Un pequeño objeto calló a los jugos gástricos del titán, y cuando estaban por ser digerido, una robusta mano tomo la cola amputada de una gran bestia.

En comparación con de la mano, esa cola parecía ser más grande que una montaña.

Pero de la insignificante mano, una extraña luz violeta empezó a rodear a la cola cercenada.

Está empezó a tomar una tonalidad grisácea podrida. Empezó a arrugarse, el pelaje se caía y empezó a perder su tamaño.

Solamente quedó un hueso secó y duró flotando en el mar verde.

La pequeña mano nunca se despegó de la cola, tanto que quedó aferrado a lo último que quedó. Tomando el hueso y usándola como balsa, se sentó y exaltó un gran suspiró.

Lo que de pronto se convirtió en una tos ruidosa.

- Maldición, me tragué todo el olor a podrido. En serio que este lugar está mal en todo los sentidos - Dijo tapándose la boca y naríz.

Probablemente ya no necesitaba respirar, pero una acción que realizó desde que nació no se olvidaría fácilmente.

Su corazón se tranquilizó, tuvo sentimientos encontrados y muy intensos.

Gigantes, mujeres hermosas, una extraña sensación que recorría toda su carne y estómago hasta aferrarse a su sangre.

El era un dios. Pero antes de ser un dios fue un mortal.

Pero su verdadera identidad era un secreto que este mundo no sabría...

El...

Es...

Un Reencarnado.