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No pude procesar la acción que acababa de hacer, prácticamente secuestré a mi lindo vecino. Frente a mis ojos estaba un chico de mirada dulce como la miel cuyas ropas -el uniforme de la escuela- estaban sucias por la anterior caída. Alex estaba sentado en el frío suelo de madera de mi casa abrazándose a sí mismo.

—¿Por qué no te sentaste en el sofá?—pregunté con notoria intriga. De todos los sofás, sillas y banquitos que había al rededor nuestro, Alexander se había sentado en el suelo, ni siquiera fue sobre la alfombra de terciopelo azul, sino directamente en el suelo de madera.

Hizo unos gestos dándome a entender que él estaba bien sentado en el piso, se conformaba con el suelo. Sonrió.

Sentí una fuerte punzada en el pecho, está sonriendo a pesar de que hace nada su padre lo insultó. Si bien yo no tenía una buena relación con mi padre, él nunca me había insultado o usado malas palabras para referirse a mí. Hay algo malo que sucede aquí.

—¿Quieres darte un baño o cambiarte de ropa?—hablé tratando así de comprender su actitud. Negó con la cabeza y se levantó con intenciones de irse—. Puedes quedarte hasta que tu padre se calme—intervine en sus planes de abandonar mi casa—. Así puedes ayudarme con algo- me miró unos segundos analizando mi comportamiento repentino. Asintió con la cabeza. Aquel simple gesto logró emocionarme y alegrarme un poco el día—Espérame aquí—pedí sonriendo. Él asintió nuevamente con la cabeza.

Subí velozmente a mi habitación para acomldar un poco el desorden. No quería que Alexander viera hojas esparcidas por todos los lados y ropa interior u otras prendas regadas por el suelo. Mi cama estaba decente pues era lo único a lo que estaba acostumbrado a acomodar todas las mañanas. Acomodé todos mis dibujos en el escritorio, el cual había desocupado y le había quitado todas las cosas que tenía encima colocándolas en su lugar correspondiente, por ejemplo puse los libros en el estante.

No tardé mucho en volver a bajar a la sala donde me estaba esperando un tímido Alexander, supongo que él se había distraído inspeccionando la casa mientras yo acomodaba mi habitación.

—Subamos—dije tomando delicadamente su muñeca para poder guiarlo hasta mi habitación sin lastimarlo.

Apenas entramos, Alexander solo se quedó observando desde el umbral de la puerta, yo me había sentado en mi cama. Noté que él se sentía incómodo. ¿Cómo no estarlo?, fuí quien lo arrastró a mi casa y luego a mi cuarto. Me extraña que él no esté asustado, puede ser que esté aturdido por lo que sucedió recién con su padre.

Acerqué una segunda silla al escritorio, lo invité a sentarse en una para luego yo sentarme en la otra. Le acerqué un lápiz y una hoja en blanco para que él pudiera escribir. Hablaré con él así sea por escrito.

—Perdona si te incómoda alguna pregunta que yo te haga o si hago demasiadas preguntas—me disculpé con anticipación a lo que el asintió con la cabeza—. ¿Desde cuándo tu padre hace eso?, ¿cómo te sientes al respecto?, ¿por qué sonríes?.

Alexander estuvo pensando la respuesta unos segundos antes de escribirla mientras yo leía.

‘‘Mi padre me ha tratado así desde que tengo memoria. El siempre ha sido ese tipo de persona conmigo, pero tal vez sea mi culpa por nacer. No me gusta hablar de mis padres, tal vez me matan si hablo de sus problemas con otras personas ajenas al asunto.

¿Cómo me siento?, normal supongo. Ya no me parece algo tan grave, creo que se volvió común que escenas como la que presenciaste sucedan de repente, no puedo hacer nada al respecto.

¿Por qué no puedo sonreír?’’ fueron sus respuestas. Su caligrafía se ve tan elegante y clara que no me costaba entenderla. Él no tenía errores ortográficos (a diferencia de mi que soy un desastre en eso).

"¿Por qué no puedo sonreír?"... tiene bastante sentido esa respuesta, pues él no tenía porqué mostrarse triste por algún problema que haya tenido. Aún así... lo pregunté para conocer el motivo por el cual no demuestra sus sentimientos y lo oculta tras esa triste sonrisa. "¿Por qué no te expresas como debes y simplemente lloras?" es lo que debí haber preguntado.

Estoy siendo muy entrometido en este tema, pero es porque quiero ayudar a este cautivador chico de ojos miel. Quisiera volverme cercano a él, pero se nota que siempre está alerta y no se fía de nadie. ¿Que le habrá pasado para que perdiera la confianza en la gente?, ¿cuánta gente lo habrá traicionado?, ¿me verá a mi como una mala persona?. Hay tantas preguntas circulando en mi cabeza que lo volveré loco con solo decirle algunas, hay tantas cosas que le quiero decir, pero no creo llegar con el tiempo, él tendrá que irse pronto a su casa.

¿Y si...?.

—¿Podemos... ser amigos?—propuse sin pensar en la probabilidad de que me rechazara, él me miró confundido y volvió a escribir en la hoja.

‘‘No creo que sea buena idea, yo no he tenido nunca algo como un amigo, no sé como son los amigos. Lo más conveniente para ti sería buscar a alguien que valga más que yo’’.

Alexander... piensa en el bienestar de otros y no se preocupa por el suyo propio, también tiene baja autoestima y todo eso. Quiero cuidarlo, tengo la necesidad de hacerlo, quiero abrazarlo para hacerlo sentir mejor, sin embargo, siento que si lo abrazo o no tengo cuidado con el, podría romperlo. Suspiró.

‘‘Está bien, seamos amigos, pero no esperes mucho’.

Él se dedicó a mirar atento hacia la ventana, dirigí mi vista hacia allí, dándome cuenta de que por la ventana se veía perfectamente una habitación de la casa de al lado, la habitación estaba algo vacía a excepción de una cama, una mesita de noche y un armario. Justamente la ventana de mi habitación daba con la ventana de aquella habitación, no me había dado cuenta de ello a pesar de que ya llevo años viviendo aquí, es que me concentro mucho en mis dibujos y la música que me gusta, suelo ignorar el ambiente que me rodea aunque no lo hago a propósito.

Detallé mejor aquella habitación y noté que estaba cierto cuaderno sobre la cama. Ahí me dí cuenta de que era la habitación de Alexander.

De pronto, una señora (que supongo es la madre de Alexander por el parecido que comparten) entró a aquella habitación, empezó a arrojar cada cosa que veía por todos lados logrando que esa limpia habitación se volviera un enorme desastre mientras gritaba y maldecía.

—¡¿Dónde está ese maldito marica?!—fue uno de los insultos que nos hizo sobresaltar a ambos. Solo atiné a rodear con mis brazos a Alexander dándole un cálido y reconfortante abrazo.

Escondí su rostro en mi pecho para que su mamá no lo viera ni que él viera lo que su madre hacía.

Entonces noté como la señora arrojaba por la ventana aquel cuaderno donde Alexander escribe sus pensamientos.

No saben cuánto quería gritarle a esa vieja, pero me aguanté bastante bien.

Intenté soltar a Alexander, pero me dí cuenta que él no quería separarse de mí, ahora mismo apretaba mi camisa para no soltarme ni que yo lo soltara. Sentí su cuerpo temblar de miedo y sufrimiento. Viéndolo así, recordé que su cuaderno debía estar tirado y un poco roto en el césped en medio de ambas casas. Si ese cuaderno se queda ahí, podría ser malo, alguien podría encontrarlo o peor.

—Espérame aquí—ordené con un tono de voz suave y tranquilo. Él apretó su agarre negando con la cabeza—. Será rápido, no tardaré mucho—dije tratando de alejarlo un poco, entonces pude ver aquella mirada miel cristalizada por lágrimas, sus mejillas estaban algo rojas y húmedas, también tenía un pequeño puchero formado en sus labios. Al ver tal escena, no me atreví a intentar separarlo, acaricié sus negros cabellos. Tengo como prioridad que deje de llorar.

Estuve un rato abrazándolo, él sollozó un poco. Lentamente me fué soltando. Le volví a decir que iría por su cuaderno, asintió con la cabeza y salí disparado hacia el lugar donde supongo había caído ese objeto de gran valor sentimental. No tardé en encontrarlo, lo tomé y volví rápidamente a la habitación. No quería dejarlo mucho tiempo solo. Al entrar a mi habitación, me percaté de que el estaba quedándose dormido en la silla. Luego de un largo día y por haber sufrido tantos sucesos, no me extraña que esté cansado.

Lo ayudé para que se levantara de la silla, caminó unos escasos pasos y se desplomó en la cama quedándose dormido al instante. Acomodé sus piernas en la cama, encendí el aire acondicionado, lo arropé, me acosté cuidadosamente a su lado y me puse a jugar videojuegos en silencio. No me importa que su ropa ensucie mi cama, por ahora mi prioridad es su bienestar.

Ocasionalmente me ponía a contemplar su lindo rostro, quisiera saber muchas cosas sobre él, pero por ahora es mejor no preguntarle, no quiero sofocarlo con preguntas. Aún a estás alturas no puedo creer que haya metido a un chico que conocí hoy mismo a la casa, es que no pude evitarlo. A pesar de que él dice estar bien, su cuerpo clama por ayuda y no me pude negar a dársela.

Quisiera saber cuanto ha sufrido o cuanto ha tenido que pasar para terminar así, sin embargo, me aterra la idea de saberlo, no creo soportar oír su desgarradora historia.

¿Y que debo hacer ahora para ayudarlo?, él tiene que volver a ir en un rato a casa de sus padres y tal vez le hagan daño. No creo que él quiera ir a la policía porque a fin de cuentas se trata de sus padres.

¿Debo decirle a mi mamá?, hacerlo podría ser peligroso para Alexander, no quiero que él corra ningún riesgo.

No puedo evitar acariciar su lastimada mejilla. El es un chico muy apuesto, todo un hombre guapo aunque su cuerpo esté lleno de hematomas, cortadas y otras heridas. ¿Por qué tuvo que tocarle una vida como esta?, dudo que Alexander haya tenido un amigo o una pareja a quien contarle su situación, es impresionante que haya guardado silencio por tanto tiempo.

Creo que él es demasiado bueno para este mundo. Tengo una idea para salvarlo de su casa, no quiero que siga con esa mala vida que lleva, espero que funcione, hay que ser muy cuidadosos con lo que vayamos a hacer.

Alexander abrió lentamente sus ojos, su mirada reflejaba depresión y se notaba que quería llorar, aún así no lo hacía. Seguí acariciando su mejilla, él se estremecía ante mi tacto, supongo que no está acostumbrado a esta clase de caricias.

—Oye, Alexander...—hablé con voz suave para mantenerlo igual de tranquilo-se me ocurrió un plan: me darás tres o cuatro prendas tuyas a diario para guardarlas aquí en mi armario a partir del lunes porque así lo traerás en tu mochila de la escuela y tus padres no levantarán sospechas. Tus padres no pueden saber o darse cuenta porque si lo hacen, podría ser peligroso para ti. Cuando tus cosas estén aquí, le decimos a mi mamá para que nos ayude a reportar esto a la policía y te quedas a vivir con nosotros sin necesidad de volverlos a ver, ¡yo prometo cuidarte y dar lo mejor de mi para que seas feliz!, ya que... somos amigos, ¿no?. ¡Funcionará, te lo aseguro!

Sus ojos brillaron de esperanza y de alegría por primera vez, sonrió dulcemente y varias lágrimas se deslizaron por su mejillas.

—Gracias por todo, Iker—susurró aún sonriendo. Me encargué de secar sus lágrimas.

¡Me habló!, ¡por primera vez me habló!. Tiene una voz tan suave y tan delicada, no es tan grave, pero tampoco es tan aguda.

Mi corazón palpitaba rápidamente luego de oír su voz. Definitivamente, amo a este chico, pero no se lo diré, no quiero asustarlo, esperaré a que él esté listo para tener una pareja, por ahora será lo mejor. Aunque si en el futuro debo enseñarlo a amar y tener paciencia con él, lo haré, anhelo hacerlo feliz.

Lo abracé con cuidado de no lastimarlo, a pesar de saber que mis ropas se ensuciarían si lo hacía, no me importó nada, acaricié su cabello con cuidado. Aunque sería fácil de malinterpretar la posición en la que estamos, nosotros estábamos muy cómodos así, pues yo quería brindarle la calidez que él no recibía.

—Perdón... tú tienes que ir hoy a tu casa y estar todos estos días allá sufriendo. Lamento está falla de mi plan—me disculpé. No podía traerlo repentinamente para acá, logré comprender el tipo de persona que son sus padres sin conocerlos, por eso, sé que sería muy peligroso que el dejara de estar allá de la nada.

Además, son sus padres, dudo que él quiera confrontarlos para poder ser libre y que él enfrente a su padre no es buena idea.

—Alexander... ¿puedo decirte Alex?—pregunté separándome de él—. Sé que nuestra amistad va muy rápido, y estamos poniendo mucha confianza en el otro... pero la verdad puedo saber como es una persona con solo hablar un poco con ella. Y tú eres un ángel.

Alexander desvió la mirada sonrojado ante mi cumplido, sonreí. Esto era un amor a primera vista prácticamente porque desde que aquella mirada miel se conectó con la mía, me he sentido atraído hacia el. Hasta tal punto de meterlo a mi casa y estar abrazándolo en un mismo día.

Lo malo es que ya es muy tarde y Alex tiene que volver en casa, ya quiero que inicie nuestro plan. No quiero que un chico como él siga sufriendo, tengo la necesidad de cuidarlo, hay algo en él que me atrae y me cautiva. Siento que tengo el deber de protegerlo.

Aquel cuaderno que en la portada tiene una estrella... guarda prácticamente el alma de Alex... quiero leer lo que dice, pero debo ser paciente, pues no creo que él quiera que un desconocido vea su alma tan fácilmente.

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