Capítulo 14
Capítulo 14
—¿Cómo fue exactamente que tu ropa se enganchó en la máquina? —susurró Zoey, sin mirar a Zack a la cara. Él suspiró. Levantó la cabeza y la miró con tranquilidad, pero sabiendo que sus posibles palabras la llevarían de nuevo a la escena del crimen.
—Dudan de un accidente, ¿verdad?
—Por lo menos buscan justicia para ti. Zack sonrió y negó con la cabeza.
—No van a encontrarla. En este mundo la única justicia es la que uno consigue por propia mano. Aquí todos tienen magia y unos simples oficiales no podrán con ellos. Nadie me empujó físicamente, así que es en vano.
—Todos menos yo. Yo no tengo magia.
—Yo cuento para ti —corrigió él.
Zoey guardó silencio. Aquella frase anterior de Zackary la llevó a pensar en quién no había estado en clases, en todo el colegio, como para ser acusado. Y nuevamente, pensó en Adam. Zack lo acusaba a él. ¿La policía pensaría en Adam Smith, siquiera? ¿Dónde estaba él ese día?
—¿Qué sucede? —Zack se acercó lentamente a ella. Zoey negó con la cabeza, acurrucada en la cama, antes de que él llegara a sentarse—. ¿Por qué no quieres decirme?
—No he quedado de buenos ánimos —contestó, de todas formas.
Él suspiró
—¿Te molestaron mucho? ¿Qué te preguntaron?
—Si me gustabas —admitió ella. Zack no se inmutó demasiado—. Fue algo incómodo.
—¿Y Adam? A él no lo interrogaron, ¿verdad?
—No que yo sepa.
Volvieron a guardar silencio, hasta que ella bajó la mirada y volvió a encogerse.
—Zoey —llamó él, despacio—. ¿Qué te dijeron exactamente?
Ella levantó la mirada.
—Que buscarían justicia. Y quería saber si tú eras mi novio o algo así. Insistió mucho con eso.
—¿Mi novia? ¿Por qué?
—Querían obtener pistas. O tal vez saber si yo te seguía como loca por todas partes. Como no saben qué hacías en el sótano...
Él se quedó callado medio segundo.
—¿Me seguías?
—¿Qué? —soltó Zoey, de pronto perdiendo la mala cara—. ¡Claro que no! Tengo dignidad, ¿sabes? Aunque no lo parezca —agregó.
Zack sonrió, satisfecho con el resultado de sus palabras.
—Oye, si estabas tan enamorada de mí no me resultaría extraño que supieras en dónde estaba a cada segundo de mi vida.
Zoey estrechó los ojos y se cruzó de brazos. Lo miró con verdadero odio por unos cuantos segundos.
—No te burles de mí, idiota. Me gustabas mucho pero no andaba como un perrito faldero espiándote.
«Y que no sepa lo de Facebook, Zoey, porque estarás frita», pensó justo en ese momento. Zackary rió y negó con la cabeza, divertido.
—¿Quieres que sigamos buscando pistas?
—¿Qué cosa? —contestó ella, todavía altiva.
—Libro, templo —él se encogió de hombros—, si te sirve para distraerte.
Zoey lo miró durante un segundo.
—Todavía no sabemos de dónde salió esa letra.
Habían estado buscando sobre ella en los últimos días sin buenos resultados. La emoción se estaba disipando.
—También pude haberme confundido —razonó él—, ya que no aparece en ningún libro de latín ni de otros idiomas.
Ella hizo una mueca.
—¿Y por dónde seguir, entonces? Si con esa letra no tenemos nada.
—Propongo volver al templo, con el libro y algo para anotar otra vez. Quizás si le dedicamos más tiempo podremos encontrar algo que valga la pena.
Zack no esperó que ella le contestara. Mientras hablaba, fue y vino por el cuarto, tomando las cosas. Metió todo dentro de la mochila azul.
Ella lo miró en silencio. Era raro que Zack quisiera ir de buena gana al bosque, pero seguramente lo hacía para animarla después de aquella cháchara con los oficiales de investigación. Dispuesta a no seguir mal por eso, a tener confianza y a aceptar su buen humor, se levantó de la cama y se puso las arruinadas botitas que había llevado el día que Zack la había obligado a darse un chapuzón en el río... «Y luego una vuelta por el bosque lleno de lodo».
—Ponte algo, que hace frío —advirtió él, como si en verdad pudiese sentir la temperatura. Pero tenía razón, claro. Estaba bastante fresco para ser mediados de otoño.
Caminaron por el bosque muy despacio y sin hablar y, una vez en el templo, vaciaron la mochila en el suelo. No hubo mucho que hacer y Zoey terminó hecha un bollo en el suelo, cansada de no tener resultados. Zack no la molestó y ella pasó varios minutos con los ojos cerrados.
Rato después, cuando él tocaba la letra en particular con un diccionario de latín en las manos, razonando que tal vez había visto la letra por ahí, Zoey estiró el brazo para alcanzar el libro viejito. Lo abrió y pasó hojas, casi hasta el final. Antes de que se terminara, clavó el dedo entre las páginas al azar y, al abrirlo, descubrió una palabra que estaba fuera de lugar entre aquel extraño idioma.
Pertenecía a otra mano y, además, tenía otra tinta.
Sótano
Zoey frunció el ceño, preguntándose por qué diablos habían escrito eso sobre el margen superior de la hoja. ¿Qué sentido tenía? ¿Y qué significaba?
La observó por largos segundos, sin hablar, sin avisarle a Zack. Trataba de entender por sí misma qué quería decir aquello, pero claro que pensaba en una sola cosa al leer esa palabra.
Pensaba en la muerte del chico que estaba a metros de ella. Lo primero que se le venía a la mente era el sótano del colegio, aunque sabía que era imposible que se refiriera a lo mismo. ¿Cuántos sótanos había siquiera en el pueblo? Además, no sabía si el libro había sido escrito por alguien de allí, incluso. Por otro lado, era tremendamente viejo. Podría haber pasado por miles de manos.
Pero el encontrar una palabra en castellano era algo realmente sorpresivo. Lo del sótano con la muerte de Zack era solo coincidencia, ¿no?
—¿Zack?
—¿Qué pasa?
—¿Por qué fuiste al sótano el día de tu muerte?
Zack se volteó, despacio. Se pasó la lengua por los labios, antes de intentar hablar.
—Algo me lo dijo, ¿no te lo expliqué?
Zoey se mantuvo inexpresiva. No estaba segura de si él lo había explicado de la forma en la que ella pretendía entenderlo, así que siguió:
—¿Algo?
—Como cuando sientes por dónde debes ir para llegar al templo.
—¿El dije te lo dijo?
—En realidad no quiero pensar eso. —Él sonrió—. Si fue así, significa que él complotó en contra mía, colaboró en mi asesinato.
—¿Y si... lo fue? —tanteó ella, mirándose el pecho. ¿Y si esa cosa había obligado a Zack a marchar a su muerte?
—No lo sé. —Zackary bajó la cabeza—. Yo pasé mucho más tiempo que tú con el dije y a veces creí haber sentido sus preocupaciones.
Zoey se sentó.
—¿El dije tiene preocupaciones?
—Supongo que a veces... —dudó—. Ese día estaba inquieto, molesto, ansioso —miró el techo del templo y carraspeó—. ¿Sabes qué creo? Creo que el hechizo que pusieron en el sótano, ese que me arrastró a la máquina, fue lo que me llevó allí. Y el dije lo sabía, sabía que había algo allí.
—Pero quizás él no sabía que ibas a morir.
—¿Entonces por qué se desprendió de mí antes? Yo creo que sí lo sabía.
—O al menos lo comprendió justo a tiempo.
Se quedaron callados y, al final, ella levantó el librito hacia él.
—Alguien escribió algo aquí —susurró.
Zack se acercó a ella, bastante rápido, y sus ojos brillaron de manera extraña al ver esa palabra.
—Hum... —dijo, ahora sabiendo por qué había salido el tema—. ¿Y qué querrá decir solo con eso?
—No tengo idea.
Ella suspiró y soltó el libro. Volvió a recostarse y se aovilló en el piso. Zack hizo una mueca al verla allí tirada.
—Creo que es suficiente por hoy, vamos al colegio. Deberías dormir un poco.
Zoey se puso de pie sin chistar y dejó que recogiera todo antes de seguirlo en silencio por el bosque. Él se volteó y le regaló algunas sonrisas, tratando de animarla un poco, pero ella no se las devolvió. Tan solo se sujetó de su cuello en el momento de saltar a la ventana y se dejó caer sin ganas en la cama una vez en el cuarto. Se metió bajo las sábanas y enterró la cara en la almohada. Sí, necesitaba dormir un poco.
Zack caminó por el cuarto, sin saber qué debía hacer con Zoey. No quería verla mal por eso, pero temía que al hablarle empeorara las cosas. No era bueno consolando chicas y ella ya estaba pasando por mucho.
En cuanto ella se durmió, vestida, sobre la cama, sus manos brillaron suavemente y abandonó el cuarto protegido por sus buenos escudos.
Quería ver si a Adam lo habían investigado.
Avanzó como humano. Ya era bastante tarde para aquel entonces y nadie andaba por los pasillos. No tenía prisa y estaba seguro de que no encontraría a Adam en su cuarto. Por alguna razón, fue así.
La habitación estaba vacía, la puerta sin traba, pero lamentablemente él no había dejado su celular para que Zack pudiera revisar las llamadas o buscar algún mensaje sospechoso. Así que, después de dar una pequeña vuelta por la habitación y ver que no tenía caso, abandonó el recinto con paso desganado.
Se puso las manos en los bolsillos y anduvo mirando el techo.
De pronto, alguien jadeó. Zack bajó los ojos y los posó en un alumno de segundo año, compañero de Zoey. Sabía quién era, había hablado con él una vez. ¿James... algo?
El chico tenía los ojos claros como platos y su pecho subía y bajaba tan rápido como su respiración agitada.
«Oh, Dios».
Zack lo observó sin saber bien qué hacer y, entonces, decidió actuar como un verdadero fantasma. Corrió hacia el muchacho, tratando de hacerlo muy ligero. El chico pegó un grito y se alejó por el pasillo lo más rápido que le permitían sus zapatos negros.
En cuanto estuvo a la altura del pasillo, giró y se convirtió en conejo antes de que alguien más lo viera. James siguió gritando por el otro pasillo y él se apresuró a llegar al cuarto de Zoey y cerrar la puerta detrás de él.
—¡LO VI! ¡Te lo juro! ¡Zack está aquí! ¡Su espectro me persiguió, quiere venganza!
Zoey removió la comida de su plato, mirando incrédula a James. No podía ser que lo gritara tanto. Suspiró, puso los ojos en blanco y se metió un pedazo de carne en la boca.
—Mira el escándalo que has armado —se quejó, en voz muy baja, como si no le estuviera hablando a nadie en particular. La mochila medio abierta estaba en el suelo y Zack asomaba la cabeza para espiar a los niños que gritaban y se asustaban con la historia del fantasma.
—No me di cuenta —refunfuñó el peluche.
—Lo sé, otra vez fuiste a ver qué andaba haciendo Adam. ¿Qué pensabas encontrar? —replicó, sin mirarlo.
—¡No puedo evitarlo! Quería saber si ya lo han investigado.
—Zack, déjalo en paz, ¿quieres? Te comportas como un idiota cuando buscas pelear con él. Si sigues así, él no parara de hacerme preguntas. Y no quiero que me moleste. Todavía no practiqué de forma seria cómo pegarle a alguien en las pelotas de forma premeditada. —La única vez, había sido con el loco del bosque y había sido de puro impulso.
Él hizo un puchero.
—Sé que fue él.
—Claro. —Zoey terminó de comer lo que le quedaba en el plato.
—¡No me des la razón solo porque sí!
—Eres como un niño pequeño —ella bajó la vista—, y a veces debo tratarte como uno.
Zack bajó las orejas.
—Se trata de mi muerte, es importante.
—Claro que sí —resumió Zoey—. No estoy diciendo lo contrario, solo digo que peleas como un niño pequeño. Todo por culpar a Adam... mira lo que dicen de ti ahora. Eres un fantasma que busca venganza.
—Pues en cierta forma —el conejo hizo una mueca—, es verdad.
—Tu prioridad es cuidar de mí. —Lo pinchó ella con el tenedor, inclinándose hacia abajo.
Zack lo apartó con una pata. No le contestó, probablemente porque no podía refutar eso. Pero era cierto que por esas ideas en su cabeza, se había expuesto demasiado. Y también la exponía a ella.
Zoey abrió los ojos de golpe. Algo estaba en su cama y el miedo le hizo pegar un buen grito.
—¡ZACK! —lo llamó, antes de correr las sábanas. ¿Pero cómo iba a buscarlo a él para defenderla, si era él mismo el que estaba en su cama? Las orejas del conejo se bajaron y su boquita en forma de cruz se curvó hacia arriba—. ¿Qué mierda haces allí?
—Estoy triste —murmuró, pero su cara no decía lo mismo. Zoey se apresuró a retirar las piernas. Sabía por dónde iba todo eso.
—¡Sí, claro! ¡Salte! —le ordenó. Zack negó.
—Por favor... ¿Un abrazo? —tanteó, gateando hasta ella.
Zoey se acurrucó.
—¿Seguro que quieres solo eso? —preguntó con desconfianza.
—Me siento algo solo —respondió el conejo, parándose a su lado. Ella lo miró de reojo y se dejó convencer por su carita tierna. Suspiró y sujetó al conejo con sus manos.
Lo abrazó con cuidado y Zack puso sus cortas patas en sus hombros.
—¿De verdad estás triste? —susurró Zoey, acomodándose en la cama, con el conejo en sus brazos.
Él asintió y apoyó la cabeza en el hueco de su cuello.
—Cuando estás muerto de la forma en la que lo estoy yo, es fácil sentirme solo... No sé si aún me quieren, o si me extrañan.
Ella se cubrió con la colcha y apoyó la cabeza en la almohada. Zackary, a su vez, se recostó a su lado.
—Claro que te extrañan. Aunque dices que fueron desconsiderados al entregarte al dije, yo veo que tú los quieres. —Lo miró a la cara y él bajó los ojos.
—Es cierto, yo sé que esto era muy importante para mi abuelo.
Ella sonrió apenas y, cansada, cerró los ojos. El conejo se arrimó, con mucho cuidado, y Zoey volvió a abrazarlo. Pronto, se durmió en medio de un cariño tierno que solo antes había ocurrido en sus sueños.
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¡Perdón por el retraso! Como avisé, mi abuela está internada y ayer no pude subir el capítulo. Recuerden que el próximo domingo 24 y lunes 25 tendremos DOS CAPÍTULOS. Super regalo de Navidad <3
¿Quieren que hagamos lo mismo en año nuevo? jo, jo, jo. Sé qué van a decir.
Denle mucho amor a estos capítulos y háganme saber en los comentarios si quieren el especial de Año Nuevo :D ¡Gracias a todos!
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