T.2:10
Hathor era la Diosa egipcia de la música, la danza, la alegría, el amor, la sexualidad y el cuidado materno, eso si estaba de buen humor, que no siempre estaba así. Por el otro lado, si estaba enfada o irascible, como ahora, era una mujer de armas tomar, pues se convertía en la versión femenina de Ra y obtenía su poder, haciéndola muy poderosa.
Y por desgracia, Sayf y Azazel van a sufrir su ira justo ahora.
-¿Que te dije, esposo mío, sobre hablar en ese idioma de bárbaros? -preguntó con una linda y terrorífica sonrisa Hathor.
Aterrado, Sayf se encogió como una bolita en el suelo, susurrando algo que involucrada al Ammyt y una batalla sin magia. Los hombres que le acompañaban, incluido Issei, temblaban ante el carácter, indomable y terrible de Hathor.
Azazel quedó traumado al ver como un hombre como Sayf, que aparentaba ser tan valiente y fuerte, se hacía bolita y era sometido tan fácilmente.
-¿Qué clase de mujer es Hathor? -pensó Azazel aterrado. Ni siquiera las ángeles caídas más despechadas de Grigory se portaban así.
-No sé si lo sabes, viejo cuervo, pero no estabas pensando, estabas hablando en voz alta... -dijo de forma aterradora Hathor levantándole la mirada con su dedo índice al Gobernador General.
-Mierda... -tragó saliva Azazel ante la imponente mirada con la que le veía Hathor.
Por obra de un milagro, Hathor no le hizo nada a Azazel, solo lo dejó ahí, de rodillas sobre el cálido suelo de la casa. Azazel respiró pesadamente por la tensión que había en el ambiente. El Gobernador General miró con cierta pena a Sayf, el cual ya se había sentado en el suelo. Azazel le preguntó.
-¡Por el amor de Padre! ¿Cómo consigues vivir día a día con Hathor? -cuestionó Azazel con preocupación por la salud mental del Neo-Dragon-Slayer.
-Ahí está el secreto... No convivo con ella. Me paso la mayor parte del tiempo en El Cairo, y luego, en la noche, me enfrento junto con Ra, mi suegro, contra Apophis. -desveló Sayf Al-tiniyn al Cadre con mechas rubias.
Mientras que Azazel y Sayf conversaban, Hathor dejó pasar al resto de invitados, como si fuera una persona totalmente diferente. Ahora actuaba con amabilidad y cariño, invitándoles a pasar y a sentarse en los almohadones, incluso les invitó a comer para que estuvieran más cómodos.
-Sentaos, comed y bebed, estáis en casa de la diosa de la música, la danza, la alegría, el amor, entre otras cosas buenas. -invitó Hathor a los invitados de la facción abrahámica. -Charlemos en paz mientras ordeno que traigan la comida. -dijo la Diosa con una voz más calmada que antes, detalle que llamó la atención de Issei.
-Disculpe la interrupción, Hathor-sama. ¿Pero qué vamos a comer? -preguntó el castaño rascándose la barriga en señal de tener hambre. -Desde que salimos del Cairo no he comido nada... -dijo quejumbroso el Sekiryūtei Sekiryūtei japonés.
-Espera un momento... ¿Has dicho mi nombre con "sama"? Eso es que no eres abrahámico... Pero aún así noto por tu aura que eres un caído... Extraño, sin duda extraño... -habló intrigada la Diosa Hathor al escuchar a Issei.
-Soy de Oriente, Hathor-sama. Más concretamente de Japón. Y mi historia en la facción abrahámica es bastante larga. ¡Merece ser contada en un libro! Jejeje. -rió entre dientes el castaño al recordar lo que había vivido desde que su actual novia, Raynare, lo reclutó.
-Así que provienes de la tierra donde nace el sol, ¿no? Bueno, ¿qué más da? De todas formas Amaterasu y mi padre no se llevan muy bien que digamos. –confesó con pena la Diosa Hathor al mencionar la rivalidad entre las dos divinidades solares.
–Pero no se preocupe, Hathor-sama. Por eso hemos venido aquí a Egipto. –dijo Raynare con tono bondadoso a Hathor.
–¿A qué habéis venido exactamente? –preguntó dudosa Hathor, mientras observaba a sus invitados con cautela.
Desde que Egipto fue conquistado por el Imperio Persa, allá por el año 343 antes de que Yeshua naciera, el panteón egipcio no ha vuelto a ser el mismo: en ese año, Ra y Ahura Mazda, el rey de los dioses de la mitología persa, firmaron un pacto de no-agresión, Ra lo firmó a regañadientes. Tras solo 11 años de pacto, Egipto fue de nuevo conquistado, esta vez por los griegos comandados por Alejandro Magno. En el plano sobrenatural, Júpiter, o Zeus, de la facción grecorromana, derrotó a un débil Ahura Mazda -era tal la gravedad de la situación del Dios persa, que ni siquiera Aži Dahāka pudo plantarle cara a Zeus-. Mientras que en el plano humano el Egipto helenístico de los Ptolemaicos fue conquistado por Roma, en el mundo sobrenatural nada cambio, siendo Egipto dominado por los Dioses grecorromanos durante más de 700 años.
Tras 700 años de dominio grecorromano, en el año 380 tras el nacimiento de Yeshua, el Imperio Romano, ahora dividido entre el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente, fue convertido al cristianismo, la nueva religión abrahámica. Ahora Egipto tuvo que someterse al Dios abrahámico Ël. Ël no quería conquistar Egipto, solo quería un pacto de no-agresión, al igual que Ahura Mazda. Así fueron las relaciones entre el panteón egipcio y el abrahámico hasta un trágico año: 654 desde el nacimiento de Yeshua.
En aquella época, el Papa de Roma y el patriarca de Constantinopla había roto relaciones, provocando una división en el cristianismo: surgió así el cristianismo romano, el catolicismo, y el cristianismo de Bizancio, el cristianismo ortodoxo. Ël, ante la división de su nueva religión, decidió crear una nueva religión, más agresiva y definitiva que el judaísmo o el cristianismo: el Islam. Para cumplir su cometido, envió a su hija, la Arcángel Gabriel, a que revelase su mensaje final a un humano, y ese humano elegido fue Mahoma. Desde ese momento, Mahoma organizó a las tribus árabes nómadas, las convirtió al islam, y se lanzó a conquistar la provincia arábiga. Pero su ambición fue algo que Ël no había previsto, y por su culpa casi se extinguen las facciones persa y egipcia, al igual que el viejo Tengri* estuvo en peligro.
*Tengri o Tengger es el Dios del cielo de los pueblos turcos y mongoles. Con el islam, los pueblos túrquicos dejaron el tengriismo.*
–Sé lo que os pasó como facción, Hathor. Es por eso que hemos decidido, los Arcángeles, los Cadres y Yeshua Ibn Mariy, que realizaremos el sueño de Padre. Traeremos la paz al mundo sobrenatural. –declaró Miguel Arcángel solemnemente con una mano en el pecho y desplegando sus 12 alas doradas.
–¿Así que paz, eh? –suspiró Hathor con añoranza. –La paz es lo que desea también mi padre, Ra, y mis hermanos. –confesó la Diosa con una lágrima que recorría su mejilla. –Juro por Atón, el disco solar, que si paz es lo que queréis, paz tendréis. –juró la diosa al igual que el Arcángel Miguel.
Issei, al escuchar quien era su padre, se sorprendió de sobremanera. No siempre la chica que os ha invitado a su casa dice que su padre es el Dios solar egipcio. Por su parte, Issei se encontraba dubitativo, con las manos sobre su barbilla; pensaba en su querida ex-monja y en su estado comatoso. Raynare sabía que él pensaba ahora sobre su compañera, así que fue ella, su novia actual, quien formuló la pregunta a la Diosa.
–Hathor-sama, Issei y yo teníamos una pregunta para usted. ¿Podría responderla? –cuestionó en un tono severo y con los ojos casi apagados.
–Claro, ¿pero a qué viene tanta seriedad de repente? –dijo la Diosa a la ángel caída de pelo negro.
–Verá, yo, y mi novio Issei, junto a los ángeles caídos Kalawarner, Donasheek y Mitelt. –ante lo dicho por Raynare, Kalawarner y Mitelt, que estaban sentadas al lado de Issei, pronunciaron en voz baja "Shalom". – Y también junto con la heredera Țepeş, Valerie, y la hija del Cadre Baraquiel, Akeno, formamos el llamado "As bajo la manga de Grigory" o como a mi me gusta llamarlo: el "Lahak-yeshu'a".* –explicó Raynare ante la mirada atenta de Hathor.
*El nombre hebreo del grupo se traduciría como "Escuadrón de Salvación" o también se podría interpretar como "Escuadrón de Cristo"*
–Ajá, por ahora lo voy entendiendo. –dijo Hathor con calma.
–Pues resulta, Hathor-sama, que en la Gran Batalla del Cielo, una compañera nuestra, y novia de mi novio, Asia Argento, ex-monja del Convento de Santa Maria Novella, cayó en un extraño estado comatoso tras transformarse en el verdadero aspecto de los ángeles. –explicó la situación Raynare con voz temblorosa al final, mientras que Issei sollozaba en silencio.
–Ya veo... Esa batalla ha tenido tal magnitud en el mundo sobrenatural, que incluso el viejo Odin ha escuchado sobre ella. –dijo Hathor recordando cuando recibió la noticia de que los demonios abrahámicos habían invadido el Cielo abrahámico, pero habían sido derrotados.
–El caso, Hathor-sama, es que ningún doctor de Grigory o del Cielo ha conseguido saber qué le pasa o cómo curarla. ¿Sabría usted cómo? –preguntó Raynare a la Diosa, la cual dudó por un momento.
Hathor, pensando en lo que le había dicho la novia del Sekiryūtei, empatizó con ella, e incluso con el mismo castaño, por alguna extraña razón. Así que recordó uno a uno a los demás Dioses de su panteón: Thot, inventor de los jeroglíficos, Isis, diosa de la vida, Osiris, dios de la resurrección, Anubis, dios de la momificación, su padre Ra, dios del sol, Horus, dios del cielo, etc. Había muchos dioses, pero solamente dos podían hacer algo con el caso de la novia del Sekiryūtei: Osiris e Isis.
–Sekiryūtei, Raynare, tengo a los posibles candidatos para curar a vuestra compañera. –declaró con certeza la Diosa Hathor.
–¿Y cuáles serían, Hathor-sama? –preguntó de repente Issei muy esperanzado en lo que fuese a decir la Diosa.
–Serían mis hermanos, Osiris e Isis. –dijo Hathor al castaño, el cual parecía que la luz de la esperanza volvía a brillar en su alma.
–Arigatō, Hathor-sama. No sé cómo agradecérselo. –dijo Issei levantándose de su sitio y arrodillándose ante la Diosa. Lo mismo hicieron Raynare, Kalawarner y Mitelt.
–Lehodot, Hathor-sama. –pronunciaron las ángeles caídas presentes.
–Pero a cambio querré algo... –suspiró Hathor en voz baja, llamando la atención de los Cadres y Arcángeles.
–¿Qué querrías a cambio? –preguntó Azazel desde el suelo interesado.
–Eso seria, viejo cuervo, una alianza entre mi facción y la vuestra. –declaró Hathor con seriedad. En cambio, Azazel la miró interesado. "Al fin hablamos el mismo idioma" pensó Azazel en ese momento.
Mientras tanto, sin que nadie se enterase, una pequeña ave roja con tonos amarillos, había escuchado todo, desde que entraron los invitados hasta que Hathor propuso la alianza. El ave, salió volando de la ventana y salió de esa dimensión donde estaba antes.
Cuando el ave se fue, al mismo tiempo, en el inframundo, en la mansión Phoenix, el hermano mediano, Raiser, estaba rezando junto a su hermana pequeña, Ravel. Frente a una estatua de mármol de Satán, Raiser y Ravel rezaban en voz baja.
–Seyit’ani bicha newi. Seyit’ani merīyachinina mebiratachini newi. Seyit’ani bichenyawi āmilaki newi. Kibiri leseyit’ani! –recitaban ambos hermanos mientras se arrodillaban ante la estatua.
Cuando terminaron, ambos miraron a la estatua. Alrededor de ésta había fotos de su hermano, Ruval, de su Reina de séquito, Yubelluna, de sus dos peones, Kira y Meru, de su caballeros, Siris y de una de sus torres, Isabella. Ambos miraban a los caídos y Raiser juró ante ellos.
–Os juro por Satán, oh mártires de la familia Phoenix, que vuestras vidas no fueron en vano. Juro destruir a los cuervos y palomas con mi fuego inmortal. ¡Kibiri leseyit’ani! –terminó exclamando Raiser, a la vez que su hermana.
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Palabras: 1952.
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