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O.V.A. [7] (El Infierno de Issei-Canon).

¿Qué es el infierno? ¿Cuál es el aspecto que tiene este tenebroso lugar a donde las almas van? ¿Cuáles son los requisitos para que tu alma vaya al infierno? Estas preguntas obtienen distinta respuesta según a quién preguntes: un cristiano, judío o musulmán te dirá que el infierno (Sheol según los judíos, Yahannam según los musulmanes) es un lugar lleno de lava y fuego donde los demonios te torturan por los pecados cometidos en vida.

Sin embargo, un budista te dirá que si acumulas demasiado mal karma y no logras reencarnar en algo bueno en tu próxima vida, irás a un infierno especialmente diseñado para ti. Infiernos helados (Arbuda, Nirarbuda, Aṭaṭa, Hahava, Huhuvu, Utpala, Padma y Mahāpadma) o ardientes (Sañjīva, Kālasūtra, Saṃghāta, Raurava, Mahāraurava, Tapana, Pratāpana y Avichi) en los cuales estarías por millones de años, casi billones de años antes de volver a reencarnar.

Issei, al ser de un país como lo es Japón, de gran tradición budista, temia que iría a uno de estos infiernos por millones de años cuando la voz de la grabadora le dijo que "Las Puertas del Verdadero Infierno se han abierto para recibirte con los brazos abiertos". Pero lo que Issei no tenía en cuenta, es que ese ser estaba por encima de todas las religiones de su mundo, pues les llevó a una sala en mitad de ningún universo o dimensión. Issei temblaba

En el mismo momento en el que la voz de la grabadora paró, de las paredes de ese espacio salieron unas especies de ballesta con virotes impregnados con un cóctel de relajantes musculares, sedantes y agentes dadores de iones de Potasio (éstos provocaban un paro cardíaco). Pero eso sólo sería para Issei. Para las chicas, las cuales estaban abrazadas protegiendo a Kunõ, unas especies de mascarillas con tubos se dirigieron a sus bocas y comenzaron a inhalar Monóxido de carbono, el cual es un gas que adormece en un sueño eterno.

Una vez que Issei sintió el pinchazo de los virotes en la yugular, en los brazos, en las piernas y en el pecho, empezó a sentir un dolor horroroso, uno que jamás había sentido, ni siquiera cuando Cao Cao le inyectó con su lanza el veneno de Samael. El cóctel de químicos estaba recorriendo sus venas y arterias, viajando hacia su corazón, cerebro, hígado, intestinos, riñones y a todos los órganos vitales. Por el contrario, las chicas, por su parte, inhalaban el Monóxido de carbono tranquilas, agarradas de las manos y despidiéndose entre ellas.

Tras unos momentos, de un segundo a otro, los cuerpos de los presentes se desvanecieron en partículas de luz y desaparecieron de la sala. Cuando desaparecieron las últimas partículas, la sala se apagó, las ballestas y los tubos se replegaron, la grabadora desapareció también y con ella, la sala se encogió en sí misma y desapareció.

Infierno Personal de Issei.

Issei estaba muerto. Él sabía que esta era la definitiva, ya no vendría a salvarle nadie, ni su ama Rías ni los Dioses Dragones. Ya nadie se dignaría en salvar al Sekiryūtei Pilar de la Alianza. Issei Hyōdō moriría tras una vida turbulenta, llena de peleas, sangre, desenfrenos y lujuria descontrolada. De caprichos y lujos, de mujeres y placer. Ya todo eso acabaría tras 150 años de vida, desde que nació en Kuoh, en el año 1992, hasta que murió, en la misma ciudad y casa donde se crió (ahora convertida en una mansión al estilo victoriano) en el año 2142. Y con una última mirada de desprecio, asco, miedo e ira, por parte de las chicas que habían formado parte del harén de Issei, éste al fin murió.

Pasaron varios minutos, tal vez horas, tal vez años cuando Issei, quien sólo había visto oscuridad cuando exhaló su último aliento, pareció despertar. Al fin despertaba, eso quería decir que ya estaba en el infierno que la voz de la grabadora le había mencionado. Pero el ex-Sekiryūtei se extrañó de lo que vió cuando abrió los ojos: él estaba apoyado en un inodoro de lo que parecía ser un restaurante, con la cabeza sobre la tapa del tanque, su brazo izquierdo actuaba como almohada, su derecho flácido sobre sus piernas. Tenía los pantalones bajados y la baba se le caía de su boca.

-¿Pero qué...? -se preguntó para sí el castaño levantándose del inodoro y arreglándose para salir del baño.

Cuando se vistió y se arregló salió del baño y pudo ver que estaba en lo que parecía un restaurante italiano. Había mesas donde los comensales estaban comiendo, algunos estaban pidiendo, otros estaban esperando la orden; también había camareros sirviendo las pizzas o los platos de pasta que los clientes estaban pidiendo. Entre todos estos clientes y camareros, Issei pudo ver algo que le heló la sangre: en una pequeña y acogedora mesita estaba una pelinegra de ojos amatista esperando a alguien. Ésta vestía una camiseta rosa, unos pantalones vaqueros apretados y unos tacones negros. La chica giró la cabeza y vio a Issei a los ojos. Le hizo un gesto con la mano para que se acercase.

Issei se acercó con miedo y temblando, se sentó en la silla que tenía reservada para él y tragó saliva al ver a quien tenía enfrente suya: Amano Yūma, su primera novia y quien le asesinó por vez primera, revelando que ella era en realidad una ángel caída con la misión de asesinarlo por su Sacred Gear, la Boosted Gear. Pero ahora, si no tenía su Sacred Gear, ¿qué podía hacer contra ella?

-¿Qué haces aquí, Yūma-san? -preguntó Issei con temor de qué podía hacerle la ángel caída.

-Parece que te has olvidado de mí... -susurró la pelinegra para sí, con un tono malicioso, como si ocultase algo.

Tras ese intercambio de palabras, la cita que al parecer Issei y Yūma habían preparado en ese restaurante italiano de Kuoh siguió su curso. Pidieron la comida, una pizza para dos, una Margarita, un vino tinto, y unas velitas románticas para adornar la cena. Durante la cena, Issei no sabía qué decir o qué hacer, sólo comía, mirando a Yūma, o como se llamaba realmente, Raynare, comer también. Cuando la cita terminó, Yūma e Issei salieron del restaurante para ir a terminarla al parque de la ciudad, ese mismo parque donde le asesinaron, ese mismo parque que tantos malos recuerdos y pesadillas le trajo durante su vida en el Mundo Sobrenatural.

Llegaron al parque, Yūma le quiso agarrar de la mano, pero Issei se negó, alegando de que aún no eran pareja. Yūma aceptó resignada. Pasearon por el parque a oscuras, ya era de noche, viendo los árboles, los pájaros, las estrellas que eran visibles en esta noche clara. Andaron por casi media hora cuando Yūma le llevó a la fuente, la infame fuente de sus pesadillas. Yūma se acerco y le susurró al oído algo que le heló aún más la sangre, pero no era su típico "Puedes hacer algo por mí" sino algo muchísimo más siniestro y terrorífico.

-Yo siempre regreso Sekiryūtei... -le susurró Yūma fríamente a Issei, el cual se congeló del miedo al escuchar a Raynare llamarle por su anterior título.

-¿Qué haces aquí Raynare? ¿Qué quieres esta vez de mí? -preguntó histérico el castaño, apretando los puños de ira y frustración.

-Me han dado carne y huesos para ser tu tormento... Hyōdō Issei-san... -dijo Raynare sentándose en la fuente, dejando ver su verdadero aspecto, un traje de dominatrix negro de látex, botas de cuero negras con cadenas y sus alas negras de cuervo.

Pero Issei se fijó en algo que la original Raynare no hizo: abrió su boca y sacó su lengua. Lo terrorífico esta vez es que sus ojos se volvieron blancos, sin pupilas o iris, y en ellos se podía ver algo en japonés que le hizo llorar de miedo, cagarse en los pantalones, literalmente: 君の地獄, "Kimi no Jigoku" Tu infierno en español. El primer carácter chino estaba inscrito en su ojo izquierdo, el hiragana en su ojo diestro y los caracteres de infierno estaban tatuados en su lengua con tinta negra.

-Este es un infierno del que no podrás salir, Hyōdō-san... -dijo el demonio creando una lanza de luz negra, la cual fue arrojada y clavada en el corazón del castaño. -Saboreemos tu muerte una y otra, y otra, y otra, y otra, y otra y otra vez... -susurró el demonio con aspecto de Raynare en un tono lúgubre y sombrío.

Issei cayó al suelo inerte, ahogándose en su propia sangre, mierda y pis saliendo de sus orificios. Issei acababa de ser recibido en su infierno personal. Pero ésta no era más que su bienvenida, lo que vendría ahora era muchísimo peor y horrible si cabe. Antes de que Issei entrase al fin en el infierno, el demonio que tomó forma de Raynare, se acercó al cadáver y, en un rápido movimiento, arrancó el corazón de Issei y, mientras aún palpitaba y chorreaba sangre, el demonio perforó el órgano con una daga de luz oscura y procedió a beber su sangre.

