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Capítulo 9


Cualquier persona que estuviese mirando al hombre del otro lado del escritorio diría que estaba viendo al mismísimo presidente del país. La mirada era idéntica a la del presidente y eso era algo que sabía cómo usarlo a su favor en dado caso de que fuese necesario en su momento.

Las personas que estaba en su despacho, fueron saliendo poco a poco dejando a las tres mujeres solas con él. Si Ian era de temer su hermano también lo era.

— Solo te di una maldita orden y no la sabes cumplir como se debe — dijo, con voz neutra — Solo tenías que ofrecerle un buen sexo al idiota de Thomas y punto —ladeó el rostro — ¿Es que acaso ya ni para eso sirves?

— No es nada de eso, señor. Es solo que Thomas tiene a alguien más — jugó con sus dedos — Cada vez que llegaba a la casa que ambos compartíamos llegaba con otro olor y todo eso sucedió después de navidad — subió un momento la mirada y luego la volvió a bajar — Thomas no me llevaba a ninguno de sus viajes después de eso, y la verdad no tengo idea de donde duerme cuando no iba a casa.

— Así que Thomas tiene una pequeña perra en su cama y no es su esposa — dijo, pensativo, tocándose el mentón — Interesante, muy interesante — miró a las dos mujeres estantes — ¿Qué tienen que decir de esto?

— Lo mismo que ella, al parecer no solo es Thomas sino también Ian y Thomas – dijo Jessica, antes que Camila — Ellos tres tienen sus cosas bien ocultas. Ian desde hace un tiempo duerme fuera de la casa presidencial y cuando regresa llega con un olor que no es de un omega cualquiera...

— ¿Qué estas tratado de decir?

— Que Ian también tiene a alguien, pero esa persona tiene más de dos olores — suspiró — Ian se acostaba con diferentes personas a lo largo de estos años y eso es algo de lo cual todos sabemos e incluso el país pero se hace de oídos sordos y oídos ciegos para cavar su propia tumba si le llevan la contraria — Edward asintió, estando de acuerdo con ella — Pero, esta persona con la cual se ha estado acostando durante un tiempo es alguien que lo tiene a sus pies con solo decir una palabra y no una orden.

— Eso puede explicar mucho — pasó una de sus manos por el rostro — Mi hermano sabe cómo jugar bien sus cartas y en menos de veinticuatro horas el país tendrá la última palabra una vez más y por lo que escuché, Ian romperá la constitución de este país para ser el único líder sin la necesidad de que se haga más elecciones.

— Escuche una conversación de Thomas con Thomas y Ian hace unos días — dijo Camila — Ellos planean ser los únicos líderes del país, ellos quieren formar una dictadura sin importar el que sucede en el futuro. Eso es algo de lo cual todo el país no sabe y que podemos usar en su contra antes de las elecciones de mañana para que Ian no gane — le pasó una pequeña grabadora — Aquí está grabada toda la llamada de principio a fin por ellos hace unos días y la verdad es que es bien material si lo usamos en su contra alguna vez.

Edward tomó la grabadora en sus manos y la guardó en una de las gavetas de su escritorio ante la atenta mirada de las tres mujeres. No obstante, no descartó la idea de hundir a su hermano un día antes de las elecciones por lo que estaba decidido a que Ian no ganara una vez más esas malditas elecciones y que el país no tenga que lidiar con alguien como él.

Solo había cinco partidos los cuales, solo dos eran los mayoristas y él controlaba uno de esos dos, pero de forma anónima para no levantar sospechas alguna de que Ian tenía un hermano gemelo y que era él. Sobre todo que Ian pudiese usar eso como un punto a su favor como ha hecho de las cosas durante años y años.

Primero fue su abuelo el presidente del país, seguido de su padre que pocos meses después el mismo se había encargado de matar con sus propias manos por preferir a su hermano antes que a él. Pensaba que después de la muerte de su padre y abuelo las cosas serían diferentes para él, que al fin podía logar su objetivo pero todo fue en vano cuando Ian se dispuso a tomar el lugar de su padre y el país lo amo como si fuese la última coca cola del desierto.

Fue solo una distracción buscar a esas mujeres para tener bien vigilados a esos tres, pero todo se estaba saliendo de control con esos nuevos invitados en sus caminos. Aunque, pensándolo bien, esa podía ser una solución a sus problemas si ellos se disponían a investigar a fondo todo lo relacionado con Ian y esas mierdas.

— ¿Cómo es el olor que Ian siempre lleva con él cuando llega a la casa presidencial? — preguntó, con mucho interés.

— Es un olor desagradable para mis gustos, pero siempre huele a dos olores de omegas diferentes. Pro lo más raro, es que los dos olores vienen mezclados. Es de un zorro y un gato.

— Un hibrido — dijo Edward para sí mismo — Ian esta con un maldito hibrido.

— ¿Hibrido? — Preguntó Beatriz, la ex esposa de Thomas — Eso es algo imposible, los híbridos son un mito que fue callado por años.

— Mi madre era una hibrida. Mirad leona y mitad leopardo — la cayó, con una miradas severa — Mi padre se casó con ella porque era una mujer fuerte, pero no el amor de su vida. La marcó, pero eso no quería decir que era su alma predeterminada. Aunque eso de las almas gemelas no me cabe de todo y tampoco creo en que sea verdad — miró a las tres mujeres — Su labor no es más que hacer que las putas reglas que hago se cumplan. Ahora irán ustedes dos — señaló a Camila y a Jessica — A sus casas, tengo que hacer algo con Beatriz.

Ambas mujeres salieron dejando a la ex de Thomas con los nervios de punta, si de algo estaban las tres seguras era que esos dos hermanos eran igual tanto físicamente como mentalmente. Tenían las mismas técnicas de torturas y eso era algo que las habían experimentado en su momento de vida.

*****

El gran día de las famosas elecciones, todo estaba dicho y hecho y solo esperaban a que todo saliera como lo habían planeado Ian, Thomas y Thomas. Digamos que las cosas para el morocho estaban más que bien en su vida en los pocos días en los que el país se enteró de que se había separado de la mujer con la cual actuó durante tantos años.

Todos estaban en la sala de la casa presidencial esperando los resultados. Era de noche, para ser más específicos, madrugada.

Ian tenía el sacó alejado de su cuerpo y la camisa hasta los codos dejando ver algunos tatuajes. Ian y Thomas estaban en lo mismo, la verdad es que la oposición era bastante buena y su hermano había jugado muy bien su jugada ese día mostrando una llamada que había hecho con sus dos amigos. Solo esperaba que se mantuviese en la oscuridad durante los próximos años de su puta vida si era necesario.

— Tengo tantas ganas de matar a mi hermano en estos momentos de mi vida, es un maldito hijo de perra — hizo puños — No puedo creer que me haya hecho esto el mismo día de las elecciones y lo peor de todo es que no sé quién diablos le dio esa grabación — movió un poco su cuello para quitar la tensión que se estaba acumulado — Solo espero que se pudra en el infierno.

— Debes de calmarte, Ian. Así no lograras absolutamente nada — dijo Thomas, sentándose a su lado — Eso es lo que él quiere y se lo estás dando. No le des motivos para que tome lo que te pertenece y él se salga con la suya solo porque el presidente no sabe cómo llevar las cosas.

— Thomas tiene razón, Ian — dijo Thomas, con los brazos cruzados — Eso es lo que tu hermano quiere y se lo estás dando. Lo único bueno de todo es que no sabe la otra vida que estas llevando — Ian asintió estando de acuerdo y le dio una rápida mirada a las demás personas en la sala antes de hablar — ¿Por qué diablos le dijiste a Ethan que dejara de tomar esos malditos supresores?

— ¿Qué mierda tiene que ver con esto?

— Sucede y acontece que si Ethan deja de tomar esos supresores puede quedar en embarazado de tu primer hijo — acercó su rostro al de Ian — ¿Acaso te has vuelto loco?

— No sé de qué me estás hablando — se hizo el tonto — Ethan está bien tal y como esta.

— No, no lo está — intervino Thomas — Ethan puede quedar preñado si deja de tomar esos supresores y por lo que se, haces el maldito nudo en su interior.

— No medirán lo que tengo que hacer con Ethan — se pasó la lengua por los labios — Ethan es mío y puedo hacer lo que quiera con él.

— Eso lo sabemos, pero debes de tener en cuenta de que Ethan en un hibrido — susurró Thomas — Con solo una simple brocha que hagas con él puede quedar preñado de tu hijo y eso nos puede traer muchos problemas de los cuales no me quiero ni imaginar lo que pasaría después.

— Hagan silencio — se tocó las cienes — Me dan dolor de cabeza, mejor métanse en sus estúpidos problemas y a mi déjenme con los míos y si necesito ayuda les hago una señal de humo — se levantó del sofá y fue hacia el bar de la sala — Necesito un maldito trago.

— Las cosas están color de hormiga, la oposición sabe cómo jugar bien sus cartas y las está usando en nuestra contra, señor — dijo, uno de los hombres detrás de un escritorio improvisado.

— ¿Qué quieres decir?

— Hace un rato salió otra grabación entre ustedes y hemos bajado mucho con los votos y eso no luce para nada bueno — aflojó la corbata — Pero al parecer tenemos algo sobre la maga, porque la oposición también bajó en votos y más que nosotros — le entregue un video en su celular para que lo viera — Nadie quiere aun presidente que ande en prostíbulos de mala muerte en el país y que también ande de difamador antes los demás — sonrió — Hice algunos ajustes en los audios que están por todos lados e incluso cambie las voces — señaló las encuestas — Una vez más está a la cabeza y solo es cuestión de minutos para saber quién es el presidente del país.

Ian sintió como el alma le volvía al cuerpo al escuchar esas palabras salir de la boca de ese hombre. Le dio un sorbo a su vaso y caminó hasta la ventana donde vio a su esposa llegar con varios guardaespaldas de sabrá Dios donde. Negó con la cabeza y siguió mirando la calle pensando en las cosas de la cuales en su vida había hecho.

La muerte de sus padres, su abuelo siendo presidente y por ultimo él con un simple hibrido esperándolo como si fuera la última coca cola del desierto. No iba a negar en absoluto que la poca experiencia que Ethan tenía a la hora del sexo era excitante.

Ian se dio la vuelta cuando escuchó el grito de varias personas festejando y él sonrió de lado al imaginarse lo que era.

— Felicidades, señor presidente.

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