Capítulo 3
Los días siguieron su curso tal y como estaban. Ethan sentía miedo cada vez que se iba a la cama a dormir cada noche. Sentía y presentía que su amo iba a entrar por esa puerta para quitarle la poca inocencia que quedaba en su cuerpo, pero nada pasó en esos días que estaba con sus dos amigos en esa inmensa casa a las afueras de la ciudad.
Los días pasaron y Ethan poco a poco fue sintiéndose tranquilo, con algunas preocupaciones de por medio. En esos días en los cuales no había recibido noticias de su amo por ningún medio, por alguna extraña razón se sintió mejor.
Así como esos días pasaron el año nuevo llegó, y con eso nuevas cosas llegaron a su mente.
Ahora estaba en la parte trasera de esa gran casa con Valeria y Jack conversando sobre las cosas que les había pasado en el poco tiempo que estuvieron separados.
— Casi me da algo cuando ese tipo entró por esa puerta — dijo, dramáticamente — Solo dije: Hasta aquí llegue con este tipo.
— Eso es ser muy dramática, Val — se burló Jack y ella lo vio con una sonrisa maliciosa — Esto no me gusta.
— Al menos a mí no me llegaron a meter algo, en cambio a ti te metieron los dedos y...
— Cállate, Valeria — sus mejillas se tiñeron de rojo carmesí y Ethan no dudo en reír por el tono avergonzado que uso su amigo.
— Pero si es la verdad — le tiró una uva — No te rías, Ethan, que no te quedas atrás — le golpeó el brazo — Al menos te dieron besos — hizo un pico con los labios, aunque Ethan no la vio.
— Pero no me metió nada como a Jack y eso es bueno — sus mejillas te tiñeron de rojo carmesí — Aunque, la felicidad que me queda puede que no dure mucho tiempo cuando él venga otra vez — murmuró.
— No estés triste, Ethan, verás que quizás él ya no venga más por aquí y nos deje en paz — acarició su cabello y Ethan colocó su cabeza en el hombro de ella.
Jack tampoco se quedó atrás, colocó su regazo y miraron el bosque que estaba del otro lado de las rejas de metal.
— Esos tipos me dan miedo — murmuró Jack, mirando a los hombres vestidos de negro custodiar las rejas y los alrededores.
— Lo sé — dijo Valeria, con poco ánimo — Desde que llegamos ellos están ahí y no nos dejan de mirar por nada del mundo. Hasta pienso que nos tienen vigilados hasta en el baño.
— Y yo que pensaba que era el único — concordó Jack, acariciando la pierna de Ethan.
— No sean dramáticos — negó con Ethan con la cabeza — Al menos agradezcan que no han sido tocados por nadie en estos días — les recordó — No sabemos cuánto tiempo estaremos así de tranquilos por las cosas que están pasando con nosotros.
— En eso tienes razón, las cosas cada vez están peor con nuestro país — bufó Jack — No sé cuándo esté gobierno hará algo para que las vidas de las personas cambien.
— ¿Cambiar? — Se burló Valeria — Eso es algo imposible — los tres rieron.
— Deseo que todo acabe rápido — susurró Ethan, tocando el cabello de Jack — Que todo salga como esperamos y no como el destino nos tiene escrito nuestro futuro.
— También espero, Ethan — dijo Jack, de la misma forma — Aunque, según dicen la esperanza es lo último que se pierde ¿No?
— Seguiremos juntos a pesar de todo — concordó Valeria.
Ethan iba a decir algo pero sus sentidos se pusieron en alerta cuando un cambio en el aire se hizo presente donde estaban. Su piel se erizó causando que sus amigos se pusieran en alerta también, porque habían sentido los cambios en el aire.
— Están aquí — Valeria se levantó del piso y ayudó a Ethan a pararse — Esto no es bueno...
— No puede ser tan malo que ellos estén aquí...
— Sólo por ti, Jack — suspiró.
— ¿Por qué dices eso? — preguntó Ethan, tomando su mano.
— Hoy es doce de enero.
Antes de que alguno de los chicos pudiese decir algo sobre eso, fueron llevados hacía la casa custodiados por los hombres que estaban a sus alrededores cuidándolos como si fueran sus dueños. La mano de Valeria estaba sujetada a la de Ethan con mucha fuerza de la necesaria, ella necesitaba sentirse segura y quien mejor que Ethan o que Jack para hacerle saber que no estaba sola en ese momento crucial.
Sus ojos se llenaron de lágrimas en cuanto la figura de su amo se hizo visible en su campo de visión, ya tenía una idea de lo que pasaba en ese lugar y no estaba segura del todo si saldría viva después de eso.
Un gruñido salió de los labios de su amo, cuando la mirada de este se posó en las manos de Ethan y de Valeria.
— Ian, agarra a tu omega antes de que yo lo haga y no te gustara la forma — dijo, tomando del ante brazo a Valeria, quien gimió por la presión en su brazo.
— Ven aquí, omega — frunció los labios, pero hizo lo pedido por Ian sin rechinar, bastante tenía con las cosas en su mente como para que ahora le salga del alma desobedecerlo — Así me gusta, tan obediente — pasó uno de sus brazos por los hombros del menor acercándolo más a su cuerpo — Ya se pueden ir, hablaremos en unas horas para el viaje que haremos hacia Canadá, espero que ya tengan todo en orden para ese momento.
