Este parece tener doble significado.
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Las ratas trepan en las paredes y techos, produciendo chillidos que asimilan burlas y risas. La gente no escucha, está muy ocupada hablando con sus amigos. Hace un momento te echaron por no quererte en su grupo. Nadie te escucha. Las ratas ríen más, y se acercan en las vigas de madera. Chillas y gritas que salgan de ahí a la gente. No escuchan.
Recién cuando uno de ellos le dice al otro y las ven, ya es demasiado tarde. La rata salta de la viga a tu cabeza, corre por todo tu brazo y deja arañazos. Al bajar, se dirige con velocidad a la calle.
La gente te señala. "Sucia" "Irresponsable" "Repugnante" dicen. Fue tu culpa que hayan ratas. Tú las atraes, les gusta tocarte y subir en ti, morderte y arañarte el cuerpo. Es tu culpa.

Unas ratas bajan del techo y comienzan a chillar. Te buscan. Te desean.
Te persiguen, trepando sobre la mesa, sillas, paredes o piernas con tal de alcanzarte. Muerden cosas a su paso, gruñen y las rompen. Quieren morder.
La gente se levanta y hace vista gorda mientras corren bajo la tormenta, buscando refugio ante las goteras.
Corres lo más que puedes a la escalera, y al llegar a casa, te encierras en el baño y rezas que no te encuentren.
Las ratas no suben. Saben que no les conviene morder cuando hay adultos responsables en casa.
...pero no. Estás sola.
Encontraron la ventana y vienen a por ti.

Fin
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