Capítulo 20
Capítulo 20
Zoey dejó caer la mandíbula. El llanto se esfumó.
—¿Cómo que desapareció?
Zack la calló con un dedo, mirando de reojo a Jessica.
—Fui a buscarlo para golpearlo un poco, pero no hay rastro de él. Pensé que quizás había estado aquí, pero luego de seguir su estela lo perdí en el río.
—Sí, estuvo aquí —gimió ella—, pero antes de la cena. ¿Dónde estabas entonces?
Él gruñó.
—Pensé que estando con Jessica no se te acercaría.
—Jessica se retrasó y yo la esperé en el pasillo. ¿Dónde estabas? —insistió la niña.
Zack le indicó que entrara al baño. Abrazándose a sí misma, Zoey salió de la cama y corrió hasta el pequeño cuarto. Una vez que la puerta estuvo cerrada, él levantó la voz.
—Fui a dar una vuelta por el sótano. Temía que Adam hubiera hallado la pared que lleva al túnel. Pero nadie ha estado allí además de los hombres que vinieron a mirar los daños de la caldera. Nadie con magia, por lo que él no bajó.
Zoey no contestó enseguida, puesto que los recuerdos de esa noche ocuparon su mente. De pronto recordó la masa negra que la había atacado y cómo había olvidado decírselo a Zack.
—¡Olvidé decirte algo! —exclamó, segura de que él la retaría a pesar de todo.
—¿Qué cosa?
—Cuando Adam le disparó a la máquina de calefacción había una cosa negra, como una sombra, que quería llevarme. Él le disparó a la sombra y le dio a la máquina.
Zack abrió la boca desmesuradamente y, en efecto, se enojó.
—¿Cómo no me dijiste eso? ¿Cómo diantres voy a protegerte de algo que ni idea de su existencia? ¡Es tu vida, Zoey, pero a mí me encargaron protegerla!
Sabía muy bien que él tenía razón, pero ya era un poco tarde para lamentarlo. Hizo un puchero y esperó que eso apaleara su enfado. Zack no cambió la cara y no le quedó otra que defenderse.
—¡Con lo de Jessica lo olvidé!
—¡No es excusa!
—Pues ya pasó —contestó ella, sin ganas de discutir por eso. Al pasado pisado, ¿no?—. ¡No podemos hacer más nada
Él suspiró y asintió.
—La próxima vez no cierres esa boca, o no podrás decir más nada con ella —susurró mirando el techo, bastante preocupado—. Ni siquiera has dado tu primer beso, así que procura mantenerte viva para ese momento.
Con un leve sonrojo, ella le contestó con la cabeza. No le gustaba pensar en su primer beso, aún inexistente, justo con él delante. Ya había soñado demasiado cuando estaba vivo que le robaba un fugaz roce. Además la ponía nerviosa la forma en la que Zack hablaba de su boca.
—Aunque —él seguía pensativo—, no olvides el sexo, eso vale aún más la pena.
Esta vez ella no pudo evitar chistar. Sin embargo, se tragó la vergüenza.
—Eso no es lo más importante —dijo con más sinceridad de lo que pensaba.
Zack bajó automáticamente los ojos hasta su rostro.
—¿Que no? —casi pareció indignado—. No dejaré que mueras virgen —contestó decidido, quizás demasiado para ser un chiste—. Yo mismo me encargaré de eso de ser necesario.
Otra vez roja, hasta la raíz del cabello, Zoey dejó caer la mandíbula. Obviamente él debía de estar bromeando, pero su rostro serio le hizo quedar la risa histérica pegada a la garganta. Tragó saliva. ¿Por qué nunca podía adivinar cuando él bromeaba?
—Sí. ¡Claro! Está bien —soltó siguiéndole el juego.
—Muy bien —contestó Zack, bien serio.
—Sí... por eso, claro —se rió ella.
—Pues de acuerdo.
—¿De acuerdo? —Zoey frunció el ceño, ahora confundida. ¿Estaban jugando o no?
—Sí —él titubeó—, pero... ¿De acuerdo qué?
—¿Que, qué?
—Yo te dije que sí.
Zoey pestañeó, ahora sí fuera de línea.
—¿De qué diablos hablas?
Zack también parpadeó.
—¿No estamos hablando de sexo?
—Tú estás hablando de sexo, no yo.
—No —Zack sonrió, burlonamente—, tú sí. Dijiste que te acostarías conmigo, ¿no es cierto?
Zoey negó, tratando de volver a tomar aire, porque por un momento se había olvidado de respirar.
—¡Yo no dije eso! ¡Además tú estás muerto!
Él se encogió de hombros.
—¿Y eso qué tiene?
—No cometeré necrofilia. —Se alejó tres pasos de él, viendo cómo ensanchaba esa atractiva sonrisa que siempre la volvía loca. Se la veía venir. Zack siempre disfrutaba molestarla de esa forma, poniendo sus sentimientos en juego como una excusa.
—La necrofilia se refiere a sexo con cadáveres, en realidad. —Zack estrechó los ojos y avanzó los tres pasos que ella había retrocedido—. No soy un cadáver, este cuerpo es nuevo y está sin estrenar.
Ella tomó aire y alargó los brazos entre sus cuerpos para mantenerlo apartado.
—¡Pues no pensarás hacerlo ahora!
Zack ladeó la cabeza, divertido.
—Bueno, estamos en tu baño con Jessica del otro lado de la puerta. No es conveniente que la despiertes con tus gemidos.
Acortó la distancia entre ellos, corriéndole los brazos en el movimiento para dejarla contra la pared. Zoey ahogó un gemido de sorpresa y miró la enorme sonrisa de Zack muy cerca de su boca. Su aliento dulce le tapó la nariz y le distorsionó los sentidos. Sus labios se veían tan atractivos y deliciosos... ¿Por qué diablos se resistía a ellos? Tomó aire y se decidió. Si él llegaba a intentar besarla...
Zack puso ambas manos en la pared, junto a su cabeza.
—¿Te vas a quedar callada? ¡Mira si te escucha quejarte de mí! —rió él.
Zoey no contestó. Si decía que estaba dispuesta a soportar sus exquisitos besos, seguramente se burlaría de ella. Pero... ¿y si no tenía siquiera intenciones de besarla? ¿Solo de joderla?
—¿Por qué siempre...? —soltó, con un tono histérico cuando él se inclinó hacia ella.
«A la mierda, voy a morir».
—Sh, recuerda que no debe oírte —susurró él en su oído.
—¡Yo no dije nada! No esperaba que...
—¿Qué? —Zack apretó de pronto los labios contra su piel, la de su mejilla, y una de sus manos se deslizó por la curva de su cintura, hacia sus caderas—. ¿No es lo que esperabas? ¿Qué esperabas?
—¡Nada! —se apresuró a contestar Zoey, con los cachetes muy rojos. Más vergonzoso que ser acosada y encima disfrutarlo, era admitir que esperaba un beso de él.
—¿Nada? —Con la otra mano, Zackary le sujetó el rostro. Era obvio que él no le creía nada—. ¿No esperabas que te besara?
Había una burla suave en su voz y Zoey tardó medio segundo más del necesario en reaccionar y negar todo rápidamente. Él había dado en el clavo.
—¡Que no!
Él rió con tranquilidad.
—Mi pequeña Zoey. —Acarició su mentón con la punta de los dedos—. Tengo que enseñarte a mentir.
Zack se inclinó lentamente hacía ella, sin dejar de sonreír, sujetando firmemente su rostro para que no pudiera correrlo. En ese momento de ilusión, llegó a creer que realmente la besaría. Llegó a creer que la suavidad de sus labios la harían sentir en el mismo cielo. Pero Jessica golpeó la puerta del baño y él se detuvo a milímetros de sus labios.
—Bendita tu amiga —masculló, sin moverse, casi tan frustrado como ella.
Ella soltó el aire que estaba conteniendo en sus pulmones. «¡Maldita Jessica!». Estaba a un escaso centímetro de esa boca, de ese sueño platónico perfecto y... ¿Por qué no acortaba la distancia entre ellos? ¡Solo faltaba balancearse un poco y sus labios se unirían! Pero cuando pensó que realmente podría hacerlo, se preguntó por qué él no hacía lo mismo... y también por qué no se alejaba de ella, entonces. Tal vez solo seguía jugando.
—Zoey... me hago —gimió Jessica del otro lado de la puerta.
—Ya. —Zack se convirtió en conejo y cayó en sus manos, dejándola con la duda y con la esperanza rota.
Salió del baño, con una expresión mortífera en la cara y al meterse en la cama, notó cómo su pequeño corazón repiqueteaba como las alas de un colibrí. Así de agitada estaba; el pecho le ardía en fuego. Rezó por qué Zack no lo notara, o de verdad iba a hacerle la vida imposible en los próximos días.
Un par de minutos después, Jessica salió del baño, apagó las luces y se acostó, dispuesta a conciliar de vuelta el sueño. Habiendo olvidado lo de Adam por el momento, ella también terminó por dormirse, con la cabeza en el beso que no había sucedido.
Jessica estaba sentada en el auditorio junto a ella con la mirada perdida. Los alumnos se levantaban confundidos de sus sillas, para marchar a sus cuartos a hacer los bolsos. La directora, a su vez, bajó del escenario con cara larga y preocupada.
—Jess. —Zoey tironeó de su suéter.
La noticia de que Adam Smith había desaparecido desconcertó a todos y cada uno de los estudiantes y docentes, pero Zoey jamás imaginó que enviarían a todos a sus casas.
—No entiendo nada —susurró su amiga—. ¿Cómo que desapareció?
—No sé, Jess. —Zoey se mordió el labio inferior. No era buena idea irse a casa con todo lo que estaba pasando y hasta le parecía más seguro ahora el colegio que Adam no estaba—. Pero hay que irnos.
Jessica hipó de pronto.
—¡Se fue por mi culpa! —estalló en sollozos. Zoey bufó y golpeó a Jess en la cabeza.
—¡Pero qué dices, estúpida! Ese idiota te absorbió el cerebro. Solías ser más inteligente, ¿cómo va a irse por tu culpa? —le espetó. Jessica la miró con los ojos llenos de lágrimas—. Ya olvídalo, no vale la pena preocuparse por él.
Tironeó de su ropa para sacarla del auditorio. En su mochila, Zack se mantuvo silencioso, tal vez pensando, al igual que ella, en lo peligroso que era meter a su familia en el medio.
La directora anunció que ya habían comenzado a notificar a los padres y Zoey ya se esperaba lo que iba a decir su mamá. Iba a encerrarla en casa de por vida. Más tarde, justamente, recibió un llamado histérico donde ella le confirmaba que estaría allí a las 10:00 am.
Esa noche, tan preocupada por Jessica como por el destino de su familia si volvían a compartir la misma casa, evitó dormir inconscientemente. Zack permaneció quieto a su lado, susurrando cosas por encima de la almohada. Aun él, siendo conejo, se veía casi asustado.
Por la mañana, justo cuando recién lograba dormirse, el celular la despertó con su estridente melodía. Muerta de sueño, estiró la mano hacía la mesita de luz y en el trayecto empujó al conejo de la cama. Él no se quejó para nada y continuó en el piso, con los ojos bordados bien estirados.
—¿Hola? —contestó el teléfono bien deseando arrojarlo lejos. Su mamá empezó a reprenderla por no haber estado despierta antes y le exigió que bajara enseguida al vestíbulo.
De mal humor, salió de la cama y se apresuró a quitarse el pijama, sin siquiera pensar en que había un hombre observándola.
—Zoey —la llamó él desde el suelo. Ella se volteó a verlo, con los ojos chiquitos por el sueño.
—¿Qué?
—Nada. Me gustan mucho los lunares de ese corpiño. Es como tierno —dijo con tranquilidad, sin deje de burlas o la intención de sonar descarado. Zoey agradeció bajito y siguió vistiéndose. Se puso lo primero que encontró y levantó a Zack del suelo para meterlo en la mochila.
La habitación estaba casi vacía después de que ella empacara sus cosas y ayudara a Jessica a empacar las suyas, ya que el día anterior se había convertido en una muerta viva.
Suspirando casi al mismo tiempo que Zack, tomó su maleta y la acercó a la puerta. Jess se removió en la cama entonces y aprovechó para saludarla. Se despidió suavemente y rezó por que se mantuviera así de tranquila hasta que llegaran sus padres.
—Hay que pensar cómo mantenerte segura allí —divagó Zackary desde la mochila, mientras ella arrastraba la valija escalera abajo.
—No hay mucho que hacer en casa, solo hay campo.
—Eso te hace un blanco más fácil.
—Da igual, no queda otra, ¿o sí?
—¿Hablando sola, Scott?
Alzó los ojos. Mariska estaba al pie de la escalera, también con su maleta. Cansada de la mala lengua de esa tonta, puso cara de póker y siguió tirando de su bolso.
—No, hablaba con Zackary, en verdad —soltó. Mariska palideció durante un momento.
—¡Pero por favor! ¡Deja de meterlo en tu patética vida!
—Yo no lo meto. Desgraciadamente, por encontrarlo muerto ahora pesa en mí una maldición que pretende acabar con mi vida. ¿Quieres que te cuente cuántas veces casi muero en lo que va del mes?
—Qué boberías dices, ¡sigues metiéndote con Zack!
Zoey apretó los dientes, no tenía humor para lidiar con una idiota como ella.
—Yo me meto si quiero, Mariska.
Tanto ella como Mariska se quedaron mudas por la intromisión masculina que ninguna podía ver. En realidad porque la voz salía de su mochila. Mariska se tensó y luego tembló.
—¿Za... Zack?
Él ahogó una risa.
—Deja de molestar a Zoey, perra detestable —dijo entonces en voz alta, otra vez—. Y deja de hablar como si hubiese sido de tu propiedad. Tú y yo no éramos pareja, eso siempre estuvo bastante claro entre nosotros.
Mariska miró para todos lados, buscándolo, tan blanca como un papel del miedo.
—¡Pero si estás muerto! —lloriqueó.
—¡Soy un fantasma, imbécil!
Y de pronto la valija de Mariska se movió medio metro, aparentemente sola. La chica chilló aterrada y se alejó del objeto con rapidez.
—¡Dile que no haga eso! —le gritó a Zoey.
—Es un espíritu, no un perro —murmuró ella encogiéndose de hombros.
—¿Cómo es que no le tienes miedo?
—No hay por qué, los muertos no pueden hacerte daño. Los vivos sí.
—Yo podría lastimarla si quiero —interrumpió Zack, con evidente tono de queja—. Los fantasmas somos geniales.
Mariska retrocedió varios pasos.
—¡NO! ¡Déjame!
—Lo haré cuando jures que no volverás a molestar a Zoey. Ella es MI amiga, mi amiga preferida. Es mi favorita y la seguiré a todas partes. Sabré si le haces daño, si la haces sentir mal. —La maleta volvió a moverse sola violentamente.
Mariska asintió rápidamente.
—¡Esta bien! ¡Lo juro, lo juro! No la molestaré.
—Súper. Ahora lárgate, bruja —ordenó el «fantasma».
Temerosa, Mariska tomó la valija y se alejó por el pasillo a las corridas.
—Eso... —Zoey sonrió encantada—, fue demasiado trucho —agregó entonces, dejando de sonreír—. No puedo creer que se trague que los fantasmas dicen «Súper», «Bruja» y «Perra detestable». O que eres genial.
—¡Oye! Lo hice muy bien, no tengo idea de lo que es estar muerto en verdad. Me merezco más punto por eso. Y sí soy genial.
—Igual, lo de «Perra detestable»... Reconozco que eso sí fue bueno.
—Siempre supe que era una perra, pero lo detestable lo descubrí de muerto. —Se rió.
Zoey negó con la cabeza, de mejor humor que antes, y continuó arrastrando su bolso. Al llegar al vestíbulo se cruzó nuevamente con una Mariska aterrada, que instaba a sus padres a abandonar rápidamente el colegio.
Los señores Scott estaban cerca de la puerta y, al verlos hablar rápidamente entre ellos, le regresó la ojeriza. Su madre estaba como loca y no tenía ganas de tratar con ella en ese estado. Casi hasta que temblaba de los nervios y, de mala gana, esperó a que la vieran.
La señora Scott soltó un gritito y apuró a su hija a salir de allí.
—No voy a poder tolerarla por demasiado tiempo —gimió, por lo bajo, solo para Zack.
—Volveremos pronto al colegio, Zo. No soportaremos todo un mes allí, estoy seguro.
—¿Qué? ¿Tres semanas entonces?
—¿Tres semanas qué, hija? —preguntó el señor Scott, en cuanto estuvieron a su lado.
—Que espero que esto se solucione en menos de tres semanas. —Su madre apretó los labios en una fina línea; no dijo nada, pero Zoey supo que se aguantaba algo grande—. ¿Qué? —la increpó.
—Nada —dijo la mujer—, vamos al auto de una vez. Salieron de los terrenos del colegio sin mediar palabra al ¿guna, hasta que su papá carraspeó.
—Vaya tema este, el de la desaparición.
Zoey dejó de mirar por la ventana.
—Él huyó.
Los señores se mostraron extrañados.
—¿Cómo dices?
—Que él huyó solito, por propia voluntad —explicó.
—¿Cómo sabes eso? —dijo su mamá, incrédula. Ella se encogió de hombros.
—Lo sé porque estuvo saliendo con Jessica hasta hace dos días. Es mejor así; no es un buen chico.
La mujer chistó.
—Un desencuentro amoroso con tu amiga no lo hace una mala persona.
Ella frunció el ceño.
—Sí, claro. Luego él intentó besarme a mí y me lastimó porque no quise.
El señor Scott estuvo a punto de chocar.
—¿Qué él, qué?
—Eso. Aun saliendo con Jessica me acosó contra una pared y me hizo doler el brazo. —Volvió a mirar por la ventana, más seria que antes. Zack se agitó dentro de la mochila, tal vez pensando lo mismo que su padre.
—Si lo tuviera en frente... —gruñó el hombre.
—¿Por qué no lo acusaste con la directora, Zoey? —chilló su madre.
—Fue antes de ayer, la noche de su desaparición. Pensaba hacerlo, pero ahora no tiene caso.
—¡Pendejo de...!
—Ya, papá, no tiene caso —lo cortó.
No sabía dónde estaba Adam, pero eso no era lo primordial en esos momentos. En su casa estaba poniendo a su familia en riesgo. Incluso dentro de ese auto eran un blanco fácil. Si fueran atacados, ¿qué sucedería? Estaba Zack, claro.
¿Pero Zack podría salvarla a ella y a sus padres? Uno solo no podía con todos. Entonces, ¿a quién perdería en esa batalla sin nombre?
Holis <3 Los invito este sábado 19/9/2020 a un vivo en mi instagram @anns_yn a las 18 hs argetina (chequeen los horarios equivalentes en sus paises) para hablar del libro, de los personajes y de muchísimas cosas más <3 ¡Los espero!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro