parecer, otra bestia me desafía", dijo Kaido, su voz retumbando en la enorme sala donde se encontraba. "La esperaré con ansias".
Kaido no era alguien que se sintiera intimidado fácilmente. Era un emperador del mar, un Yonko, y su poder era legendario. Para él, el rugido del Blue Dragón no era una advertencia, sino una invitación. Una invitación a la batalla, a demostrar una vez más por qué era considerado una de las fuerzas más imponentes del mundo.
En la distancia, Big Mom oía con interés, sonriendo ante la posibilidad de un nuevo contendiente al poder.
"Otro como Kaido", murmuró con una mezcla de emoción y curiosidad.
Barba Blanca, por su parte, se limitó a soltar una carcajada profunda, como si los cielos le hubieran susurrado algo.
"Los vientos del cambio han comenzado a soplar", dijo mientras las olas golpeaban su barco con más intensidad.
Shanks, el pelirrojo, sonrió con calma al escuchar las palabras de Barba Blanca. Desde su barco, sus tripulantes intercambiaban miradas de preocupación. El aire era pesado, presagiando un gran evento.
"Algo grande se acerca", murmuró mientras sus ojos brillaban con una mezcla de expectativa y precaución.
Los demás piratas, al sentir el poder del rugido, no pudieron evitar un escalofrío. El miedo los consumía, como si un antiguo dios hubiera despertado de su letargo, trayendo consigo una tormenta inminente que sacudiría los mares.
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