Chapter 19 (II), Marie's POV
Me tomé un tiempo para recatar mi desánimo; secar mi llanto con el vendaje, darme unas pequeñas palmaditas en mis mofletes e inhalar hondo para acallar mi lloriqueo y normalizar mi respiración. Más adelante, regresé con el resto al jardín trasero.
-Maldita sea Lena, ¿dónde rayos te habías metido?
Cameron frunció el ceño y articuló molesto, pero este gesto desapareció en ipso facto al notar una desencajada sonrisa en mi rostro.
-Fui a hablar con mi madre sobre... ¡Brochetas! Sí. Le sugerí que para la velada de mañana sirvieran brochetas de ternera a los comensales.
Repliqué ensanchando la comisura de mis labios, haciendo que la mueca en sí misma se viera todavía más exagerada.
-Len, ¿estás bien? -La morena cuestionó con cierta preocupación.
-¿Por qué no debería de estarlo? - Intenté sonar lo más natural posible. Posé mis manos sobre mis caderas mientras me encogía de hombros.
Los mellizos me observaron con extrañeza y se limitaron a cuchichear entre ellos.
-¿Dónde te habías metido pichoncito? Me tenías muy preocupado. - La voz detrás mía me sobresaltó; volteé para ver sobre mi hombro y encontrarme con el desagradable rubiales, quien sostenía un martini en su mano derecha.
Volví mi mirada al frente y lo ignoré.
-¿No te alegra ver a tu amado esposo?-Soltó su fétido hálito a alcohol cerca de mi oreja.
-Me alegraría, si me diera un poco de espacio.
-Por eso me tienes loco nena, porque te resiste a mis encantos. -Me dió una nalgada. Posteriormente, condujo sus pies en dirección hacia la mesita exterior donde se encontraban mis primos.
-¿Por qué no vienes aquí y le das a papito Maximilien unos besitos?
-Eres muy gentil, pero preferiría comer excremento de perro antes de besarte. -Espeté encolerizada.
-Si me disculpan, iré a descansar.
Les di la espalda y me dirigí rumbo a mi habitación.
Atravesé el extenso corredor, subí las escaleras y caminé unos cuantos metros hasta llegar a mi puerta; giré el pomo de esta, avancé hacia el interior y empujé la misma de forma violenta.
Me quité los tacones y los pateé a un lado. Me deshice del abrigo, aventé mi bolso al sillón, me dejé caer en la suavidad de las sábanas recién cambiadas y sepulté mi cara entre el pilón de almohadas.
- ¿Qué había hecho mal?
Esa pregunta, esa misma jodida pregunta hacía eco en mi cabeza; una y otra vez, causando que las heridas más recientes afloren y las emociones negativas emerjan con una intensidad avasalladora.
Me aferré a los cojines como si mi vida dependiera de ellos y finalmente, liberé mi pesar.
-¿Len?
-Len ¿estás ahí?
Mordí la almohada para ahogar mis sollozos y evitar que Abigail escuchara estos, pues no quería angustiarla.
-¿Len?
- Lena, se que estás ahí.
Después de varios minutos insistiendo, la serenidad en su voz desvaneció para dar paso a uno molesto.
- Abre la puerta.
-Elena, no estoy para tus juegos. ¡Abre la puerta!
-¡Abre la puta puerta o te juro que la voy a tirar de una...! -Me asomé por el pequeño espacio y fui abriendo lentamente.
-¡Cielos! -Denotó asombrada. -Te ves fatal.
- No me vengas con eso Abi. Yo... Esto... Duele. - Solté varias frases entre lloriqueos y tapé mi boca con las manos.
-¡Ay bebé! -Me envolvió en sus brazos en un cálido y reconfortante abrazo; recargué mi cabeza en su hombro mientras las lágrimas salían a borbotones cuán río acaudalado.
Me aparté para que ella pudiera pasar. Cerré y nos dispusimos a tomar asiento en la cama.
-Dime, fue por el gesto soez de Maximilien, porque si es eso te juro que le rasgaré su lindo careto con mis uñas y... -No es eso Abi.
-¿Ah, no? Entonces, ¿qué es lo que te tiene acongojada primita?
Suspiré e inquirí melancólica.
-¿Recuerdas a los caballeros que llegaron de improvisto en mi cumpleaños?
Ella hizo una mueca pensativa; llevó su dedo índice hacia la comisura de su boca y frunció el entrecejo.
- Recuerdo muy poco de eso. ¿Por qué?
-Porque, resulta que me relacioné con uno de ellos.
-¿Cómo? ¿Relacionarte en qué sentido?
Cabizbaja, jugaba con mis manos. Sumamente nerviosa.
- Len, ¿tuviste sexo con un militar?
Sus ojos se abrieron con absoluto asombro, mientras que sus labios habían formado una "o" perfecta.
- ¡No!, no, no. Para nada. - Corregí de inmediato.
-¿Entonces?
Cogí aire y proseguí con la extenuante narrativa.
-Yo no entiendo que fue lo que hice mal Abi. Únicamente le entregué todo mi amor y él... Me trató peor que basura.
Me esforcé por no llorar. Sin embargo, esto fue en vano. Me había quebrado y un desgarrador alarido emergió de mi garganta para pronunciar lo último.
-¡Lo amo, Abi! Lo amo como no tienes idea. Y me duele que él se haya ido sin decirme por qué.
Sorbí por la nariz e inhalé con bastante dificultad.
-¡Ay mi cielo!
Me atrajo hacia ella y encajé mi faz sobre su hombro nuevamente mientras ella me achuchaba y mencionaba repetidas veces que todo iba a estar bien. Cuando distensé mis músculos, Abigail se alejó y me dedicó una sonrisa reconfortante, junto a una mirada dulce; le regresé el gesto y ella declaró.
-Buscaremos una solución Len, pero ahora quiero que te quites esa ropa mugrosa y te metas a bañar, que hueles asqueroso.
- ¡Gracias, que amable de tu parte! -Enuncié de forma irónica.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro