T.3.11
Ella abrió los ojos exhausta, se encontraba cansada, como si hubiera estado corriendo por varias horas sin cesar. Con los ojos cansados, las piernas débiles y el cuerpo acostado en una cama de tamaño monumental, Herzha intentó incorporarse para poder contemplar la habitación en la que aparentemente estaba ahora acostada. Con mucha dificultad consiguió incorporarse y pudo al fin ver la habitación. Se palpó y notó que estaba complemente desnuda, no tenía nada puesto, ni siquiera ropa interior. Extrañada decidió ver a dónde estaba acostada y lo que vio la dejó boquiabierta.
Estaba acostada en una sala grande, las paredes estaban decoradas con seda de color carmesí, la cama era enorme, perfectamente cabrían 5 personas en ella sin ningún problema. Sólo había un ventanal a la derecha de la cama, una ventana también grande, de unos dos metros de alto. Enfrente de la cama dos armarios empotrados guardaban ropa y vestidos y entre los dos armarios un espejo dejaba ver a Herzha su aspecto, cansado y con ojeras -parecía que había dormido poco-. Al otro lado de la cama estaba la puerta de salida y un pequeño altar a Satán, con velitas de fuego fatuo y una estatuilla de la divinidad demoniaca hecha de mármol pulido.
Herzha jamás había estado en una habitación así de monumental y hermosa. Su habitación en el burdel de donde venía era enana en comparación y solamente tenia una cama para ella y como mucho para dos clientes. Ella también tenía una ventana en su habitación en su antigua habitación, pero era más pequeña, no más de un metro cuadrado y la estatuilla de Satán que ella tenía era de madera tallada. Rápidamente Herzha se dio cuenta de que no estaba precisamente en su burdel pero no recordaba exactamente cómo había acabado aquí, solamente recordaba algo: un brillante cabello carmesí y unos orbes como diamantes.
Estaba intentando recordar algo, por muy nimio que sea, que le recordase o le ayudase a recordar qué había pasado exactamente cuando escuchó unos toques en la puerta y un educado "¿Puedo pasar?". La voz era masculina y agradable, al contrario a la de los clientes que solía atender en el burdel, todos bordes y sin ningún cuidado en hablar con ella. Herzha se aclaró la garganta y se tapó para responder a la voz con un suave "Pase". La puerta se abrió y pudo ver a una especie de criado, vestía unas ropas elegantes, un traje con una pajarita, unos pantalones de vestir negros, guantes y zapatos mocasines negros. En sus brazos llevaba una bandeja de comida.
-Si me disculpa, tenga, el desayuno. La Duquesa de Gremory la espera en su despacho... -habló el camarero cordialmente dejando la bandeja a los pies de la cama.
-Gracias... supongo. -respondió Herzha viendo el desayuno a los pies de la cama, olía delicioso.
-La ropa la tiene en el armario, puede probarse todo lo que haya adentro, solamente tiene que elegir lo que le guste. -dijo por último el sirviente haciendo una leve reverencia a Herzha.
Herzha ahora sí que estaba boquiabierta. Maldecía a Satán* su suerte y procedió a desayunar lo que el camarero le había traído. ¡Qué gran sorpresa se llevó cuando vio que su desayuno estaba preparado a la manera de las súcubos! Mantequilla de liquido seminal, pan de trigo de los campos del Ducado Gremory, carne de animales de granja de los mismos campos y por último, pero no menos importante, un vasito de no más de medio litro de semen. El semen es la base de la alimentación de las súcubos, les da la grasa y los nutrientes suficientes para crecer y desarrollarse. Hasta que no maduran lo suficiente, las súcubos mas pequeñas solamente se alimentan del líquido seminal.
