O.V.A. [11] (El Advenimiento de la Reina)
Yeshua estaba sentado en su Trono en el Séptimo Cielo. Tenía el rostro tapado con sus manos en actitud derrotada, y no era para menos: Lilith había regresado, la Madre de todos los Demonios estaba de vuelta. Y no solamente eso, sino que el As bajo la manga de la Alianza Sobrenatural, Valerie Țepeș, había sido trasladada a Transilvania por su propia familia (su primo Marius). Ciertamente la situación de la Alianza y de la Facción Abrahámica no era la mejor en estos momentos. Y Yeshua lo sabía, por eso estaba así.
Sin Valerie, no podrían reunir ejércitos rápidamente como hicieron en Grecia contra Ares, lo que suponía una seria desventaja táctica en las futuras guerras que la Alianza viviese. Porque sí, en la Alianza se sabía que vendrían tiempos convulsos debido al regreso de la Emperatriz Oscura, Lilith, hija de Ishtar. Y es este lazo familiar el, en el Cielo, en Grigory, en Grecia, en Egipto y en las ciudades fenicias se temía, pues la facción mesopotámica formaría junto con los demonios una "contra-alianza". Y por primera vez en mucho tiempo, Yeshua parecía... abatido, sin ganas de seguir adelante.
―Padre.... Padre, ¿qué hago? ―preguntó Yeshua entrelazando las manos en postura orante.
Estuvo rezando Yeshua así por un tiempo. Pasaban los minutos y la oración de cinco minutos se volvió en una de diez, la de diez en quince, la de quince en treinta.... así hasta estar horas y horas orando. De tanto rezar alguna venita de la cabeza comenzó a sangrar de la tensión. Siempre rezaba con la misma pregunta ¿Qué hago?. Ya estaba tan inmerso en la oración que apenas escuchaba un leve susurro en el Séptimo Cielo.
―Los Hermanos deberán volver a la Casa del Padre... ―susurró la voz en un tono profundo, casi grave.
―¿Quién anda ahí? ¿Quién eres? ―preguntó Yeshua mirando paranoico la sala del Trono mirando a todas partes, pero no había nadie.
―Toma los pies de tu Madre, puesto que el Paraíso se encuentra bajo sus pies... ―escuchó Yeshua de nuevo a esa voz, grave y profunda, como si fuera un padre....
―¿Padre? ¿Eres tú? ―preguntó intrigado Yeshua a la voz, pero la voz no le respondió a la pregunta.
―Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta... ―terminó de decir la voz antes de desaparecer de la Sala del Trono. Yeshua lo tuvo claro: era la voz de Padre.
―Padre... tengo que avisar a todos, ¡deben saberlo! ―dijo Yeshua invocando un círculo mágico que conectaba con todos los Arcángeles y Cadres, incluídos el Sekiryūtei y sus chicas, salvo a la súcubo.
Así fue, cómo Yeshua congregó a todos los llamados en la Sala del Trono, el Séptimo Cielo. Los Cadres a la izquierda y los Arcángeles a la derecha. El Sekiryūtei y sus chicas enfrente de Yeshua en las pared de la puerta. Todos estaban nerviosos por lo que les dijo Yeshua para convocarles: Padre le había hablado mientras oraba.
―Yeshua-Akh, ¿Qué ha pasado? ¿Cómo que Padre ha hablado contigo? ―preguntó nervioso el Arcángel San Miguel nervioso. En sus 140 años de regencia nunca había escuchado a Padre. Jamás.
―Cómo lo digo Miguel-Akh, estaba orando y le escuché, con su voz grave y profunda. ―respondió Yeshua desde su Trono, dejando a todos boquiabiertos, incluso a Issei y las chicas.
―¿Y qué te dijo, hermano? ―preguntó Gabriel con su típico tono de voz, dulce e inocente.
―Algo sobre los hermanos que vuelven a la Casa del Padre, de que el Paraíso está bajo los pies de la Madre y que el Hijo del Hombre vendrá en la Gloria del Padre y recompensará a cada uno por su conducta. ―respondió Yeshua a los presentes en la sala, quienes no podía cerrar sus bocas por el asombro.
Azazel quedó pensativo. Esa primera frase podría significar muchas cosas y las que se le venían a la cabeza tenían que ver con los Cadres. ¿Los Hermanos volverán a la Casa del Padre? ¿Acaso eso significaba que los Cadres acabarían redimidos y convertidos en ángeles puros? Sólamente Padre sabía. Pero.... ¿Y si significaba otra cosa?
―Tamiel, Sahariel... ―susurró Penemuel pensativa al lado de su hermano Gobernador, el cual la miró apenado.
―Jofiel, Camael, Zadquiel... ―dijo Gabriel siguiéndole el hilo a su hermana de Grigory.
―¿Quiénes son eso Penemuel-san, Gabriel-san? ―preguntó Issei ingenuo a lo dicho por ambas ángeles, las cuales miraron a Issei con comprensión.
―Esos son nuestros hermanos Sekiryūtei, murieron hace 140 años. ―aclaró Miguel recordando a sus hermanos Arcángeles y Cadres.
