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Capítulo 13

Ian miraba las pruebas que Ethan se había hecho ese día y todas daban positivo, realmente estaba embarazado. Ahora sí que todo estaba perdido, bueno no tanto.

Thomas y Thomas estaban que lo mataban con la mirada, realmente lo mataban y él en verdad que no estaba para nada contento con las consecuencias de sus actos. Ahora debía de poner su plan en marcha, su hermano ya había dado la orden de que debían matarlo dentro de poco y Ethan aún no estaba operado del a vista.

Miró hacia donde estaba el omega durmiendo y no dudo en sonreír al ver sus pequeñas manos sobre su vientre. Era una buena imagen.

— Tenemos que hacer algo, Ian — la voz de Thomas lo volvió a la realidad — Creo que lo mejor será que todo se quede así hasta que lo operen...

— No sé si es buena idea — Ian pasó una de sus manos por el cabello — Puede hacerle daño al bebé y aún no sabemos cuánto tiempo sea el embarazado de un hibrido.

— No le pasara nada al bebé — Thomas puso los ojos en blanco — Es en los ojos, mientras el bebé este pequeño todo estará bien.

— No sé — dijo, incomodo — Pero creo que es lo mejor por ahora será regresemos.

— Me parece bien — Thomas se encogió de hombros — Ya no tenemos que hacer más nada aquí y si hacemos todo lo posible, a Ethan lo podrían operar en menos de un mes, antes de que el embarazo sea más avanzado.

— No tengo ni un mes siendo presidente y ya estoy hasta el cuello...

— Sabemos bien que nunca has sido el presidente — Thomas frunció los labios — Compras los votos de las personas que no te quieren o si no los amenazas.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Que eres un dictador, Ian — dijo Thomas, desviando la mirada hacia el paisaje — El país te tiene miedo, ganaste las elecciones porque todos te temen y no porque en verdad te quieran como su gobernante. Sabemos que hiciste esas elecciones solo porque te lo pedimos, pero sabemos que tú harías lo que fuera por ser el presidente del país por muchos años más.

Ian miró a sus amigos un momento y después se sentó en el sofá que estaba cerca de la ventana, aún era de noche por lo que solo estaban esperando a que dieran la orden para poder irse de ese país lo antes posible.

Ahora que pensaba las cosas con cabeza fría ellos tenían razón, no era un presidente. Nunca hubiese pensado que algo así pudiese suceder en la vida. Su padre no era así y él ahora estaba siendo todo lo contrario a su padre y abuelo.

Mató a cientos der personas con sus manos y a otros cientos los mandó a matar porque no lo seguían como su presidente como debía de ser. Miró sus manos y se las imaginó manchadas de sangre. Sangre de gente inocente que no lo querían cerca de sus hijos por las cosas que les hizo a sus familias.

Las pocas personas que se acercaban a él solo o hacían por respeto y no porque lo quisiesen de eso no había duda alguna. Sus padres ahora estaban al otro lado del mundo disfrutando de su amor como manda Dios en la biblia.

Sacudió la cabeza y miró a Ethan y no dudo en sentirse mal, le quitó la oportunidad a alguien de elegir su destino solo por sentirse poderoso. Aunque, Ethan solo tenía unos pocos meses con él, no podía creer que le había quitado lo único bueno.

A lo lejos aún se podía ver la cadena que sus amigos le habían regalado y que nunca este se quitaba, ni si quiera cuando se duchaba. Soltó un suspiro lleno de nostalgia y despegó la mirada del omega.

— Creo que tienen razón — murmuró, bajando la mirada — No sé en qué estaba pensando cuando hacia todas esas cosas.

— Nosotros también tenemos la culpa d eso, Ian — Thomas se sentó a su lado — Tenemos igual o más culpa que tú por no decirte las cosas como son.

— Mate a cientos de personas con mis manos durante los últimos años de mi vida, sin contar a las que mate ante de hacerme presidente — negó.

— Nosotros también tenemos la culpa de todo eso, Ian — Thomas tocó su pierna — A lo largo de estos años las cosas están fuera de nuestro alcance y la verdad es que no sabemos cómo sean a partir de ahora con esto que queremos hacer.

— Yo estoy seguro de hacerlo — dijo, firme — Tengo que hacer que mi hermano desaparezca de mi vida.

— Nosotros también — dijeron, al mismo tiempo.

— Gracias.

— No es nada — dijo Thomas, y luego se encogió de hombros levantándose — Tengo que irme a dormir. Al parecer el vuelo no saldrá esta noche y no tengo ganas de hacer más nada.

— Yo igual. Nos veremos después — dijo Thomas, con ademan de mano.

— Thomas — llamó Ian, y este se dio la vuelta a mitad de camino — Si en verdad quieres a la omega que está contigo debes no debes esperar. Sé que tu celo llegó antes que el mío y que ya la marcaste...

— ¿Cómo sabes eso? — miró hacia atrás para ver si Thomas aún seguía con ellos, y gracias a Dios no estaba.

— No es difícil saber la deferencia entre el maquillaje y la piel de una persona — se levantó de su lugar — Hace unas semanas que me di cuenta de eso por la forma en la cual la sobre proteges.

— No pude aguantarme — suspiró — Mi celo fue mayor a cualquier cosa y se me salió de las manos — murmuró, y Ian soltó una risita.

— Solo ten cuidado, si vas a hacer algo serio con ella debes de hacerlo dos días después de lo que ya sabes — lo regañó.

— Estuve pensando en eso — asintió — Lo haré, gracias, hermano.

— No es nada — le guiñó un ojo — Nos vemos en unas horas.

Thomas asintió y salió de la habitación.

Las manos de Ethan temblaban sin parar sin entender muy bien lo que estaba pasando a su alrededor. Solo entendía que estaba esperando un bebé, pero pensaba que esas pastillas que Valeria le daba para eso al menos funcionaban.

Escuchaba los susurros de las personas a sus espaldas, tenía miedo de lo que pudiese ocurrir ahora que estaba esperando un bebé. Quizás ahora el alfa ya no lo quería y lo iba a dejar en ese país, pero en lo que en verdad estaba seguro era que primero lo iba a torturar antes de matarlo.

Su cuerpo se tensó cuando las manos del alfa se posaron en su cadera y seguido de eso en su vientre. Sus ojos se mantenían cerrados, esperando cualquier cosa que pudiese suceder. La confusión en su rostro no se hizo esperar, cuando el alfa dejó un beso en su vientre poco abultado y luego sintió la sonrisa de este.

Se movió un poco, logrando que el alfa tuviese más ascenso a su vientre. Quería sentirlo un poco más cerca de lo que ya estaba.

El alfa sabía que Ethan estaba despierto desde hace un buen rato, para ser más exactos desde que Thomas y Thomas había llegado, pero prefirió quedarse callado y esperar a que este siguiese fingiendo su cometido.

Subió un poco la sudadera del menor tocando con suavidad el vientre de este, por un momento leve pasaron ciertas imágenes de su pasado y presente que no lo orgullecían del todo. Las víctimas de su régimen estaban aún presentes en su mente y eso era algo que no iba salir tan fácilmente de él.

Tan perdido en sus pensamientos no se dio cuenta de que se había quedado ido hasta que las manos de Ethan se posaron en su cabello volviéndolo a la realidad. Miró los ojos del menor y una boba sonrisa se posó en él. Estaba cayendo duro por Ethan, y le estaba gustando.

— Eres un omega muy travieso, Ethan — pellizcó el lado derecho de su cadera — Fingir que estabas dormido es un delito.

— Lo siento — sus mejillas se pusieron rojas de la vergüenza — Pero usted estaba hablando con sus amigos y yo no quería interrumpir con mis cosas, amo.

— Lo sé – se encogió de hombros — Tengo tantas ganas de hacerte mío ahora mismo, pero escuchó pasos del otro lado de la puerta lo que indica que casi nos estamos yendo de aquí.

— Amo — lo llamó cuando este se levantó de la cama — ¿Está enojado conmigo por esto?

— ¿De qué me estás hablando? — Se hizo el tonto y caminó hacia donde estaba la maleta con sus prendas — No creo estar molesto por algo que hayas hecho, Ethan.

— Es por lo del bebé que viene en camino — murmuró, jugando con sus dedos — Sé que esto no estaba en sus planes el estar así conmigo...

— ¿De dónde sacas eso, Ethan?

— La forma en la cual se dieron las cosas y ahora esto..., no sé qué vaya a pasar conmigo ahora que estoy esperando un bebé — los pasos del alfa se dirigieron a la cama — No quiero que me mate o que le haga daño a...

— Cállate, Ethan — gruñó — No sé de dónde diablos estas sacando eso.

— Es verdad, amo — levantó los brazos para que Ian le quitara la única prenda que tenía puesta, y así lo hizo el alfa — No soy más que un simple omega hibrido que está destinando a sufrir en este mundo, ahora con más razón — sintió sus ojos arder — No quiero que le pase nada a mi hijo, amo...

— ¡Cállate! — Gritó, bastante enojado — No te pasara nada, Ethan. Tenemos medio año juntos, y ya dices estupideces como si estuvieses delirando. Si hubiese querido matarte ya lo había hecho sin pestañear, pero no lo hice.

— No me hará nada, ¿Cierto? — Las manos del alfa se posaron en la marca que su cuello poseía — No quiero morir, aun.

— No lo harás, Ethan — le colocó un abrigo y luego unos pantalones de chándal — La marca que tu cuello tiene es mi marca, eres mi omega, Ethan, y eso nadie lo podrá cambiar.

— No quiero hacerme ilusiones con algo que no sucederá, amo — sollozó — Pasé toda mi vida siendo golpeado por todos en mi camino. Mi hermano siempre me hacía cosas con apenas tres años que no se lo deseo a nadie — Ian frunció el ceño con eso.

— ¿Qué cosas te hacia?

— No lo recuerdo bien, pero un día fue hacia la casa de prostitución y me hizo escuchar las cosas que me hacía desde los tres años e incluso cuando intentó violarme con uno de sus amigos cuando cumplí si quince en ese lugar y Valeria me salvó de eso — ya para esos momentos estaba llorando a mares — No sé qué hice mal en la vida para que todo lo malo me pase a mí, amo. Pero si en verdad hice algo malo, lo siento mucho.

— Shh, tranquilo — lo abrazó — Ahora estás conmigo.

— Cuando nos conocimos el día de mi cumpleaños pensé que me iba amatar ese mismo día por pedirle que me dejara conservar la cadena que me regalaron mis amigos — negó, afligido — La forma en la cual me trató cuando fui entregado a usted pensé lo peor, ya muchos omegas hablaban cosas de usted y yo no quería que me mataran el mismo día de mi cumpleaños.

— Así que era tu cumpleaños — dijo, pensativo — Un día me dijiste de las cosas que te hacían ene se lugar como castigos.

— Recuerdo que un día ellos me castigaron porque me ofrecí por Jack. Cortaron la mitad de mi cola sin pensarlo. Entre en una especia de coma temporal por el dolor que sentí seguido del desmayo que esto provocó — abrazó al mayor con un poco de fuerza — Cuando desperté habían pasado semanas y todo seguía igual.

Ian tensó su mandíbula tomó la cola de Ethan entra una de sus manos. Estaba furioso por eso que le había hecho al omega y lo iban a pagar con sangre. Nadie tocaba a su omega, y menos para hacer esas cosas.

Besó la cabeza de Ethan acariciando al mismo tiempo la cola de este. Estaba decidido que Ethan era su omega, y acabaría con todos de ser necesario. Nadie se metía con él a menos que no sea para darle alguna caricia.

— Lo pagaran con sangre lo que te han hecho, mi hermoso omega — se despegó de los labios del menor — De eso me encargo yo de que así sea.

— Soy su omega — susurró para sí mismo, pero Ian lo escuchó — Eso es genial.

— Sí que lo es — rió, un poco.

La puerta de la habitación fue tocada varias veces indicándole de que ya era hora de irse de ese lugar lo antes posible. Ian tomó la menor entre sus brazos, no sin antes ponerle tenis por el frio al igual que una bufanda de él al igual que un gorro. Es menor prevenir que lamentar, había dicho el alfa.

Salieron de habitación y caminaron hacia la salida de este donde los esperaba su transporte. Por suerte alguien había persuadido a los periodistas. Ese sería uno de sus últimos viajes con sus amigos, debía de tomar las riendas de su país como Dios manda.

*****

Unos planos sobre una mesa pulcra estaban siendo examinados por la mente maestra de Edward Jones Cox. El hermano gemelo de nuestro presidente. Ya todo estaba escrito en el futuro del país y más aun con la información que había recaudado hace una soras.

Sin duda iba a acabar con todo lo bueno que tenía su hermano, principalmente por ese dulce omega que parecía hecho de porcelana pura ante los ojos de las personas. Con solo clic todo el país sabría algo de lo que su presidente ocultaba, pero no sería ahora. Si no, después de su muerte como lo tenía planeado, así todo estaría en sus manos.

Era un país que por décadas estaba siendo gobernado por su familia y ya es momento de que la oveja negra de la familia hiciera lo suyo también. Despegó la vista dela mesa y caminó hacia el ventanal de su oficina viendo el mar frente a él. Era hermoso, al menos su padre pensó en él y no solo en su hermano como siempre hacían.

Tenía a dos hermosas mujeres de su lado, las cuales le pasaban la información que deseaba al igual que hombres que estaban con su hermano sin saber que una esas personas también le pasaba información a su presidente.

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