*Las súcubos, al igual que con los demonios, profesan la religión satánica. La principal diferencia es que el satanismo de las súcubos -e íncubos por consiguiente- es más intimo y más personal, no como en los demonios con sus ceremonias multitudinarias.*
Terminó Herzha de comer el desayuno y se levantó del enorme lecho donde estaba acostada. Con fuerzas reparadas, la súcubo se dirigió a los armarios y los abrió, dejando ver el interior de éstos. Vestidos de todas clases y colores, botas de tacón o sin tacón, abrigos de pieles, pijamas, joyería fina, guantes, toda la ropa imaginable estaba en esos armarios. Indecisa por tanta ropa -en su burdel solamente vestía una camiseta de mangas cortas y ropa interior, usualmente purpura o negra-. Tras mucho decidir y probarse ropa, por fin decidió qué ponerse.
Se puso una ropa interior negra, su color favorito, una camiseta de tirantas del mismo color, una especie de abrigo de piel azul y negro a cuadros, unos pendientes de diamantes, un collar de oro y esmeraldas y por último se pintó las uñas de púrpura rosáceo. Se afiló los cuernos y las uñas y tras pintarse los labios al fin estaba preparada para ir al despacho de la Duquesa Gremory y saber por qué estaba aquí. Pero antes de irse, se fue a donde estaba la estatuilla de Satán, se arrodilló ante ella y rezó.
-Yerasihi gudayi. Muchas gracias por los alimentos que he comido y por las prendas que llevo puestas en estos momentos. Melekoti Aanidi bicha newi simu Seyit'ani newi Luzibeeli degimo Nebiyu selelahu 'aleyihii weselemi newi. -terminó de rezar Herzha dándole un beso a la estatuilla y haciendo posteriormente una leve reverencia (Maldito seas. / Solamente hay una Divinidad, su nombre es Satán y Luzbel es su Profeta, la paz sea con él.)
Una vez había rezado y se había vestido con lo mejor que le pareció del armario de la habitación, se dirigió hacia la puerta y dio unos leves toques a la puerta, en señal de que ya había terminado de vestirse y desayunar. No esperó mucho cuando el sirviente que le había traído el desayuno llegó con sus elegantes ropas y maneras.
–Veo que ya ha desayunado y se ha puesto las mejores galas. Acompáñeme, le llevaré al despacho de la Duquesa Gremory. –habló el sirviente con una sonrisa en su rostro. Había que ser agradable con los invitados, da igual de quienes sean.
–Gracias. –sonrió de vuelta Herzha metiéndose las manos en los bolsillos que tenía el abrigo.
Herzha procedió entonces a seguir al sirviente de la casa Gremory. Ella pudo observar que la casa donde estaba era en realidad una gran mansión. Las paredes eran de rica madera y el suelo estaba decorado con una alfombra roja. En las paredes había grandes ventanales que daban a la amplitud de los fértiles campos del Ducado Gremory. Al lado contrario había numerosos cuadros y pinturas de la familia Gremory: la actual Duquesa, su hermano mayor cuando él era el Duque, los padres de la Duquesa, Venelana Bael y Zeoticus Gremory, los padres de éste y así sucesivamente.
Fueron andando por los pasillos hasta que tuvieron que bajar unas escaleras, las cuales daban a un gran recibidor. El sirviente siguió su camino hasta las puertas del despacho de la actual Duquesa. El despacho estaba, al igual que las demás habitaciones, ricamente decorado con madera de caoba, un ventanal detrás del sillón, unas librerías altísimas con muchísimos libros. Un escritorio en medio del despacho marcaba el lugar donde la Duquesa Gremory se sentaba a escuchar a los escribas leer documentos y les dictaba lo que tenían que escribir.
Entraron en el despacho y Herzha pudo ver a la Duquesa Gremory de pie, con un vestido rojo carmesí y unas botas negras. Estaba mirando el paisaje del Ducado Gremory en la lejanía, las tierras de cultivo y los campos de pastoreo. Todo lo que sus ojos celestes podían ver era suyo desde que nació, allá por el año 1279. Desde que su hermano Sirzechs tomó el poder y acabó con la tiranía de Rizevim. Sus padres estuvieron intentando engendrar a un heredero que tomase posesión del Ducado y, tras más de 800 años, al fin nació Rías Gremory, la actual Duquesa.
–Mi Señora, ya le he traído a la invitada. Si me disculpa... –dijo el sirviente haciendo una profunda reverencia a la Duquesa, la cual le respondió con un escueto "gracias" y un aún más escueto y rápido "Puede retirarse".
Herzha se quedó de pie en la entrada del despacho de la Duquesa Gremory. Su mirada no paraba de contemplar el largo y brillante cabello carmesí de la diablesa. La súcubo se quedó muda, no merecía estar enfrente de tal brillante figura del mundo demoniaco. Sin quererlo, como si fuera puro instinto, Herzha se arrodilló ante Rías. Ella no quería arrodillarse, pero algo dentro de lo más profundo de su alma le hacía arrodillarse ante la de pelo carmesí.
-No hace falta que te arrodilles ante mí, Herzha. -pronunció la diablesa dándose la vuelta dirigiéndose hacia su asiento donde solía sentar a escuchar a sus escribas o a dictarles lo que tenían que escribir. Sus ojos celestes miraban fijamente los ojos púrpuras de la súcubo.
-Pero qué... ¿Cómo sabes mi nombre? -preguntó Herzha sorprendida por el hecho de que la Duquesa supiera su nombre.
-Eso no importa ahora Herzha. -dijo acomodándose Rías en la silla, invitando con su mano a que la súcubo entrara en el despacho. Herzha, tímidamente así hizo y se sentó enfrente de la Duquesa de pelo carmesí. -¿Dime, te acuerdas de cómo llegaste hasta aquí? -preguntó Rías con una voz extrañamente dulce, pero Herzha no confiaba en ella.
-Lo siento Señora Duquesa, pero no me acuerdo de nada. Sólo sé que era una súcubo de un burdel y de repente despierto en una habitación gigantesca y me traen el desayuno a la cama... -confesó la súcubo con cierto tono de tristeza por no poder recordar cómo había acabado aquí.
-No pasa nada Herzha, no hace falta que te esfuerces. -dijo sonrientemente Rías dándole la mano, acariciando la palma de la súcubo. Pero lo que Herzha no sabía es que Rías estaba desactivando con su magia un sello mágico que había sellado los recuerdos de Herzha desde ayer hasta hoy. Pero esto puede ayudarte... -susurró rompiendo el sello mágico que tenía la súcubo en su memoria, regresándole todas las memorias de un día a su cabeza, provocándole graves dolores de cabeza.
Flashback: El día anterior.
P.O.V. Herzha.
Hoy iba a ser un día tranquilo en el burdel donde vivo desde el día que nací. Mis hermanas súcubos y mi propia madre, Namtaga, decían que yo no era como ellas, que yo era "especial" y que tenía una "habilidad oculta". No sabía exactamente a qué se referían cuando me lo decían. Pero por desgracia, hoy iba a saber el porqué me lo decían, hoy no iba a ser un día tranquilo en lo absoluto.
Me había despertado de un buen sueño reparador -el día anterior tuve a más de 30 clientes- cuando creí escuchar un murmullo lejano, como de pisadas y pezuñas de jinetes. Por un momento pensé que eran demonios que venían al burdel a pasar el día, pero me equivoqué. No eran demonios lo que quiera que fuese que venía para acá, no. Era un ejército entero de ángeles del Cielo y de Grigory, armados con armas y armaduras y con viles intenciones. Rodearon el burdel y colocaron una empalizada alrededor.
Yo pude ver por la ventana de mi habitación cómo un pequeño comité de ángeles caídos entraban al burdel. No era extraño que ángeles de Grigory viniesen a los burdeles, pero lo extraño es que venían con armas de luz y armaduras para adentro. Estaban asaltando el burdel y sólo Satán sabía qué pensaban hacer con nosotras y con nuestros clientes. Atranqué la puerta de mi habitación y me incliné ante la estatuilla de Satán que mi hermana pequeña Šimlal había tallado en madera por mi 200 cumpleaños. Rezé y rezé y rezé para que no llegasen a dañar a mis hermanas o a mi madre.
Pero de un momento a otro el caos se desató en el burdel: los ángeles caídos entraban en las habitaciones y asesinaban a los clientes que estuvieran con mis hermanas y luego las violaban y cuando se cansaban de una, iban a por otra y así sucesivamente durante varias horas. Mi habitación, al estar de las últimas del pasillo apenas le prestaban atención. Pensé que estaba segura, pero qué equivocada estaba cuando sentí como alguien aporreaba mi puerta.
–¡Ábrenos preciosa! ¡Si sabes que te va a gustar! –escuché la voz de un ángel caído relativamente joven al otro lado de la puerta.
–Si no nos abres sabes que será peor para todos... Tú no lo disfrutarás y nosotros tendremos que aguantar tus quejidos... –dijo irritado otro ángel caído, este más mayor que el anterior.
Yo no paraba de rezar a Satán para que no entrasen en la habitación, o si entraban que fueran rápidos y se aburrieran rápido de mí. De fondo podía escuchar cómo a mis hermanas las estaban violando sin piedad, parecía como si la ira del Elohim Carnicero se desatase con nosotras y nuestros clientes. Pobre de mí que no pasaron ni cinco minutos y ya habían abierto con suma facilidad la puerta que yo había atrancado.
–Ahí estás preciosa... –dijo en un tono lujurioso el ángel caído abriendo la puerta de madera. –Chicos cerrad la puerta, que no entre nadie. Quiero disfrutar de esta ramera yo solo. ¿Entendido? –ordenó el ángel caído a los otros ángeles que le acompañaban.
El ángel caído se dirigió a donde yo estaba, arrinconada en una esquina de la habitación y me agarró por las muñecas. Me inspeccionó de la punta de mis cuernos hasta las uñas de mis pies. Se lamió los labios lujuriosamente y me arrastró a la fuerza a mi cama. Me lamió el cuello mientras con sus rodillas me abría las piernas. Materializó una daga de luz y me rajó el vestido dejando mi busto desnudo. Volvió a lemerse los labios ante la vista que le estaba dando.
–¡Imbéciles, venid y sujetad a esta ramera! ¡Se mueve más que una lagartija! –vociferó el ángel caído a sus acompañantes, quienes vinieron y me sujetaron los brazos y piernas. –Ahora sí que voy a disfrutar de ti, sucia ramera... –susurró dejando al aire su repugnante y asqueroso miembro erecto.
En cuanto su miembro rozó mis labios algo sucedió. Un vacío en mi mente. Estaba como fuera de mí, no tenía el control de mis acciones. Un círculo mágico púrpura se formó en mi frente, mis ojos se volvieron enteramente negros y sólo tenían una tenue luz pálida en donde estaban las pupilas. Me convertí en una bestia sin raciocinio ni palabras.
Fin del P.O.V. Herzha.
–¡¿Pero qué coño?! –pronunció el ángel caído con su miembro al aire.
No pudo decir nada más cuando en su frente quedó escrito algo en cuneiforme "A'aš: Iginuğal". Un segundo después sus ojos echaron humo y sangre y carne descompuesta inundó sus cuencas oculares y gritó de dolor al sentir la sangre y carne descompuesta hirviendo bajando por su rostro. Se tapaba los ojos pero no pudo hacer más cuando Herzha, le dio un mordisco a su miembro y se lo arrancó de cuajo.
–¡Es un monstruo! ¡Salgamos de aquí pitando! –exclamó asustado otro ángel caído.