Horrorizado pero sin poder decir nada debido a su moribundo estado, Issei falleció de nuevo, la 4 vez su vida. ¿Éste es su infierno? ¿Revivir su cita una y otra vez? Si es así, sin duda alguna se lo merecía por lo que hizo en su vida. Pero la voz de la grabadora dijo "tus atormentadores", y sea lo que sea que haya visto, es uno solo. Poco sabia Issei que su infierno no había hecho más que comenzar, y que lo que ese demonio había hecho no era más que una cálida bienvenida.

Tras unos momentos muerto, Issei abrió los ojos de nuevo. Se tocó erraticamente y pudo notar que no tenía sangre, no estaba envuelto en un charco de sangre ni había orina ni heces en sus pantalones. Sorprendido y un poco asustado, Issei se puso de pie y se percató de que el ambiente donde estaba había cambiado: ya no era esa plazoleta del parque con la fuente. Ahora parecía ser un bosque de pinos, de noche, con el suelo húmedo, como si acabase de llover. El olor de este ambiente era curioso, pues olía a humedad pero también a alquitrán, azufre, huevos podridos e incienso, dando un resultado extraño para las fosas nasales del castaño.

Issei, desorientado por el fuerte olor que invadió sus fosas nasales, se apoyó en un árbol con su mano izquierda mientras que su diestra estaba sobre su estómago. Con arcadas por el olor, echó a andar por el bosque de pinos. Andó y andó por el ambiente cuando se dio cuenta de que el sitio donde estaba era un laberinto: los árboles se disponían en el espacio dando lugar a pasillos, pequeños claros e incluso subniveles y niveles superiores, todos con el mismo patrón de tierra húmeda y putrefacto olor.
El castaño estaba casándose de andar cuando creyó percibir por el rabillo del ojo una figura correr por los árboles, pero ignoró ese hecho.

Pasó otro rato más arrastrándose como borracho vagabundo por los árboles cuando escuchó una voz. Una voz que le puso los pelos de gallina, una voz familiar, más bien dos voces familiares. No eran nada más ni nada menos que sus padres, Miki Hyōdō y Gurou Hyōdō. Issei se dio la vuelta para verlos y darles un abrazo, pero recordó en ese instante que estaba en su infierno personal, y que esa gente no eran sus padres, sino demonios disfrazados de ellos. El castaño quiso huir de ahí pero no pudo, algo le hizo congelarse en el sitio.

-¿Issei, dónde están mis nietos? -preguntó con voz venenosa la "madre" de Issei, andando hacia él como si fuese un zombie.

-Parece que algo malo ocurrió con vosotros... -intuyó el "padre" de Issei señalando a su hijo con una mirada inquisidora.

Issei, congelado en su sitio, no sabía qué hacer. Estos dos demonios que al parecer se habían disfrazado de sus padres, estaban preguntándole cosas de su vida privada. Pero en lo que Issei no se había percatado era que en los ojos de ambos demonios, tanto su "madre" y su "padre", que estaban también en blanco, como el anterior demonio, y, como antes, éstos tenían tatuado en sus pupilas "一百", es decir, "100" y en sus lenguas estaba el carácter "年", "año".
Así es, estos demonios estarían interrogándole sobre su vida por 100 años. 100 años en los que el castaño tendría que confesar todo lo que hizo en su vida, desde que nació hasta que murió.

Así pasaron los años, las décadas, tiempo en las que Issei, huyendo de los demonios que se habían disfrazado de sus padres le preguntaban de todo: qué hacía en el cuarto de baño, cómo había entrado en el Mundo Sobrenatural, de qué manera se enamoró de Rías, por qué esa obsesión con los pechos de las mujeres, cuándo y cómo dejó de visitar a sus padres, si ganaba mucho dinero en su programa infantil en el Inframundo, qué postura le gustaba más en la cama y con esta empezaron a preguntar cosas de su sexualidad, preguntas muy incómodas para Issei. Pero sin dudas, la pregunta que le hizo empezar a llorar y derrumbarse en el suelo fue la siguiente: ¿Por qué las violabas? ¿Por qué te dejaron de hacer caso?

El castaño, derrumbado en posición fetal en el sucio suelo y llorando por su pasado, no paraba de susurrar "Lo siento mucho" y "Perdónenme". Los demonios, mirando a Issei en ese estado decidieron irse de ahí, pues ya había pasado un siglo. Pero justo antes de irse, el demonio que se había disfrazado de su madre, se agachó y le susurró al oído una frase enigmática, cuanto menos.

-Ella está aquí... siempre te está observando... la que no debiste haber conocido... -terminó de decir el demonio, desapareciendo en las sombras junto al otro demonio.

Tras esa frase, el castaño se detuvo en su lloriqueo infantil e inútil y se levantó rápidamente para ver por todos lados del bosque. ¿Quién le estaba observando? ¿A quién no debió conocer? Esos demonios habían estado un siglo atormentándole sobre su vida privada, sus relaciones sexuales incluso, parecía que querían sonsacarle todo lo malo que había hecho en la vida. Además, si le incluimos que tenían el aspecto de sus difuntos padres, pues peor para él.

Paranoico por el hecho de que le podían estar observando, Issei siguió su camino por ese laberinto. Al olor asfixiante y apestoso del lugar se le sumaba la sensación de ser vigilado por algo, o alguien, quien quiera que fuese. Sombras que iban y venían en los árboles, voces que susurraban su nombre, vientos que iban y venían, pisadas de más personas... todas eran pruebas de que él no estaba solo en ese sitio. Lo extraño de éste es que Issei no sentía hambre o sed, ni siquiera cansancio, solamente fatiga y arcadas por el pútrido olor a azufre, alquitrán y huevos podridos.

Estuvo varios, sin exagerar ni un poco, meses andando en ese sitio. Estaba teniendo la sensación de que era infinito, y si no lo era, entonces sería inmensamente enorme, pues la distancia que había recorrido era similar a la que hay entre Sapporo, la capital de Hokaido, hasta Saitama, un barrio a las afueras de Tokio, es decir, un total de casi 1200 kilómetros andando. Estaba andando cuando vió algo que jamás pensó ver: un cartel. Éste estaba tallado en madera y clavado sobre un árbol y tenía escrito "Descanso" y una flecha hacia la derecha. Lo extraño es que a la derecha no había un camino, sino más y más bosque.

Issei, sin pensar mucho, se dirigió hacia donde el cartel apuntaba. Se adentró en el bosque, bosque que estaba infestado de ratas, tejones, cuervos, serpientes y cucarachas. Las ratas le mordían los pies, los tejones las piernas, los cuervos le picoteaban las orejas, los ojos y los mofletes, las serpientes se subían por su cuerpo y le apretaban y las cucarachas se metían por la ropa y se metían por sus orificios. Atravesando este bosque estuvo casi 1 mes. Un mes en el que al fin consiguió avistar el claro del bosque donde estaba el descanso.

Cuando a llegó a éste no vio nada aparentemente para descansar. Ni siquiera un banco para sentarse o un saco de dormir. Pero lo que sí vió fue a varias personas que se le hacían conocidas. Como en los anteriores casos, no eran personas, sino demonios disfrazados de personas que él había conocido. Y en este caso eran sus amigos y amigas humanos: Matsuda, Motohama, Aika, Katase y Murayame. Los cincos estaban vestidos con sus uniformes escolares, pero seguían teniendo los ojos completamente blancos. En estos Issei pudo leer algo que le hizo temblar: "五百年" en español "quinientos años".

Ese será el tiempo en el que Issei estará siendo castigado por los cincos demonios. El castigo consistía en algo muy sencillo: con un chasquido de dedos, Aika -o más bien el demonio que se disfrazaba de Aika- invocó una columna de mármol a la que Issei sería atado, desnudado y torturado. Matsuda y Motohama, o los demonios que se disfrazaron de ellos, utilizarían todo tipo de herramientas (látigos, flagelos, palos, cinturones, a los que les añadieron cristales, huesos, piedras y agujas) para azotar al castaño en todas las partes de su cuerpo. Este castigo duraría 250 años.

Las dos chicas por su parte, Katase y Murayame, usarían dagas de luz oscura, así como una cinta americana, para amordazar al castaño y proceder en él a usar el método de ejecución llamado "Muerte por Mil Cortes". Éste consistía en desnudar al reo y atarlo a un poste, infligiéndole una multitud de cortes que podía variar entre varios cientos o incluso tres mil. Estos cortes eran superficiales, de modo que causaran dolor pero no una hemorragia que pudiese provocar la muerte antes de lo deseado. Este castigo duraría los restantes 250 años.

Una vez desnudado y atado, Issei pudo ver como los demonios que se habían disfrazado de sus amigos humanos estaban burlándose de él mientras probaban sus herramientas. El demonio "Matsuda" incrustaba en un palo cristales y huesos mientras que el demonio "Motohama" azotaba el suelo con un látigo en su diestra y un flagelo en su zurda. Apartadas, los demonios "Katase" y "Murayama" forjaban las hojas de luz oscura para sus dagas, mientras que el demonio "Aika" estaba sentado en una especie de pupitre con un ábaco, para contar los azotes y cortes.

-Que bueno que te veo nuevamente, Hyōdō-san... Es una buena noche para decirte... que tu carne y piel debo despellejar... -dijo el demonio que se disfrazaba de Motohama susurrándole al oído.

Y con un gesto afirmativo del demonio que se disfrazaba de Aika, el tormento de Issei comenzó. Los demonios azotaban, flagelaban, golpeaban el cuerpo desnudo y vulnerable del castaño. A cada herida que sangraba, "Aika" contaba en su ábaco un número. Cuando Motohama acababa, Matsuda seguía con el tormento. A veces, para "aliviar" al castaño, éstos le ofrecían bebida y descanso, pero la bebida era cicuta que le quemaba por dentro y el descanso era básicamente insultarle y burlarse de él.
Pasaron los años y los 250 años que fueron asignados a "Matsuda" y "Motohama" acabó. Por su parte, Issei estaba medio muerto, moribundo, con laceraciones por todo su pecho y espalda, agitándose y respirando erráticamente, pidiendo piedad y que parasen.

-¿Acaso Asia-chan no te pedía piedad y que parases? ¿Le hacías caso? -preguntó "Aika" levantándose de su escritorio mirando al castaño con una mirada fría.

Issei tragó saliva al ver el sombrío rostro del demonio "Aika". Juró ver por un momento cuernos y una cola detrás de ella. Pero ella tenía razón. Él está aquí por un motivo, y la voz de la grabadora lo dejó bien claro. Este es su verdadero infierno, un infierno mil veces peor que el que él hizo vivir a sus concubinas mientras estaba con vida. Así que con la cabeza gacha, el castaño fue apresado por los demonios "Katase" y "Murayama" y fue atado a una columna más pequeña que la anterior.
Aika giró su escritorio y reinició su ábaco, el cual había contado más de 10000 azotes por parte de "Matsuda" y "Motohama" en los 250 años que estuvo Issei con ellos. Aika dió otro gesto afirmativo hacia "Katase" y "Murayama", las cuales sonrieron afilando sus hojas de luz oscura.

-¿No te cansarás de ser un pervertido ni aún estando con varias mujeres, no Hyōdō-san? -dijo "Katase" atando a Issei a la columna, provocando la risita tonta de Murayama.

-Ni en lo más profundo del infierno lo dejará de ser jejeje... -rió entre dientes "Murayama" atando el otro brazo del castaño a la columna.

Una vez atado otra vez, "Aika" se levantó de su escritorio otra vez, se dirigió a donde estaba Issei y procedió a hacer algo grotesco incluso para los demonios que la acompañaban: agarró una hoja de luz oscura, se agachó y procedió a cortar el miembro del castaño. Una vez cortado, se lo metió en la boca al castaño hasta la campanilla mientras le reclamaba que así se sentía Asia durante sus últimos años. Una vez el miembro estuvo bien metido, "Aika" le amordazó y volvió a su escritorio diciendo "Así no escucharemos su voz de cerdo más".

Así fue como empezó la segunda parte del tormento de Issei. Esta duraría los 250 años siguientes en los cuales "Katase" y "Murayama" cortarían poco a poco la piel, músculos, carne y órganos vitales de Issei con hojas de luz oscura. Primero su pecho, llegando incluso a estar las costillas al aire y apuñalar los pulmones para que el castaño se ahogase en su propia sangre. Luego la espalda, poco a poco, cortándole los músculos y tendones, para que no se retorciese como un cerdo en un matadero.
De vez en cuando "Matsuda" y "Motohama" se unían para usar también sus herramientas sobre las heridas y la carne, incluso le penetraban con palos.

Una vez acabado el tormento, los 5 demonios desataron a Issei, lo cargaron hacia el camino de donde había venido y lo tiraron como si de basura se tratase. Durante el camino le insultaban y le humillaban de más diciéndole cosas como "¡Mira como está ahora el Pilar de la Alianza!" o "¿Dónde está ahora Draig y los Dioses Dragones?". Cuando llegaron a la cuneta del camino, le dieron una patada y le tiraron al suelo. Antes de que se fuesen de nuevo, "Aika" se agachó y le sussuró algo a su oído, algo que ya se le hacía familiar en este infierno pero le seguía provocando escalofríos.

-Ella está aquí... siempre te está observando... la que no debiste haber matado... -susurró antes de irse por donde había venido con los demás demonios.

Y ahora Issei estaba peor que antes. No tenía ropa, estaba amordazado con su propio miembro viril en su boca, tirado en el suelo en posición fetal y atado de pies y manos. ¿Nada peor podría pasarle, no? Pero Issei no sabía que este es un infierno especialmente diseñado para él y solamente él. De tantas heridas y traumatismos, Issei volvió a morir tras varios días en esa misma posición. Una vez fallecido, a los pocos minutos, según él claro está, volvió a despertar, vestido y sin heridas. El ciclo se volvía a repetir, y a saber de qué se disfrazaba ahora sus demonios personales.

Y con eso en mente echó a andar en el laberíntico y frondoso infierno. El olor había empeorado, el alquitrán y el azufre invadían sus fosas nasales, provocándole arcadas. Las ramas chocaban con sus pies y piernas. Aunque no se cansaba ni sentía sed o hambre o necesidad de dormir, el castaño estaba empezando a sentir algo que jamás había sentido en su vida. Era una sensación de estar siendo vigilado, vigilado por algo o alguien que sea lo que fuera se escondía en los bosques. Y su sensación era cierta.
Cuando fue a cruzar una esquina del laberinto, escuchó un grito estridente, de una voz procedente de alguien que hizo de su vida un infierno los primeros días de su aventura como demonio: Freed Sellzen.

-¡Hey Asia-chan! ¿Acaso no huelo a un demonio por aquí? -dijo el sacerdote a Asia, que al parecer también estaba con él.

-¡Yo también lo huelo Freed-sama! ¡Vayamos a por él y exorcicémosle! -exclamó "Asia" subiéndose a los árboles rápidamente para atacarle por los aires con una daga de luz oscura entre los dientes.

Issei se asustó de escuchar la conversación entre ambos demonios y comenzó a huir a toda velocidad, intentando esquivar los disparos de Freed Sellzen o los ataques con dagas de luz de Asia. Issei intentó esconderse, pero supo demasiado tarde de que esa opción era prácticamente imposible. Estos demonios tienen un olfato excepcional y consiguieron detectarlo a varios cientos de metros de donde ellos estaban.

-¡Podrás correr todo lo que quieras, demonio, pero jamás podrás esconderte! -exclamó Freed Sellzen disparando justo en el árbol en el que se escondía Issei, atravesando la bala su pecho, más concretamente su pulmón.

Issei, ahogándose en su propia sangre, fue arrastrándose por el suelo intentando huir de sus demonios, pero éstos no le dejarán huir tan fácilmente. Fueron a donde el castaño estaba e Issei pudo ver de reojo los típicos caracteres chinos en los ojos de éstos. En los ojos de Asia y en los de Freed pudo leer "一千年", es decir, "mil años". ¿Ahora que le habían atrapado, qué harían con él? ¿El demonio "Freed" haría lo mismo que hacía con sus víctimas? ¿Asia se vengaría de él? Issei estaba, en cierta manera, temblando ante la opción de que su tierna Asia le hiciese algo malo.

Issei fue arrastrado, insultado, vilipendiado, su vida se había reducido a ser el mero juguete de demonios en un infierno infinito, frondoso y húmedo. Tras unos años siendo arrastrado por el camino, Issei al fin pudo deslumbrar cual sería su tormento los siguientes mil años: tendría que vestir un capirote blanco en la cabeza, ser atado de pies y manos, y escuchar a unos "testigos" decir maldades de su vida pasada. Este juicio, si se le quiere llamar así, duraría 500 años. La otra mitad del tiempo estaría siendo torturado de varias maneras típicas de la Edad Media, más concretamente de la Inquisición católica.

Una vez sentado en el estrado de acusados, Issei fue atado y se le colocó el capirote en su cabeza, capirote que le delataba como pecador. A su lado estaba Freed Sellzen, actuando como juez del Santo Oficio y a su otro lado Asia, como la "abogada" de la acusación. Uno por uno fueron pasando los testigos, los cuales eran gentes de Kuoh seleccionadas de una manera completamente aleatoria. Cada uno iba diciendo lo que ellos habían visto hacer a Issei: desde robos en tiendas de mangas eróticos, hasta violaciones a mujeres y chicas del pueblo. También vinieron las supuestas víctimas, las cuales acordaban todas de que el acusado era un ser bestial, sin sentimientos y con una libido que rozaba la lascivia.
Cuando acabó el juicio, tras 500 años, Freed carraspeó la garganta y dictó sentencia.

-¿Acaso las palabras honestas de las gentes de la aldea de Kuoh no son suficiente para saber que el acusado es un demonio y un pecador que no merece nada salvo el fuego eterno del infierno? ¿Acaso vamos a ignorar que el acusado, no sólo desconoce los santísimos mandamientos de Dios, sino que también los incumple incontablemente? ¿Acaso los pecados de lascivia y sodomía que el acusado realiza en inocentes damas es causa justo para el Fuego Eterno? -término el juicio Freed dictando sentencia. Issei era culpable de todo lo que los "testigos" habían dicho sobre él.

Una vez acabado el juicio, Issei, encadenado y con su capirote, fue conducido por Asia hacia la sala de tormentos. En esta, Asia se encargaría de que Issei afirmase todo lo que los "testigos" habían dicho sobre su persona. ¿Cómo lo haría Asia? Muy sencillo. Mediante distintos tipos de torturas típicas de la Edad Media: el potro, el "aplasta pulgares", el tormento del agua, la pera, la garrucha, la cuna de Judas, etc...

Primero fue el Potro, en el cual Issei fue atado de manos y pies y, a continuación, la rueda en la que consistía el instrumento se giraba, haciendo que los miembros se estirasen. Asia fue girando la rueda poco a poco, mientras preguntaba sobre sus crímenes, concretamente en la violación, supuestamente, a una profesora* de su escuela. Issei no podía soportar el dolor, pues este era tan inmenso que los huesos estaban empezando a crujir. En un llanto de dolor exclamó que sí, que la había violado y que lo volvería a repetir si pudiese.

*Asia, o el demonio que está disfrazado de Asia, se está refiriendo a Rossweise*

Una vez obtenida la confesión, Asia pasó a agarrar "la pera". Éste era un instrumento que se abría mediante un mecanismo. Ella introdujo "la pera" en el ano de Issei, preguntándole si era cierto o no sus crímenes de sodomía en mujeres. Issei al principio negaba esos hechos, pero Asia fue abriendo la Pera hasta el punto de que le desgarró el ano. Sangrando y llorando, Issei exclamó lleno de dolor que sí, que sodomizaba a sus esposas cuando podía. Asia, de un chasquido, curó el ano del castaño y siguió con el interrogatorio.

Una vez Issei pasó por todas las herramientas e instrumentos de tortura, tortura que duró los 500 años restantes, Asia comunicó que el reo había confesado sus crímenes, todos y cada uno de ellos. Freed se alegró y comunicó que preparasen la hoguera, él iba a ser quien llevase la antorcha. Ojalá ese demonio arda por toda la eternidad en el infierno, donde debe estar, dijo Freed a Asia.
Y así fue como Issei, atado de pies y manos, con su capirote y sangrando por la tortura fue a la hoguera, donde le estaba esperando todo Kuoh, incluidos sus padres y amigos humanos (éstos en verdad som los demonios que le atormentaron antes, y ahora viene a verlo morir en el fuego).

Así que atado a la pira, todo Kuoh, o demonios disfrazados de los habitantes de Kuoh, esperaban atentamente el final de esa escoria, demonio y criminal de Issei Hyōdō. Entre todos hicieron un pasillo para que Freed y Asia llegasen y prendieran fuego a la hoguera. Fuego que, por cierto, sería oscuro, y cuyo humo te invade los orificios nasales y te quema por dentro.
Tras unos momentos de espera, al fin llegaron la pareja de exorcistas y tras un Padrenuestro, un Ave María y un Credo, Freed lanzó la llama a la pira, comenzando el fuego.
Mientras Issei agonizaba en el fuego negro, Asia y Freed parecían estar hablando directamente al reo, aunque éste no le escuchase.

-Ella está aquí, siempre te ha estado observando, aquella a la que no debiste haber matado... -susurró Asia mostrando sus cuernos y colas demoníacas.

-Él te está tratando de liberar, él nos está intentando liberar, pero no permitiré que eso pase. Yo te mandaré al Verdadero Infierno, no importa cuántas veces intentes escapar... -dijo Freed en un tono, digámoslo así, más melancólico, viendo el cielo estrellado del infierno boscoso.

Y con el último aliento de Issei, éste falleció definitivamente del Primer Nivel del Infierno Personal que el hombre de la grabadora diseñó para él. Así es, el infierno personal de Issei no tiene un solo nivel, tiene varios. Este nivel era el reservado para los seres humanos que conoció antes de volverse demonio, es decir, sus padres, sus amigos, las chicas del club de Kendo, su amiga Aika y Asia y el sacerdote Freed.

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El siguiente nivel estaría reservado para los seres sobrenaturales que se encontró en su vida, todos y cada unos de ellos. Pero no ellos en sí, sino demonios con su aspecto. En consecuencia, el aspecto del infierno que Issei se encontró cuando volvió a abrir los ojos fue desolador: era un infierno sin árboles ni plantas, el olor a tierra húmeda del anterior fue sustituido por un intenso olor a muerte y putrefacción, unido al de azufre, alquitrán y huevos en descomposición. Había huesos gigantes semienterrados, el suelo era sangre coagulada y arena oscura en la que podía ver su rostro reflejado, pero era uno horroroso, uno en el que no tenía carne o piel, solo su calavera, y tenía una posición de estar gritando de dolor. También había fuego azul por todas partes y la temperatura era sofocante. Y con el fuego también había ríos y lagos de lavas, así como cascadas de dicho líquido y el techo estaba cerrado, solo había unas piedras extrañas de iluminación.
Issei, sin nada más que hacer, echó a andar por el páramo desierto, creyendo que este era su final.

Estuvo andando por años, décadas, tiempo suficiente en el que reflexionar sobre su vida pasada, pero no lo hizo. Su mente estaba demasiado ocupado viendo el paisaje e intentando evitar quemarse con las gotas de lavas que caían del techo de la gruta. Al parecer encima de esto había un gran océano de lava y este sería el subsuelo. Siguió andando, vagabundeando por el espacio infinito cuando, a lo lejos, pudo vislumbrar a lo que le pareció tres jinetes.

Cada jinete iba vestido de una manera curiosa: uno de ellos vestía como un caballero ruso de la Alta Edad Moderna con un hacha gigantesca en su diestra, el otro como un noble polaco, con un traje de pieles y un sable a la cintura y el último con un sombrero de ala ancha, un traje abotonado azul oscuro y un sable también en su mano zurda. Estos jinetes eran demonios de este nivel del infierno personal de Issei e iban disfrazados de Kalawarner, Mittelt y Donasheek, los tres ángeles caídos que acompañaban a Raynare.
En cuanto vieron a Issei, azotaron las riendas de sus monturas y cargaron contra él.

Issei no supo cómo reaccionar, se congeló en el sitio. No porque tres jinetes le estuvieran persiguiendo con armas de luz oscura y al galope, sino porque llevaba estandartes en los que Issei pudo leer, al menos en dos de ellos, "二千五百年", es decir, 2500 años. 2500 años en los que sería perseguido, atormentado y asesinado una y otra vez por los tres demonios.
El primero en asesinar al castaño fue el demonio que iba disfrazado de Donasheek, de un tajo en todo el pecho de Isse con su sable. Una vez en el suelo, el demonio susurró para sí algo que extrañó al moribundo Issei.

-¿Acaso no te da asco ser asesinado por un personaje secundario? -dijo limpiando su sable de la sangre del castaño.

Sin embargo, los otros dos jinetes, Kalawarner y Mitelt, ataron al castaño de sus monturas, y lo estiraron por pura diversión de estos dos demonios. Lo estiraron hasta tal punto que Issei quedó partido en dos, y sus tripas y sangre salpicó toda la tierra de ese infierno. Pero al poco tiempo volvió a revivir y la cacería comenzó de nuevo.

Issei huía a la máxima velocidad que le permitían sus piernas, pero al poco tiempo era alcanzado por los jinetes, los cuales daban tajos o le decapitaban con sus armas de luz oscura. El demonio que se disfrazaba de Donasheek era el que más veces le asesinaba, mientras que los que se disfrazaron de Kalawarner y Mitelt a veces le ataban sus manos a los caballos y lo arrastraban por el infierno durante años y siglos, tiempo en el que era azotado con las piedras, arrastrado por la arena y sumergido en lava, todo ello mientras aún seguía vivo.

Quedaban pocos años para terminar su tormento cuando a los tres jinetes se les ocurrió hacer algo distinto: agarraron el cuerpo de Issei, el cual estaba ya inconsciente debido al hecho de ser arrastrado. A continuación, con sus armas de luz oscura, mutilaron el cuerpo del castaño, decapitándole y cortándole los brazos. Una vez hecho, crearon una pica de unos dos metros a partir de luz oscura y lo clavaron a través del cuello, saliendo la pica por el ano. Levantaron la pica y dejaron el torso y las piernas colgados. En cuanto a los brazos y la cabeza, fueron clavados en otra pica justo al lado de la anterior. Una vez colocada, se quedaron viendo el macabro espectáculo e insultaron al cadáver.

-Oops, eso tiene que doler jejeje... -rió entre dientes el demonio que iba disfrazado de Mitelt.

-Si esperas el suficiente tiempo, podrás ver el cadáver de tu enemigo flotar... -volvió a susurrar el demonio "Donasheek" algo aparentemente incomprensible.

-¿Dónde está ahora tu ama Rías? ¿Te vendrá a salvar otra vez, patético inútil?¿O ya se ha cansado de soportar a un maltratador, violador y asesino por Peón? -dijo con sarna el demonio que se disfrazaba de Kalawarner.

Así estuvieron varios años insultando y mancillando el cadáver del castaño, el cual estuvo ahí suspendido por los siglos que quedaban para que terminase su tormento con estos tres demonios. Cuando al fin se cumplieron los dos mil quinientos años, los tres demonios se montaron en los caballos y se fueron, no sin antes dar un chasquido de dedos y resucitar al castaño otra vez, uniendo sus miembros y haciendo desaparecer las picas de luz oscura. Pero no sin decir antes de irse la típica frase que ya era común en su infierno personal.

-Ella está aquí, siempre te ha estado observando, aquella a la que no debiste haber matado... -susurró el demonio que se disfrazaba de Donasheek quitándose el sombrero ante el cadáver del castaño, en señal de respeto. Que cruel es la ironía...

Pasaron varios meses hasta que al fin Issei recuperó la conciencia y logró ponerse de pie. Aún no sabía cuando acabaría su tormento, pero una cosa era clara: los demonios que le han estado atormentando son demonios de verdad. Los que él había conocido, incluyéndose a él y a su ama Rías, no parecían para nada demonios, o por lo menos a los demonios que se mencionan en las religiones abrahámicas, cristianismo, judaísmo e islam. Con ese pensamiento en mente volvió a echar a andar por el páramo desértico que era el infierno en el que estaba.

Estuvo andando por años, décadas, hasta que el paisaje cambió drásticamente. Ya no era un páramo desierto como el que había dejado atrás, ahora era una especie de bosque con árboles de hojas azules claras y algunos otros de hojas rojas. La hierba era de ese mismo color y los árboles eran de madera púrpura. La lava seguía fluyendo a modo de río o lagos, pero ahora en menor cantidad. Pero en las sombras de los árboles, en los puntos ciegos de su mirada, parecía haber seres de oscuridad vigilándole, pero sin acercarse o hacerle daño.

Issei empezó a andar por ese bosque extraño más lento, con más cuidado de por donde pisaba, por si alertaba a algún animal salvaje o si, por el contrario, hacia notar su presencia en los extraños seres que vivían en el bosque. Bosque que al castaño le pareció infinito, como el Primer Nivel de su Infierno Personal o el anterior páramo desierto, que al final para nada era infinito. El bosque seguía teniendo ese olor a alquitrán, azufre y huevos podridos, pero ahora se le añadía un olor extraño, como de carne asada o en descomposición, dependiendo de donde viniese el viento.

Los sonidos del bosque por su parte le taladraban el cerebro, pues eran voces de niñas y mujeres en voz baja, como si le quisieran dormir, pero sus palabras estaban impregnadas en veneno y en rencor. Casi todas repetían lo mismo, "violador" "asaltacunas" "maltratador" "asesino" "sodomita" Issei se tapaba los oídos, no quería oír las palabras, pero en lo más hondo de su alma él sabía que era cierto lo que decían. Él tenía aún los gritos de auxilio de sus mujeres en la cabeza, sus lágrimas en su mente y sus muertes no las podía superar, pero era demasiado tarde para lamentarse.

En las ramas de un árbol Issei pudo ver a una vieja figura familiar, una figura de un chico andrógino, con falda y maquillaje. Pelo rubio que le tapaba los ojos, pues estaba boca abajo colgado de sus piernas, como si de un vampiro se tratase. Y razón no le falta, pues era un demonio que se había disfrazado de Gasper Vladi, Alfil de su ama Rías y hermano de Valerie Țepeş. Pero no estaba solo: a la sombra del árbol, afilando una espada con un huevo estaba Yuuto Kiba, el Caballero de Rías y pareja de Tsubaki Shinra.
Ambos se dieron cuenta de la presencia del castaño y le miraron a la cara, mostrando sus ojos pálidos y sus lenguas, en las que estaba tatuado "五千年", es decir, 5000 años.

Gasper y Kiba se acercaron a Issei amenazantes, Kiba apuntaba su espada hacia el gaznate del castaño y Gasper apuntaba sus manos al frente, activando su Sacred Gear del Forbbiden Valor View deteniendo el tiempo. ¿Cómo es posible que la Sacred Gear del Dhampir si funcionase en este infierno y no la suya? Eso no es justo, pensó el castaño apretando sus dientes con furia incontrolable. ¿Pero, qué clase de tormento le infligirían estos demonios? Eso estaba a punto de descubrirlo, para desgracia del castaño.

Una vez Gasper detuvo el tiempo, Issei no pudo moverse de su posición, pero Kiba sí. De un rápido tajo, Kiba decapitó a Issei, pero Gasper agarró la cabeza que salió rodando para volvérsela a poner en su sitio. A continuación, Kiba le cortó los dos brazos, provocando que la sangre saliese salpicada en todas las direcciones. Y Gasper volvió a recolocárselas. Y así estuvieron por 2500 años, todo, claro está, mientras que Issei seguía consciente, lo que le provocaba un dolor inmenso al sentir las mutilaciones y decapitaciones constantes. Pero los 2500 años restantes fueron peores si cabe.

Se llevaron a Issei a una zona despejada del bosque, una en la que había un pequeño lago de lava. Alrededor de éste había congregado muchos animales extraños: parecían una mezcla de cerdos y bisontes, con el comportamiento gregario de los bovinos. Tenían grandes colmillos que salían de sus bocas, semejantes a los de los Mamuts, pero más largos, de unos 2 metros.

Cuando ya estuvieron ahí, Kiba mutiló cada miembro a modo de filetes, incluyendo su cabeza. A continuación, abrió la caja torácica del castaño y fue sacando los órganos uno por uno. Una vez estuvo todo sacado y la carne estuvo fileteada, Kiba fue pinchando cada trozo en una pica de luz oscura y los fue acercando al fuego. En cuanto a la sangre, esta fue embotellada y se la dió a Gasper para que se la bebiese como si de agua se tratase.

Por último, cocinó los trocitos en la lava y una vez estuvieron bien hechos, ni muy quemados ni crudos, se los sirvió en platos hechos con los huesos planos del castaño (cráneo, esternón, escápula y costillas) y se comió la carne. La que sobraba, se la dio a los extraños animales que estaban ahí congregados. En cuanto a la cabeza, la ahuecaron y la usaron como vaso, para servir la sangre -en el caso de Gasper- y el vino -en el caso de Kiba-. Una vez que acabaron de comer, se tumbaron a la sombra a hacer digestión. Digestión que duraría los 2500 años restantes.

Lo peor de este tormento es que Issei jamás "murió". Durante todo el proceso Issei estuvo consciente. Pudo sentir la lava quemándole la carne, la espada cortándole los miembros, como le ahuecaron el cráneo y como se lo estuvieron comiendo. También sintió los ácidos estomacales de ambos demonios que se disfrazaron de Kiba y Gasper. Al final, también pudo sentir como su carne atravesaba todo el sistema digestivo hasta su tramo final.
Y así fue como terminó el tormento de Issei con estos dos demonios: siendo defecado y sus restos recogidos en un cubo y tirado por un barranco hacia el páramo estéril de antes.
Pero justo antes de que Kiba tirase los desechos por el barranco, susurró algo que la consciencia de Issei pudo escuchar con claridad y nitidez, algo que ya se le hacía normal de escuchar aquí.

-Ella está aquí, siempre te ha estado observando, aquella a la que no debiste haber matado... -terminó de decir cuando arrojó las heces al barranco.

Tras una caída libre de varios kilómetros, las heces que contenían la consciencia del castaño cayeron al suelo de piedra ensangrentada del páramo estéril del infierno. Con un poco de magia de "Kiba", que había visto caer los deshechos, la consciencia del ex-Sekiryūtei adquirió su cuerpo físico a partir de las heces, tomando formando antropomorfa, la del castaño antes de morir.

Entonces, Issei, ya con su cuerpo físico, traumado por lo que le hicieron esos dos demonios, volvió a echar a andar por los páramos para buscar, o encontrar, depende de por donde se mire, a su siguiente torturador. Él ya se esperaba cualquier cosa, desde un demonio con la forma de un viejo conocido o incluso una bestia gigante. Pero el destino le tenía reservado algo aún peor si cabe a lo que ya había vivido.

Estuvo andando por varios siglos, casi milenios, cuando pudo observar una enorme fortaleza. Esta medía, sin exagerar, miles y miles de kilómetros de largo, y cientos de metros de alto. Sobre sus almenas ondeaba una bandera que Issei no supo reconocer, pero le dio igual. Sin dudarlo mucho, Issei decidió entrar en la fortaleza, pero había esqueletos negros con espadas de piedra, esqueletos blancos con arcos, hombres mitad cerdo, mitad zombies con espadas de oros y estos mismos pero vivos y con hachas de oro. Donde quiera que se haya metido, no era un lugar agradable.

Esquivando los flechazos y las espadas de piedra y oro, Issei pudo ir sorteando todas las habitaciones de la inmensa fortaleza. Con una suerte que no se creía ni él, encontró un viejo cofre en el que encontró una espada de acero y un escudo. No lo pensó más y decidió contraatacar a esas criaturas como medianamente podía debido a sus escasos conocimientos de esgrima.
Estuvo luchando por siglos cuando se encontró, por mera casualidad, una habitación en la que había un cartel colgando que ponía "sala de entrenamiento". Agarró coraje y decidió entrar.

Pero lo que vió ahí adentro jamás se lo imaginó. Una arena de combate en la que, al parecer, un demonio disfrazado de Rossweise vestido con una armadura de valquiria daba espadazos y combatía contra una horda de los hombres cerdo -éstos con armadura y hachas y espadas de oro-. Issei quedó boquiabierto viendo el espectáculo pero no pudo pensar mucho cuando, de un barrido, "Rossweise" mató a todos sus enemigos. Se limpió las manos en su armadura y pudo ver al castaño.

-Pude escucharte respirar... -dijo el demonio "Rossweise" apuntando su espada bastarda* hacia Issei.

-Eh... -fue lo único que pudo pronunciar el castaño cuando "Rossweise" se abalanzó contra él con su espada, pudiendo el castaño defenderse a tiempo.

-¡El clavo que sobresale, es martilleado! -gritó el demonio haciendo una cara excitada mostrando que en sus ojos, pálidos como los demás, y en su lengua, estaban tatuados "一万年", es decir, "Diez mil años".

¿Acaso iba a estar 10000 años combatiendo a este demonio? Eso es una eternidad, y encima con el poco entrenamiento y conocimiento de esgrima que tiene, este iba a ser un combate de los más difíciles a los que se ha enfrentado. A eso súmale que "Rossweise" estaba siendo súper agresiva, no le dejaba atacar nunca, siempre estaba defendiendo. Estocadas, tajos, golpes desde arriba y los laterales, patadas, puñetazos, incluso mordiscos, todo valía para el demonio que se estaba disfrazando de Rossweise.
Estaba Issei defendiéndose de un estoque cuando el demonio le dijo algo que nunca había escuchado en este infierno.

-¡Mientras tú estabas violando y maltratando a tus mujeres, yo entrenaba y entrenaba para devolverte cada golpe, Hyōdō! -exclamó el demonio tirando la espada de Issei por los aires, arrinconando al castaño.

Ahora sí. Estos demonios no estaban aquí porque sí. Estos demonios estaban aquí, desde los que se disfrazaron de sus padres hasta éste, por orden de la voz de la grabadora. Quien quiera que fuese la voz de la grabadora, una cosa estaba clara: se la tenía jurada al castaño. Issei incluso pensó si la voz de la grabadora era algún familiar o conocido de las mujeres que él había violado y maltratado durante su vida, pues si era así, tenía todo el sentido del mundo que estos demonios solo fuesen contra él.

Y así se la pasó Issei durante 10000 años, enfrentándose a ese demonio. A veces era vencido y derrotado, pero no era asesinado. Parece que como si este demonio no quisiera matarlo, sino cansarlo. ¿Pero cansarlo para qué? Si de todas formas en este infierno él no sentía hambre, sed o cansancio, era inútil cansarlo. Fue casi en los últimos meses del año 9999 cuando al fin pudo herir levemente al demonio. Éste gritó hecho una furia y se lanzó contra el castaño para darle una paliza con sus puños desnudos.

Fue una paliza de meses, concretamente 6, en los que el demonio llegó incluso a arrancarle trozos de carne y comérselos. Issei no podía hacer nada contra su tormentador, únicamente esperar a que terminarse su tormento. Tormento que, increíblemente, quedaba muy poco, como él mismo pudo darse cuenta cuando el demonio le agarró y le tiró por una de las almenas del castillo. Cuando cayó al suelo, Issei falleció, pero duró poco, pues a los pocos días volvía a revivir y, consecuentemente, volver a echar a andar por este infierno.

Y así fue. El castaño volvió a andar por miles de años esta vez. Sin rumbo fijo o sin saber por dónde ir, Issei andó y andó por kilómetros. Fácilmente recorrió tanta distancia como para darle la vuelta al globo por varias veces. Estaba ya casándose cuando pudo contemplar como del "cielo" del infierno vinieron volando hacia él dos aves de fuego, como si de fénix se tratasen. Estos estaban siendo montados por demonios que venían disfrazados de Raiser y Ravel. Aterrizaron a sus monturas y Raiser se dirigió hacia el castaño lleno de ira y enfado. En sus ojos y lengua Issei pudo leer "五万年", es decir, cincuenta mil años.

-¿Es este quién te hizo tantos males, Ravel? -preguntó "Raiser" indignado a su hermana pequeña "Ravel".

-Así es hermano. Este vil ser fue quien me hizo tanto mal... -dijo el demonio que se hacia pasar por Ravel gimoteando con lágrimas de cocodrilo.

-Pues las pagará, eso te lo aseguro. -declaró firmemente el demonio que se disfrazó del rubio Phoenix encendiendo su cuerpo con llamas de Fénix.

Y con estas palabras empezó el tormento de Issei. "Ravel" y "Raiser" se prendieron en llamas y comenzaron a darle una paliza a Issei. Lo peor es que esta paliza no es una normal. Las llamas de "Raiser" y "Ravel" penetraban incluso la piel y quemaban los órganos de Issei, provocándole quemaduras irreversibles. La paliza fue tal que incluso Issei empezó a pedir piedad y a mearse y cagarse en los pantalones, pero fue en vano. Fue tan en vano que le obligaron a comerse sus deshechos y a vomitarlos para volvérselos a comer, como si una vaca se tratase.

Una vez la paliza terminó, paliza que duró 25000 años, "Raiser" y "Ravel" ataron al castaño a un gran palo, le rodearon de palitos y gasolina y le prendieron fuego otra vez. Pero este fuego era peor que el anterior, pues incluso su consciencia estaba siendo dañada, no solo su cuerpo físico. Estas llamas estuvieron prendidas por los restantes 25000 años, en los cuales Issei fue carbonizado hasta las cenizas. Una vez sólo quedaron las cenizas, Raiser las tomó y las tiró a la lava, para que no regresase más. No sin antes despedirse Ravel con cierta frase.

-¡Adiós desde el fuego, y de parte de la que no debiste haber matado también! -exclamó "Ravel" antes de montarse en el Fénix junto con su hermano e irse.

Justo después de alzar el vuelo, el océano de lava al que tiraron las cenizas devolvió éstas a la costa. Las cenizas entonces salieron volando por el infierno. Volaron y volaron por miles de años, hasta que se posaron al pie de una montaña. Tras otros varios cientos de años, las cenizas fueron agrupándose y tomaron de nuevo forma antropomorfa, la del castaño concretamente. Y así fue como Issei volvió a la vida nuevamente, esta vez a los pies de una montaña altísima, de casi 50 kilómetros de alto.

El castaño ex-Sekiryūtei miró a la cima de la montaña con resignación. Detrás suya estaba la costa con la arena esa extraña y el océano de lava. Solo podía haber un camino, y ese era sería escalando la montaña y seguir para adelante, y esperar cuál sería su siguiente tormento por los siguientes siglos de los siglos. Así que, remangándose los brazos y cortándose los pantalones a partir de la rodillas y comenzó a escalar la montaña.
Lo que no se esperaba es que las piedras sangrientas de las que estaba formado el infierno estuviesen prácticamente ardiendo. Esas piedras fácilmente estarían a casi 500 grados, provocándole quemaduras de tercer grado en las manos y en las rodillas.

Cuando su mano agarró la última piedra de la montaña, en la cima ya, tras casi 100 años de escalada, pudo ver a dos figuras fantasmagóricas vestidas de túnicas blancas pálidas, con las manos enlazadas y caminando hacia él. Las dos figuras se quitaron las capuchas y pudo ver a dos demonios que esta vez estaban disfrazados de Irina, su amiga de la infancia, y Xenovia, la exorcista que era su amiga de la infancia. Ambas habían sido sus concubinas y las que antes huyeron de su mansión a los pocos años de vencer al Trihexa.
"Xenovia" e "Irina" miraron fríamente a Issei y le pisaron los manos con sus pies.

-¿Acaso crees que tu infierno será así de placentero? -dijo "Irina" pisándole la mano a Issei, retorciéndose el pie sobre la mano.

-Este es un infierno del que no podrás escapar, Hyōdō-san... -susurró "Xenovia" haciendo lo mismo que su amiga de la infancia.

Unos momentos así e Issei, sin poder mover sus manos, fue cayendo poco a poco del precipicio hasta que el final fue el esperado: el castaño cayó rodando de la montaña por casi media hora hasta la base, muriendo en el acto, pero revivió, pues éste sería su tormento. Subir esa montaña y ser despeñado una y otra vez, hasta que los dos demonios se fueran. El caso es que éstos dos estarían, según lo que en sus ojos y lenguas estaba tatuado, "十万年", es decir, cien mil años. En total, si el castaño tardaba 100 años en escalar la montaña, la escalaría mil veces.

Y así fue como Issei escaló y escaló esa montaña, para que al final los dos demonios lo volviesen a tirar abajo. Cada vez que volvía a escalar, las piedras le quemaban las manos y rodillas. Si la primera vez que escaló le quemó hasta la primera capa de carne, quemándole los nervios superficiales, la segunda vez le quemó la carne y los huesos de las manos y los meniscos de las rodillas. El dolor era inconmensurable, jamás había sentido tanto dolor. Pero era un dolor rápido, pues una vez los nervios se quemaron, dejó de sentir dolor. Pero enseguida recordó las palabras de "Irina" <¿Acaso crees que tu infierno será así de placentero?>

Y así fue. De un momento a otro las heridas por las quemaduras se regeneraron, los nervios se volvieron a unir, la carne se regeneró y la piel volvió a unirse. Esto provocó que las piedras ensangrentadas le volviesen a quemar las rodillas y las manos. Esta regeneración se reactivaba cuando los nervios de las zonas afectadas se quemasen. Esta regeneración se activó, durante las mil escaladas que Issei tuvo que realizar, casi 10000 veces. 10000 veces en las que Issei tuvo que sentir el mayor dolor en su vida. No sin contra las patadas y pisadas de los dos demonios en la cima.

Tras la escalada número 10000, y con sus manos y rodillas chamuscadas, con los huesos ennegrecidos y con lagrimas en los ojos por el dolor, al fin pudo agarrar la última piedra y consiguió superar la montaña, tumbándose en el cálido suelo de la cima de la montaña, que resultó ser una meseta. Jadeando y adolorido, Issei pudo escuchar a los dos demonios yéndose y susurrando algo ya común pero que nunca se le olvidará "Ella está aquí, observándote, la que jamás debiste haber matado".

Entonces, tras varios años ahí, jadeando y medio muerto, consiguió recuperarse y ponerse de pie. Una vez recompuesto, Issei volvió a echar a andar por el páramo desértico que era su infierno personal. Estuvo andando durante milenios, milenios y milenios en los que Issei fue andando e intentando evitar los peligros que este infierno le tenía preparado. Junto a sus torturadores, el infierno también tenía su propia fauna: los jabalíes cerdos, los hombres cerdos, esqueletos, incluso magma viviente con bocas. Intentando evitar estos peligros, Issei llegó a una zona extraña: era una especie de montañas de piedras negras, estaba, extrañamente, nevando y la lava fluía entre estas extrañas montañas.

Issei vió el paisaje desolador y decidió cruzarlo, pues su curiosidad era mayor a su miedo. Escaló esas montañas negras intentando evitar la lava y las chispas que estas provocaban en su choque con las piedras. El calor era horrible, incluso más que en el páramo hostil, pues la temperatura media de esta zona era de casi 200 grados. Estuvo el castaño vagabundeando por la zona durante siglos y milenios cuando, por el rabillo del ojo pudo ver a una figura subida en una de estas colinas. La figura lo veía atentamente y bajó hacia donde el castaño.

-Estas son circunstancias ciertamente extrañas en las que nos volvemos a encontrar, Issei-kun... -susurró la figura en un tono de voz sensual revelando quién era, o por lo menos de quién se estaba disfrazando el demonio.

-¿Akeno? ¿Eres tú? -preguntó el castaño por primera vez desde hacía miles de años.

-No seas tímido, admítelo, sabia que querías verme... -dijo "Akeno" en ese mismo tono sensual y erótico que le caracterizaba cuando estaba con vida.

Entonces "Akeno" se acercó a donde estaba Issei, el cual estaba congelado en el sitio y con una evidente erección entre sus piernas. Aún estando en el infierno él seguía pensando en tener sexo, incluso si fuese con un demonio que se estaba disfrazando de Akeno. Ésta, viendo el notable bulto que llevaba Issei entre las piernas,se acercó a él y le susurró en el oído algo que provocó en Issei una eyaculación precoz.

-¿Que tal si nos vamos a un lugar más privado...? -susurró "Akeno" lamiéndole el cuello a Issei desde el hombro hasta cerca de la oreja.

-Sí.... Sí... ¡claro que sí! -titubeó Issei al sentir la humedad de la lengua de "Akeno" por su cuello. Ya estaba pensando en cómo se sentiría ahí abajo...

-Genial... así podré "jugar" contigo... -dijo sugerente "Akeno" agarrándole de la mano para llevárselo de ahí. Provocando en el castaño otra eyaculación precoz.

De lo que el joven castaño no se dio cuenta, o no quiso darse cuenta, es que cuando "Akeno" le lamió el cuello le dejó impreso un sello mágico bastante particular. Éste consistía en que todo lo que ella sintiera, lo sentiría Issei pero multiplicado por siete. Y de lo que tampoco se dio cuenta, al estar mirando más a los pechos de la pelinegra que sus ojos, es que estos estaban pálidos, como el de todos los demonios que le habían torturado antes. En los pálidos orbes y en su lengua estaba tatuado esta vez "二十五万", es decir doscientos cincuenta mil años.

Tras una caminata de varios años por ese paisaje abrasador, la pareja llegó al fin a una especie de gruta que estaba abierta en el límite entre ese paisaje y el páramo anterior. Esta estaba iluminada gracias a las piedras extrañas amarillas que colgaban del techo del páramo. "Akeno" llevó a Issei a lo más profundo de la gruta, donde había una especie de pantalla de cine y un sofá para que Issei se sintiera cómodo. Issei se sentó y se frotó las manos pensando que por fin iba a tener sexo tras miles de años de sufrimiento y penurias.

Pero el castaño seguía pensando con su miembro en vez de con su cerebro y cuando vio que del sofá aparecieron unas cadenas de luz en sus piernas y brazos le hizo sospechar de que algo no iba para nada bien. Y fue entonces cuando Issei volvió a pensar con su cerebro y vio en la pantalla los recuerdos de su vida pasada con Akeno. Respirando erráticamente y mirando a todos lados, él entendió al fin que estaba pasando cuando pudo ver en el cuello de la Akeno original una marca mágica, casualmente, la misma que él tenía en el mismo lugar y que se pudo ver gracias al reflejo de una de esas piedras amarillas extrañas que había en las paredes de la gruta.

Los recuerdos comenzaron a correr. Éstos empezaron desde la derrota del Trihexa, cuando todo el mundo sobrenatural celebró la derrota de Quiploth y la muerte de Rivezim y de su ayudante Euclid. La tortura en verdad comenzó cuando en la pantalla apareció la primera vez de Issei con Akeno, una noche en la que el joven castaño andaba demasiado caliente y quiso desahogarse con ella. Entonces fue cuando Issei pudo ver aterrorizado como, de la pared de la gruta surgió un tentáculo negro con toque morados que, cuando en los recuerdos Issei penetró a Akeno por su parte íntima, forzadamente y con dureza, se dirigió rápidamente hacia el miembro de Issei y lo atravesó, quedándose ahí incrustado y removiendo la carne.

La tortura en sí consistía en eso precisamente. Tentáculos iban penetrando la boca o el ano de Issei cuando en la pantalla Issei obligaba a Akeno hacerle una felación o a tener sexo anal sin consentimiento. Issei sufría desgarros, sangrados, y heridas graves. Cuando en los recuerdos empezaron a llegar a las palizas, de la gruta surgieron manos y látigos de luz oscura le golpeaban en los mismos sitios.
Pero el dolor que recibía Issei era siete veces el que sentía Akeno en sus recuerdos. Por lo que sus heridas y consecuencias eran más graves. Más de una vez Issei acabó muriendo, pero era resucitado de nuevo para su tormento.

Y así pasaron los doscientos cincuenta mil años, tras cuales "Akeno" agarró a un moribundo Issei de la gruta, lo se lo llevó agarrado de los brazos y, antes de tirarlo a la lava, le dio un beso en los labios para volver a despertarlo. Después, lo tiró a la lava y el cuerpo quedó flotando hasta que llegase a la próxima costa. Justo antes de desaparecer, "Akeno" susurró algo para sí.

Ella ha estado aquí, la que no debiste haber matado, Issei-kun... –murmuró antes de volver a su gruta de nuevo.

Regresando al cadáver de Issei, éste flotaba en la lava boca abajo, siendo arrastrado por la corriente del líquido. No se quemaba gracias al beso que anteriormente "Akeno" le había dado, trasmitiéndole a través de la lengua un hechizo ignífugo. Y el cuerpo así consiguió flotar por años, miles de años, hasta que, gracias al destino, arribó a una costa de arenas en las que estaba impresa su cara asustada. El cuerpo llegó y quedó varado por varios siglos, siglos en los que, extrañamente, Issei no despertó. Pero fue gracias a este insólito hecho que el cuerpo fue hallado por un demonio de los que vivían por ahí.

Éste era pelinegro con ojos azules y se acercó al cadáver para inspeccionarlo. Tras ver quien era, el demonio, que iba disfrazado de un simple niño, gritó a todo pulmón. El grito fue escuchado por dos demonios que iban disfrazados de Rías y Sona. Éstos fueron deprisa hacia la costa y recogieron el cadáver. Ellas, o más bien ellos, ya sabían qué tenían que hacer con él, por lo que lo agarraron y se lo llevaron a una especie de fortaleza donde lo escondería en una recóndita mazmorra.

Una vez llevado a la mazmorra, el cadáver fue atado y amordazado a una silla de frío hierro. Ahí estuvo el cadáver del castaño por miles de años hasta que al fin pudo despertar. Cuando abrió los ojos, Issei pudo ver a su antigua ama y esposa, "Rías-Bōchō" y a la Presidenta del Concejo Estudiantil, "Sona-Kaichō". Las dos tenían en sus ojos los distintivos carácteres chinos, esta vez ponía "五十万", es decir, quinientos mil años.  Ambas miraban al castaño con ira, vergüenza ajena y decepción.

–Hyōdō-san, esta vez hay algo más que un azote en el trasero para ti... –dijo Sona seriamente creando en su mano un círculo mágico del poder de los Sitri.

Yo fui la primera Ise-kun... yo lo vi todo lo que hiciste... –amenazó Rías creando en su mano una especie de jeringuilla con Poder de la Destrucción dentro.

Fue entonces cuando la tortura comenzó para el castaño. Sona liberó una pequeña serpiente de agua que poseía dientes se luz oscura mientras que Rías le inyectó el poder de la destrucción directamente en el torrente sanguíneo, en la carótida para ser precisos. La serpiente procedió a meterse por la uretra del castaño, provocándole un dolor inmenso, puesto que el reptil de agua estaba usando sus dientes para poder escalar por dentro del miembro del castaño.

El poder de la destrucción iba destruyendo los órganos y las células del castaño, mientras que el reptil de agua se iba comiendo al castaño por dentro, desgarrando la carne y provocando hemorragias internas al antiguo Sekiryūtei. Issei estaba sufriendo más que nunca, quería morir, pero de alguna manera no moría, seguía vivo y sufriendo el peor dolor imaginable. Lo peor de todo es que este tormento duró 250000 años, hasta que por fin acabó muriendo. No conformes, "Sona" y "Rías" hablaron entre ellas sobre algo macabro.

Los niños de mi escuela no tienen esqueleto para estudiar... dijo Sona triste al recordar a sus alumnos.

No te preocupes cariño, ya tenemos uno enfrente nuestra jejeje... –río entre dientes Rías viendo al cadáver inerte del castaño.

Y así fue como ambas despellejaron al castaño, le arrancaron los órganos, los músculos, le degollaron y le dejaron sin sangre. Ahora que sólo quedaba el esqueleto, lo limpiaron un poco de la carne que quedaba y lo empalaron a un para que sirviese como soporte y se lo llevaron a la escuela de Sona, donde asistían jóvenes demonios pobres para dar clases y hacerse un futuro.
Por su parte, Rías usó la carne y los órganos para dar de comer en el comedor a los niños de la escuela, los cuales jamás dijeron una mala palabra de la comida que les hacía la novia de su profesora.
Y como no, el espíritu de Issei seguía ahí, vivo, viendo lo que habían hecho con su cuerpo.

Pasaron varios siglos cuando el espíritu de Issei abandonó el infierno en el que estaba. Él jamás supo porqué, pero ahora se encontraba viajando a través de las dimensiones y su destino acabó siendo una dimensión donde nada obedecía las leyes de la física o la biología. Era un mundo donde enormes huesos salían de la tierra y el aire era fuego e irrespirable. No había ni Sol ni Luna y el suelo era de nada antes visto.

Issei se quedó mirando el desolado paisaje donde estaba ahora mismo. De algún modo, se sentía vulnerable ahí. Tenía la sensación de que si se quedaba mucho tiempo más acabaría sufriendo lo que jamás había sufrido, ni siquiera en el páramo estéril o en el bosque infinito. Y razón, por desgracia, no le faltaba.

Pudo ver entonces a lo lejo un especie de zorro gigante, de unos 50 metros de largo y 15 de alto, dorado, con ojos pálidos y babeando saliva, del hambre seguramente. En los ojos, y como ya era costumbre, tenía caracteres chinos en los que el castaño pudo leer, demasiado tarde a de decir, "百万年", es decir, un millón de años. Lo que sea que ese zorro quería hacerle, duraría un millón de años.

Resulta que ese zorro era un demonio infinitamente más poderoso y grande que los anteriores y estaba disfrazado, de alguna manera incomprensible, de Yasaka, la reina Yõkai Kitsune de Kioto. "Yasaka" llegó a donde estaba el castaño, le mordió del cuello, sin llegarlo a matar y se lo llevó a un sitio recóndito de esa dimensión, concretamente a una especie de madriguera donde estaban sus crías: un zorrito del mismo color que su hambre y dos gatos, uno blanco con ojos dorados y otro negro con dorados también. Estaba claro quienes eran, Kunõ, Koneko y Kuroka en su forma Yõkai e Issei iba a ser el alimento de éstas.

"Yasaka" dejó caer al castaño y le dio unos golpes con su hocico en señal de que él era la comida. Las tres crías se levantaron, vieron a Issei y empezaron a darle mordiscos en el cuello, en el vientre, en las piernas y así hasta que se lo terminaron por comer, tras una comida de medio millón de años. El resto del tiempo, los otros quinientos mil años, serían de digestión y defecación de los restos por parte de las crías.

Las heces fueron dejadas a las puertas de la madriguera y llevados por el viento a través de la dimensión por millones de años. Millones de años hasta que al fin Issei regresó a la vida a partir de las heces de las crías de "Yasaka". Issei pudo sentirlo todo, absolutamente todo, y sufrió incluso más que cuando fue digerido y defecado por los demonios que se habían disfrazado de Kiba y Gasper.

Pero su tormento no pararía como en la anterior dimensión. A los pocos días de haber vuelto a la vida, Issei fue encontrado por un viejo conocido suyo: Draig Goch. El dragón rojo de Gales le vio y escupió fuego lleno de ira e indignación. Frente a él estaba el portador que le había hecho entrar en depresión por su estúpido apodo "Chichiryūtei" y "Oppai Dragon". ¿Cómo se atrevían a rebajarle a eso? Se las pagará por los siglos de los siglos. Sus ojos se inyectaron en sangre y sobre el fondo rojo se podía leer "五千万年", es decir, cincuenta millones de años.

Pero mira quién tenemos aquí... mi peor portador desde que estoy encerrado en ese trasto... el ¡Ihanryūtei*! –rugió el dragón rojo de Gales.

*Ihanryūtei es una cruel modificación del nombre "Sekiryūtei" basado en Chichiryūtei. Su traducción sería "Rey Dragón Violador"

Pero si no eres tan grande ni poderoso... ¡solamente eres un humano más! –dijo Draig dirigiéndose hacia donde estaba Issei y se lo tragó, quemandole con sus llamas su alma y espíritu.

La tortura de Draig, la cual duraría cincuenta millones de años, consistía en ser quemado vivo en su interior gracias a sus Blazing Inferno, que le quemaban hasta el alma y espíritu de la victima. Todo mientras, en su interior, debía enfrentarse a las crías de Draig, quien al final las tuvo con Tiamat. Las crías eran tan fuertes como podían matar a Issei cincuenta veces antes de que el castaño se diese cuenta de donde estaba.
También tuvo que enfrentarse a los antiguos Sekiryūteis, todos indignados con Issei por haber rebajado tanto el nombre del Sekiryūtei.
Todo esto durante los cincuenta millones de años que estuvo en el interior de Draig.

Al final, Draig escupió a Issei cual ser insignificante que era y lo mandó a volar por más de 10 millones de kilómetros en esa extraña dimensión. Al final Issei aterrizó medio muerto a los pies de su último atormentador: un demonio tan poderoso que estaba al nivel de dioses como Odin o Elohim: el Trihexa.

El Trihexa tenía el aspecto de un simio, con pelo negro y rojo, con cabeza de dragón con seis cuernos y 4 ojos, patas de cabra y cola de chivo. Su aliento olía a putrefacción y a muerte. La bestia miró al castaño y con una voz horripilante se agachó y lo agarró de la cabeza para que le viese a los ojos, en los cuales estaban tatuados "億年", es decir, Cien Millones de años. Cien millones de años en los cuales Issei fue encerrado en una habitación totalmente a oscuras, solamente él y sus pensamientos.
Una persona normal se quedaría loca por estar sola tantísimo tiempo, pero Issei se la pasó masturbándose y susurrando el nombre de sus chicas. Incluso en lo más oscuro del infierno, seguía pensando con su miembro.

Pasaron los millones de años, y el Trihexa decidió que ya era suficiente. Sacó a Issei de esa habitación oscura. Parecía un vagabundo cuando salió de ahí. El Trihexa lo agarró otra vez de la cabeza y le susurró algo que, esta vez, si le hizo cagarse y mearse encima por el miedo. Con su voz horripilante, la bestia le dijo lo siguiente:

Parece que no has aprendido nada durante este tiempo, Issei Hyōdō... ahora el pozo más profundo del verdadero infierno se ha abierto para recibirte con los brazos abiertos... disfruta por el resto de la eternidad... –terminó diciendo el Trihexa dejando caer al castaño a través de un pozo a sus pies.

Y así fue como Issei termino en el pozo más profundo de su verdadero infierno. Este era simplemente un lago en medio de un bosque en el que se encontró a un ser mayor, con una túnica blanca y una caña de pescar en las manos. Ese hombre no era otro sino Azazel, el viejo cuervo Gobernador General de Grigory.
Issei se quedó extrañado y se sentó a su lado. Si este era el pozo más profundo de su infierno, ¿por qué no sufría o era torturado? Fácil respuesta, respuesta que "Azazel" le dio relajadamente.

–Vaya chico, nos vemos de nuevo... ¿qué haces aquí? –preguntó Azazel sin dejar del mirar al lago.

–Aquí estoy, sufriendo, ¿y usted? –preguntó com sarna Issei colocando sus brazos sobre su cabeza.

Pero Azazel no le respondió nada, simplemente giró la cabeza y mostró su verdadero rostro: un ser de pesadilla, rojo, con ojos negros y dientes afilados. Abrió la poca e Issei pudo ver aterrorizado que en sus ojos negros y en su lengua estaba escrito "永遠に", es decir, "por toda la eternidad"
Ahora Issei comprendía que hacia aquí: estaría atrapado por toda la eternidad junto a este ser del infierno.

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Palabras: 12.504

Saludos lectores de Wattpad:

Este es el último O.V.A. antes d ela tercera temporada de mi historia. ¡Es el más largo de con más de 12000 palabras! Espero que os guste.

Atte.

E.S.Z.

Pd: el rostro del ser infernal que se disfrazaba de Azazel es este:

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