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9 - El Dios de las espadas

Akanemi comenzó a preguntarse si en este lugar todo era así, al verse rodeada nuevamente por al menos cuatro doncellas más, que vestían un uniforme rojo, y la guiaban por el palacio llenas de gestos de respeto, cortesía y sobre todo mucho silencio. Por los amplios pasillos habían diferentes personas, pero Akanemi pudo notar rápidamente quienes eran sirvientes y quienes no. Los que tenían algún rango la miraban con curiosidad por algunos instantes, al parecer notando que era nueva en este lugar y los demás ni siquiera alzaban la vista, demostrando claramente que eran parte de la servidumbre y eso de curiosear no era un lujo que pudieran darse.

Se detuvieron de repente ante la ampliaentrada de la casa de visitas, unos arcos rojos empezaban desde la puerta sobreel camino empedrado y pulido que llevaba hacia el interior. A ambos lados habíanhermosos y coloridos jardines llenos de sillas, mesas llenas de comida, vino, cojines,y muchas personas en un alegre y festivo bullicio. Un par de doncellas vestidasde rosa salieron a recibirlas y las que las acompañaban se retiraron sin decirpalabra alguna.

Akanemi y Yurine se limitaron a seguir a sus nuevas guías, sorprendidas de ver un lugar tan diferente en el palacio que hasta ahora era tan serio y silencioso. Bellas mujeres, con vestidos bastante reveladores y de colores escandalosos, bailaban al ritmo de la música tocada por una banda mientras otras servían vino a los invitados que reían de manera despreocupada disfrutando de las atenciones, la música y los bailes. Llegaron a la entrada de un gran edificio de dos plantas pintado de vivos colores, de donde salió una mujer de exuberante cuerpo y bien definidas curvas, usando un vestido púrpura que dejaba bien poco a la imaginación, pues sus amplios escotes mostraban más de lo que la tela cubría.

—Bienvenidas a la casa de visitas del palacio imperial —dijo extendiéndoles una amplia sonrisa y mirando a Akanemi— Me gustaría saber ¿Cuál de las dos es la candidata? O más bien la nueva princesa y la futura emperatriz.

—Entonces eso significa que...

—Si pequeña, imaginé que eras tú. Las noticias llegan primero aquí, con un poco de buen vino y la compañía adecuada nos enteramos de las cosas antes que nadie más —dio una vuelta a su alrededor examinándola— además tu vestido te delata, es de muy buena calidad comparado con el de tu doncella. Aún así me sorprende que él te haya aceptado —añadió poniéndose seria de repente— eres demasiado joven —se detuvo extendiendo su mano. Una doncella vestida de rosa apareció de repente y le dió una fina y delicada pipa encendida— Ahora síganme.

Siguieron a esta mujer alejándose del edificioprincipal por un camino también de piedra pulida, que se separaba del principalcon arbustos floridos en el borde y sin los arcos rojos. La música y elbullicio poco a poco eran dejados atrás, a medida que seguían caminando.Llegaron a un inmenso jardín lleno de coloridas flores que tenía justo en elcentro una casa, que parecía un palacio en miniatura, lo cual no dejaba deasombrar a Akanemi. Aquí cada lugar era mas hermoso que el anterior y lassorpresas no dejaban de suceder una detrás de otra. Parecía imposible queestuvieran dentro de un palacio.

Al entrar, el piso de madera pulida le recordó a Akanemi los salones del té de la mansión de donde procedía y bajó la cabeza por un instante. Yurine corrió a su lado y sostuvo sus manos tratando de reconfortarla, no estaba acostumbrada a verla así mostrando sus sentimientos tan abiertamente. Akanemi negó con la cabeza y sonrió indicando que todo estaba bien.

—Soy Esha —las interrumpió la mujer— la reina de las cortesanas, señora de la casa de visitas, dueña de los placeres, las fiestas y la diversión —dijo con una graciosa reverencia— Me encargo de que los visitantes obtengan una deliciosa estancia en este lugar, donde los relajamos de todas las maneras posibles —añadió con voz sensual y un pícaro guiño provocando que ambas chicas se sonrojaran.

—Soy Akanemi y ella es...

—Solo su doncella —la interrumpió Yurine apretando los dientes y dirigiéndole una significativa mirada a Akanemi.

—Alguien que conoce su lugar y que debería enseñarte el tuyo —dijo Esha mientras aspiraba su pipa— Pequeña, acabas de entrar en el nido de los animales más peligrosos y venenosos de la tierra. Seres que te utilizan para sus juegos de poder y luego te desechan, como un objeto que es reemplazable —sonrió ante la mirada confusa que le dedicó Akanemi— Si no aprendes a comportarte, a seguir las reglas aunque no te gusten y a hacer lo que te dicen, no duraras ni un día aquí —se sentó sobre unos cojines— Por tu cara puedo adivinar que aún no sabes o no entiendes en la posición en la que te encuentras, quien vas a ser en este lugar una vez que te cases —soltó una carcajada divertida— Así que nadie te explicó a lo que te ibas a enfrentar —dio un largo suspiro— Niña, estás en el peor lugar posible para una persona como tú.

—¿A qué te refieres con eso de una persona como yo? —preguntó Akanemi molesta soltando las manos de Yurine.

—Joven, inocente, pura. Justo a eso me refiero, no me malinterpretes, no soy tu enemiga, solo te estoy dando consejos —dijo invitando a Akanemi a sentarse a su lado con un gesto— consejos que nadie me dio a mí —añadió en un tono de voz lo suficientemente bajo para que solo Akanemi escuchara— Si nadie fue capaz de protegerte lo suficiente como para que fueras enviada aquí, no esperes hallar un protector entre estas paredes. Si no eres capaz de protegerte tú misma, nadie lo hará por ti —casi susurró sonriendo con dulzura— Si te mandaron para acá, bajo mi cuidado. Me queda muy claro que no saben que hacer contigo, ni donde ponerte hasta que las ceremonias terminen. No deben saber mucho acerca de tu procedencia, así que aún no pueden tratarte como a una princesa si no has obtenido tu título. En Jensgerdh puede que hayas sido una gran señora, pero aquí no eres nadie hasta que no obtengas tu lugar al lado del primer príncipe.

—Maki —llamó Esha, y una doncella vestida de rosa se acercó con los adornos de los que Akanemi se había despojado antes. Esha tomó el velo y se lo colocó nuevamente cubriendo su rostro— El príncipe fue a ver al emperador y apeló a la costumbre del tercer día, así que la boda se celebrara dentro de tres días. Hasta entonces nadie debe ver tu rostro, solo lo tiene permitido tu futuro esposo. Es una regla que no debes desobedecer —le entregó el resto de los adornos a Yurine— Mañana es el "Jalsha", la ceremonia de despedida de soltera— explicó, imaginando que no sabía lo que significaba —hasta entonces no salgas de aquí, no hables con nadie y ...

—Aún no lo he visto, a mi futuro esposo —la interrumpió Akanemi provocando una extraña expresión de sorpresa en la cara de Esha— ¿Cómo es posible que me haya elegido sin verme? —preguntó de repente, como si fuera algo que llevaba pensando desde que se enteró de que había sido elegida.

Esha seguía confundida. Esto no era propio del príncipe, no era una amiga íntima de él. Pero lo conocía lo suficiente como para saber que algo no andaba bien con esta historia.

—No debes ser tan curiosa, a veces las cosas pasan por un motivo —añadió pensativa— Solo recuerda no salir de aquí hasta que vengan a buscarte y no hablar con nadie que no sea yo o las doncellas que te envie. Maki y Asahi se quedarán con la señorita Akanemi —finalizó dirigiéndose a las escaleras, mientras las dos doncellas puestas a su servicio comenzaban a moverse de un lado para otro, acomodando el lugar y preparando lo necesario para la estancia de su huésped.

—Su baño está listo mi señora —dijo una de las doncellas con una reverencia mientras Akanemi y Yurine la seguían. Aunque tenía el velo puesto, pudo notar que las doncellas hacían su trabajo sin levantar la vista hacia su cara y se preguntó si para tomar el baño también tendría que usarlo.

