T:2.11
Flashback.
Raiser Phoenix, el heredero del clan Phoenix, uno de los 72 pilares del Inframundo, nació en el año 711, en el seno de la familia Phoenix. Nacido de Lady Phoenix, que era originalmente miembro del clan Astaroth, haciendo que Diodora y Raiser fuesen primos. Su padre era descendiente directo del ángel Phoenix. Junto a Raiser estaba su hermano mayor, Ruval, que nació en el año 476. Justo después, en el año 1212, nació su hermana pequeña, Ravel.
La relación entre Raiser y Ravel, a diferencia de lo que se pueda pensar debido a su naturaleza demoníaca, es una relación que se podría asemejar a las relaciones humanas: se querían y se apoyaban mutuamente. Como cuando Raiser notó que su amada Reina, Yubelluna, murió en combate: Raiser no salió de su habitación para nada, haciendo luto, al igual que su hermana. En resumen, entre ellos había una conexión especial, conexión que existía entre otros demonios.
Raiser era conocido entre los demonios de su clan como alguien profundamente religioso: rezaba todos los días tres veces: al levantarse, al mediodía y al acostarse; tenía un pequeño busto de Satán en su habitación, y cuando había alguna procesión o espectáculo público religioso siempre estaba ahí. Pero no siempre fue así.
En un principio era alguien prepotente, arrogante, soberbio, perverso, totalmente despreocupado, atento siempre a los placeres carnales, su séquito estaba al completo formado por mujeres, su harén, incluso se rumoreaba que tenía relaciones incestuosas con su propia hermana, Ravel. Pero su actitud cambió radicalmente cuando su hermano mayor, Ruval, fue asesinado. Nunca se llegó a saber quién lo asesinó, pero su hermano, en su lecho de muerte, dijo algo que sacudió la mente de Raiser: "Raiser, hermano mío, voy a ser un mártir, mañana estaré en el regazo de Satán. ¡Kibiri leseyit'ani!".
Desde ese fatídico día, Raiser cambió de la noche a la mañana: ya no era el mismo Raiser de antes. Ya no quería nada con su harén, bueno, salvo con una en especial: Yubelluna, de la cual se enamoró la primera vez que la vió, en un viaje de negocios a Estambul. Mandó construir un templo a Satán en su propia mansión, al igual que encargó a un famoso escultor una estatuilla de Satán, al igual que la del templo, pero para su habitación. Tambien mandó a que esculpiesen un busto de su hermano Ruval para colocarlo en el templo, en un sitio especial dedicado, según él, para los mártires de su familia.
Cuando murieron Isabella y Siris, sus dos Caballeros, Raiser les dedicó dos pinturas y las colocó en la zona de los mártires, zona que a partir de entonces se empezó a llamar "Lugar de los Mártires". Justo abajo de los cuadros, Raiser enterró las dos Evil Pieces de sus Caballeros, y prendió unas velas de fuego fatuo, las cuales estarían encendidas durante 100 años. Esa misma noche, Raiser se abstuvo de tener relaciones con su Reina, a modo de luto.
Pero llegó un día que lo marcó profundamente y lo cambiaría aún más, si cabe.
Unos días antes, mandó a sus peones, Meru y Kira, para que protegieran a Gasper, el Alfil de Rías Gremory, su jefa. Él no sabía qué quería hacer Rías mandando a su Alfil más poderoso a Rumania, pero él se temía lo peor: Rías era una ambiciosa y una hambrienta por el poder, tanto económico como político, ni siquiera otros demonios se fiaban de ella. A lo mejor, que tu hermano sea un Melej-aljahim*, te afecta un poco.
*Melej-aljahim, traducido como "Rey del Inframundo" es el título que tienen Sirzechs, Serafall, Ajuka y Falbium, así como lo tuvieron Rivezim, Shalba, Katerea y Creuserey, tal como los originales Lucifer, Belzeebub, Leviatán y Asmodeus*
Pero algo ocurrió la noche antes de que Kira y Meru fuesen a Rumania. Raiser y Yubelluna estaban a punto de dormir, justo después de hacerlo, cuando la Reina de su séquito empezó a sollozar y hablar en su idioma natal, el turco. Raiser no sabía que estaba hablando hasta que le habló, ahora sí, en un idioma que él sí podía entender.
-Raiser, lo siento, pero tengo que hacerlo. -declaró sollozando Yubelluna apoyada en el hombro del rubio.
-¿El qué tienes que hacer? -preguntó Raiser a su Reina, la cual ya había parado de sollozar.
-Ya sabes que yo quiero a Kira y a Meru como si fuesen mis hijas. -insinuó la pelimorada a Raiser. -Además, alguien necesitará estar por encima de Gasper, ¿no? -dijo con un tono chulesco acariciando el torso desnudo del rubio.
Esa fue la última vez que Raiser vió a Yubelluna viva. Al día siguiente, su Reina, junto a sus dos Peones, viajaron a Rumania para ayudar a Gasper en lo que fuese a hacer en Transilvania. A los pocos días sintió algo que lo destrozó por dentro: su Reina y su Peones habían muerto mientras defendían al Alfil de Rías, el cual también había muerto. Hasta hoy en día, él aún no sabe quién había matado a sus siervas y a su Reina, Yubelluna, el único amor que Raiser ha sentido verdaderamente desde que nació.
Fin del Flashback.
Raiser acababa de terminar de rezar junto a su hermana, en la sesión de la noche. Ravel ya se iba a acostar a su cuarto cuando, de repente, atravesó la ventana un pequeño pájaro de colores vivos. El ave se posó en el hombro del rubio y le habló al oído.
–¿Así que los herejes y los egipcios van a formar una alianza, no? –preguntó Raiser al pájaro. El ave siguió hablándole. –¿Y el Sekiryūtei está en sus filas? Vale, esto es importante, voy a avisar a Gremory y a Sitri. –dijo Raiser levantándose de su lugar de oración para dirigirse a través de un círculo mágico hacia donde vivía Rías junto a Sona.
Raiser se vistió entonces con una chaqueta roja, una camiseta blanca, unos pantalones vaqueros negros y unos zapatos de cuero elegantes. Se despidió de los retratos de Yubelluna, Isabella, Siris y el de su hermano Ruval y se fue a la casa de Rías, una pequeña casa aislada mágicamente al norte de Noruega, para evitar que la facción nórdica la detectase. Raiser llamó a la puerta, pero no respondía nadie. Hacia frío, un frío que no era bueno para el Phoenix rubio.
–¡Joder que frío hace! –exclamó enfadado Raiser. –Y seguro que Gremory y Sitri están dentro, calentitas... –dijo quejumbroso el rubio Phoenix. –¡Bendita seas, Gremory! ¡Ábreme la puerta de una vez! –gritó enfadado Raiser dando golpes a la puerta de forma frenética.
Entonces, cuando iba a golpear la puerta por décima vez, alguien abrió la puerta. Ante la vista de un Raiser sorprendido, apareció una despampanante Rías Gremory, con mirada altanera y soberbia, vestida únicamente con unas bragas negras, sin sostén. Raiser la vió y la saludó de mala manera.
–Por fin me abres, Gremory... –expresó el rubio Phoenix ante la mirada de Rías Gremory.
–Estaba ocupada. ¿Qué quieres? –preguntó secamente la pelirroja sin una pizca de vergüenza al exponerse semidesnuda.
–Es algo de vital importancia, para la raza y para nuestra "pequeña organización". –dijo Raiser intentando dar un toque de misterio para que Gremory picase.
–Pasa, cuenta todo lo que sepas. ¡Pero sé rápido, o si no, te corto lo que te cuelga de ahí abajo! –amenazó Rías con una voz de ultratumba a la vez que materializaba una daga con el Poder de la Destrucción de los Bael.
Raiser tembló ante la amenaza, pero no se dejó intimidar. Rías le invitó a entrar a la cabaña que usaban ambas como "escondite secreto". El rubio entró y pudo ver el desastre que tenían ambas ahí: todo estaba desperdigado por el suelo, las sábanas parecían que llevaban años sin limpiar, no había televisión, incluso había rayas de droga en la mesa y alguna que otra botella de vodka vacía en la cocina o en el salón.
Raiser vió a Sona esnifar una de las últimas rayas y suspirar relajada, muy relajada de hecho. El rubio se quedó de pie viendo como Rías se sentaba al lado de Sona y encendió un puro habanero.
–¿Qué se supone que estáis haciendo, aparte de drogaros y despreciar al resto del mundo sobrenatural? –preguntó Raiser serio, como si fuese un padre.
–¡Divertirnos! Somos jóvenes Raiser, no lo entenderías... –habló Sona alegremente limpiándose el tabique de la nariz.
–Además, ¿por qué te molesta que hagamos esto? No molestamos a nadie, y el único pueblo que hay está a casi 100 Km. –dijo Rías molesta dándole una calada al puro.
–Da igual eso, el caso es que tengo una noticia que tal vez os interese. –declaró Raiser solemnemente ante la vista, un poco incrédula, de la pareja.
–¿Y cual seria? –cuestionó escéptica Sona, la cual estaba un poco más formal que antes, es decir, con una bragas y su sujetador.
–Los herejes se están reuniendo ahora mismo con el panteón egipcio. Por lo que me ha dicho Tayrelahet, están dispuestos a formar una alianza. –confesó Raiser arrodillado ante Rías Gremory.
–Eso es peligroso... Si el hijo de Elohim consigue unir a todas las facciones, podría declararnos la guerra y acabar con nuestra gloriosa raza. –dedujo la pelinegra ante la declaración de Raiser.
–¡Por eso hay que conquistar el Inframundo! Y después habrá que limpiarlo, purificarlo de los invasores y de los herejes. –exclamó Rías golpeando la mesa y gritando.
Sona la miró con asco. Aunque fuese su novia y su amante, en cuanto a la política son muy distintas: ella opta por expulsar a las parcas y reeducar a los herejes para que se asimilen a su cultura. Pero su novia pelirroja es una extremista, que aunque no sea tan religiosa como Raiser, ella es de la opción de exterminar y limpiar el Inframundo.
–Raiser, discúlpala. Ya sabes que cuando se pone así... –dijo la pelinegra con un poco de vergüenza ajena.
–El caso. –empezó a hablar Rías un poco más tranquila, después de darle otra calada al puro. –Es hora de que el M.L.I. se organice de una vez. Ya hemos perdido a Diodora y Seekvaira, hemos perdido a Gasper, a Kiba, a Siris, a Isabella, a Kira, a Meru y a... –paró de hablar Rías al recordar a quien más habían perdido en Rumania. –Jejeje, esa chica, ¿cómo se llamaba? –preguntó sarcástica Rías, viendo la cara de dolor y pena de Raiser.
–No me la nombres Gremory... –susurró irritado el rubio, apretando sus puños y elevando la temperatura de la cabaña.
–Vaya, creo que he tocado un punto sensible... pobrecito. ¿Acaso no tienes más mujeres? –preguntó socarrona la pelirroja.
–Basta Rías. Para de molestarle. –dijo Sona fuertemente, agarrándole hombro a su novia.
Ante tal tensión en el ambiente, Rías tomó una última calada a su puro, apagándolo en el cenicero. Sacó entonces una bolsita del cajón de la mesita donde estaba el cenicero. Estaba llena de un polvito blanquecino. Lo soltó en la mesita y lo alineó, formando una raya blanca. Se agachó y lo esnifó todo. Después le pasó un poco a Sona, la cual también lo esnifó. Raiser veía disgustado todo ese espectáculo que le estaban dando.
–No sé cómo no os da algo malo haciendo todo eso... –susurró el rubio escandalizado.
Después de eso, Rías y Sona se relajaron en el sofá y empezaron a besarse ahí en medio, com Raiser presente. Raiser tosió un poco, intentando llamarles la atención, cosa que no logró. Tras casi de 10 minutos de bochorno lésbico, Rías habló con Raiser seriamente, por primera vez por casi media hora que habían estado allí los tres demonios.
–Raiser, es hora. –declaró Rías levantándose del sofá e invocando su ropa, la cual consistía en un traje de noble de color negro, unos tacones rojos, ropa interior negra, pendientes de diamantes y su maquillaje.
–No me diga que... –dijo asustado Raiser al ver como Rías y Sona se levantaban del sofá y creaban un círculo mágico.
–Sí Raiser. Vamos a liberar a Lilith. –manifestó imponente Sona, siguiendo por detrás a Rías.
–¿Y yo que hago? –preguntó Raiser con ansias, quería ser útil.
–Ve y destruye a los herejes y a los egipcios. Llévate a tu séquito, bueno, lo que te quede de él, y llévate también a tus legiones. –ordenó Rías entrando por el círculo mágico.
–Sí Rías. No te fallaré. ¡Kibiri leseyit'ani! –exclamó Raiser alzando el brazo en alto, apuntando a Rías.
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Palabras: 2064.
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