20
Namjoon observo el apetecible desayuno que estaba sobre la mesa y luego observo su taza con un líquido transparentado.
Té, él estaba tomando té en lugar de un buen desayuno.
Desde hace unos días había estado con unos dolores de cabeza terribles sin mencionar que su estómago estaba, en palabras del doctor sensible, según este había pescado algún virus que, conforme la medicina y las precauciones debidas, debería de haber pasado hace unos días.
Namjoon no estaba seguro de si era algún virus o quizás un castigo por no ser demasiado honorable. Su hermana se había comprometido por fin.
Desde la visita del ahora Vizconde Lee había pasado un tiempo considerable, tanto que su hermanita por fin había logrado hacer que su Vizconde le extendiera una propuesta de matrimonio.
Hasta el día de hoy, cuando el vizconde Kang pidió su mano, sería el día más agridulce que había tenido. Desde que el compromiso fue oficial, su hermana, así como Seokjin habían sido unos completos perfeccionistas.
Habían estado internándose entre elegir flores, invitaciones, vestidos y todo lo relacionado con una boda.
Debe decir que nunca pensó que planear una boda sería tan difícil. De su casa salían y entraban docenas de personas que tenían el único propósito de ver, ya sea a Seokjin o a su hermana.
Cree que por ser mezquino y no querer dejar ir a su hermana es por lo cual había estado enfermando. Seokjin quien estaba más ocupado que nunca no le había puesto atención a su terrible enfermedad.
Solo Jungkook le daba pequeñas palmaditas en modo de consuelo, era terrible que su hijo era el único que lo consolara cuando estaba casi en la muerte.
A pesar de todo, tampoco había logrado avanzar mucho con Seokjin, al parecer todo era más importante que él, lo cual era decepcionante y frustrante.
Se retiró de la mesa antes de que vomitara su insípido té que debe de aclarar era lo único que tenía en el estómago.
Con pesar se retiró a su estudio, en donde se refugió por ese día. Tenía muchos asuntos a los cuales debía de darles respuesta.
No sintió como el tiempo transcurrió hasta que ya era muy tarde, salió de su estudio notando que en verdad había estado casi todo el día dentro de él.
Salió hasta el jardín trasero que había descubierto ser el favorito de Seokjin y en el cual se sentaba todos los atardeceres tomando alguna bebida caliente con bocadillos y disfrutaba de ver la puesta de sol.
Como era de esperarse, ahí estaba Seokjin, siendo bañado por los últimos destellos del sol.
Se veía precioso, aunque en realidad siempre se veía de esa manera. Entonces Namjoon observando a Seokjin bajo ese esplendor, se dio cuenta de cuánto amaba al doncel.
Lo amaba con todo su ser, había intentado mantener en atracción, pero al final se había enamorado terriblemente del doncel.
En verdad, ahora que aceptaba lo que sentía por Seokjin debía decir que sentía ese amor en cada partícula de su alrededor.
Había sido bastante crédulo al no aceptar sus sentimientos, había defendido a Seokjin de entre todos y le dio el título que le correspondía por ser su esposo. Maldición lo había hecho su esposo basándose en Jungkook.
Ahora comprendía que eran simples excusas para no aceptar que amaba a Seokjin, lo amaba tanto que sentía que la descripción de la más romántica historia no era suficiente para describirlo y esperaba algún día tener el valor para confesarlo.
Era amor, simple y mundanamente amor.
Una boda, ella junto con su madre habían deseado una boda.
Una boda obtuvo.
No fue difícil obtenerla, por supuesto que no lo difícil fue tener escrúpulos para intimar con el novio.
Casarse por cuestiones financieras era común, ella podía decirlo, pero casarse por esas razones con el barón Park era un completo sacrificio.
Cuando Hyo-ri había obtenido la propuesta del vizconde era más que claro que ya no podría intentar tomarlo, podía ser ambiciosa, pero sabía que intentar algo en contra de esa relación era claramente ir en contra del Conde y nadie con cerebro lo haría.
Luego del duelo que sostuvo con el barón, muchos alabaron su benevolencia y honor al dejarlo vivir, pero no mencionaron que el barón tuvo que vivir con cuatro dedos menos.
Para el barón era un recordatorio constante y como hombre tenía el ego muy dañado, entonces Hyo-ri pensó en la solución perfecta.
Casarse con el barón.
Era claro que no tenía herederos varones y con sus ahora limitantes era difícil que obtuviera una esposa, además el hombre era muy adinerado, no como los Kim, pero sí lo suficiente para tentarla.
Fue un día en particular en donde, por cuestiones irrelevantes, fueron invitados a un fin de semana campestre por parte de un duque. El barón en cuestión había asistido; sin embargo, tuvo que prescindir de la caza al no poder sostener el arma.
Ella había visto como el barón había tomado mucho licor y entonces tuvo el plan perfecto, el hombre estaba borracho y ella había podido escaparse de su madre.
Había encontrado al barón cerca de sus habitaciones y entonces decidió atacar. Se acercó para saludarlo, enseñándole muy claramente sus senos, los cuales lo habían tentado.
El hombre estaba borracho y ahí estaba ella, una joven y atractiva mujer enseñándole cosas que lo llevarían a la lujuria.
Cuando ingresó a la habitación, Hyo-ri pensó que no había funcionado, pero dejó la puerta abierta, así que ella decidió ser valiente e ingresó.
Noto cómo el hombre se desvistió completamente, notando lo gordo que estaba y cómo se tambaleaba, además el miembro apenas se notaba.
Cuando el barón se recostó en la cama, ella supo que tendría que hacer todo el trabajo y la verdad era un completo sacrificio.
Ella también se desvistió y rápidamente estuvo sobre el barón, en esa posición podía sentir claramente el miembro en su intimidad, sintió como la mano del hombre jugo con sus senos apretándolos y acareándolos hasta que estos estuvieron duros por la manipulación.
No bastándole con ello, tomó sus pezones entre dos de sus dedos y los retorció. La mezcla de dolor la hizo gemir y pudo sentir claramente cómo el miembro saltó ante su respuesta.
Ella sabía que tenía que continuar, así que rápidamente se dejó caer sobre el miembro del barón; le había dolido bastante. Cerró los ojos y se imaginó que quien estaba con ella no era el barón sino otra persona.
Teniendo ello en mente inicio a moverse, para el final del acto ella estaba muy animada sintiendo ese placer carnal que en su mente le proporcionaba alguien muy bien parecido.
Era claro que fueron descubiertos y entonces fue claro que debían de tener una boda, al final termino casándose una semana antes que Hyo-ri.
El barón había sido muy insistente en la intimidad para poder engendrar a un heredero que por más esfuerzos no se concebía, o al menos así fue hasta que ella tuvo a bien mantener relaciones con el vizconde Lee.
El cual se había casado con una chica bastante poco agraciada que tenía una fortuna, cuando descubrió el embarazo era claro quién era el padre, pero el barón estuvo tan feliz de poder tener un heredero que la dejo tranquila en la intimidad.
Ese había sido el camino que ella eligió.
Los cascos de los caballos golpeando la tierra era lo que se escuchaba, el viento azotando sus cabellos y dando esa la sensación de libertad.
Embriagador y motivador, con ello se podía describir las sensaciones que tenía en esos instantes.
Seokjin sentía el viento en sus mejillas, sus manos ardían por el dolor de sostener la rienda del caballo, el golpeteo de cabalgar era soportable si se comparaba con la libertad que se sentía al cabalgar de tal manera.
En solo unos pocos minutos pudo ver la casa que se alza frente a él, sabía que Namjoon ya estaba en la propiedad y tenía que dejar su apresurado paseo para otra ocasión.
Golpeado al caballo para que avanzara más rápido, aceleró el galope que tenía, llegó hasta la puerta de la casa en donde los sirvientes los recibieron.
—Llévame con la vizcondesa —la sirvienta asintió y lo condujo a través de la casa hasta llegar a la habitación en donde estaría Hyo-ri.
Afuera de la habitación estaba Namjoon junto con el vizconde, ambos lucían nerviosos por cómo caminaban y sus manos no tenían lugar específico para posarse.
—Seokjin —Namjoon se dirigió hacia él, dando un claro estremecimiento cunado Hyo-ri grito de dolor.
—Acompáñala por favor —Seokjin asintió y se dirigió hacia la habitación.
No entendía por qué era importante su presencia, pero entendía que era mejor que estuviera ahí por la cordura de los dos hombres fuera de la habitación.
Cuando Seokjin ingresó a la habitación, se encontró con Hyo-ri lanzándole una almohada a su doctor.
—Seokjin por amor a todo lo mundano. ¡¿Dónde estabas?! Estoy aquí desangrándome y tú no estás por ningún lado —el doncel no dijo nada, porque bueno, su cuñada estaba dando a luz y no quería alterarla más.
—Ahora estoy aquí, no te preocupes —ella asintió y Seokjin le tomo la mano en una señal de apoyo.
Era claro que el nacimiento sería pronto, porque los fuertes dolores atacaban a su cuñada. Ella estaba en la cama toda sudada y bastante cansada por la labor de parto.
Pasaron largos minutos en donde ella estrujaba su mano como si fuera su descarga de dolor personal, él podía ver los reflejos de dolor que ella tenía y le tenía compasión.
Los gemidos de dolor, incluso había podido escuchar algunos gruñidos, eran lo normal para él.
El doctor no parecía hacer mucho, solo observando entre las piernas de su cuñada, sin mencionar que pedía cada vez más toallas y agua. No entendía por completo por qué pedía tantas toallas.
Sin embargo, lo descubrió cuando notó cómo las toallas salían llenas de sangre; era claro que algo no iba bien.
Con pesar soltó la mano de Hyo-ri y se acercó al doctor.
— ¿Se encuentra todo bien? —el hombre lucio tranquilo como si la situación no fuera nada grave.
—El bebé viene en una mala posición, solo queda esperar y esperar que todo salga bien —Seokjin estaba incrédulo ante ello, ¿acaso no era doctor?
— ¿No hará nada? —el hombre solo se alzó de hombros.
—No puedo hacerlo, si el bebé nace será porque Dios lo quiere así, de la misma manera si surgen complicaciones —a Seokjin le tembló un ojo ante lo dicho.
Con furia por lo dicho entendió que debía de poner orden.
— ¿No le pagan para atender el parto? Entonces hágalo —el hombre tuvo el descaro de lucir ofendido.
—No puedo entrometerme con el destino, Conde —bueno, eso había sido todo, se dijo Seokjin.
Con una determinación que le surgía desde lo más profundo tomo al hombre por el cuello de la camisa y contrario a lo que se pensaba lo arrastro hasta la cama en donde Hyo-ri tenía las piernas abiertas.
Sin soltarlo de la vestimenta, lo inclinó para que pudiera ver entre las piernas de su cuñada, casi enterrando la cara del doctor en ese lugar cuando este tropezó y lo único que lo detuvo de caer era el fuerte agarre de Seokjin.
—Tome todos esos años de ejercer medicina y haga que el bebé venga sano y salvo —el hombre lució, furioso ante ello.
—No puedo hacerlo, no he tenido que intervenir en este tipo de partos —Seokjin lo miro incrédulo.
— ¿Qué tipo de doctor es usted? —Antes de pensarlo bien, las palabras ya habían salido de su boca.
Su cuñada, que estaba más concentrada en gemir de dolor, no prestó atención en lo que sucedía.
— ¿Alguien ha asistido a un parto como este? —todas las sirvientas negaron ante la cuestión.
Seokjin podía ver como la sangre seguía saliendo y tuvo pánico de perder a alguno de los dos, ahora eran familia y debía de poder ayudarlos.
—He visto cómo el capataz ha asistido a los partos de los animales en las caballerizas, aun cuando son complicados —ante lo dicho, Seokjin ideó una idea.
Rápidamente, abrió la habitación y decidió que las cosas debían ser rápidas.
— ¿Alguno de ustedes ha estado en el parto complicado de animales? —ambos hombres negaron.
—Mi capataz ha estado en algunos —con esa respuesta Seokjin asintió.
—Tráelo ahora —con ello regreso a la habitación en donde el doctor aún estaba viendo qué hacer con Hyo-ri.
—En unos minutos traerán la ayuda necesaria y espero que coopere con las indicaciones —el hombre no estaba contento y cuanto intento replicar una mirada de Seokjin lo silencio.
Solo fue cuestión de que el capataz comentara que tenían que colocar al bebé en la posición correcta. Fue algo doloroso para Hyo-ri y al menos el doctor había obtenido nuevas experiencias bastante forzadas, sí, pero Seokjin no dejará que su cuñada muriera, por supuesto que no.
Al final tenían a un hermoso bebé que lloraba con fuerza.
Eso les daba a entender que estaba sano.
Cuando salió de la aversión para dejar que el vizconde estuviera con Hyo-ri Namjoon rápidamente se colocó freno a él.
Rápidamente, Namjoon tomó a su doncel y lo besó ferozmente. Seokjin gimió ante la sorpresa y correspondió el beso, aunque estuviera algo confundido.
—Dios te amo Seokjin —ante las palabras, Seokjin abrió los ojos impresionados por la confesión —No tienes idea de cuánto te amo y estoy tan agradecido de que ayudaras a mi hermana —en esta ocasión Seokjin fue quien lo besó.
—Yo también te amo Namjoon —ante ello el hombre sonrió tan brillantemente que nadie lo hubiera creído.
—Me haces tan feliz mi hermoso doncel —un nuevo beso fue dado.
Un beso lento en donde disfrutaban de sus labios y del sabor de ser que la persona contraria tenía fuertes sentimientos.
Fue el beso que sello el comienzo de su relación sentimental, una en donde no tendrían motivos para ocultar cuanto se amaban.
Creado: 08/07/2024
Publicado: 06/11/2024
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