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1. Una pesadilla vívida

Los gritos se apoderaron de mi hogar, corrompido por el pandemónium que se había forjado a raíz de la recién ocurrida desaparición de mi hermana. Deseaba poder ir a buscarla y correr por la nieve sin importar qué pudiese encontrar allá afuera, pero me habían negado el sencillo permiso.

Yo, Karol, yacía sentada en uno de los grandes sillones marrones que tanto me gustaba ocupar, junto a Kendra, en muchas tardes frías frente a la misma cálida chimenea, que ahora estaba apagada, al igual que mis emociones.

Mi mal presentimiento no fue en vano o falso... Kendra había desaparecido, y no tenía idea de adónde pudo ir.

Y es que siempre fue verídico su deseo por dejar atrás estos lugares tan alejados de la gran ciudad, pues ella quería vivir más allá de un gran bosque... deseaba explorar muchos lugares, conocer a una multitud de gente.

Fue entonces allí. sentada donde estaba, cuando recordé que mi mente avisó a través de un sueño del pasado que mi padre, el señor Nicholas Thompson, le había arrebatado la vida a un muchacho antes de mi nacimiento.

Con un poco de miedo ante ese recuerdo profano, observé la mirada perdida de mi madre, consecutivamente, el ceño fruncido de papá, quien gritaba blasfemias hacia el teléfono de la casa. Se suponía que este hablaba con la policía, pero al parecer le habían dicho algo que lo sacó totalmente de sus casillas. Supuse que le habían dado el aviso de las 72 horas para poder dar por "desaparecida" a Karol.

—Padre— Exclamé, sin mucho que esperar por su respuesta— ¿Alguna vez has matado?

El, quién ya había colgado el teléfono de nuevo, dirigió la mira ante mí, fija y podía decirse que terroríficamente.

—Jamás asesinaría, hija— Sentía que mi padre rompería en lágrimas en cualquier instante, al fin y al cabo, mi hermana podría estar en cualquier punto del bosque, muriendo de frío, y nosotros seguíamos en un fijo lugar esperando que algún milagro de los dioses se hiciera físico.

—Sí, lo siento, es que todo esto me tiene dando mil vueltas por dentro— dije, un poco confundida, pues mis sueños no solían ser erróneos, y no me podía permitir juzgar acerca del proceder de uno de mis progenitores .

Aquella noche no fue para nada acogedora, el sueño no parecía querer volver a mi cuerpo, así que di varias vueltas por mi habitación tratando de meditar acerca de la posible ubicación de mi pequeña (ya no tan pequeña) hermana.

Kendra, con tantos sueños por cumplir, no podía haber muerto en medio de una insidiosa tierra "sorbete", habitual de este lugar donde mis padres decidieron formar un hogar, alejados de una multitudinaria civilización, pues en el pueblo cercano no vivirían más de 300 personas.

Así fue como mis ojos empezaron a arder de las lágrimas que llevé conteniendo unos instantes. Exploté, y lo hice porqué la sensación de incertidumbre estaba a punto de acabarme, cual cigarrillo que se extingue por el poder inmarcesible del fuego...

Ni siquiera veía posible la acción de pasar bocado o trago alguno, cuando mi madre llamada Gretchen preparó chocolate caliente, una de mis bebidas favoritas.

***

Eran las dos de la madrugada, mi insomnio parecía no querer desalojarme, así que bajé a la cocina por algún calmante suave que me ayudase a conciliar la siesta y regresar a los brazos de Morfeo una vez más. Pero para mí asombro, al llegar al comedor, y mirar por el ventanal que daba directo al frente de nuestra casa, logré divisar lo que parecía ser una figura humanoide que medía casi dos metros a simple vista.

Restregué mis ojos esperando que hubiera sido mi engañosa imaginación, pero no, al momento la criatura seguía allí. Parecía estar observándome atentamente, como si se ensañara por conocer los más recónditos pensamientos que en mi mente emergían con una fuerza similar a  las  fuentes de agua a toda presión, y la sangre que derrama una herida recién provocada.

Mi cuerpo temblaba ligeramente, y poco a poco se entregaba a las garras pertenecientes al miedo. Mis manos hacían movimientos involuntarios, pero no podía hablar o emitir algún sonido, estaba estática, casi podría haber empleado la expresión "muerta del miedo", pero si la muerte me hubiese constipado en ese mismísimo momento, no hubiese presenciado la serie de acontecimientos que ocurrieron luego del avistamiento de dicha monstruosidad, en el porche de nuestra cabaña.

Él avanzó, cambió de lugar paulatinamente, hasta quedar a una separación muy escasa del vidrio que dividía esa sección de la casa, y que limitaba con el ímpetu de la naturaleza.

Pude detallar sus características semi-humanas, a pesar de contar con una máscara digna para una tienda de horror, su cabello era lo que podía llamarse normal, caía por sus hombros sin escatimar. De su cabeza, que doblaba el tamaño de la mía, salían dos cuernos que se curveaban hacia arriba, y le daban un aspecto espeluznante al sujeto.

Su mano tocó el ventanal, mi corazón casi estalla de la presión que me invadía en la soledad de la cocina, pues esa presencia de un ser desconocido y extravagantemente abrumador me inquietaba más allá de los límites qué alguna vez me pude establecer.

Su piel estaba cubierta con un abrigo de gran tamaño, y sus pies, de también descomunal proporción, llevaban botas negras que al parecer eran hechas a la medida.

La vajilla temblaba, los cubiertos en el lavaplatos castañeaban, al igual que mis dientes por la repentina aparición de un frío poco común, considerando que la calefacción estaba encendida. Podría jurar que el suelo bajo mis pies empezó a temblar en pequeña magnitud, cuando sin previo aviso, todas las luces que podrían haber estado encendidas, se apagaron.

Mi estado de petrificación cesó en busca de alguna linterna por las gavetas de la cocina. A paso lento me aproximé al ventanal con el foco encendido, pero ya la criatura que mencioné se había esfumado de su sitio. Finalmente, y aún  temblando de pies a cabeza, decidí partir a mi habitación cuando mi anatomía topó con cierta bestia que rozaba el techo sin esfuerzo requerido.

Y ahora no era yo la paralizada en efecto del miedo, era el tiempo, pues todo el ambiente no físico había colapsado en tan sólo un par de segundos.

—Tienes que ayudarme a encontrar a Kendra— Dijo él, con una voz tan poderosa que todo vello en mí se erizó, uno a uno.

Retrocedí, despavorida— ¿Quién eres y porqué estás dentro de mi casa?—fue lo único que mi mente encontró propicio para cuestionar.

—No hagas muchas preguntas, créeme que no quieres saber— Dijo él. En el instante quise gritar, correr hasta el cansancio absoluto y escapar de aquella horrible situación que me helaba hasta los huesos. — ¿Y bien?

— ¿Cómo podría confiar en ti?, ¿Por qué quieres encontrar a mi hermana?

No respetó mi pregunta, no respondió. Con sus brazos que parecían forjados en el más fuerte hierro, me tomó por la cintura cargando todo mi peso en su hombro, como si yo fuera una pequeña y liviana pluma de ave. Intenté lastimar su espalda con mis manos, pero no funcionó aquel acto impune en defensa propia. Mi fuerza no significaba nada ante su imponencia. En el instante que me dispuse a gritar, tapó mi boca con un pañuelo húmedo con lo que intuí, era cloroformo... CLOROFORMO!?!?

(Narra el sujeto desconocido)

Aún no había olvidado lo que fui antes, y mi objetivo a ser en algún futuro no muy lejano.

Tal vez mi tamaño había cambiado, mi personalidad seguramente igual.

Aquél día dónde todos mis amigos y yo estábamos haciendo de las nuestras con vandalismo nada disimulado, no estuve del todo en acuerdo con lo que cometimos. Ellos me dejaron atrás, aun cuando pudieron hacer algo por mí. Obviamente consideré el hecho más que prioritario de salvar sus propias vidas, y dejar la mía perecer para resguardar las de ellos, pero aun así el peso emocional que aquél día me dejó fue, dentro de lo que cabe, inconmensurable.

Quedaban en un segundo plano entonces, todo lo que ocasionó en mí el no haber muerto con la presencia de dos impactos recién efectuados en mi organismo, un disparo en la pierna, que me inmovilizó por completo debido al dolor, y a la consecutiva caída, el golpe cortante que mi cabeza recibió por una piedra en inconveniente total. No fallecí, eso facilitó el proceso que ese par de energúmenos, una pareja adulta de señor y señora, eligieron para mí.

Me destinaron a una tortura perenne, maldición consecuente qué me cambió en totalidad. Dentro de esa circunstancia, prefería haber muerto, entonces algo volteó radicalmente las fichas del juego, una oportunidad adyacente de guiar los hechos a mi favor se acababa de presenciar, por fortuna.

Kendra, una muchacha de castaños cabellos, quién era hija de los desalmados que me hicieron daños irreparables, sucumbió ante un repentino resbalo, provocando una herida en su nuca que emanaría el escandaloso fluido.

La posibilidad se ameritaba en conseguir alguna forma de capturarla y chantajear a los padres para así revertir la maldición a la que me condenaron hacía unos 20 años.

Seguiría con mi edad de 19, más mi cuerpo cambiaría un montón, pues ahora parecería un gigante al estilo de alguna película fantástica de ensueño, sólo que mis heridas, nunca sanarían, pues el disparo y la ruptura de cráneo siempre estarían allí, azotando mi cuerpo, y ese dolor más la inquietante soledad, casi me consumen por completo.

Quedé obligado a permanecer dentro de algún perímetro en el bosque, rodeado por un campo de fuerza invisible, que también se lo pienso adjudicar descaradamente a la matriarca de esa familia detestable, erigida del mal. Sin embargo, podía llegar a ser muy impredecible en momentos que yo simplemente, no estaba. Mi forma física desaparecía y yo no era más que un alma en pena vagando entre altos pinos. Noté que sucedía cada vez que las dos hijas se alejaban de la cabaña. Descubrí también que bajo esos cortos lapsos de tiempo, lograba traspasar la cápsula invisible hasta la vivienda de la gente mencionada, más no salir del bosque o entrar mayormente en sus aposentos.

Cuando decidí irrumpir en ese campo, sin importar que tanto doliesen mis heridas, fue con el claro objetivo de raptar a la muchacha quién yacía inconsciente y sangrante en el gélido suelo.

Tomé su cuerpo en mis brazos y corrí fuera de allí lo más rápido que mis grandes piernas permitieron. No podía arriesgar a que llegase a morir, así que con los pocos implementos que había acumulado con el paso de los años, paré el sangrado de su cabeza.

Aproveché en cambiar la venda de mi pierna, vendas que mantenía lavando para preservarlas en el mayor tiempo posible. El dolor era insoportable, sin mencionar la inescrutable y caliente sensación de una bala dentro de tu pierna. La maldición de esa bruja me mantenía en esa posición desde muchos años, me había acostumbrado al dolor, el único acompañante en mis largas noches. Poco a poco olvidaba mis recuerdos de la vida pasada, sólo me concentraba en cumplir mi meta, salir del embrollo con vida o muerte.

En los pensamientos que mi mente forjaba, llegaba la culpa, y la interrogante de ¿Por qué someterme a tal acto tortuoso? , ¿Por qué no acabaron conmigo sino que me dejaron en este plano para merodear sin descanso?

Entonces, tan rápido como un ávido rayo de luz, la joven, y ahora consciente Kendra, golpeó mi herida con una rama de grande proporción. Logró hacerme tambalear, pero no flaquear. Ante su precoz intento de huida, traté de perseguirla, y por mucho, la perdí.

La esperanza se apagaba de a poco, sin embargo su rumbo no era hacia la cabaña, eso me daba el aliento faltante. Sólo necesitaba otra pieza, alguien quién me ayudaría a buscar a Kendra y ejecutar mi plan en busca de libertad.

No se me ocurrió alguien mejor que la mismísima hija mayor de los Thompson. Se dio, pues aproveché del cloroformo casero que yo mismo elaboré, para adormecerla. Eso me brindó el tiempo que necesitaba en pro de llevarla a razonar para entender mi horrida circunstancia.

Grande era la cueva dónde me acogía, todo sonido retumbaba en las paredes en un eco de profundidades no habituales. En ocasiones se tornaba terrorífico el sonar de cualquier animalillo dentro del recinto. En esta ocasión, el movimiento de Karol avisó de su despierta presencia, y al verla, su expresión anunció preocupación evidente. Era el momento de dar la mayor cantidad de explicaciones posibles. 

Hola, ¿cómo están?, espero que bien. 

Este es el inicio de una nueva obra que me entusiasma bastante, siento que las bases de esta trama están mejor estructuradas que las de mi primera obra, Adimensional. 

La historia de estas hermanas se desarrolla en el mismo universo de Adimensional, y sí, puede que en cualquier momento se entrelacen entre sí. 

En fín, espero que puedan disfrutar más ampliamente lo que se aproxima. Les juro que se llevarán más de una sopresa con "El dónde de Kendra y el cuándo de Karol".

Agradezco a aquellos que siempre me incentivaron a publicar esto, e idear situaciones ficticias engorrosas en vidas "inocentes" kdekarls ,JosearbenAlisson_2402lendysfuenmayor.

En multimedia, una canción de mi cantante favorita, que en realidad no se asocia tanto a nivel de lírica con la historia, pero la melodía me pareció la óptima para la ambientación del capítulo. When i was older- Billie Eilish

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