Capítulo 1
Estaba mirando como las personas hablaban del atentado que habían recibido ese día por parte de unos guerrilleros que no estaban de acuerdo con que fuera el nuevo presidente del país.
Estaba harto de estar rodeado de personas incompetentes que sólo estaba allí sentados ganándose un sueldo sólo con eso. Puso los ojos en blanco soltando un suspiro lleno de exasperación, que fue causa de la risa del vicepresidente del país.
Dejó caer ambas manos sobre la mesa, logrando que todos dejaran de hablar.
— Quiero saber porque demonios aún están aquí dentro sin decirme una sola palabra que valga la pena — los miró, con ojos cazadores de alguna presa.
Todos guardaron silencio ante esa pregunta tan importante, que les había llegado de golpe. Estaba decidido a que tenía que acabar con todo lo que le fuera de poca utilidad en su camino.
— Aun sigo esperando una maldita respuesta, incompetentes — gruñó — En las calles hay una serie de personas que quieren acabar con mi periodo político.
El tono de voz del alfa era claro, estaba furioso y en cualquier momento podía dispararle a alguien por no haber respondido a su pregunta.
— No sabemos aún quién quiere acabar con su legado, señor — dijo uno de los hombres, que estaba en la armada. Su mirada era de puro miedo al igual que las demás, todos en ese lugar tenía que tener muy buen puesto político para estar sentado.
— No me vengan con sus cosas, hijos de perra — bramó, totalmente furioso — Desde hace días que han intentado matarme y ustedes no hacen nada más que estar sentados en sillas que yo compré con mi dinero.
Todos, absolutamente todos, se miraron entre si son poder contenerlo. Sabían que tenía razón, pero aún no habían podido saber quién era la persona que estaba detrás de todos los atentados.
Si querían conservar sus cabezas intactas tenían que investigas más a fondo la situación, aunque, si no tenían lo pedido al día siguiente sus familias buscarían sus cuerpos en uno de los barrancos de la capital.
— Espero que me tengan buenas respuestas antes de lo previsto, no quiero deshacerme de mis hombres por negligencia — sacudió su saco, alemán para ser más exactos, y se levantó de la silla presidencial al igual que los demás en ese lugar — Espero que cuando nos volvamos a ver me tengan buenas noticias sobre lo que está pasando fuera del palacio.
— Sí, señor — dijo uno de ellos, con voz asustadiza al igual que su cuerpo tembloroso — Haremos lo que está en nuestro alcance...
— No quiero que hagan lo que está a su alcance — lo interrumpió, con voz áspera y lista para soltar una orden de muerte a quien le diga lo contrario — Les ordeno que hagan hasta lo imposible por saber quién está detrás de mí — dicho eso, salió de la sala presidencial hacia la salida del palacio.
La risa del vicepresidente y del primer vocal se hizo presente a su espalda y él no dudo en reír también por lo que acababa de suceder allí dentro con los funcionarios.
No dijeron nada solo prestaron atención a la prensa que estaba rodeando el palacio ese día, ni si quiera en noche buena podía deshacerse de ellos. No les dirigió solo subió a su coche y espero a que el vicepresidente también subiera.
— ¿Tenías que ser tan estricto con ellos? — preguntó el primer vocal, después de bajar la pared de metal que dividía el carro para tener más privacidad.
— Si no lo hacía, ellos tomaría mi mandato como si fuera un juego y eso no va conmigo, Thomas — le recordó — Además, hoy es noche buena y todos ellos deben de estar trabajando para saber quién está detrás de mí cabeza.
— Eso es algo difícil de saber, Ian. La persona que está detrás de ti es muy astuta. Es como si supiese cada movimiento que haces — negó, con la cabeza, el vicepresidente.
— No hablemos de eso ahora — suspiró — En lo que quiero hablar es como pasaré la noche buena.
— Eso es fácil, Ian, muy fácil de saber.
*****
Los pasos del otro lado de la puerta se escuchaban cada vez fuerte a medida que pasaba el tiempo, no sabía con exactitud qué hora pudiese ser. Pero de algo estaba seguro, era que ese día su mundo cambiaría drásticamente.
Hubiese deseado que al menos le dieran una miserable felicitación, pero nada sucedió. Lo único que recibió ese día fue la visita de uno de los dueños de ese lugar diciéndole que sus días como omega virgen habían terminado.
Ahora sí que estaba jodido, su discapacidad había sido la causante de que no lo vendieran desde que había llegado a ese lugar hace once años. Era completamente ciego, no podía ver nada ni siquiera el más mínimo reflejo de luz.
La única persona que podía ayudarlo era Jack, pero hace unos días había sido vendido aun alfa de gran poder. No obstante, aun podía escuchar su voz atreves de los pasillos porque aún no había sido llevado con el gran alfa a su cargo.
La vieja y oxidada cama en los esprines, hizo un sonido molesto cuando se levantó tentando las paredes de su maloliente habitación. Deseó con todas sus fuerzas el no haber nacido omega y que su hermano no lo haya regalado por unos cuantos pesos al burdel con más prestigio en esa maldita ciudad.
La cerradura de la habitación cedió a la llave que había sido introducida en ella, dando paso a una hermosa omega de ojos bicolores. A decir verdad, era en la única persona que el pequeño omega había confiado su vida desde que Jack había desaparecido hace unos días.
Era sumamente atrayente con sus ojos de colores, era bajita, pelo negro, labios un poco grandes y carnosos, y sobre todo su cuerpo era demasiado curvilíneo como para no ser notada. Su destino también estaba contado y Ethan lo sabía en el momento que la escuchó entrar y que su olor se mezcló con el miedo de sus hormonas.
— Hola, Ethan — su voz sonaba lejana, y opaca por los pequeños temblores que tenía su pequeño cuerpo en ese momento. También estaba consciente de que ese día su destino también estaba contado.
— Hola, Valeria, ¿También te eligieron? — preguntó, en cuanto la cama a su lado se hundió.
— Así es. Estoy aquí para prepararte como ellos me mandaron hacerlo... — su voz terminó de perderse por el sollozó que se escapó de sus labios — T-Traté de hacer todo para que este día jamás llegara pero ellos fueron más astutos que nosotros.
— Lo sé — le sonrió, triste, y buscó su mano a tientas en la cama — Ellos tenían nuestros pasos contados al igual que los de Jack...
— Hoy vi a Jack — lo interrumpió, y Ethan no evitó sorprenderse — Al parecer alguien ya lo había comprado. Su nuevo dueño dio la orden de que debían de tenerlo en las habitaciones de aislamiento, hasta nuevo aviso.
— ¿Él está bien? — preguntó, en voz baja, y ella asintió.
— Si, aunque está muy triste porque está solo en ese lugar sin nadie — su voz sonó triste — Él también esta decaído porque esta noche su dueño ira a la subasta para reclamarlo.
— ¿Por cuánto tiempo estará con su nuevo dueño? — preguntó, moviéndose, un poco en la cama.
— Según lo que me dijo es por tiempo indefinido...
—Si es por tiempo indefinido eso podría ser la muerte inminente de Jack si ese alfa llegara a cansarse de él en poco tiempo — llevó ambas manos a la boca para callar el jadeo lleno de angustia dentro de él.
Era inevitable el final que tendría Jack si ese alfa decidía matarlo al fin a al cabo su destino estaba escrito. Era un prostituto al igual que él y que los demás en ese lugar con la única diferencia que ninguno de los había sido tocado por alguien alguna vez y eso no era del todo lo mejor. los omegas de un nivel alto como el siempre regresaban con traumas de por vida a trabajar, no había un solo que dijese que estaba conforme con la vida que estaba llevando, a decir verdad, los años pasaban y todos siempre estaba conformes con sus vidas.
Pero Ethan no quería eso, no, él pensaba que si en los cuentos que Valeria siempre le contaba había príncipes azules quizás en la vida real habría alguno, pero no era precisamente azul como lo imaginaba.
El suspiro y el movimiento en la cama fue suficiente para darse cuenta de que hora había llegado, al fin dejaría de ser un omega virgen e inexperto en este mundo.
— Ellos me entregaron ropa para que uses esta noche, Ethan — murmuró algo cohibida — Es lencería... antes de que digas algo todos debemos usarla por órdenes de Tommy, pero tu usaras la más provocativa.
— Entiendo, creo que si lo hago...
— No lo haces — lo interrumpió — Todos fuera de estas puertas sabemos que Tommy está detrás de ti desde hace tiempo, él tiene todo calculado para ti esta noche. Si nadie te compra él se encargará de ti y ambos sabemos cómo serán las cosas — el pequeño cuerpo de Ethan comenzó a temblar y pequeños temblores se hicieron presentes.
Ahora sí que su destino estaba escrito, ahora sí que no había nada que pudiera hacer. Nadie iba a querer a un omega discapacitado como él en el mundo de los alfas de alto rango.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas sin poder evitarlo. Había oído en los pasillos cuando se paraba en la puerta que Tommy siempre terminaba matando a los omegas que no lo satisfacía sexualmente o sino los mandaba hacia otros países para prostituirlos en los barrios bajos de mundo.
— No llores, Ethan — besó su mejilla, con cariño — No pienses en eso, por favor. Verás que nadie te pondrá la mano. Quizás encontraras a alguien que te quiera para toda la vida...
— No me pidas eso, no puedo creer en los príncipes azules de los cuentos que me dices todas las noches.
— Sino crees en los príncipes azules, entonces cree en los príncipes de negros — bromeó, para quitar la tensión que se había formado en el lugar.
— Eres buena en esto — escuchó pasos del otro lado de la puerta y en ese instante se dio cuenta de que ya era hora de que su destino estuviera escrito — Creo que ya es hora, Val.
— Si, ¿Estás listo? — se levantó de la cama, mirando la caja que había olvidado.
— Si, no puedo detener el tiempo — también se levantó — ¿Te dieron la ropa que usaríamos esta noche?
— Si, aquí la tengo. Aunque, tengo que decirte que es muy provocativa — abrió la caja — ¿Te ayudo en algo?
— No, solo ayúdame a ponérmela y nada más por favor.
Ella afirmó en voz baja quitándose la ropa pieza por pieza al igual que Ethan. Ambos se tenían confianza. Además, Ethan era discapacitado en la vista como para estar viendo a mujeres desnudándose frente a sus ojos cada vez que podía.
Un ligero rubor cubrió sus mejillas cuando Valeria le indicó que debía subir los pies uno a uno para ponerle las pantis las cuales eran rosadas. Después, siguió con las medias y por último el maquillaje ligero en sus ojos. Solo le puso un poco de delineador y algo de brillo, nada exagerado porque según ella, Ethan no necesitaba de muchas cosas para verse hermosos ante todos. También, sin olvidar la pequeña y peluda peculiaridad de Ethan que estaba bien escondida en la ropa interior.
Sintió como ella aseguraba los lazos sueltos en las medias y hacia un diseño para que se vieran presentables. Al menos le habían dado lencería nueva para esa noche. Una vez listo se sentó en la cama a esperar que ella terminara de arreglarse con ropa totalmente diferente.
La puerta fue tocada con fuerza y ambos saltaron del susto. Valeria rápidamente tomó las batas que le habían sido entregadas y le colocó una a Ethan.
La puerta se abrió con brusquedad y un corpulento hombre se hizo presente.
— Ya es hora, ustedes dos son los únicos que se han tardado más en arreglarse y Tommy está realmente enojado con ustedes dos — bramó.
— Lo siento, James — se disculpó — Ya vamos a salir, solo estábamos arreglando algunas cosas y nada más.
— Eso espero, ahora salgan.
Valeria tomó el brazo de Ethan para salir de allí y también para alejarse del hombre que los estaba devorando con la mirada desde que entró.
Ethan estaba fuertemente agarrado de ella para caerse o tropezar con cualquier cosa que hubiese enfrente de ellos. Su cuerpo completo se tensó cuando a lo lejos percibió el olor de los alfas y de sobre todo los alfas de alto rango como eran los leones. Estaba jodido, si esos alfas ponían sus ojos en él.
Los leones estaban en la punta más alta del estatus social a la hora de tener dinero a montones.
Fue colocado detrás de Valeria por precaución de ella para que nadie lo viera.
— Sé que este no es mejor cumpleaños de todos Ethan — sintió como algo frio y simbólico era colocado en su cuello — Este collar simboliza nuestra amistad. Tiene dos colores, uno de ellos es azul como el color de tus ojos, el de Jack y el mío, y el otro es marrón por mi único ojo marrón.
— Gracias, Val. Eres una de las pocas personas que han hecho algo por mí en la vida. Espero que nos volvamos a encontrar alguna vez — pequeños dedos se posaron en sus mejillas quitando las gotas que habían comenzado a caer de sus ojos.
— No llores, Ethan. Vas a arruinar el maquillaje — le reprochó.
— Eso es lo de menos ahora...
— Valeria — la voz de la única persona que más odiaba en la vida se hizo presente en ese pasillo. Su destino había llegado — Ya tienes dueño, fuiste la adquisición esta noche. Tu nuevo dueño te espera... y para que te hagas una idea de lo que te espera, es un león.
Apretó los dientes mirando hacia el techo para que las lágrimas no saliera de sus ojos como tenía planeado hacer desde hace rato.
— Te amo, Ethan. Pase lo que pase siempre serás mi mejor amigo y esta cadena lo prueba — su voz sonaba estrangulada por las lágrimas que no había podido contener.
Ethan no tuvo tiempo de decir nada por Valeria había sido llevada con brusquedad hacia su nuevo dueño de ahora en adelante. Se sostuvo de la pared y casi vomita cuando el olor asqueroso de Tommy se posó su lado con uno de sus velludos brazos sobre sus hombros.
— Sería una lástima que alguien que no sea yo te usara, Ethan. Eres tan hermoso y sobre todo, tan caliente con lencería que me dan ganas de follarte contra esta pared y quitarte hasta la última esencia de tu cuerpo. Aunque, esta noche puede que se haga realidad ese sueño caliente que tengo contigo — dijo, en voz baja, en el oído de Ethan.
Ethan se removió incomodo en su lugar hasta que pudo salir del agarre de ese hombre.
— No me toque, señor — intentó que su voz sonara firme.
— Eso está por verse, Ethan — saboreó, su nombre.
Ahora estaba solo, sin nadie con quien hablar, ninguno de los que quedaban eran sus amigos o conocidos. Sus plegarias fueron escuchadas por el diablo, porque en ese momento fue tomado del brazo y arrastrado a través de las personas. Ahora sí que estaba jodido.
— Es tu día de suerte, zorrito — la voz de james se hizo eco a través de sus tímpanos — Te ha comprado un alfa muy importante en estos negocios, aunque dudo que dures mucho con él, porque es un león de gran prestigio.
Ethan tembló y sin contenerse, comenzó a llorar. Ahora sí que iba a morir sin conocer a su príncipe de cuento de hadas. El aire chocó contra su rostro desde que salieron del lugar. Y sus rodillas sufrieron las consecuencias cuando fue lanzado hacia el pavimento con fuerza. Un jadeo salió de sus labios mezclados con los sollozos que hacían su cuerpo vibrar a cada segundo.
El sonido de varios pasos firmes y de un golpe que resonó por todo el lugar se hizo presente, el lastimero gemido de dolor que soltó el corpulento hombre detrás de él lo puso en alerta. Se encogió en sí mismo tratando de pasar de desapercibido entre los fuertes hombres que lo rodearon.
Un fuerte tirón de su cabello le hizo hincarse sosteniéndose de las piernas que le tenían sujeto del cabello. El fuerte olor a león dominante y feroz fue suficiente para saber que estaba rodeado de tres alfas de alto rango y estatus social.
— ¿Estás seguro de que quieres estar con este omega? — preguntó uno de los hombres, el que estaba detrás de él.
— Así es. Su olor es el de un zorro, todos sabemos que muy pocas personas pueden darse el lujo de estar con alguien como él — respondió — Además, necesito tener con que divertirme.
La respiración de Ethan se volvió errática y sobre todo su cuerpo completo se volvió frio por las palabras que había dicho ese hombre. Su tono de voz al igual que su olor solo significaba una cosa y era peligro inminente. La mano sobre su cabeza apretó con más fuerza su cabello, haciéndolo levantar del piso, sin dejar de agarrarse de la otra persona. En el momento en que el agarre se hizo más suave su mirada cayó hacia abajo en forma de reverencia.
— Pero solo tienes que mirarlo, es un omega con una de dificultad que después te pasará factura — dijo, la otra voz a su lado, con desagrado.
— Eso es lo de menos ahora, lo único que me interesa es que me divertiré mucho con él — pasó varias veces sus dedos por el pelo castaño del menor, antes de tomar su brazo — Nos vemos mañana para navidad.
No escuchó respuestas de las demás personas por lo que supuso que se habían ido. Fue tirado del brazo hacia el frente con uno de los brazos de la persona que lo había comprado. El camino hacia su nuevo hogar no dejó de ser una tortura, no porque le habían ordenado que se sentara en el piso, sino porque no sabía lo que le prepararía el futuro.
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