Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo uno.

Y ahí estaba, el hombre al que todos solían llamar dottore. El miserable hombre cuya familia no lo quería ver ni en pintura. Aquel miserable hombre que de ser necesario mendigaría por un poco de amor y cariño.

Caminando por las mojadas calles de Tokio se encontraba Kazuto Kirigaya, el buen dottore egresado de medicina, (ya sé que en el anime estudia mecatrónica o su puta madre pero oye, es mi historia y me la violo cuando quiero :V), que estaba regresando a su casa.

La noche había caído más pronto de lo normal, todo se miraba tranquilo. Él estaba con su paraguas negro, sus zapatos lustrados estaban mojados algo que a Kazuto le disgustaba bastante.

-Tendré que lustrarlos de nuevo. –Suspiró melancólicamente.

Su familia no lo quería. Su hija Yui muchas veces no le prestaba ni la menor atención y él notaba perfectamente como la pequeña fingía interés cuando iba a desearle las buenas noches a su cuarto.

-Buenas noches pequeña, que descanses. –Decía todas las noches Kazuto de forma melancólica.

-Tú también papi. –La pequeña niña se esmeraba por que le saliera de forma convincente, sin embargo Kazuto siempre se daba cuenta.

-T-te quiero...por favor no se te olvide. –Kazuto le dio el beso de las buenas noches a Yui y camino hasta la puerta.

-Papá. -¿Esta noche ella le respondería a su cariño? –No olvides apagar la luz. –Parece que no.

Cuando apago el foco y cerró la puerta, ya no pudo más, se deslizó sobre la misma, Kazuto abrazo sus piernas y comenzó a llorar.

Su hija no lo quería.

Y algo no muy diferente pasaba con su mujer: Asuna.

-¿Cómo te fue en el trabajo? –Preguntó ella mientras leía un libro.

-Considero que bastante bien, ahora no hubo ningún problema. –Kazuto era un importante doctor en el hospital donde trabaja. –Asuna, ¿te puedo preguntar algo?

-Claro, pregúntame lo que sea.

-¿Tú me amas?

-Si Kazuto, te amo. –Asuna no despego los ojos del libro que estaba leyendo. Kazuto no era estúpido, él hablaba el lenguaje del mundo, (referencia a Paulo Coelho, pinches incultos >:v), y sabía que Asuna no lo amaba.

-Gracias...no olvides que yo también te amo...te amo mucho. –Su voz sonaba triste.

Asuna bajo el libro y miró a Kazuto directamente a los ojos.

-¿Te pasa algo?...¿enfermaste o algo así? –Asuna lo dijo con preocupación.

-No...¿debo estar enfermo para decirle a mi mujer que la quiero?

-No necesariamente...pero es que la manera en que lo dijiste...es como si te pasara algo.

Kazuto no sabía si decirle a Asuna que Yui no lo quería. Bueno, como decirle que él sabía perfectamente que ninguna de las dos lo quería.

-No me pasa nada, mujer, estoy perfectamente. –Kazuto se enojó por la poca sensibilidad de Asuna.

-¿De verdad quieres discutir por una causa tan estúpida?

-¡Si, si quiero!

Esa noche la pelea se había dado intensamente, incluso despertaron a Yui los gritos que el matrimonio fracasado pego.

Kazuto fue despertado de su recuerdo únicamente por qué pasó por la calle en donde un hombre estaba tocando jazz con un saxofón.

Le dio unas cuantas monedas y billetes envueltos al hombre el cual agradeció el gesto con una sonrisa.

En realidad le podía dar la cartera si quisiera, tenía otras 20 en casa. Cada una de ellas más cara que la anterior.

El dinero no era de la más mínima ni remota preocupación en la vida de Kazuto, el dottore era un hombre de dinero...razón por la cual se había casado con Asuna.

Al principio de la relación sí que se querían, pero eso había sido hace más de 12 años, (sip, aquí Kirito tiene 27 años :0), pero luego cuando Kazuto empezó a ganar buen dinero los padres de Asuna la casaron a la fuerza con él.

Ella estaba pensando en dejarlo desde hacía algunos meses, pero todo eso se tuvo que ir al caño ya que debía casarse con él a la fuerza.

