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T.4.17.

Jarras y jarras de hidromiel pasaban de mano en mano entre los Aesir y las Ásynjur en el Valhala. El Valhala estaba situado en el lado sur de Asgard, justo enfrente de la cabaña donde Odín y Frigg residían. Este, en sus tiempos de gloria en la Alta Edad Media, era un enorme y majestuoso salón, cuya techumbre estaba construida con escudos de oro. Pero ahora, cuando el paganismo nórdico está casi extinto, el Valhala o Salón de los Caídos estaba en un estado similar a Asgard: era un simple comedor con una mesa de casi diez metros de largo, un metro por cada reino del Yggsdrasil. Los Cadres se sentaron en el Valhala invitados por el Padre de Todo para celebrar la adhesión del panteón nórdico a la Alianza Sobrenatural.

Jarras de hidromiel, el alcohol divino de Asgard, cochinillos enteros, pescados asados y cocidos, patas de corderos, jarras del vino más añejo de Midgard, frutas y verduras frescas y apetitosas para la vista y el estómago. Los Cadres comían junto con los dioses nórdicos en relativa harmonía, compartiendo el vino y el hidromiel, contando chascarrillos entre ellos, provocando ligeras risas entre las ásynjur y fuertes carcajadas en los aesir. El ambiente era distendido entre los seres sobrenaturales de ambas facciones y, aprovechando la ocasión, Odín se levantó de su asiento y habló a los presentes en un tono solemne.

―Hijos, hijas, invitados abrahámicos... ―pronunció el Padre de Todo de pie en su asiento, escoltado por Rossweise y Erik. ―Me complace informaros que Asgard se unirá a esa Alianza Sobrenatural vuestra. ―manifestó Odín dando nueve golpecitos con su lanza Gungnir que traía como si fuera un bastón.

Pero esta decisión de Odín, que los abrahámicos esperaban que fuera recibida de buen agrado entre las aesir y las ásynjur, no provocó la reacción esperada en algunos dioses nórdicos. Cuando el Padre de Todo declaró la adhesión formal de Asgard a la Alianza, los Cadres pudieron ver como ciertos aesir y ásynjur murmuraban entre sí dudosos, con recelo, incluso indignados por las palabras del Rey de Asgard. El ambiente volvió a enrarecerse y los Cadres lo notaron de inmediato cuando la vanr y ásynja adoptada Freya se levantó de su asiento para hablar en voz alta.

―¿Hablas enserio Odín? ―preguntó indignada la hija del dios vanr Njörd, a lo que el Padre de Todo alzó la ceja confundido. ―¿Acaso te has olvidado lo que estos Sandæta te hicieron? ¿Cómo nos robaron a nuestros fieles y nos exiliaron de nuestra tierra a una remota isla abandonada? ―manifestó quejumbrosa Freya recordando cómo Elohim les derrotó en la Edad Media y les obligaron a exiliarse a desde Noruega, Suecia y Dinamarca hacia Islandia, causando que algunos dioses la acompañaran con "Eso" o "¿Acaso se le olvidó otra vez?".

―Claro que no se me ha olvidado Freya, eso no se olvida tan fácilmente... ―dijo Odín en un tono melancólico añorando sus tiempos de gloria de aquellos siglos. ―Pero no podemos vivir del pasado, debemos mirar hacia el futuro, todos deberíamos... ―manifestó sabiamente el Padre de Todo a los Aesir y Ásynjur, recibiendo las miradas cansadas de algunos de sus hijos como Baldr o Thor.

―¿Mirar hacia el futuro? ¿Cuál futuro, Padre? ¿El Ragnarök? ―preguntó esta vez Tyr, levantándose de su asiento al igual que Freya. ―¿Acaso vamos a sentarnos con los brazos cruzados, dorando y embelleciendo Asgard? ¿Vistiendo finas telas de Oriente? ¿Esnifando incienso en el Valaskjálf? ―cuestionó escéptico el dios de la Guerra Tyr a su padre Odín.

―El Ragnarök es inevitable Tyr. Todos aquí sabemos que el Fin no se puede evitar. Estoy seguro que nuestros invitados abrahámicos lo saben igual de bien que nosotros. ―declaró de repente Baldr, señalando con su mano a los Cadres y a Abhainn. ―Pero yo os aseguro hermanos que, mientras yo viva, el Fin no llegará. ―declaró solemnemente Baldr provocando una sonrisa de alivio en sus padres y en sus hermanos Aesir.

―Y mientras eso no ocurra, Asgard podrá respirar tranquilo. ―dijo Thor esta vez levantándose junto con su hermano Baldr, invocando su Mjölnir y alzando al techo del Valhala.

―Umh... ―fue lo único que salió de la boca de Odín. ―Algún día Heimdal tendrá que soplar el Gjallarhorn... ―pronunció temeroso el Padre de Todo, siendo reconfortado por su esposa Frigg y su guardaespaldas Rossweise.

―Y algún día Gabriel-achot tendrá que soplar el Shofar del Fin, pero recemos a Padre de que no sea pronto. ―declaró Kokabiel a los presentes dioses nórdicos seguro de sí mismo y sin ningun temor, los cuales sintieron un pequeño escalofrío al imaginarse a la bella arcángel Gabriel anunciar el Fin del Mundo Abrahámico.

―Da igual si es Heimdal o la Arcángel Gabriel, si el Ragnarök o el Apocalipsis Abrahámico, el Fin va a llegar y yo no pienso quedarme con los brazos cruzados. ―declaró Tyr levantando, al igual que Freya. ―Y menos con aquellos que te dejaron en ese estado tan lamentable Padre. ―invocó un círculo mágico de teletransporte de la facción nórdica y se marchó del Valhala, al igual que Freya.

Así empezó uno de los momentos más duros para Odín y toda la facción abrahámica: los dioses Aesir y las Ásynjur estaban en una encrucijada: aliarse con los que ellos llamaban "come-arenas", considerándolo como una traición a la memoria del hermano de Odín Wōðan, líder del panteón germánico y asesinado por Elohim en el 804 después del nacimiento de Yeshua; o quedarse en un Asgard decadente en un Mundo Sobrenatural que cambiaba demasiado rápido a ojos de Odín. Ante tal disyuntiva, los dioses nórdicos acabaron como Odín jamás pensó: separados en dos grupos: los pro-aliados (él, Frigg, Baldr, Thor, su nuera Sif, su nieta Thrúdr, Heimdal e Iðunn) y los anti-aliados (Njörd, sus hijos Freya, Freyr, Tyr, Loki Y Hel)

Odín sólo esperaba ahora que los reinos restantes de Ljósálfheimr, Midgard y Nidavellir siguieran su decisión. ¿Por qué esos tres nada más? El Vanaheim, que estuvo en guerra con Asgard hace siglos no dudará en rechazar la decisión de Odín, y más ahora que tres Vanir como Freya, Freyr y Njörd se habían separado del Padre de Todo; El Helheim estaba gobernado por Hela, que le había dado la espalda en su decisión de adherirse a la Alianza; el Muspellheim y el Jötunheim, habitado por los gigantes de fuego, hielo y roca respectivamente, no harían ni caso a lo que un áss senil decidiese, y el Niflheim, las raíces del árbol de Yggsdrasil donde habitaba el temible Dragón Maligno Nidhöggr, se escapaba al control de los Aesir. Solamente quedaba llamar al Valhala a los representantes de estos tres reinos para ratificar que seguirían a Odín en su decisión.

Por Midgard fue llamado un héroe humano cuasi mitológico, Ragnar Lodbrok, rey legendario de las Noruega y Suecia paganas de los siglo VIII al IX d.C. Sus victorias en el asedio al París de Carlos el Calvo, así como su famosa incursión en Inglaterra con el llamado "Gran Ejército Pagano" hizo que los Aesir, a la muerte del humano en Northumbria en un pozo de serpientes, fuera designado como intermediario entre el reino humano del Midgard y los dioses de Asgard. Por el Nidavellir, el reino de los Enanos, Odín convocó a Sindr, miembro de la casa del mismo nombre y la que más poder y riquezas tiene en el dicho reino. Por último, del reino de los Elfos de Luz o Ljósálfheimr llamó a la Reina Elfa Fegurð, la elegida por Freyr para gobernar el Reino en su nombre.

Cuando los tres representantes llegaron al Valhala, Odín y su esposa Frigg junto con Baldr, Thor, Sif, Thrúdr, Heimdal e Iðunn les estaban esperando en el gran salón, junto con los invitados abrahámicos y los dos guardaespaldas Erik y Rossweise. Los tres representantes se arrodillaron respetuosamente ante el Padre de Todo, el cual procedió a explicarles el motivo de su llamamiento: La Facción Nórdica se había unido oficialmente a la Alianza Sobrenatural que se había fundado en Egipto hacía ya casi un año. Lo que debía ser una noticia con la que celebrar no lo fue para algunos aesir y ásynjur, quienes se han separado de Odín por dicha decisión. Odín, preocupado por el control de su propio panteón como solía ser él, les llamó para asegurarse de que al menos Midgard, Nidavellir y Ljósálfheimr se mantendrían fieles a Asgard.

―Oh, Padre de Todo, Gran Sabio entre los Dioses, Conocedor de las Runas, su decisión no deja de ser un misterio para los hombres de Midgard... ―pronunció solemnemente el humano Ragnar Lodbrok sin dejar de arrodillarse. ―Pero si Hugin y Munin pueden ver lo que pasa en los Nueve Reinos y su Majestad, quien Intuye la Verdad, puede ver lo que sucede en Tierras Extrañas a la sombra que cobija el Yggdrasil, lo que ha visto debe haberle preocupado en demasía su Majestad. ―infirió el humano rey de Midgard a lo que había dicho el Rey de Asgard.

―¿Entonces contamos con Midgard? ―habló Sif a Ragnar, pero sin quitarle encima la mirada a un Sindr que lucía nervioso.

―Por supuesto, Dioses de Asgard. Los Hombres del Norte defenderemos Asgard hasta el Ragnarök... ―manifestó ceremonioso el humano poniéndose de pie para, con aprobación de los dioses presentes, marcharse nuevamente a Midgard.

―Ahora... ¿Sindr, contamos con el Nidavellir? ―preguntó Odín inquisitivo al ver el nerviosismo del enano artesano. Pareciera que escondiera algo.

―Por supuesto Odín, los enanos siempre estaremos a su servicio en todo lo que los Aesir y Ásynjur o Dioses de la Alianza o los Abrahámicos necesiten. ―manifestó Sindr sin ese aparente nerviosismo que notó Frigg. Convencidos, los dioses nórdicos le dejaron marchar nuevamente al Nidavellir.

―Por nuestra parte, y a pesar de la decisión de nuestro señor Freyr, el Ljósálfheimr se mantendrá fiel a Asgard y a la Alianza Sobrenatural. ―manifestó solemnemente la Reina de los Elfos de Luz Fegurð, a lo que Odín sonrió levemente. Y como con Sindr, Fegurð se marchó a su respectivo reino con la aprobación de los Aesir y Ásynjur presentes.

Así se vació la sala y los abrahámicos junto con los dioses nórdicos que quedaban en el Valhala pudieron, en un ambiente muchísimo más distendido que antes, pudieron hablar de lo que a los abrahámicos le interesaba: la firma del tratado en Sión, Jerusalén. Como ya hicieran Zeus y los olímpicos, Ra y los egipcios, Melqart y Tannit y los Cadres, Arcángeles y Yeshua ben Yosef. Cuando Baraquiel cortó el hielo y se lo propuso a Odín, el Padre de Todo le miró con su único ojo y habló a Baraquiel en un tono que ningún dios o diosa nórdica presente había escuchado en más de mil años: sarcástico, casi chistoso.

―¿A tragar arena en Palestina? ¿Yo, un viejo dios que hasta hace poco no sabía dónde estaba sentado? ―preguntó Odín dibujando una sonrisa en sus hijos y esposa.

―Bueno, nosotros nos hemos congelado en Islandia, estaríamos empatados. ―dijo Abhainn en su típico tono chulesco, provocando una leve sonrisilla en Thrúdr, cosa que no hizo nada de gracia a su padre Thor.

Al final se decidió que Baldr, Thor, Thrúdr y Sif, junto con Erik y Rossweise, viajaran a Palestina para firmar la adhesión a la Alianza mientras que Odín, gracias a Hugin y Munin firmaría "a distancia" desde Asgard. Los Cadres agradecieron a Padre por el éxito -a medias- de unas negociaciones que se veían difíciles cuando llegaron. Sin duda Yeshua y María se alegrarán de que un panteón más se una a la Alianza Sobrenatural...

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La Brecha Dimensional, el hogar de los dos Dioses Dragones Ophis Ouroboros y Gran Rojo. Una dimensión vacía, del tamaño de tres tierras para que Ophis y Gran Rojo pudieran convivir sin problemas, donde la gravedad era similar a la de la Tierra y el cielo era onírico y fluido de colores y texturas, siempre cambiante. No había suelo como tal, solamente un espacio físico transparente que reflejaba el estrambótico cielo. Era en esta dimensión donde Ophis se había traído a los malheridos Eileen e Issei para sanarles y trasladarles de nuevo a Berkshire. 

Las heridas de ambos Neo-Dragon-Slayers eran muy graves si fueran personas normales, pero al ser seres sobrenaturales no fueron para tanto, sobre todo para una Ophis que era casi todopoderosa en el Mundo Sobrenatural. A Eileen, que había perdido una mano y una cantidad de sangre perjudicial después de ser arrojada contra los escombros de su cabaña. En cambio, Issei había perdido demasiada sangre por la intensa pelea cuerpo a cuerpo contra Crom Cruach, añadiendo además los bajos niveles de magia con los que Issei había llegado a la Brecha Dimensional. Ophis tenía mucho que hacer con el actual Sekiryūtei y con la Neo-Dragon-Slayer del Viento y Cielo. 

Los tumbó en el "suelo" de la Brecha Dimensional sobre un circulo mágico personal violeta con el símbolo del Infinito. Con su mano invocó dos pequeñas serpientes violetas de pura magia, las cuales reptaron por el suelo y entraron a través de la boca de Issei y de Eileen. Ambos ofidios se posaron en la lengua de ambos seres sobrenaturales y empezaron a deshacerse en partículas pequeñísimas de magia pura que se fueron filtrando en los torrentes sanguíneos hacia las células de todo el cuerpo de ambos, en especial hacia los hemocitoblastos para que ambos recuperaran rapidamente la sangre perdida. Una vez Ophis sintió que ambos volvían a tener los niveles mágicos previos a la pelea con Crom Cruach, avisó a su compañero de dimensión rugiendo al aire. 

Gorri Handia! Infinitatearen Jainkosak amets egin behar du! ―rugió la Diosa Dragona en su forma humana, invocando al Dios Dragón de los Sueños, el cual apareció a través de una grieta a pocos metros de ella, también en su forma humana. (¡Gran Rojo! ¡La Diosa del Infinito necesita Soñar!)

Infinituak Amets egin behar al du Dena eskura badu? ―preguntó en un rugido Gran Rojo acercándose a Ophis y a ambos Neo-Dragon-Slayers tumbados encima del círculo mágico personal de la Diosa Dragona del Infinito. (¿Acaso el Infinito necesita Soñar si tiene Todo a su Alcance?)

Ametsa ez al da infinitua? ―río entre dientes Ophis levantándose para, cambiando su expresión facial y tono de voz a uno más severo, mostrarle a Gran Rojo los cuerpos inconscientes de Issei e Eileen. (¿Acaso el Sueño no es Infinito?

Zer gertatu da? Zer egiten ari da hemen Draig-en jabea eta Grandeeney-ren aprendizaren ondorengoa? ―expresó con preocupación Gran Rojo agachándose para acariciar las frentes de ambos y poder echar un vistazo en sus recuerdos más recientes. ―Crom Cruach... ―susurró Gran Rojo sentándose al costado de ambos Neo-Dragon-Slayers inconscientes. (¿Qué ha pasado? ¿Qué hace el portador de Draig y la descendiente de la aprendiz de Grandeeney aquí?)

Hori bai, Crom Cruachek Eskozian aurkitu zituen eta garaitu egin zituen. ―habló Ophis viendo como las respiraciones de Eileen e Issei respiraban ahora más calmadas. (Así es, Crom Cruach les encontró en Escocia y les derrotó.)

Ophis y Gran Rojo vieron como se estaban recuperando ambos Neo-Dragon-Slayers, pero vieron como Eileen estaba manca de la mano con la que sostenía su báculo dracónico, el cual estaba roto para más inri. Gran Rojo vio el muñón donde debía ir la mano diestra de Eileen, así que decidió crear con su propia carne -arrancándose un trozo de músculo del brazo- y le dio forma de una garra de dragón de color blanco con las garfas de color azul oscuro. La trasplantó en el muñón y, una vez estuvo bien acoplada, se dio por satisfecho. 

Pasaron entonces unos minutos y ambos Neo-Dragon-Slayers al fin empezaron a abrir los ojos cansados. Las serpientes mágicas de Ophis habían hecho su efecto y la Diosa Dragona les sonrió como si fuera una madre que ve a sus crías abrir los ojos por primera vez al salir del cascarón. Del dorso de la mano de Issei apareció la gema verde esmeralda de Draig, el cual rugió a través de esta, asustando a un recién despertado Issei. 

[Felltith arnat Crom Cruach! Os daliaf di eto gwnaf iti dalu gwrogaeth i mi, i Draig Goch, Draig Nefol y Dominyddiaeth!] ―exclamó vociferando el dragón de Gales, provocando una risita nerviosa en ambos Dioses Dragones. (¡Maldito seas Crom Cruach! ¡Cómo te pille otra vez haré que rindas me pleitesía a mí, a Draig Goch, Dragón Celestial de la Dominación!)

Ez aldatu Draig, ez aldatu... ―dijo riendo entre dientes Ophis, al igual que Gran Rojo. Eileen, al notar el inmenso poder de ambos Dioses Dragones se incorporó y vio su mano dracónica sorprendida. (Nunca cambies Draig, nunca cambies...)

Esku berri bat ortu nuen zuretzat, Grandeeneyren aprendizaren ondorengoa. Crom Cruachek zurea moztu zuen borrokan... ―habló suavemente Gran Rojo señalando la mano dracónica de Eileen, la cual se lo agradeció sin saber muy bien cómo comportarse frente a los Dioses Dragones. (Te creé una mano nueva, descendiente de la aprendiz de Grandeeney. Crom Cruach cercenó la tuya en la pelea...)

Issei entonces entró en pánico. Hacía casi dos días que no se aparecía por la mansión Pendragón, y si no volvía seguramente Raynare y Asia lo iban a matar. Eileen alzó la ceja cuando Issei pronunció el apellido de Pendragón. ¿Era el descendiente de Uther quien la necesitaba? Si ese era el caso por supuesto le ayudaría, a él y los invitados abrahámicos de la Mansión. Ophis y Gran Rojo comprendieron las prisas del castaño y le hablaron al actual Sekiryūtei. 

 ―Jauregi horretara iristeko presarik baduzu, lagunduko dizugu, Sekiryūtei, Grandeeneyren aprendizaren ondorengoa... ―habló Ophis comprensiva a Issei, el cual se lo agradeció viendo como la Diosa Dragona del Infinito creaba una brecha en la Dimensión con destino la mansión Pendragón en Berkshire. (Si tienes prisa por llegar a esa mansión, os podemos ayudar, Sekiryūtei, descendiente de la aprendiz de Grandeeney...)

Mientras que todo esto pasaba en la Brecha Dimensional, en el salón del té de la Mansión Pendragón los invitados abrahámicos, Sir Arthur y Lucille Wand esperaban ansiosos el regreso del Sekiryūtei del siglo XXI. Han pasado casi dos días desde que se fue en busca de esa ermitaña que vivía en las Tierras Altas de Escocia y aún no ha regresado. Azazel ocultaba su nerviosismo con alcohol, whisky irlandés para ser precisos, Penemuel y Sahariel leían algún que otro libro que Sir Arthur les había dejado para hacer más amena la espera, Namtaga no aparentaba su nerviosismo, pero repetía en su cabeza un "Diĝir-Ereškigal ayuda al Mušlugalsa". Pero sin duda, quienes peor lo estaban pasando eran Raynare y Asia, las cuales se mordían las uñas, lloraban por el castaño, incluso lo daban por muerto ya. Pero el nerviosismo y la angustia que se respiraba en la sala se disipó de golpe cuando, en la mesa donde estaban los tés y los vasos de licor, apareció un círculo mágico violeta con el símbolo del infinito, y de este salieron Issei y Eileen. 

―¡Ya estamos aquí! ―exclamó en voz alta y muy animado Issei junto con Eileen, llamando la atención de todos, especialmente de Raynare, Asia y Sir Arthur Pendragón. 

―¡Maldita sea I-kun! ¡Ya estábamos pensando que habías muerto! ―se lanzó la de ojos amatistas al castaño nipón, siendo recibida en un caluroso abrazo, dejándola sobar en el pecho de Issei. 

―Tchs, ya estoy acá Ray-chan, ya estoy acá... ―reconfortó el castaño a su novia ángel caída, mientras que Lucille Wand, la dama de llaves de la mansión Pendragón se acercaba asombrada a la anciana Eileen. 

―Veo que el Portador del Dragón de Gales te ha conseguido traerte... ―dijo sin salir de su asombro Lucille, a lo que Eileen la examinó por encima y, sonriendo, le habló suavemente. 

―Así es, el Portador de Draig me ha traído hasta aquí. Noto que tus Espíritus están contigo... ―susurró Eileen viendo por el rabillo del ojo un manojo de llaves distinto al que usaba en la Mansión. 

―¿Cómo...? ―fue lo único que dijo Lucille viendo como Eileen le hizo una mueca burlona para dirigirse a la puerta de la sala. 

Viendo el panorama, Sir Arthur Pendragón, Lucille Wand y Eileen, junto con los invitados abrahámicos, decidieron marchar esa misma tarde hacia Stonehenge, la puerta del Mundo Sobrenatural al Panteón Celta. Azazel esperaba que el viejo y sabio Dagda comprendiese la situación que vivía el Mundo Sobrenatural y uniera su panteón a la Alianza Sobrenatural. Aunque solamente Padre sabía si los celtas se acabarían uniendo o no a la Alianza, el Gobernador de Grigory se reconfortaba en que sus hermanos Cadres habían logrado que el Padre de Todo de Asgard se uniera a la Alianza, aunque le preocupaba que se había adherido con el coste de medio panteón. Si Padre quería, los celtas se unirían en bloque, sin divisiones ni fracturas. 

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Palabras: 3532

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