Jueves 25, 1939

El día de hoy tenía que dar mi discurso frente a millones de personas, los cuales me escucharían detenidamente desde la comodidad de sus hogares. Sentirme nerviosa era un término erróneo para definir mi estado de ánimo actual, puesto que me encontraba aterrada.

Sebastien vino a verme a mi habitación minutos antes para desearme suerte y decirme que todo iba a salir de maravilla; su presencia en conjunto con las palabras de aliento que él me había dedicado, transmitieron la confianza que necesitaba para salir de mi alcoba y dirigirme al salón principal, en donde se encontraría mamá en compañía de todo el equipo de la BBC, la cadena nacional de radiodifusión más escuchada en Londres y encargados de transmitir el tan ansiado momento a nivel nacional e incluso, internacional.

En el momento que arribé a la pieza, el equipo de sonido tomó sus lugares. El apuntador, señaló la acojinada y elegante silla que se encontraba delante del equipamento requerido. en la mesa, se encontraban dos micrófonos y el script del discurso. Obedientemente me situé en el punto, tomé la hoja en mis manos, cerré los ojos e inhalé profundamente hasta esperar la señal del director para dar inicio a la transmisión en vivo.

"Antes de comenzar, quiero agradecerle a las miles de personas amables quienes se tomaron el tiempo de enviarme sus mensajes de buena voluntad" .

─ Aunque la nación desconocía de su futura reina, siempre recibía pequeñas cartas o telegramas agradeciendo de antemano por las donaciones destinadas a diversos organismos públicos y, en efecto, los buenos deseos por parte de ellos no se hicieron esperar.

¿Me dejarán ustedes, la juventud de la familia de naciones británicas hablar como su representante?"

Después de hacer un extenso preámbulo, entré de lleno al contenido de este; tocando los puntos más importantes y enfatizando los temas relacionados con las tradiciones y valores compartidos, multirracialismo y relaciones multinacionales que pueda beneficiar a la mancomunidad de naciones; sin embargo, también hice un breve hincapié en el cual prometí que mi gobierno no se regiría ante la normativa del viejo imperio.

"Si avanzamos juntos, con una fe inquebrantable, mucho coraje y el corazón dispuesto, podemos hacer de la mancomunidad de naciones algo mucho más grande, libre y poderoso para el bien del mundo y de lo que hayan sido los mejores días de nuestros antepasados".

Para dar cierre, quise demostrar delante toda una nación mi disposición a ejercer mi deber. Lo cual hice al citar dichas palabras plasmadas en papel.

"Yo, María Elena, declaro ante todos ustedes, que mi vida entera ya sea larga o corta, será dedicada a su servicio, y al de la gran familia imperial a la que todos pertenecemos".

Pese a que el equipo de la radio había dado fin a la transmisión, yo aún conservaba los vellitos de mis brazos un tanto erizados por las sensaciones entremezcladas que aquellos "minutos de fama" me habían otorgado. Los presentes, por su parte no dejaron de aplaudir y felicitarme por lo bien que lo había hecho, y madre mostraba una enorme sonrisa llena de satisfacción.

Se acercó a paso firme hacía mí. Sus tacones resonaban al tener el mas mínimo contacto con el reluciente piso de madera.

-Estoy muy orgullosa de tí y tu padre al ver a su niña convertirse en una mujer íntegra y sensata, de igual manera lo estaría. ─Extendió sus brazos para brindarme un fuerte y caluroso estrujón y enseguida se separó de mí para ir con la producción y seguir negociando con ellos.

Sin más tardanza, regresé a mis aposentos para distraer mi mente con una pequeña lectura o para redactar una carta dirigida a mis queridos tíos de Edimburgo; ya que ellos se habían tomado el debido tiempo para enviarme sus buenos deseos días antes de mi discurso y yo no me molesté en responder esta.

Me coloqué en mi escritorio, tomé mi preciada Meisterstück y continué con la redacción de esta.

Para mis queridos tíos, Victoria y Philippe

Estoy sumamente agradecida por sus mensajes de buenos augurios y lamento de antemano el no haber hecho un pequeño espacio para responder a su carta en su debido tiempo.
Afortunadamente, las cosas han salido bien, e incluso puedo tomarme el atrevimiento de decir que salieron excelentes.

La breve carta que enviaría a mis tíos de Edimburgo, se convirtió en un extenuante pergamino, contando a detalle todos los sucesos de palacio «excepto las peleas con mamá y la relación que mantenía con su vocero. »

Espero recibir su respuesta y ansío pronto poder verlos nuevamente. Ya sea visitarlos o viceversa, dado que la última vez que ustedes vinieron a Inglaterra, yo aún era una niña al igual que Abigail. 

Desde aquí les mando mis mas cordiales saludos y un fuerte abrazo para todos ustedes.

Les quiere su sobrina, Elena