Chapter 19 (IV), Sebastien's POV
- ¿Quieres que te de un consejo, hermano?
- ¡Adelante! - Pronuncié arrastrando la lengua mientras difícilmente me incorporaba de la barra. Después ordené, enronquecido y cortante. -Sírveme más whisky.
- Sebastien, ya bebiste suficiente. -El rubio no hizo más que increparme por mi actitud pueril y grosera.
-¡Quiero más whisky! - Recalqué exacerbado, alargando cada palabra de la oración.
-Bastien...
-¡Sírveme más whisky! - Sumamente molesto, choqué el vaso contra la tabla con insistencia, exigiéndole al rubio que sirviera el restante del Ballantine's. Más tarde, accedió sin más y vertió el líquido hasta llenarlo.
-¿Me decías? - Cuestioné sereno y con una sonrisa de satisfacción tras recibir lo que pedía con asiduidad. Luego, bebí rápidamente el contenido hasta dejarlo limpio.
- ¡Ah sí! déjala ir y enfócate en alguien más.
- ¿Qué? No voy a hacer eso. - Alcé mi voz y arrugué el entrecejo, parpadeando repetidas veces para mantenerme despierto.
- Amigo, hay muchas mujeres que morirían por estar en tus brazos y tú pierdes tu tiempo llorando por una insigni...
- No te permitiré que hables así de Elena. - Impedí con fiereza y obstinación mientras lo señalaba con mi dedo índice de forma amenazante.
- Esta bien. ¡Pero tienes que escucharme!
- ¡No! - Rugí a todo pulmón y golpeé mi puño sobre la superficie caoba.
- Bastien...
- ¡Cállate! - Rugí nuevamente y llevé mis manos sobre mi nuca, escudándome de cualquier otra expresión lacerante que pudiera provenir de Seth.
El anterior mencionado iba manifestar algo, cuando el timbrado persistente desde fuera del establecimiento lo interrumpió.
- Prométeme que no cometerás suicidio en mi ausencia.
- No lo había pensado, pero te agradezco la sugerencia.- Repliqué entre dientes.
Relajé mis músculos y volví a mi posición inicial; con los brazos extendidos sobre la barra y la cabeza apoyada en esta misma. Dejé que una lágrima resbalara por mi mejilla mientras que mantenía mi vista en un punto fijo.
- Hey Bastien, ¿adivina quién vino a visitarnos?
- No me importa quién sea. ¡Yo solo quiero a Elena! - Exclamé ferozmente mientras volvía a golpear la barra con intensidad, haciendo que mis blanquecinos nudillos se tornaran rojos al chocar con la dura superficie maderada.
-¿Quién es Elena?
Esa voz. Esa maldita voz retumbando en mis oídos; estridente y empalagosa.
Podía reconocerla aún estando bajo los efectos inhibitorios del alcohol en mi torrente sanguíneo. La misma voz propia del causante de tanta discordia en mi vida.
Ni siquiera me tomé la molestia de girarme. Seguí con mi cuerpo tendido sobre la tabla.
El hostigante olor dulzón de su perfume se hacía cada vez más fuerte mientras que sus tacones resonaban contra el piso anunciando su aproximación. Sentí su tacto sobre mi espalda y su aliento tan cerca de mi oreja izquierda.
- No se quién sea esa tal Elena, pero veo que te ha hecho mucho daño, déjame ayudarte.
- No necesito tú ayuda. ¡Aléjate de mí! - Me levanté de mi asiento y salí tambaleándome de aquel lugar, pasando olímpicamente de la chica.
-Sebastien, ¿qué diablos haces? - Seth cascó con el cigarrillo aún en su boca.
-Me voy de aquí.
-Oye, al menos deja que te consiga un taxi. No puedes ni caminar ¿qué te hace creer que podrás manejar hasta tu casa?
-Shhh... -Llevé mi dedo hacia mis labios e hice una mueca junto aquel siseo para que el rubio guardara silencio. Después, reprendí.
-No necesito nada. Suficiente tuve con que hayas invitado a la zorra Benford.
-¿Qué está pasando aquí? - El chillante tono de la pelirroja había aparecido de nueva cuenta.
-¿Tú otra vez? - Manifesté exasperado.
- Sebastien, deja que te explique. En todo este tiempo no hice otra cosa más que pensar en tí y reflexionar acerca de lo que hice en el pasado. Quiero redimir mi error y por eso vengo a pedirte una segunda oportunidad.
- Oye Seth, ¿en qué cuadra puedo conseguir un taxi?
-¿En serio Sebastien? ¿Vas a ignorarme?
-Considéralo un escarmiento lindura. - Le guiñé un ojo para luego darle la espalda, tropezandome con mis torpes piernas.
-¿Sabes qué? Vete al carajo Seth. Lo descubriré yo solo. - Grité como loco mientras intentaba caminar y mantener el equilibrio al hacerlo.
Las calles se habían tornado completamente oscuras y desoladas, pues los negocios cerraban al cuarto para las siete. A partir de ahí, no se podía percibir ni un alma vagando por las aceras y las calles del East Side londinense.
Entretanto avanzaba a pasos agigantados, iba sosteniéndome de las paredes, así hasta llegar a la avenida de St James.
Mientras esperaba recargado en una de las farolas, unos extraños aparecieron por detrás mío.
- ¡Danos todo tu dinero!
-¿Qué dices? ¿Por qué no se van a la mierda? - Me giré para encararlos y más adelante, escupirles en sus zapatos.
- Oye, ¿por qué no tomamos su billetera y nos largamos de una puta vez? ¡Tan solo míralo! el tipo ni siquiera puede mantenerse de pie. - El de metro setenta exhortó a su compañero casi en susurro.
- Ya que no quieres cooperar... -Sacó una calibre cuarenta y cinco de su chaqueta y me asestó un cachazo en mi sien.
Mi campo de visión a medida se tornaba borrosa y cada vez me costaba percibir lo que ocurría a mi alrededor y mi cuerpo se desvaneció en un santiamén, quedando completamente tendido en la acera de aquella avenida.
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