Siguió caminando, está por llegar a su casa, le faltarían tal vez unos 10 minutos si mantenía el ritmo que llevaba.

Aunque iba rápido no es por que estuviera muerto de ganas por ver a su familia...solo era porque tenía frio.

Se sentía desdichado ya que el saber que tenía una familia que no lo esperaba lo hacía sentir triste.

No tenía a nadie en sí, ni siquiera un familiar que lo quisiera.

Tenía una hermana, Suguha, pero por una discusión que tuvieron en la adolescencia se dejaron de hablar.

Una razón más sentirse solo, nadie de su familia lo quería. Nadie de su familia lo esperaba.

Solo tenía a su amigo Eugeo, solamente él era la persona que lo consolaba en los bares, cuando ahogaba su pena en vino.

Una palabra estaba rondando la cabeza de Kazuto, ya había estado ahí desde hace bastante tiempo. Esa palabra era "suicidio".

Estaba convencido en que nadie se daría cuenta, si el se arrogaba hacia los autos y moría ahí mismo, ni Asuna ni Yui lo notarían.

Inconscientemente acelero el paso de la rabia que le daba pensar en aquello.

Solo quería acabar ya con todo lo que le pasaba, que su sufrimiento y su desdén se fueran.

Si lo iba a hacer pensaba en que fuera rápido, sin mucho sufrimiento.

Arrogarse desde el último piso del edificio donde vivía, hacer que su Black Star tipo 54 se volviera una muy buena amiga suya.

Pero por alguna razón algo se lo impedía, sin importar que aquella palabra estuviera rondando su cabeza hasta el hostigamiento.

Había llegado más temprano de lo habitual, ese día estuvo muy tranquilo, por lo cual al no ser requerido Kazuto se fue a su casa con dos horas de anticipación.

Su casa era un departamento, uno grande y con una vista increíble hacia toda Tokio. ¿Cómo pedir más?

-Buenas noches dottore. –Lo saludó el portero.

-Buenas noches. –Respondió.

La recepción era muy grande, las paredes eran de mármol gris, el piso estaba cubierto por una afelpada alfombra roja y dorada.

El ascensor tenía dos plantas a cada lado, eran pequeñas palmas verdes que parecían listones.

Solo debía de subir 5 pisos, hasta la habitación 217. Ahí es donde nadie de su familia esperaba su llegada.

Por eso mismo cuando el ascensor llego al 5to piso sus pasos se volvieron más pesados, Kazuto no quería entrar a su propia casa ya que sabía que no lo iban a recibir.

De no ser porque el departamento estaba a su nombre, Kazuto estaba más que convencido de que Asuna lo hubiera echado hace mucho tiempo.

Exactamente por eso, abrió la puerta silenciosamente, si no querían que llegara, pues trataría de no evidenciarlo.

Estaba pensando si preguntar por Yui, pero no tendría caso ya que ella estaría más ocupada haciendo cualquier otra cosa.

Pero entonces ruidos extraños vinieron de su cuarto.

Conforme Kazuto se acercaba los sonidos se hacían más claros...eran gemidos.

Y no solo de mujer...sino o también de hombre.

-Oh, hija de puta. –Kazuto tomó con fuerza su paraguas, fue hecho una bestia a su cuarto, cuya puerta pateó.

Ahí estaban. Eran Asuna y un tipo que él jamás había visto en su vida.

-Y aquí esta Johnny. –Kazuto golpeó al tipo en la cara con el paraguas al tiempo que Asuna daba un grito de temor. –Solo esto me faltaba, ¡te das cuenta de lo que estás haciendo Asuna!

-Ka-kazuto, esto...esto...

-¡No digas nada, no tienes nada que decir!

El tipo, sangrante de la nariz se reincorporó, lo único que hizo fue escapar de la escena del crimen.

-¡Lo que si me vas a decir es quien ese maldito perro!

-¡¿Por qué tendría que decirte quién es?!

-¡¿No me vas a decir?!, ¡¿de verdad lo vas a defender después de lo que me hiciste?!

-¡No te diré porque no tengo por qué hacerlo!

-¿Yui sabía lo que estabas haciendo?, ¡¿Ella lo sabía?!

-No...ella está en casa de mi madre.

-Menos mal, porque es mejor que ella no escuche lo que tengo que decirte, ¡maldita puta arrastrada!

Asuna se levantó de la cama, únicamente tapándose con la sabana y le dio una cachetada a Kazuto.

-¡Hijo de puta, ¿al menos tienes la más remota idea de por qué hago esto?!

-No Asuna...no la tengo por qué te creía, te creía cuando me dijiste que me amabas.

Kazuto no lo soportó más, se soltó a llorar.

Lo único que se le ocurrió salir del departamento, corrió hacia el elevador, y cuando este se cerró, Kazuto ya no estaba llorando, sino sollozando.

Pegaba gritos en el elevador mientras golpeaba las paredes de lo miserable que se sentía.

(hasta aquí acaba el adelanto que mostré hace una semana)

Ahora más que nunca la palabra "suicidio" se hace presente, estaba ahí, tendiéndole la mano para llevarlo hasta ella.

Su hija no lo quería, su hermana lo había olvidado y su mujer le era infiel, ¿para qué más podía vivir aquel mártir?

Kazuto pensaba que si seguía viviendo únicamente vendrían más desgracias a su vida, por lo cual lo mejor era terminarla.

Pero algo se lo impediría: su amigo Eugeo.

Le había marcado por teléfono para saber si estaba ocupado, era viernes por la noche así que un par de copas no estarían nada mal.

-¡Kazuto, buen amigo, ¿estas libre esta noche?, porque tengo pensado llevarte a un lugar que esta de puta madre! Te lo juro, nunca veras nada igual.

-Ahora no Eugeo...hoy no es un buen día. –Eugeo se dio cuenta que Kazuto estaba llorando.

-¿Estas bien amigo?...¿paso algo?

-¡Estoy bien Eugeo!...estoy bien. –El llanto de Kazuto se hizo más violento.

-¿Estás en tu casa?, por favor no vayas a hacer nada estúpido, ¡cierra las ventanas, aléjate de cuchillos y pon bajo llave la Black Star! –Eugeo arrancó su auto lo más rápido que pudo y fue en búsqueda de su amigo.

Decir que Kazuto estaba destrozado era poco en realidad, ¿Qué podía describir el sufrimiento de aquel hombre?

-¡Suguha tu y yo somos hermanos, no podemos!

-¡Claro que podemos!, no somos hermanos, Kazuto...yo se la verdad y...

-¡¿Cómo puedes decirme algo así?!...para mí tu eres mi hermana y eso no lo puedes cambiar tan fácil...no después de tantos años.

-¡Te odio, te odio!

-Sugu, sabes que eso no es verdad. –Suguha se fue a encerrar a su cuarto. -¡Sabes que no es verdad!

-¡Claro que lo es!

Recordar aquello le hacía polvo el corazón a Kazuto. Recordar el día que perdió a su hermana la cual ya llevaba más de 8 años sin ver.

Estaba caminando por la calle, mojándose todo el cuerpo, mientras las lágrimas se confundían con las gotas de lluvia.

Nunca entendió por qué Yui jamás lo había querido, ni tampoco por qué Asuna lo había dejado de querer.

Se sentía impulsado, estaba más convencido que nunca. Hacer esa palabra realidad era ahora su anhelo.

Kazuto empezó a correr, solo debía saltar a la transitada avenida y todo pasaría por sí solo.

Justo cuando estaba por saltar, una mano lo tomó del saco, deteniéndolo en seco, y luego estampándolo contra la pared.

-¡Maldito enfermo, ¿Qué crees que hacías?! –Le gritó Eugeo.

-¿Qué parece que hago?, mejor amigo.

Kazuto se trataba de zafar de los brazos de Eugeo, pero esté no lo dejaba, lo volvía a azotar contra la pared.

-¡Piensa las cosas, ¿Qué estas tratando de hacer?!

-¿Pensar las cosas?, ¡¿pensar las cosas?! –Una fuerza de otro mundo se apodero de Kazuto y ahora él era quien estampaba la espalda de Eugeo contra la pared. -¡¿Tienes la más remota idea de que es lo que me está pasando?!, ¡¿de por qué carajos quiero suicidarme?!

-Cálmate por favor. –Eugeo estaba completamente atemorizado al ver a Kazuto con unos ojos rojos, unos ojos que solo tendría el diablo.

-Acabo de ver como mi mujer amada estaba haciéndolo con un cabrón que en mi vida he visto, ¡¿Cómo quieres que me tranquilice?!

-Si tan solo me sueltas te explicare como...por favor.

Kazuto aún estaba furioso, pero poco a poco fue relajando su amarre, y Eugeo cada vez quedaba más libre.

-Ahora si...vamos a mi auto y ahí te explico todo lo que quieras saber.

Ambos hombres se estrecharon la mano para decir "aquí no pasó nada" y después fueron al auto de Eugeo.

Kazuto todavía estaba intranquilo, su respiración era pesada y se veía el enojo en su cara.

-¿Ya me vas a explicar que es lo que planeas? –Su voz era rasposa y era obvio que contenía una gran furia.

-Encontré un lugar...un cabaret...es barato pero de buena calidad. –Eugeo estaba nervioso de que Kazuto explotara de ira.

-¿Sabes una cosa, Eugeo?, ahora mismo mataría por un trago...de ser necesario te mataría a ti.

-Como sé que no bromeas iremos lo más rápido posible. Es un buen lugar, muy limpio, muy seguro y las chicas están hermosas, fui un par de veces solo para probar y ya así estar seguro si a ti también te gustaría.

-Gracias Eugeo...quiero que sepas que eres la única familia que me queda. –Kazuto estaba siendo muy sincero.

-Si hay algo en lo que pueda ayudarte, hermano, no dudes en decírmelo. Te puedo dar alojo en mi casa...solo no te vayas a comer a Alise, que te golpeare hasta cansarme. –Ambos rieron por la broma.

-Solo vamos de una vez antes de que alguno de los dos salga lastimado.

Eugeo arranco el auto y se dirigió hasta el cabaret que prometía mucho, sino es que bastante para contentar al desahuciado Kazuto.

-Este sitio es increíble, hay de todo: obras de teatro, bailes, el famoso "cancán", también cantan y hacen espectáculos. Es como ir al puto circo. –Eugeo se emocionaba de solo recordar sus experiencias previas.

-Eso no es lo que me importa, el sitio tiene un bar, me imagino. –Preguntó Kazuto, tristemente

-Claro que lo tiene...pero vamos amigo, embriagarte hasta vomitar no es una buena solución. Mejor ve los espectáculos, conoce chicas, incluso hay algunos trapos que, dios santo, están más sabrosos que las mismas chicas. –Eugeo soltó una buena risotada la cual se opacó ya que Kazuto no respondía nada.

Lo único que hacía era ver por la ventana las gotas de lluvia que se resbalaban por el vidrio.

Pensaba en que había hecho mal para no tener el afecto de su familia.

-Oh vamos, dottore, ¿en verdad me vas a dejar riendo solo?

-Perdóname Eugeo...pero no estoy de ganas para tus buenos chistes...tal vez mañana.

Kazuto respiraba pesadamente y seguía viendo inerte la ventana del auto.

-Muy bien, si quieres por mi ponte hasta el culo...pero si mañana amaneces con un trapo no vengas llorando a mi después.

Eugeo sonreía tratando de contener una risa, y de hecho, Kazuto se mordía la lengua para que la risa no escapara.

-¿Escuchaste, mal nacido?, si un trapo te la mete hoy no me vengas a reclamar después.

Pasados unos segundos ninguno de los dos se contuvo y explotaron en carcajadas.

-Vale, vale...tratare de disfrutar lo más que pueda del espectáculo.

-Eso es lo que quería oír, ¿te costaba mucho trabajo?

-Si estuvieras en mi lugar, perro escorbútico, lo entenderías.

-Como sea, puedes tomarte las que quieras, solo que por favor no te pases.

-Gracias Eugeo...te debo un gran favor.

Al llegar al cabaret, ambos hombres salieron del auto y corrieron a la entrada ya que aún estaba lloviendo.

Para su buena suerte los dos estaban vestidos con el traje del trabajo, ya que todos ahí estaban vestidos elegantemente.

Incluso había mujeres que entraban, lo cual daba señal de que sería toda una experiencia visitar aquel sitio.

El lugar era enorme, parecía más que nada un teatro solo que en vez de filas y filas de sillas había mesas, mesas decoradas con un mantel blanco y una lámpara en forma de vela.

Eso era hasta el fondo, a la izquierda estaba el bar, casi no había más que meseros, los demás eran los curiosos que veían que bebidas se ofrecían,

La mayoría eran cervezas europeas, había vodka de distintos sabores y whiskey canadiense.

Tequila...eso era lo que más le llamaba la atención a Kazuto...un buen tequila blanco con té de limón.

-Vamos a la barra, Eugeo. –Kazuto tomo de la chamarra a Eugeo y lo llevo a la fuerza.

-Buenas noches caballeros, ¿Qué van a querer? –Dijo el mesero con acento francés.

-Monsieur, bonne nuit, ce sera une tequila avec du thé au citron. –Kazuto solo habló francés para cachondear.

-Qué alegría me da escuchar mi lengua madre, tanto japonés me tiene vuelto loco.

-Me imagino, pero aun así es un gran idioma.

-Eso sin duda...ahora, ¿Qué será para el rubio?

-Un mojito.

-Muy bien.

El barman fue por la botella de tequila que tenía en el bar, poniéndole dos onzas y lo restante del pequeño vaso lo lleno de té, sirviéndoselo de inmediato a Kazuto.

El que tardo más fue el de Eugeo ya que en lo que machacaba los gajos de limón y las hojas de menta Kazuto se acabó de un trago su bebida, pidiendo una nueva ronda.

-Baja tu ritmo...así vas a amanecer en la cama de un trapo esta noche.

-Perdón Eugeo...lo que pasa es que estoy un poco nervioso.

En realidad no estaba mintiendo, se notaba como la mano le temblaba a Kazuto. ¿Tan desesperado estaba por alcohol?

-El mojito para el caballero. –El barman le dio el vaso a Eugeo.

-Gracias. Vámonos a sentar Kazuto, no queremos que nos ganen las mesas, ¿o si?

-Ojala que no. De lo contrario me voy a pegar un tiro.

Eugeo soltó una breve risa.

-No es broma...si no alcanzamos lugar en verdad iré a mi casa y me pegare un tiro con la Black Star.

La sonrisa de Eugeo se esfumo tan rápido como llego, por lo cual encontró prudente ir lo más deprisa a encontrar un lugar.

-¿Y entonces el doctor Lecter se quedó en la guardia? –Preguntó Eugeo.

-Así es, dijo que aprovecharía el tiempo haciendo su teoría llamada "Enfermedad llamada amor", (espera Bucky, esta si es una buena referencia).

-Ese Lecter siempre tan ocupado

Los dos caballeros buscaron una mesa para dos, Kazuto iba bebiendo su nueva copa con velocidad, quería acabar pronto.

Una mesa, para su suerte solo había una mesa y lo mejor es que para dos. Así que sin pensarlo dos veces fueron y se sentaron ahí.

-Qué suerte, ¿no crees? –Preguntó Eugeo.

-Supongo que si... -Divago Kazuto.

Un hombre vestido de traje, camisa negra y sombrero blanco se posó en el escenario. Era bastante obseso, pero de todas formas se veía importante.

-Buenas noches, damas y caballeros, como sabrán estamos complacidos de contar con su presencia esta noche...ahora, el show de hoy es un poco como lo de siempre solo que terminara con broche de oro, se los aseguro.

Todos los presentes aplaudieron y comenzaron a estar expectantes de lo que pudiera pasar.

El primer show de la noche sería un poco de ópera, algo que si bien a Kazuto y a Eugeo no les agradaba, es noche haría que sí.

Los tragos estaban empezando a mellar en la conciencia de Kazuto, había olvidado que estaba casado y que tenía una hija.

También olvido por completo que estaba con Eugeo, solo se concentraba en beber y beber.

-¿Gusta de otra copa el buen Dottore? –Preguntó un mesero.

-No...esta vez deja la botella.

-A sus órdenes.