El lujoso baño parecía un sauna, pues estaba muy caliente, lleno de un espeso y aromatizado vapor. El delicioso olor a flores llenó su nariz, haciendo que por un instante una colorida pradera apareciera en su mente. La imagen fue borrada de inmediato al sentir que las doncellas comenzaban quitarle la ropa. Quiso resistirse pues no estaba acostumbrada a este tipo de atención, iba a hablar para detenerlas cuando Yurine alzó su velo y le hizo un gesto negativo con la cabeza. Suspiró molesta dejando que las doncellas hicieran su trabajo, sintiéndose como una muñeca de carne y hueso. Estaba sorprendida del hecho de que aún sin el velo las doncellas fueron capaces de hacer su trabajo sin alzar la vista hacia su rostro, al parecer tenían bastante experiencia en esto.

Se deslizó dentro de la amplia y lujosa bañera llena de deliciosa agua caliente hasta el borde sintiendo como la calidez inundaba su cuerpo lentamente. Las doncellas lavaron su cuerpo con suavidad haciéndola sentir totalmente relajada olvidando por un instante el lugar donde se encontraba y la incomodidad de ser atendida de esta manera.

Mientras Yurine secaba su cabello con una gruesa toalla, pudo ver en la enorme habitación que sus pertenencias traídas en enormes baúles ya estaban siendo acomodadas. Una chimenea en la pared del centro de la habitación le otorgaba calidez al lugar con un fuego que crepitaba siendo el único sonido que se escuchaba fuera de los pasos de las doncellas.

—Su cena está servida mi señora —dijo la doncella guiándola con una reverencia hasta la mesa.

Se sentó mirando a Yurine, quería que se le uniera en la mesa y esta interpretando nuevamente su mirada, volvió a mover su cabeza en una fuerte negativa. Miró hacia delante, viendo un suculento banquete que fácilmente podría alimentar a más de cinco personas, servido solo para ella. Mientras las doncellas como guardias apostados en las puertas esperaban, sin mover un músculo a que ella terminara de comer. Suspiró mientras bajaba la cabeza y hundía su cuchara en una espesa sopa de delicioso aspecto.

Revolvió la sopa varias veces con la cuchara,mientras sus pensamientos parecían arremolinarse junto con las verduras y lacarne que giraban con el movimiento de su cubierto en el plato. El príncipeheredero del imperio, que había rechazado a todas las candidatas anteriores lahabía escogido a ella, precisamente a ella. ¿Cuál era la razón de esta súbitadecisión? No se había encontrado con él. Entonces ¿por qué la había escogidosin verla? ¿Acaso se había aburrido de entrevistar a las candidatas y habíacedido con tal de terminar con esto de una vez y por todas? ¿Cómo luciría estepríncipe? ¿Cómo la trataría? ¿Sería amable con ella o frío y distante?

Suspiró nuevamente. No había venido por su propia voluntad, así que no podía quejarse o protestar. No había diferencia alguna en preocuparse por como sería su futuro esposo con ella, ya el asunto había sido decidido, así que tenia que aceptar el resultado comportándose de manera obediente. Obediencia, viendo a las doncellas comenzaba a entender el tipo de lugar al que había llegado. Iba a poseer un alto estatus, pero iba a tener que ser tan callada y obediente como una doncella al lado de su esposo. Como una sombra, alguien cuya tarea era sonreir y lucir bonita al lado del futuro emperador. Se mordió el labio inferior mirando con furia mal contenida al plato de sopa, como si fuera la fuente de sus problemas y apretó la cuchara en su mano. Alzó la vista y se encontró con una mirada de Yurine que amenazaba con ir a su lado y hacerla comer por la fuerza.

Admitiendo la derrota, comenzó a comer con desgana empujando una cucharada detrás de la otra hasta que su estómago se negó a recibir más alimento. Se acercó a la cama llena de almohadas y se acostó sin hablar. Sabía que no iba a poder dormir, pero aun así se cubrió con la gruesa manta deseando que el tiempo se detuviera, para que el día de la boda no llegara tan rápido como Esha le había dicho.












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