Chapter 2
Jueves 25, 1939
Últimamente se había hecho costumbre reunirse con los archiduques de Valentinois; asistíamos a comidas, cenas e incluso juntas con relación al trabajo.
Era increíble que los monegascos hubiesen logrado estrechar lazos muy íntimos con madre tan rápido, pues la locuacidad y su sentido del humor que los caracterizaba los hacía inigualables.
«¡Tan simpáticos!»
A excepción del más joven, que rompía todos los esquemas. Su actitud era más bien pedante y casanova, lo que hacía darle un aspecto "encantador" según muchas señoritas de sociedad, pero para mí el rubiales era más bien un insoportable, ególatra, malcriado y narcisista en toda la palabra.
El día de hoy, la familia amablemente nos había invitado a desayunar en su casa de verano ubicada en Derbyshire, un pequeño pueblo al norte de Inglaterra que concretamente estaba a dos horas de Berkshire.
La inmensa residencia se situaba en las afueras de la ciudad, con lo cual disponía de una vista espectacular; los verdes pastos hacían contraste con los arbustos y matorrales más cercanos, en las aguas cristalinas del lago relucía la figura del gigantesco castillo de piedra y a sus alrededores, se podía notar el área boscosa que, desde lejos desprendía un aroma exquisito a pino y cipreses.
Me dispuse a tomar asiento en los verdes pastos para disfrutar del exterior y contemplar ese maravilloso paisaje, hasta el punto de sumergirme en la tranquilidad que envolvía ese mágico lugar. El resto por su parte, decidieron obviar mi gesto y permanecer en el interior de la fortaleza con el pretexto de seguir con la discusión de aquellos "asuntos pendientes".
Me parecía sorprendente lo veloz que habían transcurrido las horas y el haber gozado la estancia en el castillo Valentinois, e igualmente, agradecía inmensamente que el "niño bonito" no me fastidiara mientras plasmada mis sentimientos a pulso fuerte en la vieja y un tanto maltrecha libreta mis fantasías rosa pastel, unicornios, hadas y gente con libertad de hacer lo que ellos quieran para su futuro, sin encontrarse oprimidos a seguir algo predestinado para complacer al resto.
Como todo lo bueno en mi vida tenía que llegar a su fin, madre me interrumpió con tan maravillosa noticia, que afirmó todas mis previas sospechas; ella se había tomado el atrevimiento de pactar una alianza entre familias "para beneficio mutuo" , y efectivamente, dentro de las condiciones de tal alianza, se encontraba la boda con Maximilien, justo a meses antes de mi discurso oficial y la proclamación del trono real.
Quería gritarle unas cuantas cosas, pero me las guardé para mi misma. No obstante, quedarme callada no era una buena opción, por lo cuál intenté oponerme ante su premeditada decisión.
«El adorado Maximilien podría ser todo menos un buen acompañante,y mucho menos, un padre ejemplar para los futuros herederos de la corona inglesa. Su falta de conocimiento a lo que supone ser el protocolo monárquico, su desfachatez al coquetear con cualquier mujer que se le acercara y sus ideales retrógradas y machistas eran tan solo unos cuantos detalles de la interminable lista de aspectos negativos»
Leonor, por otra parte, parecía divertirle mi argumento, ya que reía a carcajada limpia.
─Y a todo esto, ¿qué te parece gracioso, madre?
─ Marie, no entiendo por qué te esmeras en buscar defectos donde no los hay. Él es un chico educado, caballeroso, honrado y de excelentísima familia. En efecto, considero que es el candidato idóneo para tu futuro esposo y así será.
─¡Pero mamá! ─ Reproché nuevamente mientras que mis brazos se cruzaban como una forma de protesta por lo que ella había declarado anteriormente.
─¡He aguantado suficiente Elena! ─ Despegó la vista de sus documentos para fulminarme con su mirada. Posteriormente, recuperó la cordura y reanudó su discurso.
─La decisión está tomada y tú deber más que nada es acatar a lo que yo te ordene sin poner excusas por todo. ─ Sentenció.
─ Entiendo. ─ Desvié mi vista y torcí mi boca de un lado, irritada.
─ Querida, si tú padre aún se mantuviera con vida, hubiera hecho exactamente lo mismo. El futuro de Inglaterra y el de nuestra familia depende de esa unión Marie, entiéndelo.
─Madre, no necesitas repetirlo una y otra vez. Me ha quedado claro.
─ Pues espero y tus palabras se vean reflejadas en tus actos como futura reina y el compromiso entre tú y el duque. ─ Se levantó de sus escritorio para conducirme hasta puerta.
« ¡Cómo se atreve!»
Me fui del lugar. Trinando y mascullando entre dientes rumbo a mi habitación. Al llegar a esta, cerré de un portazo y me tiré a la cama para sacar mi ira tras aquella desagradable conversación.
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