— Así será, Ian. Nos vemos en unas horas en el aeropuerto — dijo Thomas, inclinando la cabeza en forma de despedida.
Thomas tomó a Jack por unos de sus brazos y lo sacó de allí, seguido de Thomas.
Ethan se sintió un poco triste por el repentino vacío en esa habitación que no dudo en hacer un adorable puchero, cuando se dio cuenta de que estaba solo con Ian en esa habitación.
Podía sentir la tensión del alfa contra su cuerpo, por lo que opto por quedarse quieto esperando que este dijera algo en lo cual él podía ayudar si era necesario, pero su curiosidad fue tanta que terminó hablando.
— ¿Sucede algo, amo? — preguntó en un susurró, ya se le hacía raro tanto silencio en ese lugar.
— Vamos a la habitación, estos estúpidos tienen rato mirando lo que es mío y eso no me gusta — soltó, tomando unas bolsas que había llevado ese día a la casa especialmente para Ethan.
Ian les dio una mirada asesina a todos sus trabajadores que miraban a Ethan como si este fuera un pedazo de carne a la cual ellos tenían el derecho de verlos.
Guió al menor hacia la habitación e hizo que quedara acostado a su merced, mientras cerraba la puerta de la habitación con seguro.
— ¿Qué hará conmigo, amo? — preguntó en un susurro tembloroso.
— No hagas preguntas — siseó, abriendo las bolsas sacando la ropa interior con una sonrisa — En estos días me han dicho que ya no tenías ropa que ponerte...
— ¿Quién le dijo eso? — sus mejillas se pusieron rojas por la repentinas ganas salir huyendo del lugar.
— Nadie en particular, supuse que ya no tenías porque nunca te las compre. Pero eso cambiara hoy — Ethan frunció sin saber a qué se refería y la respuesta no tardó en llegar.
Ian flexionó las rodillas de Ethan, luego tomó los extremos del short negro que tenía tapando su desnudez y lo desnudó. Después de quitarle la ropa por completo soltó una risa burlona cuando gran parte de la piel del menor se puso de un tono más carmesí que de costumbre bajo sus manos.
Ethan era una hermosa adquisición digna de admirar por un largo rato si era posible, pero qué más daba.
— Con esto te verás muy lindo – le puso la ropa interior color violeta con un pequeño lazo en uno de los extremos.
— ¿Qué es eso, amo?
— Se me olvidó que no puedes ver — puso los ojos en blanco — Es tu nueva ropa interior, esta es la que usaras en mi próximo viaje.
— No entiendo, pensé que solo estaría en esta casa hasta que usted decidiera hacer algo conmigo — murmuró, sentándose en la cama.
— Así es, pero iras conmigo a un congreso que dura un mes y quiero que estés en mi cama dispuesto a mi cuando lo necesite — apoyó sus manos y rodillas sobre las piernas del menor, acercándose a él – No puedo estar en abstinencia durante mucho tiempo, mientas que tu estas aquí como si nada..
— ¿Pero no será peligroso que yo vaya con usted? — intentó que Ian se echara para atrás en eso de sacarlo del país, no le gustaba para nada eso.
— Tengo todo controlado — sopló los labios del menor — Sacarte del país no es un impedimento para mí.
— Pero...
— Nada de peros, Ethan, no me gustan las preguntas estúpidas — puso dos dedos sobre el pecho del menor y lo empujó hacia atrás acostándolo — Tienes unos labios muy apetecibles, omega — y lo besó.
*****
— Creo que ellos nos tiraran hacia el mar Caribe y luego nadie nos recordara — dijo Jack, mirando la ventanilla y luego a sus amigos.
— Eres tan dramático, Jack, que estoy seguro que el día que dejes de hacerlo será el fin del mundo — dijo Valeria, dándole en el brazo y este rió.
— Creo que es la verdad — concordó Ethan, con él y Valeria le dio un zape en la cabeza por ser tan menso y en eso también — No tenías por qué darme en la cabeza — se pasó la mano por el área afectada.
— Es que los dos son estúpidos, por el amor de Dios — bufó y luego se cruzó de brazos — Si ellos en verdad quisieran hacerlo ya lo hubiesen hecho sin remordimientos desde el primer día que llegamos a sus manos.
— En eso tienes razón — dijo Jack — ¿Qué te pasó en los brazos?
— N-Nada — escondió la mirada — Solo no preguntes.
— ¿Qué demonios te sucedió? — volvió a repetir ya un poco más serio, tomando las muñecas de Valeria.
— No pasó nada, te lo juro...
— Algo está mal, tu voz suena rara — murmuró Ethan, estando de acuerdo con Jack — Algo te hizo tu amo.
— Él no me hizo nada, se los juro — sollozo — Suéltame, Jack, me estas lastimando.
— ¡Entonces dime qué diablos sucedió!
— No grites, Jack. Vas a llamar la atención de nuestros amos — susurró Ethan.
— ¡Thomas! ¡Tú maldito omega está tocando lo que es mío!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro