Capítulo once.
Kazuto...ya te he dicho muchas veces que no quiero verte, que no quiero saber nada de ti. ¿es muy difícil que comprendas que no soy para ti?, ¿es muy difícil que comprendas que te amo demasiado como para poder verte lastimado?...Shinkawa te matara si sabe que aún tenemos contacto...no quiero que te pase nada por favor entiéndelo. Pero a quien engaño. Quiero estar siempre junto a ti, quiero que seamos algo más que solo amantes...no se en verdad que es eso más que quiero contigo, pero lo quiero de verdad. ¿Sería mucho pedir que me hagas de nuevo el amor? Esa manera de tocarme, de hacerme tuya. Por tu culpa he sentido cosas que nunca antes había sentido, es un sentimiento de arraigo, algo que solo me hace querer estar a tu lado por toda la eternidad y después de ella, ¿comprendes lo que te estoy diciendo? ¿En verdad puedes comprender lo que estoy sintiendo? A pesar de que no nos veamos nunca vas a dejar de estar a mi lado...ya que te llevo en el corazón. Te amo Kazuto...tenlo por seguro, pero si tu también me amas...déjame ir, olvídame, porque yo no soy para ti y nunca lo fui aunque quieras convencerme de lo contrario.
Kazuto termino de leer la carta y se la llevó al pecho, sin duda eran unas hermosas palabras y era justo lo que él esperaba de Shino...ahora tocaría responderle.
Estuvo hasta las 5 de la mañana escribiendo palabra tras palabra, párrafo tras párrafo y hoja tras hoja para responderle a su querida conejita.
A pesar de que varias de ellas no le terminaban de convencer, Kazuto decidió no romperlas ya que le podían servir en caso de que Eugeo pudiera rescatar alguna frase.
Aquella mañana Alice seguía muy molesta con Eugeo...por lo cual no fueron a jugar tenis, lo que si era es que lo quería torturar aún más.
-Sabes Eugeo, tal vez se me pase el enojo si haces todo lo que yo te pido...y respecto a lo demás...quizá esta noche tenga ganas finalmente.
-¿Cómo me puedes garantizar que no me estas mintiendo?
-¿Me crees capaz de mentirte? Lo de ayer fue...nunca te dije específicamente que lo haríamos, ¿o sí?
-Me lo diste a entender, en realidad.
-Pero jamás te confirme nada.
El resto del desayuno fue muy callado.
-Alice lo que pasa es que esta oportunidad...es algo grande. Estoy escribiendo un libro, uno muy interesante y pues...creo que es lo mejor que algún día escribiré en toda mi vida, es mi oportunidad y por eso llego tarde, jamás sería capaz de engañarte.
-Te perdonare si me dices a dónde vas, con quien y a qué horas regresaras...me preocupas mucho Eugeo. –Alice puso su mano en la mejilla de Eugeo. ¿No te has puesto a pensar en que te puede pasar algo y yo ni en cuenta?
-Bueno...si lo vemos de esa manera...puede que tengas razón. La próxima vez te diré a donde voy, con quien y para que, ¿eso te hace feliz?
-Me hace muy feliz. –Alice le dio un pequeño beso a Eugeo. –Pero de todas formas no lo haremos hoy.
-¡Oh, por favor!
El dottore había ido a una perfumería que estaba en el centro de la ciudad, ahí tenía planeado hacer una cosa y solo una cosa: recrear el perfume de Shino.
Recordó perfectamente cuando estaba abrazando su abrigo el día que se lo quitó a Shino, la sentía abrazándolo aunque ella no estaba ahí.
Y eso es todo lo que quería, no deseaba nada más que no fuera tener a Shino abrazándolo.
Y lo mismo quería ella, ella anhelaba con todo su corazón que Kazuto la besara una vez más.
Cuando llego se puso a mirar los aceites aromáticos, los jabones, las lociones y algunas cremas que pudieran asemejar al perfume de su amada.
Pero nada, nada se le hacía parecido en lo más mínimo.
Kazuto no estaba ni lejos de rendirse, en verdad ni lejos.
Una chica observó que buscaba algo desesperadamente, que probaba esto y aquello...pero no había nada que lo convenciera.
-Buenas tardes señor, ¿busca algo en particular? –Kazuto estaba tan ajeno a lo demás por buscar algo que lo convenciera. –Señor...
-Disculpe...mi cabeza esta en otro mundo.
-No se preocupe, ¿puedo ayudarle en algo?
-Si...quiero este perfume, loción o lo que sea.
Kazuto entrego el sobre y las cartas que la chica olió para saber que era.
-La Vie Est Belle Eau de Parfum...una buena selección.
-Que elegancia la de Francia tal parece. –La chica lanzó una sonrisa ante el comentario de Kazuto.
-Espere aquí un segundo, por favor.
Después de salir de la tienda Kazuto buscaría a Eugeo para que lo ayudara con el resto de las cartas.
El desgraciado estaba saboreando el Nobel mientras Kazuto sufría y sufría...que hijo de perra.
-Y es este. –La chica trajo el perfume y roció una muestra en un papelillo.
Cuando Kazuto lo olió solo pudo sentir como Shino se materializó, le dio un beso en la mejilla y le dijo "te amo" para luego desaparecer junto con la brisa del viento.
-Señor, ¿señor?
-¡Disculpe!, estaba...recordando algo.
-¿Es este el que quiere?
-Sí, me lo llevó.
-Serian 14 mil yenes.
A Kazuto le sorprendió un poco el precio, vaya lujos que Shinkawa le daba a Shino. Pensar en él le hacía hervir la sangre.
Ya todo estaba perfectamente, solo restaba ir a la casa de su desgraciado amigo.
Alice estaba revisando unos papeles en la oficina de Eugeo. Era algo relacionado con sus amigos abogados.
Eugeo estaba a un lado de ella calificando exámenes de historia...no sabía si reír o llorar de lo mal que les había ido a sus alumnos.
Lo curioso de todo es que ninguno se quejaba de que su clase fuera mala, al contrario. Todos decían que era la mejor ya que él era un profesor...bastante suelto.
Explicaba las cosas como eran y sin filtro de censura alguna, si se debía decir algo se decía sin que Eugeo se escandalizara.
Contaba perfectamente lo ocurrido en las guerras y después de ellas.
Pero para calmarse un poco los nervios y en cierta parte ahogar su enojo solo se le ocurrió algo que no debía ni pensar.
Fue hasta Alice la cual estaba viendo los papeles sin darse cuenta que un monstruo la estaba asechando desde atrás.
Cuando menos se lo espero sintió que algo le tocaba la nalga izquierda, y luego sintió una respiración.
-Eugeo...¿Qué te dije hoy en la mañana?
-Por favor...por favor, por favor, por favor, por favor. Solo esta noche, ¿es mucho pedir jugar al metesaca con mi mujer?
-Bueno...quizá y si tengo ganas. –Alice se dio la vuelta y quedó frente a frente con Eugeo. –La verdad es que también me siento estresada, un poco enojada y desquitarme contigo no sería malo.
Alice comenzó a desabrochar los botones de la camisa de Eugeo mientras él la tomaba de la cintura y la juntaba a su cuerpo.
-Pero ya sabes que me gusta que sea romántico, que sea lento...¿o tienes prisa?
-Pues. –Eugeo comenzó a darle besos a Alice en la comisura de los labios. –No tengo prisa alguna si tú no tienes prisa.
Como la estaba tomando de la cintura, Eugeo sentó a Alice en el escritorio donde estaban los papales.
-Así que lo hare algo lento. Sin prisa pero sin pausa ya que siento que voy a explotar si no lo hago contigo. –Masculló Eugeo mientras desabotonaba lentamente la camisa de Alice.
Kazuto iba con bastante prisa a la casa de Eugeo, estaba marcando a su celular pero no contestaba. El celular había sido apagado.
-Como no estés Eugeo, te juro por Dios que te daré una golpiza.
Todos los botones de la camisa de Alice habían sido desabrochados, Eugeo estaba desfajado y sin cinturón, ahora solo se concentraba en desabotonar la falda de Alice aunque no fuera propiamente necesario.
-¿Estás seguro que lo hagamos aquí? –De vez en cuando Alice daba un jadeo ya que Eugeo estaba besando su cuello.
-¡Donde sea, mujer, pero que podamos hacerlo!
Kazuto finalmente llegó, solo era cosa de tocar el timbre.
Y eso fue lo que paso, Kazuto comenzó a tocar el timbre de la casa desesperadamente.
-¡Vamos amigo, tienes que estar, no me puedes dejar solo! –Mascullaba Kazuto.
Entre beso y beso Eugeo se enfadó bastante.
-Iré a ver quién carajos es.
-Date prisa.
Cuando abrió la puerta, Eugeo estaba dispuesto a golpear a quien lo hubiera interrumpido si no se iba rápido, casi un mes de espera no se tirarían a la basura.
-Eugeo, ¿Qué carajos estabas haciendo?, llevó marcándote todo el puto rato y tú no me contestas.
-Lo que sea que me quieras decir dímelo rápido ahora estoy un poco ocupado.
-Es la respuesta para Shino, vamos para que me ayudes.
Kazuto pasó a la casa de Eugeo rápidamente ya que tenía prisa y sabía que su amigo lo ayudaría sin pero alguno.
-¡Espera, espera Kazuto por favor no entres!
Cuando Kazuto fue al estudio solo vio a lo lejos como Alice se abotonaba rápidamente la camisa y la falda al tiempo que Eugeo lo alcanzaba.
-¿Interrumpí algo? –Preguntó, avergonzado.
-Si amigo...interrumpiste algo.
-Perdóname la vida.
-Te odio.
Después de arreglar los mal entendidos y que detuvieron a Eugeo de agarrarse a golpes a Kazuto por interrumpirlo en su momento íntimo, era hora de pasar con el plan.
-¿Entonces por eso Eugeo siempre llega tarde? –Preguntó Alice.
-Se-se puede decir que sí. –Contestó Kazuto.
Eugeo no dejaba de ver enojado a Kazuto...y pues tenía suficientes motivos para estarlo.
-Ya estuve leyendo alguna de tus cartas y déjame decirte que. –Kazuto comenzó a sonreír. –Son una basura. –La sonrisa de Kazuto se esfumó tan rápido como llego.
-Oh vamos Eugeo, no seas así. Déjame ver. –Alice comenzó a leer las cartas que Eugeo había descartado.
-Pues...no están perfectas pero no están malas, algunas cuantas dan tela para seguir escribiendo, ten eso en cuenta.
Alice le dio a Kazuto las cartas que estaban mejor para ella.
Eugeo estuvo un rato tratando de rescatar lo que fuera con tal de crear una respuesta dramática para que su libro se vendiera más.
Claro que tenía todo el cuidado de no arruinar la situación de Kazuto, la cual de por sí ya era más que delicada.
Alice también encontró algunas hojas que podían servir para añadirlas al resultado final.
Todo se resumió a 7 hojas bien hechas y sin ninguna falta de ortografía.
-Esto es maravilloso...pero aún existe un detalle que no te he contado. –Confesó Eugeo.
-¿Detalle? –Cuestionó Kazuto.
-Le dije a Shino que podía visitarme en la escuela donde doy clase si es que tenía alguna otra carta que darme...así que en caso de que me entregue otra te lo hare saber lo antes posible.
-Gracias Eugeo. –Kazuto abrazó a Eugeo. –No me arrepiento de decir que tú, Alice y Yui son la única familia que me queda.
-Para eso estamos los amigos, para apoyarnos en las buenas y en las peores. –Expresó Alice.
Eugeo se quedaría con la carta en caso de que Shino fuera a visitarlo el lunes que diera clase.
Shinkawa no se había olvidado de Kazuto, ya no lo espiaba, pero tenía bien presente la idea de que debía cuidar de que no estuviera viendo a Shino.
Ahora estaba un poco más relajado ya que no supo de él desde aquel incidente en la clínica.
-Si tan solo hubiera llegado antes, ¡lo habría matado! –Pensó, amargamente.
Su vieja navaja tenía sed de sangre, sangre de Kazuto...pero no podía matarlo sin razón alguna, aunque...
Sin duda Shinkawa prefería ver muerta a Shino antes de verla con Kazuto...si no podía eliminar a uno, acabaría con el otro.
Y Shino era más vulnerable...la conejita estaba indefensa y solo era cuestión de que se viera las caras con Kazuto para poder acabar con su vida.
O incluso a ambos...si los atrapaba en el acto.
Eugeo transcribía tranquilamente la carta de respuesta para Shino, esta vez con tal de no hacer enojar a Alice se puso la música en un volumen prudente.
Solamente le quedaba el último par para transcribir y se iría a dormir sin mayor dilatación. Pero algo lo interrumpiría en su sagrado momento.
-Eugeo...ven por favor. –Pidió Alice.
-Dame un segundo, voy en cuanto termine unos asuntos.
-Por favor, ven antes de que me enfrié.
-¿Antes de que se enfríe? –Pensó Eugeo. –Ya voy amorcito.
Todo parecía normal hasta que Eugeo entró al cuarto y vio que Alice estaba rojita de la cara, había una botella medio vacía de vino en la mesita de cama y parecía que ella estaba invitándolo.
-Creo que...creo que ya tengo ganas después de todo.
Eugeo solo le dio un golpe a la pared ya que no podía expresar de ninguna otra forma su enorme alegría.
-Pues...¿Qué estamos esperando?
Un mes y medio de espera...vaya que valió la pena. Esa fue la mejor noche que el matrimonio tendría en toda su vida.
Al día siguiente Eugeo estaba dando la última clase de la mañana para ir a casa.
-Y es así como termina la guerra chino-japonesa. –Todos los alumnos exclamaron "Ohhh" ante tal explicación.
-Nos vemos el jueves, no olviden la investigación de la era Meiji.
Al tiempo que los alumnos salían y Eugeo borraba el pizarrón, Shino entró al salón de clases. Había estado escuchando la clase de Eugeo.
-Buenas tardes profesor. –Saludó ella. –Sin duda una clase muy interesante.
-Gracias. Buenas tardes Shino, pasa por favor. –Regresó Eugeo sin dejar de borrar el pizarrón. –Veo que al final si tenías más cosas que decir.
-Pues ya ves. –Shino extendió la mano para darle un sobre a Eugeo, este sí que estaba bastante abultado.
-También tengo algo que darte. –Eugeo entregó la carta, la cual estaba muy regúlera en cuanto a su contenido de páginas. –Pero veo que tu estuviste bastante ocupada estos días.
-Ya va mucho tiempo que no veo a Kazuto...lo menos que puedo hacer es desquitar todo lo que no le he dicho.
-Estas en todo tu derecho. Créeme que se puso muy feliz cuando leyó tu carta, sin duda esa respuesta le hizo la semana entera.
-¿Por qué no mejor lo detienes?...la vida de Kazuto peligra mientras este conmigo.
-¿Crees que no lo he hecho?, ya le dije de todo para que te olvide, pero él te ama con locura. Solo espero que tú también. –Eugeo tomó su portafolios y se fue del salón.
-Decir que lo amo con locura es muy poco respecto a lo que siento, profesor...por eso lo mantengo lo más lejos de mí.
-¿Estas tan enamorada para casarte con él?...yo que tú me lo ponía a pensar.
-¿Ca-casarme con él?
Durante toda la semana, Kazuto y Shino se intercambiaron cartas. En ellas ponían lo mucho que se amaban, el cuanto odiaban a Shinkawa, el todo lo que querían hacer cuando estuvieran juntos...en fin, lo que se dicen todos los amantes cuando no se pueden ver.
Pero llego un momento en que Kazuto estaba harto de solo palabrería, (y estaba ebrio además), por lo cual fue al cabaret sin importar si estaba Shinkawa o no.
Pero por suerte...no estaba.
Lo que estaba por hacer era una completa locura, algo tan descabellado que si Eugeo lo supiera se lo impediría. Pero de igual manera de ser necesario Kazuto le cortaría la oreja a su amigo con tal de hacer lo que planeaba.
-El que sigue. –El cadenero vio a Kazuto con malos ojos. –Un segundo.
Notó que estaba medio ebrio además de que Shino había pedido que lo sacaran una vez.
-Lo siento forastero, pero a ti no te puedo dejar pasar.
-Oh vamos, por favor, ¿Cuánto quiere por dejarme pasar? –Kazuto le mostro algunos billetes al cadenero.
-Pues...
30 segundos después Kazuto estaba dentro del cabaret buscando a Shino con la mirada.
Pero el cantinero lo detuvo.
-Buenas noches, dottore. ¿Qué es lo que pedirá esta noche?
-Quiero lo más fuerte que tengas.
-Vodka de 60 grados.
-Lo quiero. –El cantinero sirvió una onza en todo un vaso de jugo de piña. En cuanto lo bebió sintió que el piso se le movía, estaba bastante fuerte aquella mierda.
Pero debía juntar valor para hacer lo que estaba por hacer.
Le temblaban las piernas y sus manos estaban congeladas de los nervios. Incluso se veía algo pálido.
-He visto esa cara suya algunas veces...y déjeme decirle que tenga total confianza, nunca dude de lo que puede lograr.
-¿Cómo puedo tener confianza en mí mismo?
-Simple, apueste todo a sus huevos y a su permanencia, porque no tiene otra cosa que eso, ¡¿o es que acaso no tiene huevos?!
-Claro que tengo...pero en este momento.
-Tome bien en cuenta lo que le estoy diciendo, es lo único que tiene en este instante. –El cantinero sirvió más vodka.
Y ahí estaba ella, sus orejas de conejo rebotaban, sus mallas la hacían ver muy sexy, su escote hacia sonrojar a Kazuto y su rostro...su rostro lo volvía a enamorar.
Shino caminaba por el cabaret, esta vez solo era mesera, pero de todas formas se veía muy linda.
Por ello mismo Kazuto se levantó y camino hasta ella, sin que lo viera la tomó de la mano y la llevó hasta la parte donde los reflectores no alumbraban.
-¡Que putas madres estás haciendo! –Shino se vería interrumpida de lo que estaba diciendo ya que Kazuto unió sus labios con los suyos.
Ella tenía los ojos abiertos como platos mientras Kazuto los cerraba fuertemente.
Era un beso apasionado, pero Shino se apartó de él.
-¡¿Estás loco?, Si Shinkawa nos ve haciendo...!
Sería interrumpida nuevamente ya que Kazuto la volvió a besar.
-Ven, vámonos.
Kazuto tomó la mano de Shino y la llevó por la parte trasera del cabaret para salir.
-¡¿Kazuto, que estás haciendo?!
-Eso no importa, solo muévete.
Shino se soltó de la mano de Kazuto.
-Yo no me muevo de aquí hasta que me digas a dónde vamos.
-Me temía que dijeras eso...perdóname por lo que voy a hacer.
Kazuto tomó en brazos a Shino y la llevó cargando, aunque ella ponía resistencia no podía bajarse.
Únicamente la subió a su auto y le puso los seguros sin posibilidad de que pudiera abrirse.
-¡Kazuto déjame ir, si no lo haces Shinkawa va!
-¡No me importa lo que él pueda hacerme!...solo quiero estar junto a ti.
Arrancando el auto, Shino ya llegó a la conclusión de que Kazuto no la dejaría ir.
No sabía si podía decir que esto era un secuestro...pero lo que era seguro es que Kazuto se la había robado a la vieja escuela.
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Tacos wey :v esto me recuerda a las telenovelas mexicanas que me ponía a ver con mi abuela cuando era niño :v
Está no se la esperaban, verdad?
Nos vemos en una semana y feliz navidad.
-Arturo
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