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T:2.12

En una gran sala del palacio de Ra, en la versión sobrenatural de la ciudad de Menfis, en Egipto. Los Dioses egipcios estaban sentados en una gran mesa horizontal, en la que el dios solar se situaba en medio, a su lado estaba Thot, el dios de la escritura y escriba oficial suyo, a ambos lados de Ra estaban Osiris e Isis, detrás de Ra estaba su guardaespaldas, Sayf Al-tiniyn, y al lado suyo estaba Hathor. En frente de los dioses egipcios estaban los Cadres y Arcángeles.

Por primera vez desde el 380 después del nacimiento de Yeshua, los Dioses egipcios veían cara a cara a los hijos del Dios abrahámico. La tensión era obvia: tenían frente a sus ojos a aquellos que les habían subyugado, al principio con un pacto de no-agresión, y luego mediante una conquista rápida y violenta de su país. Y así vivían desde hace más de 1400 años.
Ra y sus hijos miraban fijamente a los ojos verdes del Arcángel Miguel y a los ojos rubíes de Azazel. Azazel relajado, Miguel tenso y culpable. Ante tal silencio, Issei decidió hablar para romper el hielo.

-Shalom, Ra-sama. -pronunció formal el castaño japonés.

-Por fin os dignáis a venir. ¿Habéis venido en son de paz? ¿O habéis venido para acabar con nosotros de una vez? -preguntó el dios solar egipcio con un tono de voz irascible.

-Le aseguro, Ra-sama, que hemos venido en son de paz. Lo juro, ya no como un ángel caído reencarnado por Azazel-sama, sino como el Sekiryūtei que soy. -declaró con fuerza y orgullo el Sekiryūtei castaño.

-[Dyna sut y mae. Tyngaf fel Draig Nefol Cymru, Draig Goch.] -habló el dragón rojo desde la gema verde de la mano de Issei. (Así es. Lo juro como el Dragón Celestial de Gales, Draig Goch.)

No satisfechos del todo por la declaración de Issei y de Draig, los Dioses egipcios aún no se lo creían aún. ¿Por qué tan de repente los hijos de Ël querían ahora, no solo la paz, querían incluso una alianza? Ra no confiaba, Thot, con una hoja de papiro en la mano, tampoco quería creérselo. Isis y Osiris tenían esperanzas de que fuese verdad eso de que querían la paz. Hathor ya lo sabía de antes, por eso estaba más tranquila que los demás Dioses.
Raynare, ante lo poco efectivo que fue la declaración de su novio y de Draig, decidió levantarse del asiento donde estaba y habló en voz con su mano en el corazón.

-Dioses del país del Nilo, yo, Raynare, hija de Ezequiel, nieta de Ismael, os juro por Padre, por los Arcángeles y por los Cadres, que venimos sin ánimo de atacaros o subyugaros. ¡Y si mi palabra no prospera, que venga Yeshua Ibn Mariy, hijo biológico de Padre, y os convenza! -dijo Raynare con el puño en alto, la otra mano en el corazón y, por primera vez, algunas plumas negras de su espalda se volvieron blancas.

Al contemplar como algunas plumas de Raynare se volvieron blancas, el Arcángel Miguel se quedó pasmado, al igual que el resto se Arcángeles. Los Cadres vieron con sorpresa y curiosidad este mismo hecho. Kalawarner y Mitelt casi se desmayan. Issei no sabía que pasaba y los Dioses egipcios miraban con cautela el cambio de color de negro a blanco de algunas de las plumas de esa ángel caída.

-¿Qué ha pasado? -preguntó Ra con curiosidad. En su larga vida había luchado contra muchos ángeles, tanto caídos como puros, y eso le había pillado con la guardia baja.

-No puede ser... -susurró sorprendida la Arcángel Gabriel.

-¿Esa no es...? -preguntó Penemuel sin palabras por lo que acababa de pasar.

-Sí. Esa es la redención de Padre. -declaró el Arcángel Miguel levantándose de su asiento. -Escuchad, Dioses del país del Nilo. La redención de Raynare es la prueba viva de que Padre ha hablado.

-¿El viejo Ël ha hablado? ¿De qué manera ha hablado si lleva muerto casi 200 años? -preguntó esta vez Anubis, el dios egipcio de la muerte.

-Padre ya no habla con palabras. Ahora habla con actos o hechos. Como cuando nos apareció estos aros oscuros sobre nuestras cabezas. -habló Azazel señalando el aro sobre su cabeza.

Ra dudó por unos momentos. Si lo que Azazel decía, unido a lo ocurrido con esa ángel caída, era cierto, entonces el viejo Ël sí quería la paz después de todo. Mientras Ra pensaba, Thot escribía en su papiro, Osiris e Isis aguantaban la respiración, Sayf vigilaba, los Cadres y Arcángeles esperaban a la respuesta de Ra, Issei y Raynare se cogían de la mano, Kalawarner y Mitelt se mordían las uñas nerviosas a la espera de la respuesta que daría el Dios solar egipcio. El ambiente volvía a estar tenso, pero no tan tenso como al principio.
Entonces, en la mesa surgió un círculo mágico con el símbolo del Cielo; el cual era una cruz dorada, con una alfa griega y una omega griega, sobre un fondo azul.

Del círculo mágico apareció una especie de holograma donde aparecían cuatro personas: Yeshua Ibn Mariy, sentado en el trono de Dios, donde se sentaba su padre Ël, a su lado estaban Irina y la exorcista de pelo azul y mechón verde, de nombre Xenovia, y a al lado de Xenovia había un chico relativamente joven, con ojos azules y un peinado típico de un cosaco ucraniano del siglo XVII: todo el pelo de su cabeza estaba en una coleta que le colgaba por detras de la oreja; un frondoso bigote negro y ojos azules claro. En su cuello llevaba una cruz ortodoxa y una espada sagrada en la cintura.

-Shalom, hermanos, Sekiryūtei. -saludó Yeshua a través del holograma.

-Shalom Hermano. ¿Cómo te va en el Trono de Padre? -preguntó amablemente el Arcángel Miguel.

Ra, y los demás Dioses egipcios veían incrédulos el holograma: estaban viendo al mismísimo Yeshua Ibn Mariy, el único hijo biológico de Ël. Nadie en el mundo sobrenatural sabía el porqué el viejo Dios abrahámico quiso tener un hijo con una simple humana. Pero a pesar de haber muerto hace más de 2000 años, él seguía vivo y ahora estaba en el lugar donde debería estar Ël.
El más sorprendido de todos los dioses era Osiris, el dios egipcio de la resurrección.

-¿Cómo has conseguido volver del mundo de los muertos? -preguntó curioso el Dios de piel verde.

-Le resucitamos gracias al Sephiroot Graal. -respondió Azazel. -Era la principal condición que impuso mi hermano Miguel para que nos uniésemos contra los demonios. -aclaró el Gobernador General de Grigory a Osiris.

Ante lo dicho por el Cadre, Ra prestó más atención si cabe a lo que fuesen a decir los abrahámicos. Si los ángeles caídos y los puros se habían unido, sería por un motivo importante. Y ese mismo motivo les había traído a sus tierras, a su reino a aliarse con ellos. Y eso le preocupaba al Dios con cabeza de halcón. Si alguien se atrevía a atravesar el Sinai e invadir sus tierras, se iba a arrepentir.

-Ahora si me habéis llamado la atención, hijos de Ël, Sekiryūtei. Estaré atento a lo que tengáis que decir. -declaró solemne el Dios del disco solar. -Y ahora quiero saber porque Yeshua os ha llamado. -dijo Ra apuntando con su bastón al holograma.

Desde el holograma, Yeshua saludó humildemente a los demás Dioses, agradeciéndoles el haber aceptado la conferencia de paz y la propuesta de poder aceptar una alianza entre la facción abrahámica y la egipcia. Ra escuchaba atento la dulce voz de Yeshua, acompañada de la determinante mirada de sus acompañantes exorcistas, la peliazul, la pelinaranja y el ucraniano. Todos en la sala estaban expectantes a que el nuevo exorcista hablase, y así ocurrió.

-Pryvit. -saludó secamente el hombre. -Soy Igor Doroshenko, el nuevo exorcista. -se presentó el ucraniano a los presentes.

Entre los Arcángeles presentes, Uriel sonrió levemente al escuchar a su nuevo As, Igor Doroshenko. Él lo había encontrado en Kiev en un viaje a la iglesia ortodoxa, y le llamó la atención el hecho de que era uno de los pocos sacerdotes ucranianos que había combatido a la par con un heredero demoníaco, más precisamente con la heredera Sitri. Pero la Sitri jugó sucio y por poco lo acaba matando, Gracias a Padre que Uriel andaba cerca en ese momento y lo logró resucitar en su As.

Yeshua entonces habló a Ra directamente de un tema muy importante que involucraba a su difunto padre, Ël, y sus planes a futuros. Yeshua se levantó de su trono e hizo algo que nadie se esperaba, ni siquiera Anubis o Thot se esperaban lo que pasó: Yeshua y los exorcistas se arrodillaron ante el Dios egipcio del sol.

-¿Qué se supone que están haciendo? -preguntó escéptico el dios ibis.

-Cambiar la historia del mundo sobrenatural. Eso es lo que están a punto de hacer, Thot. -declaró solemne y seguro el Dios Ra.

-Ra, monarca de Khemi, padre del Maat, proveedor de luz y calor, líder del panteón egipcio, escucha mis palabras, dichas del corazón. Juro por Padre, por mis hermanos y hermanas del Cielo y Grigory, por la paz y la estabilidad del mundo sobrenatural, que forjaré una alianza entre nosotros, para que la guerra nunca más vuelva a ocurrir entre nuestros panteones. -manifestó solemnemente Yeshua con su mano en señal de bendición.

La sala se quedó en un silencio total. Nadie hablaba, ni siquiera los dragones Fafnir y Draig. Los dioses egipcios estaban callados, procesando lo que el hijo de Ël les había dicho. Osiris e Isis pensaban en las ventajas de una posible paz entre ambas facciones, Anubis miraba desconfiado a los presentes, Thot simplemente escribía lo que había dicho Yeshua, Hathor sonreía tranquila ante el deseo de paz del hijo de Ël y Ra quedó pensativo ante lo dicho por Yeshua.

Pero este ambiente de paz y tranquilidad fue truncado cuando en mitad de la sala comenzó un torbellino de arena y oscuridad en la mesa donde estaba sentado Ra. La arena se expandió por todo la sala dejando el suelo como si fuese un desierto, y la luz que penetraba por las ventanas ya no podía entrar debido a la oscuridad. Todos los presentes se alarmaron: los Cadres y los Arcángeles creían que era un ataque demoníaco, Issei invocó su Balance Breaker, Raynare sacó su daga con Fafnir, Kalawarner invocó su Bardiche y Mitelt su sable. Pero, por otro lado, los dioses egipcios sabían perfectamente quién estaba atacando y porqué.

Del círculo mágico de la mesa, donde salía arena y oscuridad, surgió una figura que Ra conocía a la perfección: figura humana oscura, pero con la cabeza de un perro, más concretamente de un galgo. Llevaba en su mano un bastón y de su cuello colgaba una cruz egipcia. Era el Dios de la oscuridad y el desierto: Seth.

Nofri ejôrh*, hermano, padre, invitados indeseados! -saludó cordialmente el Dios Seth a los presentes en la sala.

*Nofri ejôrh significa "Buenas noches" en copto. El copto es el idioma descendiente del antiguo egipcio. Ahora solo lo hablan unas 300 personas en Egipto, mayormente cristianos coptos*

-Setesh... -susurró enfadado Sayf, al igual que Osiris.

–¿Qué haces aquí, Seth? –preguntó irritado el dios solar egipcio.

–Vengo a detener esta bajeza moral de parte tuya. –declaró Seth dando un golpe con el bastón en la mesa, haciendo desaparecer a todos los demás Dioses egipcios, dejando solo a los Cadres y Arcángeles, al Sekiryūtei, a sus parejas y a Ra. –Y si para lograrlo tengo que matarte, ¡que así sea! –amenazó Seth señalando a Ra con el bastón.

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Palabras: 1933.

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