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Capítulo 3: Abigail y Caos

Caos seguía durmiendo, Abigail estaba perdida en sus pensamientos, cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe, sacando a la niña de su mente quien giro la mirada para ver al campeón del orden entrar con mirada sombría y una espada en su mano que le resultaba sumamente familiar.
-¿La espada de Daiana?- Inquirió Abigail, Owen asintió caminando hasta ella.
-¿Cómo esta?- pregunto él.
-Cada vez peor, no sé cómo puedo ayudarlo...
-Nadie lo sabe- le dijo el campeón, sentándose a su lado- pero ¿Qué tienes tú?
-Le prometí que lo cuidaría, pero no sé qué hacer....
-¿Alguien sabe acaso que hacer?
-Hay que traerla de vuelta, él la necesita... ayúdame...- rogó ella, él suspiro negando- ¿Por qué?
-No se puede y los sabes.
-Tártaro no puede, pero hay otras formas... debe de haber otras formas.
-Déjalo ya, si no aceptas que ella no volverá, él no lo aceptará- regaño, poniéndose de pie- acéptalo...
-No puedo porque si fuera necesario daría mi vida para que ella este de vuelta- Owen la miro unos segundos extrañado, antes de sonreír con tristeza.
-Todos lo haríamos, pero eso no significa que ella volverá solo porque lo queramos... esta muerta y no hay nada que se pueda hacer para que eso cambie- y sin más se fue dejando la espada junto a ella.

Caos se removió un poco, antes de quedarse quieto otra vez, Abigail acaricio su cabello mientras comenzaba a tatarear una canción de cuna, él se relajó cada vez más, ella sonrió con dulzura, al notar que al menos por un rato el estaba en calma.
-Daiana- susurró, después de varios minutos- Daiana... Daiana, vuelve por favor- rogó, incorporándose de un salto, él la miro.
-Caos, ¿Estas bien?- inquirí preocupada.
-La quiero- ella asintió, él iba a continuar, pero vio la espada, la tomo con delicadeza acaricio la empuñadura de oro puro y el filo de acero indestructible- Daiana- soltó en un susurró apenas audible- ¿Dónde?
-La trajo Owen...
-¿De dónde?- Insistió.
-Ra la encontró y la trajo- explicó ella con calma, pero él no la miraba, seguía con la vista fija en la espada.
-Daiana- volvió a susurrar, antes de mirarla- lo siento- se disculpo y dos segundos después Abigail quedo inconsciente en el piso.

Caos se puso de pie y miro la habitación vacía, movió su mano para que los muebles volvieran a su lugar, tomo a Abigail en sus brazos y la recostó en la cama antes de desaparecer.

Él salió del castillo sin que nadie lo viera para ir al mundo humano, había oído que había una mujer que tenía conexiones con el más allá, pero él sabía que ella era hija de Hades además de ser una bruja, y por ello él Fue a verla, si alguien podía ayudarlo a recuperar su alma era ella.

Entro al lugar, era una pequeña tienda muy decorada con un muy fuerte olor a sahumerio, una pequeña campana sonó al abrirse la puerta. Una mujer de unos 30 años de cabello negro y ojos a juego, llebaba un vestido del color de su cabello, que era suelto y no dejaba ver bien sus curvas; su piel era muy blanca como si fuera un fantasma. La mujer miro a Caos con curiosidad; él le sonrió con tristeza.
-¿Qué hace alguien tan poderoso en mi tienda?
-Busco ayuda...- aseguró él.
-Ven por aquí- invitó, guiándolo hasta una pequeña sala, había una pequeña mesa con dos sillas, ella se sentó en una y Caos la imito acomodándose en la otra- Veo mucho dolor en ti- este asintió débilmente- ¿Puedo preguntar quién eres?
-Soy un dios...- ella se quedó callada, sus ojos denotaban gran sorpresa- que necesita tu ayuda...
-¿Cómo podría yo ayudar a un dios?- indagó algo confundida.
-Sé que eres hija de Hades y yo perdí a alguien...
-¿Crees que está en el inframundo?
-No lo creo, lo se...
-¿Quieres saber cómo esta?- él negó débilmente antes de mirarla a los ojos, en los de él se reflejaba la mismísima oscuridad de un alma destrozada.
-No, La quiero de vuelta...- Caos dejo la espada en la mesa, ella la tomo mirando cada detalle.
-Es de la persona que perdiste- él asintió- la espada es antigua y está llena de sangre- una sonrisa melancólica se escapó de los labios del dios.
-¿Cómo la traigo de vuelta?- indagó con algo de desesperación en su voz.
-No puedes traerla de vuelta- confesó con algo de tristeza- deberias saber que los muertos deben quedarse muertos- ella había visto el dolor del dios, pero también gracias a la espada pudo saber que donde estaba Daiana y era casi imposible entrar allí y salir con un alma.
-No le digas lo que le dices a los humanos- se quejó- sé que puedes traerla de vuelta, tu puedes entrar al reino de tu padre y sacarla de allí.
-No está a mi alcance...
-¿Por qué? ¿Y por qué mierda todos dicen lo mismo?- interrogó molesto.
-Está en los campos de castigo, el único que la podría sacar de allí es mi padre y creo que sabes muy bien que él no lo hará- Caos se sorprendió, la culpa lo invadió aún más, era su culpa que ella estuviera allí y Ahora con más fuerza quería sacarla de allí. Se puso de pie.
-Necesito traerla de vuelta, como lo hago- ella no respondió, Caos la tomo por el cuello haciendo que se chocara contra la pared- ¿Cómo la traigo de vuelta?- inquirió con la ira escapándose de su ser y así mismo su poder.
-¿Quién eres?- interrogó ella con el miedo recorriendo su cuerpo.
-Soy Caos, dios primordial del caos- la sorpresa y el temor estaba más que visibles en los ojos de ella- ¿Cómo la traigo de vuelta?- Insistió, acorraladola contra una pared mientras presionaba el cuello de ella con su brazo.
-Necesitas un cuerpo, y llamar el alma, tienes que tener algo de su antiguo cuerpo para que el alma sepa donde debe ir... pero es imposible, su alma podría perderse en el camino, un solo error y el vacio la consumira- explicó con algo de desesperación.
-Es improbable, no imposible... ahora ¿Cómo llamo a su alma?- siguió presionando un poco más su agarre.
-Te daré una invocación, pero suéltame por favor- él lo hizo y ella se apresuro a salir, volvió con un pequeño papel en sus manos que le entrego.
-¿Tienes su sangre?- interrogó preocupada, no le gustaba la idea de que él hiciera eso, muchas cosas podrían salir mal. Caos por su parte no estaba pensando, tomo la espada por la empuñadura hizo aparecer un pequeño frasco, movió su mano por el fijo de la espada para que de esta salga un pequeño hilo de sangre que lleno el recipiente- eso bastara, pero nada te asegura que ella pueda volver.
-Volverá...- ella asintió no muy segura y sin más Caos desapareció.

Él entro a un pequeño taller, que parecía el de un escultor o un pintor, solo había una pequeña ventana, una banqueta alta, un escritorio lleno de frascos, papeles, lápices, pinceles, pintura y otras cosas para dibujar, en la pared de la puerta había un gran mueble con muchas puertas pequeñas, Caos se sentó en la banqueta frente al escritorio dejando el frasco y la espada a un lado antes de empezar a dibujar. La traería de vuelta, costara lo que costara, porque era su culpa que ella estuviera allí y no se perdonaría jamás si Daiana no volvía a la vida, a sus brazos, a su lado.

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