Parte 8
Llegando a la laguna de la Náyades, fue un caminó llenó de bestias y peligros, sin embargo, fuero diezmados por los seis dioses. Éstos ganaron experiencia y confianza en la pelea y empezaron a mejorar gradualmente.
El Reencarnado sonrió, había un caminó que no tenía ninguna de estas cosas y podrían llegar sin pelear, pero era necesario que sus hermanos maduraran su mente para la guerra. Sino, no estaba seguro de que ganarían.
El era una gran incógnita en este mundo, había nacido como el Séptimo hijo de Cronos y había demostrado ser el más poderoso hasta el momento. Claro que esto era por su entrenamiento riguroso y el absorver el poder y la vitalidad de Cronos.
Esto fué un plus demaciado alto, su cuerpo incluso reaccionó crecido más que el de sus hermanos (Aunque no le ganó a Deméter). Pero sus poderes no eran nada que sus hermanos pudiera comprar. Y aprovechando que tenía a los dioses del Olimpo en sus garras, absorbió pequeñas fracciones de su esencia, ganando poder de sus dominio al controlarlos.
Solo le faltaba el control de la vegetación de Deméter y las tormentas de Zeus. Primero, por qué ella y el nunca tuvieron tierra para dar vegetación, pero cuando lo logré, creará árboles que llegarán hasta las estrellas. Y segundo, a Zeus nunca se lo comieron.
Exagerado pero era lo que el creía. Aún así, ahora tenía que ir con las Náyandes, ellas eran las únicas que podrían guiarlas serca de el tártaros, donde habitan los Cíclopes y así tener de una ves por todas sus armas.
También tenía planeado tomar algunos Titanes. Quería poder militar para que está guerra fuera segura y decisiva contra su padre. Sin embargo, no sería fácil y sabía que podía perder, así que tomaría a los Cíclopes y absorveria la escencia de los forjadores en algunos.
Tenía poder y sabía que no sería difícil ir con ellos, lo difícil sería convencer a las Náyandes, las necesitaba para llegar lo más rápido que se pudiera. Y cuando las ví, sus miradas fuero completamente hostiles.
- ¡Que hacen en terreno sagrado! - Gritó una casi mordiéndose el labio de la ira.
- Sentimos nuestra falta de respeto, pero necesitamos su ayuda. Los Titanes buscarán erradicarnos y no tenemos el suficiente poder para hacer algo. Por lo que les pido que me lleven a las puertas del tártaros, para así poder enfrentarlos y mantener a mis hermanos a salvó - Estos las sorprendió de sobre manera, por qué en si, ella sabían cómo llegar, pero nunca han mencionado el secreto por temor a Cronos.
Pero este muchacho de porté elegante se inclinó pidiendo ayuda, algo que las Náyades nunca habían visto más sólo en humanos.
La humildad de un díos.
Todas se juntaron y hablaron entre ellas. Ayudarlo solo sería perjudicial para todas ellas, pero en sus corazones habían plantas la semilla de la piedad.
Todas ella asintieron estando dreacuerdo entre si, y los miraron para hablar seriamente.
- Les guiaremos. Pero no más serca de lo que uno pueda llegar. Les daremos las indicaciones y como entrar, pero esto no tiene que salir de ningúna de sus bocas. Podría ser atroz para todas nosotras - Dijo la diosa menor con seriedad. Entendiendo la gravedad de la situación, incluso sus hermanos temblaron por lo que les podría pasar a esta bellas criaturas, a excepción de Zeus, que llegó sin enterarse de nada
- Lo juro por mis hermanos. Por mi vida - Fue el juramento que marcaría la era de un díos sin destino y que el universo recordaría.
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