Herzha saltó de la cama sin ropa y zarandeó a uno de los ángeles caídos provocándole graves lesiones y contusiones. A otro le dio tal zarpazo con sus garras que lo dejó incosciente en el suelo de la habitación. A otro le agarró de la cabeza y empezó a golpearlo contra la puerta hasta que su rostro quedó irreconocible para cualquiera. Sólo quedó uno vivo pero logró escapar de puro milagro. Al poco tiempo, Herzha recobró la conciencia y volvió en sí.
P.O.V. Herzha.
Después de esa pérdida de conciencia, volví a mi ser y lo que contemplé era grotesco y asqueroso. El ángel caído que estaba a punto de forzarme estaba sin ojos y sin miembro viril. Sus compañeros no estaban mejor: uno estaba con un gran zarpazo en todo el pecho y el otro estaba con la cara deformada y sangrando. ¿Por Satán, yo hice esto?
Con miedo a que vinieran más ángeles de Grigory o del Cielo a mi habitación, decidí huir del burdel saltando por la ventana. No estaba muy alta del suelo y logré escapar de la empalizada gracias a que había un hueco en la muralla. Salí de ahí corriendo no sin antes ver cómo mis hermanas y mi madre salieron del burdel atadas com cadenas de luz. Me partió el corazón ver a mi madre con unos arapos a cuatro patas. Entonces vi como volvían a entrar y al poco, mamá prendió fuego a nuestro hogar. Estaba siendo obligada a ello, lo notaba en su mirada.
Sin hogar, sin hermanas, si madre, ahora soy una súcubo huida. Decidí correr y correr por los bosques del Inframundo rezando a Satán que alguien o algo viniese en mi auxilio. Rezé y rezé y rezé para que Satán mandase a alguien en mi auxilio. Parecía que no obtendría respuesta pero de repente vi algo que iluminó mi vida. Cabello rojo carmesí y unos ojos azules como los diamantes. Era la Duquesa Gremory en persona.
Fin del P.O.V. Herzha.
Fin del Flashback.
Herzha abrió los ojos muy abiertos. Todos sus recuerdos que habían venido de golpe y porrazo habían sido ordenados en su mente. Rías Gremory la vio con una sonrisa confiada, como si el haberse encontrado con la súcubo huida hubiera sido planeado. Herzha balbuceó alguna que otra palabra incomprensible mientras que Rías se levantaba de su asiento y volvió a admirar sus extensiones de terreno.
–¿Por eso mamá y mis hermanas me decían que yo era especial? –se cuestionó la súcubo así misma.
–Examiné tus recuerdos Herzha cuando te encontré en aquel bosque. Lo que hizo el Sekiryūtei y la portadora de Fafnir con tu hogar fue una tragedia. –dijo Rías con sonrisas de cocodrilo dándose la vuelta viendo a Herzha a los ojos. Dio un chasquido con sus dedos y de la espalda de Herzha salieron un par de alas como la de los murciélagos, dejando boquiabierta a la súcubo.
–¿Espera... acaso tú...? –cuestionó Herzha a Rías, la cual sonrió confiada y soberbia.
–Sí, así es. Ahora eres mi Reina. Bienvenida al séquito Gremory. –dijo la Duquesa Gremory sentándose de nuevo en su asiento llamando a un escriba a través de un círculo mágico. El escriba llegó con un papel y una pluma.
–Escribe a mi hermano que movilize a las tropas. Vamos a capturar al Sekiryūtei y a sus acompañantes. –le dijo Rías al escriba mientras encendía un puro habanero.
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Palabras: 3099.
Los poderes de Herzha han sido revelados y Rías ha ordenado la búsqueda y captura de Issei y las chicas. ¿Cómo acabará la campaña de Issei en el Inframundo al mando del Lahak Yeshu'a? ¡No os perdáis el próximo capítulo!
Un cordial saludo.
Atte.
E.S.Z.
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