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#5

Capítulo 5
De repente, Gabriel exclamó emocionado: "¡Mira! ¡Hay un hueco en la pared!" Sin perder tiempo, corrí hacia él y juntos observamos el pequeño agujero, que de alguna manera habíamos pasado por alto anteriormente. Gabriel, intrigado, introdujo un dedo en el hueco y, para nuestra sorpresa, sucedió algo inesperado.

Gabriel sacó rápidamente su dedo del hueco y notó que algo se había adherido a su piel. Con curiosidad, examinamos lo que parecía ser un pequeño trozo de papel enrollado. Sin perder tiempo, desenrollamos la nota y la leemos con asombro: "Si quieren comida, sigan las instrucciones".

- ¡Mira! - Gabriel señaló las instrucciones - dice que debemos escribir en una lista los alimentos que queremos y dejarlo en la habitación roja.

- Eso parece fácil - respondí con entusiasmo - vamos a hacerlo, pero asegurémonos de pedir solo lo necesario.

—¿que,No te gusta la comida chatarra?—me mira con risa en sus labios

—no es eso,hay que poner cosas que no se echen a perder— lo digo alzando mis manos,mostrando el lugar donde estamos

Gabriel asintió y comenzamos a discutir qué alimentos podríamos incluir en la lista. Aunque su entusiasmo inicial lo llevó a mencionar que quería cigarros, pronto lo convencí de que no era apropiado para su edad y que nos ahogariamos porque no hay ventilación.

Después de pensar detenidamente en nuestras necesidades, escribimos una lista completa de alimentos esenciales.

Después de reflexionar detenidamente sobre nuestras necesidades, nos dimos cuenta de que era crucial hacer una lista completa de los alimentos esenciales que debíamos tener.
Sabíamos que sin agua no podríamos sobrevivir, así que también la añadimos a nuestra lista.

—Y si esto funciona, ¿por qué no le pedimos que nos saque de este bunker? —dijo Gabriel, con una mirada retadora.

Lo miré con cautela y respondí: —No creo que sea tan fácil como parece. Hay algo más en juego aquí, algo que nos mantiene atrapados en este lugar.

—Tienes razón —dijo Gabriel, asintiendo con seriedad—. Sin embargo, creo que deberíamos anotar esa posibilidad en nuestra lista, por si acaso. No perdemos nada al intentarlo.

Acepté su sugerencia y comencé a escribir en la lista los alimentos esenciales que habíamos identificado: agua, alimentos enlatados, alimentos deshidratados, arroz, pasta, legumbres, aceite, sal, azúcar, harina, zumo, chocolates,entre otros. Luego agregué un ítem adicional: "Pedir ayuda para salir del bunker".

Mientras escribía, Gabriel continuó su razonamiento: —¿Cómo será que nos envíen estás cosas si la habitación roja no hay puertas?—lo dice con cara pensativa

—no lo se,talvez un tipo de magia—

Gabriel sonrió y señaló hacia la lista. —Eso es lo que quiero escuchar,cuando llegue la comida. No perdemos nada al intentarlo, ¿verdad?

Me uní a su sonrisa y respondí: —Tienes toda la razón. No podemos rendirnos sin haberlo intentado primero.

La colocamos en la habitación roja tal como indicaba la nota. Esperábamos con ansias ver qué sucedería a continuación y si nuestras peticiones serían escuchadas.

La atmósfera en la habitación se volvió aún más intensa mientras nos preguntábamos quién estaba detrás de todo esto y cómo nos proporcionarían los alimentos que pedimos. Con cada minuto que pasaba, nuestra curiosidad y emoción iban en aumento.

El tiempo parecía pasar lentamente, hasta que finalmente escuchamos un sonido proveniente de la habitación roja. Intrigados, nos acercamos rápidamente y al abrir la puerta, nos quedamos boquiabiertos al ver una mesa cubierta con todos los alimentos que habíamos pedido.

No podíamos creerlo. El misterioso benefactor había cumplido todas nuestras peticiones. Observamos maravillados la mesa llena de comida, sintiéndonos agradecidos y pero a la ves con dudas. Emocionados por la generosidad que se había manifestado de una manera tan inusual y como si fuera un milagro.

Agarramos los suministros y lo llevamos a la cocina a almacenarlo.
Gabriel se tomó la molestia de hacer de comer,y yo estoy haciendo el zumo con el agua que llegó

Alimentos enlatados: Sabíamos que los alimentos enlatados son duraderos y fáciles de almacenar. Optamos por incluir una variedad de estos alimentos en nuestra lista, como vegetales enlatados, sardinas, atún y carne enlatada. También consideramos agregar algunas sopas enlatadas para tener opciones nutritivas y sabrosas en caso de necesidad.

Gabriel sonrió orgulloso mientras observaba cómo disfrutaba de la comida que había preparado. Con habilidad culinaria, había logrado combinar los vegetales, las sardinas y las gorditas de harina en un plato delicioso y reconfortante.

Mientras comíamos, nos sumergimos en una agradable conversación. A pesar de tener comida en la boca, no podía contener mi admiración.

—Esto es delicioso, Gabriel —elogié, saboreando cada bocado—. Tu habilidad para cocinar es impresionante. ¿Tu padre te enseñó? Escuché que incluso abrió algunos restaurantes.

Gabriel bajó la mirada y suspiró. Sus ojos se llenaron de tristeza antes de responder.

—No, mi padre nunca estaba en casa. Tuve que aprender a cocinar por mí mismo —confesó en voz baja.

Sentí un nudo en mi estómago y me arrepentí de haber mencionado el tema. No tenía idea de que Gabriel había pasado por esa situación.

—Oh, lo siento mucho, Gabriel. No debería haber asumido. Gracias por compartirlo conmigo —dije, intentando disculparme.

Él me sonrió, tratando de quitarle importancia al asunto.

—No te preocupes. Aprendí a cocinar por necesidad y, aunque fue difícil, ahora puedo disfrutar compartiendo mis habilidades con otras personas. Cocinar me trae alegría y me permite explorar mi creatividad.

Su respuesta me hizo admirarlo aún más. Gabriel nunca dejaba que las dificultades lo detuvieran y siempre encontraba una manera de superar los obstáculos.

La intimidad y la confianza que nuestra conversación había generado nos unieron aún más. En ese momento, comprendí la importancia de valorar y apreciar la persona que teníamos junto a nosotros en el bunker.

Aunque tenía mucha felicidad,no se me quitaba la cabeza que estaba dentro de un búnker.

En aquel instante, mientras nos deleitábamos con aquel exquisito manjar, nos dimos cuenta de que no estábamos solos en aquella incierta travesía.

El sabor de la comida se mezclaba con la dulzura del zumo de uva, creando una combinación perfecta para alegrar nuestros paladares. Saboreamos cada sorbo, deleitándonos en la explosión de sabores.

—Gabriel, gracias por esta maravillosa comida —dije, con gratitud en mi voz—. Aunque estemos atrapados aquí, estos momentos juntos hacen que todo sea más llevadero.

Él sonrió y asintió, compartiendo mi sentimiento. El poder de la comida para conectarnos y brindarnos momentos de felicidad era algo que no debíamos tomar a la ligera.

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