El mesero dejo una botella de ron al lado de la mano de Kazuto y este, casi por instinto, le dio un trago directamente de la botella.

-Kazuto ya basta. Estas muy mal. –Reprendió Eugeo.

-Déjame, ¿tú sabes lo que es tenerlo todo y a la vez no tener nada?, ¿sabes lo que es que tu mujer te engañe y tu hija no te quiera? –Kazuto ya estaba ebrio.

-¿Y tú crees que vas a conseguir que te quieran haciendo esto?

-Probablemente no...¿pero acaso tiene que importarme?

-Debería, es tu familia.

Kazuto tomo de la corbata a Eugeo, nuevamente esos ojos demoniacos estuvieron presentes.

-Eugeo...tú eres mi única familia. Por favor, no me abandones...ya no lo soportaría.

-Mira amigo...si te calmas, si piensas las cosas y sobre todo si es que me sueltas, sabremos si estas apto para ir al psiquiatra, (¡Toma referencias por montones! :v).

Un redoble de tambores comenzó a llenar el cabaret, ¿Qué era, que podía ser aquello?

-Y ahora, el broche de oro, aquella mujer que se hace llamar "la francotiradora de hielo" ya que de un solo disparo de sus ojos les deja el corazón helado. Ella es: ¡Asada Shino!

Los reflectores comenzaron a enfocar a una chica que tenía un enorme abrigo afelpado, un sombrero de mujer que tapaba su rostro y su cabello y por ultimo unos lentes café fuerte que no dejaban sus ojos al descubierto.

Tenía en la boca una candypop. El piano y el saxofón sonaban a cada paso que daba.

Kazuto soltó inconscientemente la corbata de Eugeo y perdió sus ojos en aquella misteriosa mujer que apenas se podía notar que su piel era blanca.

Todos estaban callados ante aquella pregunta, ¿Qué escondía esa mujer?

Pero no solo era, tras bambalinas salieron 9 mujeres más, vestidas todas iguales...pero ellas no tenían sombrero, ni lentes, ni una candypop...quería que esta tal Shino sobresaliera.

-Amigo mío...es primera vez que veo este show. –Exclamó Eugeo, emocionado.

-Yo también... -Balbuceo Kazuto, que estaba perdido en aquel misterio.

El jazz bajo su volumen, y entonces sonó, ¡Smooth Criminal de Michael Jackson hizo estruendo en todo el cabaret!

Shino se quitó el abrigó y lo arrogo a la multitud, los hombres trataban de tomarlo como si fueran perros sarnosos, pero al final se lo quedo una mujer.

Se quitó los lentes y se los entregó a una de las 9 chicas que la acompañaban.

Estaba vestida de conejita, con las orejas caídas hacia atrás y el escote descubierto, sus piernas bien cubiertas por unas mallas negras y se notaban algunos adornos en su cabello azul.

Del suelo, comenzaron a emerger unos tubos metálicos de los cuales las chicas, incluida Shino, se agarraron, (pensaran que me fume mucho esa parte pero en conciertos así pasa)

No bailaban directamente Smooth Criminal. Solo era la canción.

Kazuto estaba inconsciente de todo lo que no fuera Shino. No la conocía, jamás había visto su rostro, jamás había escuchado su nombre...pero estaba convencido de que era algo que estaba buscando sin saberlo.

No supo por qué, pero estaba tan sorprendido y maravillado que incluso la borrachera se le había pasado como si nada.

Solo era ella, todo era ella, ella, ella, ella, ella, ella, ella, ella...solo era Shino.

-La llevare a casa con mamá esta noche...aunque sea lo último que haga. –Se dijo para sí mismo.

El show termino y las chicas salieron del escenario, pero Shino se quedó para recibir rosas, algunos pequeños detalles e incluso un sombrero de hombre.

Con sus brazos ocupados, solo se despidió inclinando un poco su cabeza, aunque eso fue suficiente para que todo el cabaret se enardeciera.

Kazuto aplaudía y gritaba locamente...quizá ya estaba vuelto loco el pobre hombre.
____________________________________
Ya saben, actualizo los sábados, no cobro mucho :v
¡aquí comienza un gran fanfic de kinon!

Nos vemos en una semana

-Arturo

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro