Página 14
‘‘Todo lo que siento se expresa en una palabra: agonía.
Sigo con la firme creencia de que en algún punto me acostumbraré al dolor, incluso pensé que lo había superado. Pero es imposible acostumbrarse a cosas que lastiman y que te consumen el alma dejándote vacío y solo. Quiero decir algo... quiero intervenir... quiero hablar... me resulta tan complicado todo.
Mi hermano mayor me envió una carta amenazándome y diciéndome cosas horribles, aparentemente mis padres le habían dicho blasfemias y mentiras sobre mí y sobre lo que he hecho últimamente. Otro aburrido día, tolerando gritos y sintiendo desesperación, buscando concentrarme en algo que no sea el odio que me lanzan mis progenitores. Es irremediablemente insoportable.
Cuando creo que las cosas no pueden empeorar, algo sucede. Todo siempre se vuelve tan complicado y tan confuso, me siento tan herido, tan sucio, tan desagradable. Jamás podré borrar lo que hacen conmigo, jamás lo podré olvidar y saber que en el futuro tal vez eso afecte a alguien, me desanima más. Solo veo cosas que me hacen llorar.
El otro día iba caminando de regreso a casa y ví a aquel pelirrojo de mi escuela hablando tan animadamente con sus amigos. Parece un sol que opaca tu mayor dolor. Lo miré y me sentí tan bobo por quedarme hipnotizado con sus ojos azules que son tan poco conocidos para mí.
Siento algo muy peculiar por ese pelirrojo, no puedo apartar mi vista cuando está cerca y termino sintiéndome un tonto egoísta por querer acercarme a él, por querer saber qué cosas le gustan, porque ese chico me gusta de cierto modo’’
Paré de leer cuando un recién duchado Alex se aproximaba a mí con un toalla en su mano, sus mejillas se pusieron rojas al darse cuenta de cuál página leí.
Las citas con la psicóloga eran cuatro veces por semana, habíamos hecho muchos avances, Alex podía hablar con tranquilidad y naturalidad con otros, yo desenterré parte de mi infancia que quise olvidar. Mi mamá había suavizado la cantidad de tarea y ejercicios que nos pedía realizar ya que nosotros estábamos muy agotados mentalmente desde que iniciamos las constantes sesiones con la psicóloga, además de que Alex debía ir al doctor a revisar algunas de sus heridas. El azabache debía estar bajo sumo cuidado, su cuerpo debía seguir una dieta estricta para poder recuperar masa muscular.
Alex se sentó entre mis piernas de espaldas a mí, sé perfectamente que desea.
—¿Otra vez quieres que seque tu cabello?—cuestioné aún sabiendo la respuesta, asintió con la cabeza. Tomé la toalla y froté sus negros cabellos con ella. Pude ver cómo las antes heridas de su cuello ahora eran simples cicatrices de malos recuerdos. La camisa gris con azul que lleva le queda algo grande por lo que deja su hombro descubierto y le cubre parte de los muslos y también lleva un pantalón ajustado negro no muy largo.
—Me gusta cuando secas mi cabello, y cuando me abrazas—comentó él con un tono infantil, la forma en que lo dijo me hizo querer comer sus dulces mejillas.
—¿Y si te como?—pregunté con una amistosa y pícara sonrisa.
—¿Comerme?.
Antes de que pudiera preguntar a qué me refería con ello le mordí su descubierto hombro no muy fuerte provocando que el soltara un alarido de dolor. Mi madre se asomó a ver qué sucedía y porqué Alex había gritado.
—¡Me quiere comer!—exclamó el de ojos miel tocándose el lugar donde lo mordí. Le dejé una pequeña marca aunque no le enterré del todo mis dientes.
—Iker, el almuerzo estará listo, aún no les permito recurrir al canibalismo. Así que no te comas a Alex—reprendió mi progenitora. Ella usaba un lindo vestido azul pastel.
Yo uso simplemente un short gris, no suelo usar camisa cuando estoy en casa por costumbre y porque no tengo muchas camisas como para tener que ensuciar una estando en casa.
—Bueno, como sea—cedí a la final—. Alex, vamos jugar una partida de Free for all.
—Mmmm... de acuerdo, sé que te ganaré, he mejorado mucho—dijo el azabache con aires de superioridad hacia mí.
