El era omnisciente. Era capaz de ver los sentimientos y pensamientos, las verdades del mundo y los secretos más escondidos y bajos de este Mundo.

Gaia, los Titanes, los Cíclopes, hecatonquiros, Cronos, Rea. Incluso Nix y demás, no se salvaron de que sus secretos sean brutalmente profanados por este bebé, fascinado por el mundo que tenía en sus manos.

Está alimaña estuvo absorbiendo la energía, esencias y nutrientes, y todos los cadáveres que caían. Incluso uso la carné de su padre cómo sacó de boxeo para medir su fuerza.

Lo que se resumió en una agonía interminable para el Titán Cronos. Si este niño siquiera sufriera de sueño o deseó de descanso, Cronos no tendría que beber cantidades bíblicas de Ambrosina, ni devorar cantidades mensuales de comida sin diezmar la vida en las tierras más fértiles.

Pero incluso si nadie, ní siquiera Gaia entendía esté comportamiento de su hijo. Una pequeña bacteria si lo sabía.

Teniendo un poder omnisciente propio, sabía todo lo que ocurría, incluso fue capaz de salir del estómago y vagar por todo el cuerpo del titán Cronos y usarlo como madriguera. Incluso decorándolo para hacerlo más acogedor.

Su cabello ceniza, con toques dorados, se desplazó suavemente por las manos del chico.

- Que bien que se siente mi cabello - Dijo suavemente, perdido en un placer extraño.

Actualmente estaba acostado sobre una carné palpitante, pero muy cómoda. No había que ser un genio para saber que era el corazón de su padre latiendo con vida. Su tamaño era simplemente descomunal.

Apuñalando suavemente la masa de carné con su uña recubierta en un filo morado, todo su alrededor se agitó, y un gritó atronador sofocado por las paredes de carne y hueso sacudió todo lo existente. Ésto le dió más placer al pequeño niño, que se reía con maldad por sus "travesuras".

- Huy... Perdón por lastimarte de nuevo ¡Papi! - Burlón y descarado era cómo se le debía decir al dios desayunado.

Pero no era tiempo de lamentos, eso ya lo sufría su padre. Se tenía que consentrar en la razón principal por la que apuñaló a su padre.

- Esto me dará tiempo para llegar al estómago. Con esto lograre salvarte... Hermana - Dijo con una sonrisa misteriosa, saltando y corriendo, en un constante apogeo de acrobacias increíbles por todo el cuerpo del titán Cronos.

Llegando rápidamente, sabía que lo único que quedaba era esperar y mirar. Ya habían pasado Mil años y aún con ese tiempo esperando, estaba ansioso de poder ver a su diosa favorita.

Siempre sintió un sentimiento especial por la familia, y eso llevo a tener una conección inmediata con la diosa aún recién nacida.

Ya de por sí lo sabía por su omnisciencia, pero este sentimiento le advirtió de antemano sin tener que activar su poder. Por lo que solo lo usó para cronometrar el tiempo de nacimiento de su hermana.

Ahora solo faltaba que su amoroso padre sé la tragara para tenerla en un confinamiento eterno y mantener su estatus en lo alto de las nubes.

Sonriendo, vió un pañal blanco y puro callendo por lo que una ves, el consideró un posó sin fondo.

Saltando tan alto, que cualquier que lo viera pensaría que está caminado por la nubes, tomo el pañal perfectamente y a acogió en sus brazos.

- ¡Mi Hermana! ¡En Hora Buena! ¡Tu Hermoso Nacimiento Te Traído A Mi Lado! ¡Seremos Los Mejores Hermanos Del Olimpo! - Eufórico y vibrante de alegría, gritó al cielo cómo si el estómago de su padre no existiera.

Solo se pudo oír el chillar alegré del bebé, el cuál bañó los oído del joven con ternura.

Y así nació la hermandad de los dioses.