Catorce
Los silencios que esconden gritos casi siempre están asociados al horror. El horror no es lo mismo que el terror. Según lo dice el diccionario, el terror es un miedo intenso, mientras que el horror puede ser igual un sentimiento de miedo, como de aversión. Así mismo, mientras que el terror es causado por una fuente material, el horror proviene de una fuente imprecisa.
Para que quedemos claros: se experimenta terror frente a un objeto o una situación identificables; puede ser un zancudo, un dictador, o un monstruo imaginario. En cambio se experimenta horror frente a una amenaza latente, que proviene de un objeto que se insinúa, pero que no termina de definirse. Es horror lo que se siente frente a "los seres del más allá", o "el desastre", o "la persecución".
Precisamente lo indefinido de esas amenazas es uno de los factores que llevan a la instalación del silencio. ¿Cómo hablar de un miedo extremo, o de una aversión extrema, si ni siquiera es claro de dónde proviene, o exactamente qué daño puede causar? Solo se siente que es "algo terrible", pero más allá de esto nada es claro.
Terror es lo que sientes si te encuentras al frente de un león furioso, en un paraje solitario. Horror es lo que experimentas cuando muere súbitamente alguien que amas, y que es cercano a ti. En ambos casos aparece una suerte de estupor, pero en el horror se suma el peso de la imposibilidad de describir, de explicar.
El horror entraña esos silencios que esconden gritos. Las palabras no alcanzan para expresar la magnitud de todo aquello que se siente. Las palabras quedan en deuda. Todo lo que se dice parece inútil: ni libera del dolor, ni permite que otros comprendan hasta dónde llega.
En esos casos, parece que las palabras no sirvieran para nada. Por eso, la comunicación verbal es sustituida por silencios, pero también por lágrimas, por gestos de desagrado, por suspiros... Sin embargo, esas expresiones tampoco permiten superar el dolor, sino que son su reiteración.
Tal vez creas que todos a tu alrededor están bien y son realmente felices pero tomate el tiempo de verles a los ojos... mira ese grito de ayuda que piden desesperadamente a cualquiera, fíjate en su falsa sonrisa esa que al igual que sus ojos solo quieren ayuda para salir que aquél pozo... mira quien te lo dice, una suicida... es un poco extraño que este hablando sobre esto pero es la realidad de muchas personas. A veces... una persona, una sonrisa o un gesto de interés puede salvarle la vida a alguien como yo... camino todos los días por los mismos lugares buscando algo que me de las esperanzas de seguir en este lugar pero no veo nada...
Era un día normal, un día de mierda como los demás, caminaba por los pasillos pensando en todo, mire a todos buscando alguna sonrisa hacia mi, no había nada. Y allí estaba... Jordan frente a mi una vez más, sus ojos estaban viendo los míos, me quede helada sin saber que hacer, luego de tanto tiempo volvió a verme a los ojos, negué con la cabeza y camine más rápido por el pasillo llegando a la puerta del instituto, abrí grandemente los ojos al oír su voz y luego su mano en mi brazo halándome hacia él -Suéltame- murmuró sin verle, no quería verlo, no quería oírlo no quería nada con él... con el chico que me había abandonado sin explicación alguna, me solté de su agarré y corrí a casa, no fui a trabajar aquél día y por eso tengo un ojo morado, deduzcan ustedes mismos que fue lo que pudo haber pasado esa tarde al llegar a casa.
No fui al instituto durante toda la semana, no podía moverme del dolor que tenía, eso fue la gota que rebasó el vaso, que hizo que todo se cayera y a la vez terminara.
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