—Si tú lo dices, igual vas a perder—reí encendiendo el Xbox360.
🌌📒🎧📒🌌
La psicóloga nos puso la actividad de decir cosas positivas y negativas sobre el contrario para ayudar a nuestro autoestima.
Sandra nos orienta en ciertas circunstancias y nos ayuda a mantener una buena convivencia.
—A ver... un defecto de Alex...—Me puse a pensar un poco, es imposible que yo encuentre imperfecciones en ese lindo chico de ojos miel—bueno, diré que Alex ronca y por eso no me deja dormir.
—Eso no cuenta, Iker—aclaró la psicóloga soltando una pequeña risita—. Tiene que ser algo que debería mejorar Alex a nivel sentimental, emocional o mental.
—Mmmm... una de sus debilidades, hablando de sentimientos, sería que él se siente menos que los otros—dije. Alex se veía avergonzado ya que sabe que tengo la total razón—. Se trata a sí mismo como un esclavo o amo de casa a pesar de que le repito lo mucho que vale, siempre se empieza a sentir inferior a todos, por eso... me gustaría que él no fuera tan cruel consigo mismo.
Alex se veía apenado, tomé su mano para darle confianza. Ambos estábamos sentados en la cama mientras Sandra estaba en su silla de cuero anotando algunas de las cosas que decíamos en su libreta.
—Ahora dime una virtud de Alex—pidió la mayor sonriendo.
—Te puedo decir hasta cien virtudes—admití con la comisura de mis labios alzadas logrando que mis acompañantes suelten unas risitas—. Una virtud... es bastante fuerte, a pesar de que decidió rendirse en su vida creyendo que nada cambiaría, ha aprendido a seguir adelante soportando y cargando en su mente todo aquello que sufrió. Admiro la manera en que siempre piensa en otros antes que en sí mismo.
Alex me miraba embobado e hipnotizado, sus mejillas tenían su típico color carmesí.
—¿Y tú Alex?—habló Sandra logrando que el menor saliera de su trance—. Dime una don y una imperfección que veas en Iker.
—Sus pecas son adorables—respondió Alex desviando la mirada de mí—. Es muy bondadoso, tiene muchos dotes. Es muy amoroso, amable, chistoso, ayuda a quien lo necesite... es increíble. Y un defecto en él es... su manera de cantar, canta pésimo—rió el de ojos miel haciendo que mis mejillas se calentaran apoderándose del color rojo.
—¿Es broma?, hace días me dijiste cumplidos sobre mi espectacular voz—espeté apretando sus mejillas—. Como ahora eres engreído...
—Ay sí, habló el narcisista—contraatacó peinando mis rojos cabellos. Empezamos una infantil discusión a modo de broma logrando que Sandra comenzara a reír.
Sandra es una excelente psicóloga, es amistosa, benévola y agradable. Hemos reflexionado bastante sobre nosotros mismos y sobre nuestros problemas. Soy muy perspicaz, por ello me dí cuenta de la manera en que la psicóloga hace que la autoestima de Alex suba a niveles aceptables y buenos.
Aún así, Alex no parecía reaccionar a los cumplidos, le incomodaban bastante y parecía deprimirse cuando le decían uno. Ha mejorado bastante, comprende más o menos que no tiene la culpa de nada y que no ha hecho nada malo, aunque aún prevalecen algunos de sus traumas y sus miedos.
—Chicos, sean serios—habló Sandra al verme haciéndole cosquillas a Alex—. Bueno, ahora quiero que escriban una carta.
—¿Una carta?, ¿y que haremos con la carta?—indagué separandome del de ojos miel y poniendo toda mi atención en la mayor.
—Verán, les voy a dar una hoja a cada uno, escribirán dos cartas: una debe ir dirigida a una persona a la que le quieran decir algo pero no puedan hablar con ella de ello, y la otra debe ser para su "yo" del futuro—instruía Sandra mientras me entregaba una hoja y un bolígrafo a mí y repetía lo mismo con Alex—. Exactamente debe ser a su versión de dentro de 10 años. ¿Algo que le quieran decir a su "yo" de veinticinco o veinticuatro años?.
—¿Es en serio?—cuestioné mirando la hoja en blanco.
—Sip, deben escribir ambas cartas y entregármelas—respondió la mayor volviendo a su asiento.