―No lo sabía Señor, ¡siento si os ha molestado que preguntase! ―pidió perdón el castaño haciendo una profunda reverencia al Arcángel Miguel, a lo que éste se la negó.
―No hace falta que te disculpes Sekiryūtei, sus vidas no fueron arrebatadas en vano. Defendieron a Padre en aquellos momentos por una horas, pero Padre no pudo resistir más tiempo. ―dio un haz de luz el Arcángel Miguel a cómo sus hermanos Arcángeles y Cadres habían muerto hacía apenas 140 años.
―Los Hermanos deberán volver a la Casa del Padre... ―susurró en medio de la sala la rubia ex-monja Asia Argento.
―¿Y si era eso exactamente lo que quería decir esa voz? ―se atrevió a expresar su opinión la ángel reencarnada Irina Shidou.
―¿El qué exactamente, Irina-achot? ―preguntó interesado Yeshua poniéndose al borde su trono.
―Que Sahariel-achot, Tamiel-ach, Camael-achot, Jofiel-ach y Zadquiel-ach regresen a la vida. ―manifestó solemnemente el Gobernador General de Grigory Azazel a sus hermanos Arcángeles, Cadres, Yeshua y al castaño Sekiryūtei.
Toda la sala quedó en sepulcral silencio. ¿Traer de vuelta a cinco seres sobrenaturales a la vez? Eso era como mínimo harto difícil, más aún cuando no tenían el apoyo de Valerie Țepeş y el Sephirot Graal. Más de uno en la sala, incluyendo al castaño, fervorosamente querían creer que la voz había sido una alucinación de Yeshua en un momento tan angustioso como éste, pero sabían que el Hijo de Dios no mentía, era incapaz de hacerlo. Entonces, si era cierto, ¿Cómo lo harían?
―Eso es imposible viejo... ¿Cierto? ―dijo en tono jocoso Penemuel. A veces su hermano gustaba de gastar bromas pesadas en momentos incómodos. Tal vez esta sea otra de esas bromas suyas.
―Nada en esta vida es imposible Penemuel-achot, solamente difícil. ―expresó con una sabiduría casi impropia de él Kokabiel a su hermana. ―He librado batallas en mi vida que, en efecto, parecían imposibles, pero salí victorioso por los pelos, por lo que en mi opinión, nada es imposible. ―terminó diciendo el Cadre de las Estrellas a su hermana, quien pareció comprender a su hermano.
―Exacto, Penemuel-achot, lo que dijo Kokabiel-ach es cierto. ―dijo el Arcángel Miguel a su hermana de Grigory. ―Porque de todas maneras, el Sephirot Graal lo utilizaste tú, hermano. ―aclaró el Arcángel Miguel a Yeshua, quién asintió dubitativo.
―Así es pero... ¿Cómo lo uso si no lo tengo entre manos? ―cuestionó preocupado a sus hermanos, quienes, para ser sinceros, tampoco tenían mucha idea.
―Señor, disculpe que me exprese así repentinamente pero, ¿puedo aconsejarle algo? ―preguntó acercándose el exorcista ucraniano Ígor Doroshenko al de Galilea.
―Claro, toda mi atención es tuya. ―dijo Yeshua amablemente colocando su mano diestra en la mejilla.
–Tú estuviste en el Mundo de los Muertos por casi dos mil años, eso lo sabemos todos. ―afirmó el ucraniano ante la afirmación de Yeshua y de todos.
―Un lugar horrible y desértico, miles y miles de almas vagaban de un lugar para otro, sin rumbo fijo ni conciencia. ―describió Yeshua el Mundo de los Muertos a los que estaban en la sala, quienes sintieron un escalofrío al imaginar al Nazareno vagar por miles de años en ese Mundo.
―Y lograste salir de allí hace relativamente poco, ¿no? ―volvió a afirmar Ígor, volviendo a su vez a recibir una afirmación por parte de Yeshua y los asistentes en la sala.
―¿Entonces, si no me equivoco, lo que sugieres es que Yeshua-ach, al haber estado en el Mundo de los Muertos, es parcialmente un Dios de la Muerte? ―preguntó el Gobernador General Azazel a Ígor, quien afirmó con su cabeza.
―Así es, el Señor tendría por ello potestad para llamar a los Espíritus de ese Mundo de los Muertos. ―explicó Ígor a los presentes, los cuales no parecían muy convencidos por la explicación del ucraniano.
―Si eso es lo que crees, Ígor-san, que lo demuestre ahora. ―se atrevió a decir soberbia Irina empezándole a caer algunas plumas negras.
―¿Irina? ―preguntó Issei viendo las plumas negras que revoloteaban por la habitación. Yeshua la miró preocupado. Irina se dio cuenta de lo que estaba pasando y, sonrojada a más no poder, huyó al Quinto Cielo, donde los reencarnados en ángeles puros vivían.
Después de ese pequeño incidente, Yeshua suspiró preocupado por la humana recién convertida, pero no había tiempo que perder, había que traer de vuelta a sus hermanastros y, por lo que pudo descifrar de la voz de Padre, también a María, su Santísima Madre. Y a ella sería la primera que traerían de vuelta.
―Gabriel-achot, ve al Edén, al Árbol de la Vida, y quédate esperando allí. ―dijo el Arcángel Miguel a su hermana Gabriel, quien se fue al Tercer Cielo, al lugar donde todo cambiaría para la Facción Abrahámica.
―¿Por qué al Jardín del Edén Miguel-ach? ―preguntó curioso Yeshua, y no solamente por él, sino por los más jóvenes o recién llegados, el Sekiryūtei, Ígor y Xenovia, porque Irina se había ido.
―Porque allí está el cuerpo de tu Madre, Yeshua-melech, allí fue enterrada cuando murió. ―confesó el Arcángel Miguel a su hermano quien le miró atónito, al igual que los más jóvenes, incluidos los humanos reencarnados en ángeles puros y el Sekiryūtei.
Yeshua tragó saliva. Gabriel llegó ya al Jardín del Edén, al pie del Árbol de la Vida. Todos estaban expectantes a que el Nazareno trajera de vuelta a su Madre, María. Pero había un problema, él no sabía el idioma en el que habló Valerie para traerle de vuelta a él, el idioma humano primigenio. Pero había alguien que sí sabía y, ésta persona estaba justo sentada al lado del trono, sentado en el brazo del trono: Mavis, la primera maestra del Gremio de las Hadas quien había entablado una firme amistad con Elohim y ahora era amiga de Yeshua.
―Tchs, Mavis, ¿me ayudas en esto? ―dijo Yeshua en voz bajísima a la pequeña maga de tal antiquísima era.
―Certe, kiel mi povas helpi vin amiko? ―pronunció la pequeña niña rubia al galileo quien sonrió al escucharla. (Claro, ¿en qué puedo ayudarte amigo?)
―¿Puedes repetir lo que voy a decir yo en tu idioma? ―preguntó amablemente el Yeshua a la niña Mavis, quien sonrió y le respondió afirmativamente. ―¡Gracias Mavis! ―le agradeció para posteriormente ponerse de pie, ponerse en medio de la sala del Trono y hablar en voz alta.
―Oh, fallecidos del planeta, seres humanos y seres sobrenaturales del mundo, escuchad mis palabras: traed de vuelta el alma de Maryam Bat Yehoyaqim, madre de Yeshua Ben Yosef. Ven del Mundo de los Muertos y sé la Reina que el Cielo se merece. ¡Te lo ordeno yo, Yeshua Ben Eloí! ―terminó exclamando en voz alta Yeshua invocando un círculo mágico dorado con el escudo de la Facción Abrh
―Ho, mortintoj de la planedo, homoj kaj supernaturaj estaĵoj de la mondo, aŭskultu miajn vortojn: revenigu la animon de Maryam Bat Yehoyaqim, patrino de Yeshua Ben Yosef. Venu el la Mondo de la Mortintoj kaj estu la Reĝino, kiun la Ĉielo meritas. Mi ordonas al vi, Yeshua Ben Eloí! ―repetía Mavis en el mismo tono que Yeshua, solo que en su idioma nativo.
La sala quedó de nuevo en sepulcral silencio. ¿Acaso no había servido de nada el ritual? ¿Acaso todo esto había sido en vano? Técnicamente habían repetido paso a paso lo que Ígor les había dicho. ¿Se habrá equivocado el sacerdote ortodoxo? Puede que sí o puede que no, solamente Dios sabe si habría funcionado o no. Y fue en ese sepulcral silencio cuando, de repente, Irina vino volando desde el Quinto Cielo con una noticia que alegraría a más de uno.
―Ella.... ¿Ella ha vuelto? ―fue lo único que dijo la castaña japonesa cuando la puerta se volvió a abrir y de ella salieron la Arcángel Gabriel acompañando a una mujer de mediana edad, unos treinta y pocos años, ojos aceituna como Yeshua, una túnica azul y un velo blanco, señal de su pureza.
La mujer veía el panorama confundida, todo lo que veía era extraño. Ángeles por doquier, la miraban boquiabiertos, todo era blanco allá por donde pisaba, salvo el exquisito Jardín donde había aparecido de repente. Delante de ella en aquel momento, la misma ángel que le había anunciado que tendría un hijo con Yahvé, Gabriel. La arcángel la había guiado hasta aquí, lo que parecía la sala de un trono de algún rey muy poderoso. Y en esta sala había más ángeles, pero cinco de ellos parecían oscuros. Aparte de eso, y lo que le llamó verdaderamente la atención: su hijo estaba en medio de todos.
―¿Hijo...? ¿Dónde estoy? ―fue lo único que dijo María antes de caer al suelo agobiada por la impresión.
________________________________________________________________________________
Palabras: 2214.
Tras el regreso de la Emperatriz Oscura, el Cielo ha movido ficha y han traído de vuelta a la Madre de Yeshua, María. Señalar que este es el último O.V.A., el siguiente será ya el primer capítulo de la Cuarta Temporada de esta obra, el Dragón Carmesí de Grigory.
Un cordial saludo.
Atte.
E.S.Z.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro