T:2.9.
Cuando Issei observó como Sayf realizaba un hechizo en egipcio antiguo, él se esperaba que apareciese algún Dios egipcio o que llegase un fénix que los llevase a todos al lugar donde se estuvieran escondiendo los Dioses egipcios, pero no fue así. El hechizo que recitó Sayf parecía ser un hechizo de tiempo, es decir, que los hiciese viajar en el tiempo hacia la época de los faraones y las pirámides. Pero había un inconveniente: ese hechizo solo podía realizarse para una persona, no para 13 personas -Issei, Raynare, Kalawarner, Mitelt, los Cadres y a los Arcángeles-, por lo tanto, no era un hechizo de teletransporte temporal. Entonces, ¿qué tipo de hechizo era?
Penemuel, la Cadre de Grigory experta en magia y hechizos no dudó ni un segundo en preguntar a Sayf sobre lo que acababa de hacer.
-Disculpe Sayf, pero tengo una duda. -dijo Penemuel a Sayf, el cual se giró al escuchar la voz de la Cadre.
-¿Qué duda? Sea cual sea se la responderé sin problemas, Cadre. -se ofreció amablemente el hombre.
-Pues verás, mi duda sería sobre el hechizo que has realizado. ¿Cómo que estaba en antiguo egipcio? ¿Qué tipo de hechizo es? porque uno para viajar en el tiempo no es claramente. -preguntó Penemuel sobre sus dudas.
Sayf miró a la Cadre a los ojos, la tensión parecía aumentar en el ambiente. Issei estaba listo para poder atacar a Sayf, los demás Cadres también se tensaron, salvo Azazel. Los Arcángeles miraban la escena con temor, incluso Gabriel había empezado a rezar a Padre.
Tras casi 5 minutos de tensión y miradas, Sayf retiró la mirada de Penemuel y todo se relajó.
-Pues verás, Cadre, el hechizo lo recité en egipcio antiguo porque es un hechizo muy especial. Ese hechizo me lo dio mi suegro para poder entrar y salir de su reino a voluntad. -explicó Sayf a la Cadre pelimorada.
-¿Tu suegro? ¿Quién es tu suegro? -le preguntó curioso el castaño Sekiryūtei.
-Eso es información privilegiada... -contestó Sayf con un leve aire de misterio. -Pero a lo que voy. El hechizo en sí actúa, más o menos, como una llave de una puerta. -aclaró el Neo-Dragon-Slayer a los presentes.
-¿Cómo una llave? No lo entiendo... -dudó Gabriel, poniéndose el dedo en la barbilla en señal de haberlo entendido.
-Imagínate que el mundo a donde vamos es una habitación, y nosotros estamos al otro lado de la puerta. ¿Lo pillas? -empezó a explicar más minuciosamente Sayf.
-Sí, por ahora lo entiendo. -dijo sincera la Arcángel Gabriel.
-Pues verás, el hechizo actúa como una llave: se usa como clave para abrir la "puerta" para poder pasar al mundo de los Dioses egipcios, del mismo modo que usas una llave para abrir una puerta. -explicó Sayf el papel que tenía el hechizo que había recitado antes.
-Perdón por ser impertinente Sayf-san, pero, ¿cuál sería la puerta? -preguntó Issei al hombre.
-La puerta sería, Sekiryūtei del siglo XXI, este sitio. -respondió Sayf señalando con su dedo el viejo templo del Valle de los Reyes.
-¡¿Esa es la puerta?! -exclamaron todos los presentes ante la declaración de Sayf.
-Sí, el Valle de los Reyes es la puerta a la otra dimensión, digámoslo así. -aclaró Sayf rascándose la cabeza. -¿Lo entiendes así ya, Gabriel? -preguntó Sayf a la Arcángel, la cual parecía que ya lo entendía todo.
-¡Ahora sí lo entiendo todo! El hechizo actúa como una llave entre el mundo normal y el mundo sobrenatural de la mitología egipcia, y el lugar indicado para realizarlo es aquí, en el Valle de los Reyes. -dijo Gabriel segura de sí misma.
-Bueno, ahora que la señorita lo ha conseguido entender, vamos cruzar el portal. -dijo Sayf a los presentes.
Así, uno por uno, fueron pasando a través del portal: primero los Cadres y Arcángeles, luego Issei y las chicas y por último Sayf, no sin antes decirle a Asafu un par de cosas.
-¡Asafu! ¡Dile a Abdel que tiene vacaciones hasta dentro de un mes, que se las merece; darle también de comer y beber a los camellos, sobre todo a Lucy! -ordenó Sayf a su amigo bereber, el cual asintió sonriendo.
-¡Qué Alá le proteja allá donde vaya! -dijo el bereber a su jefe. -¡No se le olvide saludar a su esposa de mi parte! -hizo recordar Asafu a Sayf.
-No se me olvidará, no te preocupes. ¡Allahu Akbar! -gritó Sayf con los brazos extendidos al cielo.
-¡Allahu Akbar! -gritó justo después Asafu, también con los brazos extendidos.
Los presentes escucharon la conversación entre Sayf y Asafu. Miguel y Azazel sonrieron para sus adentros cuando escucharon el nombre de su padre, Ël. Pero el que no sabía cómo reaccionar era el castaño japonés. A Issei nunca antes le habían contado, desde la perspectiva sobrenatural, el origen del islam. Sabía, más o menos, que Gabriel habló con Mahoma para que propagase una nueva fe, a parte del judaísmo y del cristianismo, pero más allá de eso, no sabía más.
-Disculpad la pregunta, pero, ¿cuál es el origen sobrenatural del islam? -preguntó el castaño a los Arcángeles.
-Esa es una pregunta muy curiosa y que ningún ángel puro del Cielo nos ha preguntado. Si quieres, cuando estemos en la casa de Sayf, te responde Gabriel, ¿vale? -propuso el Arcángel Miguel al castaño Sekiryūtei.
-Entendido, Miguel-sama. -respondió con una sonrisa Issei.
Una vez se despidieron Sayf y Asafu, el Neo-Dragon-Slayer los acompañó a atravesar el portal que unía el mundo normal con el mundo sobrenatural egipcio para poder ir a su casa y así hablar distendidamente entre los emisarios de la facción abrahámica y él, como representante de la mitología egipcia, aunque su suegro y los demás Dioses quieran estar presentes...
Cuando cruzaron el portal, los miembros de la facción abrahámica se quedaron impresionados: parecía que habían viajado en el tiempo. Dejaron atrás un Egipto musulmán y moderno y ahora estaban en un Egipto totalmente diferente: las personas por la calle vestían como enseñaban los jeroglíficos, había personas con cabras y vacas, otras vendiendo dátiles y cerveza, había también un pequeño navío navegando el río con una caña de pescar; en resumen, ahora estaban en el Egipto faraónico.
-¡Bienvenidos al Aaru! -dijo Sayf a los visitantes con un tono alegre.
-¿Aaru? ¿Qué es el Aaru? -preguntó Azazel con la curiosidad que le caracterizaba.
-El Aaru es el lugar a donde van los espíritus de los muertos que fueron embalsamados y cuyos corazones son puros y han pasado la balanza. -explicó Sayf señaladando a todas las personas que estaban ahí. -Y aquí gobierna mi suegro junto a sus hijos. -indicó Sayf con aires de grandeza.
-Entonces, este sitio es el equivalente a nuestro Cielo, ¿no? -preguntó Miguel asombrado por la cantidad de gente que había.
-Exacto Arcángel Miguel. Ahora, si me disculpáis, tenéis que venir para que un amigo mío os inscriba. -pidió amablemente Sayf a los invitados de la facción abrahámica. -Siempre que entro aquí anota que he entrado y a qué hora. -aclaró Sayf a los invitados.
Todos asintieron y decidieron seguir al Neo-Dragon-Slayer por las calles del pueblo. Dicho pueblo estaba densamente poblado, tendría casi cuarenta mil personas viviendo allí, cuarenta mil personas que, en su día, estaban vivas, pues lo que veían eran los espíritus de esas personas. Iban todos por la avenida principal del pueblo, observando cautos a los alrededores: había tiendas de todos los tipos, incluso había una rudimentaria barbería. Todos estaban impresionados con las vistas, incluso Issei, el cual estaba hablando con Draig.
-Draig, ¿por qué este sitio me da malas vibras? -preguntó el castaño a su dragón, el cual meditó un momento y le respondió
-[Nid wyf yn gwybod, Aibõ. Ond efallai ei fod oherwydd, yn isbridd y lle hwn mae byw draig sy'n dod allan bob nos...] -explicó el dragón galés a su portador. (No lo sé, Aibõ. Pero tal vez sea porque, en el subsuelo de este sitio habita un dragón que sale cada noche...)
-¿Un dragón? -se cuestionó en voz alta Issei, llamando la atención de los lugareños y del grupo.
-¿Qué dices I-kun? ¿De qué dragón hablas? -preguntó Raynare con preocupación.
-[Apoffis. Y ddraig sy'n difa'r haul bob nos ac yn ei chwydu bob gwawr. ] -desveló Draig consternado. (Apophis. El dragón que devora el sol cada noche y lo vomita cada amanecer. )
-¿Apophis? ¿El dragón del apocalipsis egipcio al que cada noche Ra derrotaba? -preguntó Issei incrédulo ante la revelación de Draig.
-[Ydw.] -declaró contundente el dragón rojo de Gales. (Sí.)
-¿Y crees que si me enfrento a él pueda ganarle? -preguntó Issei al dragón de Gales, el cual quedó perplejo.
-[Nid oes unrhyw un ers i mi fod dan glo yn y peth hwn wedi gofyn rhywbeth felly i mi!] -habló Draig sorprendido ante la osada pregunta de su portador. (¡Nadie desde fui encerrado en este trasto me ha preguntado algo así!) -[Ond, o ran yr ymladd tybiedig hwnnw, rwy'n amau y byddwch chi'n fuddugol. Mae angen mwy o hyfforddiant arnoch gyda Tannin os ydych chi am sefyll i fyny ag Apophis.] -aconsejó el dragón seriamente a Issei. (Pero, en cuanto a ese supuesto combate, dudo que salgas victorioso. Te hace falta más entrenamiento con Tannin si quieres plantarle cara a Apophis.)
-¡Entonces cuando salgamos de Egipto entrenaré con Tannin con más ganas! -exclamó Issei emocionado y con fuerza en su voz.
-¡Ese es el espíritu que quiero que tenga mi novio! -dijo alegremente Raynare abrazando a Issei del cuello.
–[Nid yw i atal perthynas hardd, ond rwy'n credu bod Sayf yn aros amdanoch chi...] –dijo el dragón galés sonriendo al ver la tierna interacción entre su portador y esa ángel caída.
Y Draig no estaba errando, habían escuchado la voz del Neo-Dragon-Slayer a lo lejos, levantado su brazo para llamar la atención de los visitantes de la facción abrahámica. La joven pareja, Mitelt, Kalawarner, los Cadres y los Arcángeles fueron a donde estaba Sayf, el cual estaba en una especie de oficina al lado de otro hombre.
Este era calvo y tenía una especie de papel en sus rodillas y una clase de pluma en su mano. Era un escriba.
–Queridos invitados de la facción abrahámica, este es el escriba oficial de Ra y alumno de Thot, el Dios de la escritura. Su nombre es Makalani. –presentó Sayf al escriba.
–Hola. –saludó escuetamente el escriba.
–Shalom. –dijeron todos al escriba, incluido Issei.
–Si sois tan amables de decidme vuestros nombres. –dijo Makalani con su pincel sobre el papel.
Entonces cada uno fue diciendo sus nombres uno a uno. Lo que les sorprendió es que a cada uno, el escriba respondía la traducción de su nombre. Por ejemplo, Azazel era "Aquel que portaba la cabra", Kokabiel era "el Ángel de las estrellas" Issei Hyōdō era "guerrero honesto" y así con todos. Pero si cabe más sorprendente era que escribía con un alfabeto muy particular: escribía en demotico, un alfabeto que daría lugar a todos los alfabetos conocidos salvo el chino, japonés y coreano, junto a los dr las lenguas amerindias.
Una vez apuntados todos, Sayf les guió por las calles de la aldea, enseñándoles como era la vida y a qué se dedicaban en ese sitio. Resulta que la aldea era la versión sobrenatural de la capital del Reino faraónico, Menfis. Y allí vivía Sayf junto con su esposa, que aún no había dicho quien era.
Iban por la avenida principal charlando entre ellos, cuando Sayf se dio la vuelta y les habló sobre algo importante.
–Queridos invitados, estamos justo al lado de mi hogar. Sólo os pido que seáis amables con mi esposa. Es alguien muy importante y a la que tendréis que convencer para que ella os reuna con mi suegro. ¿Entendido? –explicó Sayf, a lo cual todos asintieron. –Perfecto, ahora, seguidme. –recomendó Sayf a los demás.
Todos siguieron a Sayf a su hogar, el cual era una típica casa egipcia de alguien de clase alta: había un jardín en la entrada, con una fuente en el medio, alrededor de éste estaban los almacenes donde guardaban la comida, sobre todo el pan y los dátiles, justo después del jardín, se situaba una escalera que conectaba el exterior con el interior. La escalera daba a una puerta de madera, con un jeroglífico de una serpiente y un cazador.
Sayf tocó la puerta y llamó.
–¡Alhabiba! ¡Ya estoy aquí! –exclamó Sayf Al-Tiniyn a la que parecía ser su esposa.
–¡Ya voy! ¡Y te he dicho que no hables en ese idioma de bárbaros! –gritó la esposa enfadada.
–Si que tiene carácter la señora... –susurró Azazel haciéndose el gracioso, pero un codazo de Penemuel lo calló.
Pasaron unos segundos cuando la puerta al fin se abrió, mostrando que la esposa era Sayf era hermosa: tenía el pelo largo, negro, los ojos castaños y vestía un traje de lo que parecía una sacerdotisa. Sayf la abrazó amorosamente, y la presentó a los invitados.
–Queridos invitados, esta es mi esposa, Hathor.
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