—¿Que?, ¿usted las va a leer?—preguntó el menor.
—¿Quieren que las lea?—dudó ella tomando su taza de café. Negué con la cabeza y Alex musitó un suave "no"—. Entonces no las leeré, les doy mi palabra de no leer sus preciadas cartas, pueden escribirlas y abrirse en ellas con total confianza. No leeré las cartas si no quieren.
—Mmm... ¿y que hará con ellas?—inquirí cruzando mis piernas, no sé que escribir exactamente, ¿que le puedo decir a mi "yo" del futuro?.
—Quemaré ambas cartas apenas culminen nuestras sesiones y ya no me necesiten como psicóloga—admitió sonriendo cálidamente al ver tanta incertidumbre en nuestras palabras—. Si escriben sueños en esos papeles, les doy mi palabra de que se les van a cumplir. Si escriben algo doloroso sobre su pasado, ese dolor se quemará junto con las cartas. ¿Comprenden la lógica de mi actividad?.
—Mmmm sí, ya entiendo—contesté con convicción. Alex miraba con atención la hoja blanca en sus manos—. ¿Y cuando te entregaremos las cartas?.
—Ahora mismo, empiecen a escribir que deben entregarmela antes de irse a casa—avisó ella anotando unas cosas en su libreta—. Moviendolo, pequeños.
—Sí, señora.
🌌📒🎧📒🌌
Decidimos ir de regreso a casa caminando. El día de hoy hacía particularmente frío, Alex usaba una chaqueta azul marino mía que se tuvo que arremangar para poder liberar sus manos mientras que yo me coloqué un suéter blanco, y ambos usábamos pantalones largos ajustados como de costumbre.
—Debimos tomar el autobús—admití metiendo mis manos en mis bolsillos en busca de calor. No era invierno ni nada, pero hacía algo de frío específicamente hoy, era extraño ya que se aproxima el verano.
—Confirmo—musitó introduciendo su mano en mi bolsillo y entrelazando nuestros dedos. Su mano estaba igual de fría que la mía.
Las calles estaban algo desérticas, las tiendas estaban cerradas y la calle estaba casi totalmente vacía de autos. Me acerqué a Alex y le dí un beso en los labios. Ambos detuvimos nuestro andar mientras nuestros labios estaban conectados, tomé su mejilla con mi mano disponible, él me abrazaba por la cintura, dejamos de sentir frío. Tuve que parar el beso ya que no era sano seguir estando expuestos al frío, aunque nuestra temperatura corporal había subido. Nos apresuramos en llegar al apartamento.
🌌📒🎧📒🌌
Entre suaves caricias y sonrisas inocentes llegamos a nuestra habitación. Nos dedicamos a jugar Xbox el resto de la tarde, hoy no tenemos tarea y mi mamá debe estar trabajando.
—¿A quién le dedicaste tu carta?—pregunté mientras modificaba ciertas reglas del juego.
—Es un secreto—respondió Alex riendo—. Pero la tuya no es secreta, dime qué decían tus cartas.
—Si la tuya es secreta, la mía también es secreta—argumenté encogiéndome de hombros. Jamás diré con palabras lo que escribí en esa carta, me duele el pecho cada vez que recuerdo lo que escribí.
—Muy bien, las cartas quedarán en secreto—afirmó en menor eligiendo el mapa para jugar y luego iniciar la partida.
No pude ganar muchas partidas, el muy vengativo de Alex me degradaba de arma, tiene una habilidad increíble para apuñalar en el juego que no me deja pasar de los revólver.
—¡Injusticia!—grité al ver como me mataba nuevamente. ¡Él tiene la ballesta!, este niño aprende demasiado rápido, me superó en el juego hace tiempo.
Me mostró su lengua infantilmente. Mi estrategia para acercarme a él era: pasar corriendo rápido, lanzarme para quedar pecho tierra, esquivar todas la balas o lo que sea, esperar a que se ponga a recargar para acercarme y lo intento matar. Es la única forma de matarlo, es demasiado bueno con todas las armas.
—¡Me cansé de esto, vamos a jugar otro juego!—exclamé rendido. Alex soltó unas fuertes carcajadas mientras hacía gestos alardeando que era mejor jugador que yo—. Juguemos otro juego, el que pierda prepara la cena, ¿de acuerdo?.
—¡Sí!.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro