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El desalojo

Lugar: Montaña de Sorte/ Dia 17 de abril/ Hora 5:56 pm

Un hombre de unos 30 años vestido con una camiseta blanca que ya hace estragos de suciedad, con un rostro agitado, sube penosamente una montaña bastante empinada, rodeada de árboles y una exuberante vegetación. Cada paso lo deja más exhausto, sus ante ojos se empañan de su respiración pero este persiste hasta alcanzar su objetivo una pequeña cabaña rústica hecha por laminas y palos que con el tiempo sus estragos hicieron crear una vegetación al rededor de ella. La estructura parece emanar una energía inquietante que podría helar la sangre de cualquiera que se aproxime.

Al golpear la puerta, esta se desploma, revelando un escenario sorprendente en su interior: una anciana de unos 70 años demacrada con su cabello aun peor, vestida únicamente con una bata blanca, esta caballa solo se encuentran iluminada por velas al rededor de todo el lugar el cual no solo con esa vibra tetrica que tenia si no también por un instante olor a basura y suciedad . El hombre, visiblemente perturbado, se dirige a ella con voz temblorosa:

—Lo sentiste también, ¿verdad?

su voz denota una mezcla de miedo y confusión.En cambio la anciana, con una expresión enigmática en su rostro, responde con calma pero con un deje de autoridad:

—El renacimiento de un medium vendra pronto, como dictan los cielos alguien debe tomar el lugar de otro medium y haci el ciclo continuara hasta que la montaña lo decida, es mi objetivo encontrar a ese nuevo atador y llevarlo directo a la 5 ley de transgresión.

El hombre, con gesto de incredulidad, exclama:

—¡¡¡El contrato!!! ¿No crees que es demasiado pronto? La corte no necesita nuestra intervención aún.

La anciana lo mira con intensidad, transmitiendo una sensación de urgencia y determinación, y le responde:

—La corte requerirá sus servicios tarde o temprano. Recuerda que debemos recuperar todo lo perdí desde que Andrés quedó incapatacitado.

El hombre, entre sorprendido y preocupado, intenta objetar, pero es interrumpido de inmediato por la voz de la mujer la cual dice.

—Debes encontrarlo cuanto antes para agilizar el proceso del contrato , no olvides que la mano esta siempre buscando otra mano amiga tal vez este pasando por problemas económicos y ese sera el anzuelo que buscara la mano, puedes utilizar todo los recursos que quieras de mi.

Con un tono de voz más bajo y sumiso, el hombre asiente, sintiendo una combinación de resignación y temor:

—Está bien... Lo haré, pero puedo preguntarle algo mi señora.

La mujer le contesta al unísono en un tono serio y tranquila

—No, las preguntas no son necesarias hazlo a tu manera pero tienes aproximadamente un mes para que haga el contrato o buscare otro que este dispuesto a hacerlo y eso será todo.

El hombre se nota cabizbajo y algo confundido pero la mujer al notar este le dice

—Acaso sucede algo Azier te veo algo extraño acaso estas asustado.

El hombre le responde

—Es que conozco a la madre del chico y nose si yo seria el correcto para esta misión.

La mujer lo mira y le dice.

—Todo lo contrario eres el candidato perfecto , ya conoces a la mujer sera facil para ti iniciar una conversación y asi poder conocer al chico , es todo. Tu te encargaras.

Lugar: Capital de Bruzual Chivacoa/ Día 24 de abril del 2024/ hora 9:05 am

Daniel observa detenidamente su nueva prótesis de mano, sintiendo una mezcla de confusión y curiosidad. La prótesis, aunque parece sólida, está completamente fabricada de un plástico barato, lo que le genera cierta desconfianza sobre su durabilidad y funcionalidad. Mientras viajan en la parte trasera de un viejo taxi, el bullicio del motor y el chirrido de las puertas añaden una sensación de incomodidad al ambiente. El coche, con su interior desgastado y asientos raídos, se tambalea en cada bache, haciendo que la experiencia se sienta aún más incómoda.

A pesar del reducido espacio, los ojos de Daniel reflejan un profundo anhelo y preocupación. Se siente atrapado entre la esperanza de que esta prótesis le brinde una nueva oportunidad y el temor de que no cumpla con sus expectativas. Mirando a su madre, con la voz temblorosa, le pregunta:

—¿Mamá, cómo conseguiste el dinero para la prótesis?

La madre, en un silencio cargado de emociones ocultas, evita la mirada de Daniel. El taxi avanza, dejando en el aire una atmósfera de tensión y secretos, hasta que una llamada inesperada interrumpe la calma. La hija contesta sorprendida:

—Alo....Si soy ella...¿Qué?

La hija se dirige a su madre con precaución

—¡¿Vendiste la casa con todo nuestras cosas?!

La madre mantiene su silencio, sin revelar ninguna palabra y con una expresión neutra , la hija continúa la llamada

—Pero quien les dio este número

Dice ella mientras continua hablando por teléfono , para luego escuchar algo que la molesta haciéndola decir

—¿Que Carlos?

Pregunta ella con duda , para luego decirle

—Pues dile a ese idiota que no le este dando el número mio a cualquiera.

Daniel interviene retando a su hermana y madre diciendo

—Les dije a ambas que no necesito este plástico para ser feliz y menos si eso significa vender la casa.

Daniel se quita la prótesis de la mano lo que hace que su madre al verlo enfurezca y le diga a regaña dientes mientras se abalanza hacia el diciendo con enojo

—¡Daniel Ponte Tu Maldita prótesis!

Mientras esta misma se le abalanza a Daniel para colocarle la prótesis nuevamente y le dice

—Hice un gran esfuerzo por darte una mano otra vez por favor valora lo que hice por ti

La hermana de Daniel la encara y le reprocha:

—¿Por qué no consultaste primero qué opinábamos nosotros sobre esto?, si quiera quedo al menos algo de dinero por la venta de la casa.

La madre después de asegurar muy bien la prótesis de su hijo sube el volumen de la música del taxi provocando la indignación de su hija, quien exclama:

—¿Y ahora qué vamos a hacer? Necesitamos una casa donde vivir o acaso la prótesis de Daniel viene con camas y aire acondicionado.

La madre la mira con reproche y molestia para luego colocarse nuevamente en su asiento de forma normal ahora sin derigirle la mira a ninguno de sus hijos

Daniel y su hermana comprenden la situación y observan con molestia a su madre mientras avanzan en silencio hacia su destino. El conductor del taxi disfruta su música a lo largo del viaje, hasta que finalmente llegan a su destino y los dos hermanos se percatan del lugar, dándose cuenta de cuál es su destino a mudarse.

La madre, resignada, paga al taxista mientras el vehículo se detiene poco a poco, preparándose para bajarse. Al llegar, Daniel le dice a su madre con duda

—¿Estás segura de que él nos quiere en su casa? Digo, lo que hizo en el hospital estuvo bien, pero esto ya es demasiado.

La madre solo se digna a bajarse del vehículo sin exclamar ni una palabra aún. Caminan hacia la casa y su madre les dice mientras avanzan con un tono serio pero con algo de deje:

—Nos mudaremos con mi hermano, no quiero gritos, peleas, suciedad y mucho menos los quiero verlos hablando sobre la condición de su primo.

Tras esas palabras, la madre golpea la puerta y un chico de alrededor de 9 años, con rasgos peculiares: ojos rasgados, boca diminuta, nariz menuda, ojos y orejas pequeñas, y un leve impedimento en el habla, abre rápidamente la puerta, emocionado al ver a su tía y primos, y exclama:

—¡Tiaaaaaaaaaa!

Abraza a su familia con fervor, y al acercarse a Daniel, le pregunta con alegría:

—Primo, ¿cómo estás? ¡Te he extrañado mucho! ¿Qué pasó con tu mano?

Daniel, con un toque de sarcasmo, responde:

—No me gustaba mi mano anterior, así que decidí cambiarla. ¿Y tú, Samuel? Hace tiempo que no te veo. Parece que has estado poniéndote mas fuerte.

Samuel responde con entusiasmo:

—Sí, estoy practicando béisbol. Mi mamá dice que es bueno para mí.

Daniel nota algo en el brazo de Samuel y pregunta con duda:

—¿Qué le paso a tu brazo? Parece estar inflamado.

Samuel aparta su brazo de la miráda de Daniel y su familia y luego baja la cabeza y anuncia a la familia en general con tono algo apagado:

—Pasen, papá está en la cocina.

La familia entra en una humilde casa con paredes sin pintar y espacio reducido. En la cocina, la madre se ofrece a ayudar a Luis, el padre de Samuel, a preparar el almuerzo. Samuel, con entusiasmo e ingenuidad, comenta:

—Papá, ¿viste que Daniel cambió su mano por una de plástico? . Dijo que no le gustaba la que tenía.

El padre, observando a Daniel y le pregunta.

—¿Como estas Dani?.

Daniel saluda nerviosamente a su tio diciendo simplemente

-—Hola tio luis, todo...bien

El tio saluda a su sobrina (Alba) con amabilidad también

—Hola Alba ¿como estas tu?, ¿como esta la universidad?

Alba le responde deje en su palabra como si repele esa conversación

—Bien.. bien muy bien todo

El tio luis observa a Daniel detenidamente y le nota en su mirar tristeza y algo de pena por estar en ese lugar por lo cual el le dice

—Después de almorzar ,¿podemos hablar algo importante tu y yo?

Daniel le responde de manera extraña

—Ok. ok tio

El tio vuelve hablar con un tono un poco mas calmado le dice

—Dani, tu y Samuel, ¿pueden ir al supermercado y comprar algunas cosas para terminar de hacer el almuerzo?

Samuel emocionado dice mientras levanta los manos en forma de emoción

—¡Genial!,¡Genial!,¡Genial! Puedo salir con mi primo si si si.

Daniel mira a Samuel y le pregunta a su tío algo confundido

—Acaso esta bien que yo vaya con el

Su tio le comenta a Daniel

—Si no hay problema Samuel es inofensivo haha ,vayan y compren lo que esta en la lista y Samuel que hable con la cajera sobre el pago.

El tio le entrega una lista mientras de fondo se sigue escuchando a Samuel feliz por salir con su primo el cual de forma animada dice

—Si, si ,si ,si, si

Repetidas veces. Ahora observamos Daniel y Samuel caminaban por las angostas calles adoquinadas del pueblo, el sol abrasador golpeaba sus rostros y los hacía sudar profusamente. Daniel, con paso apresurado y preocupado, se detuvo en seco y miró a su primo.

—Samuel, ¿estás seguro de que sabes dónde estamos yendo? Siento que hemos caminado sin rumbo por horas.

Samuel, con la respiración agitada pero tratando de mantener la compostura, respondió con un tono seguro pero algo dubitativo:

—Sí, sí, yo se , yo se donde queda, primo, estoy seguro de que estamos cerca.

A medida que avanzaban por las calles silenciosas y desiertas, Daniel no pudo evitar recordar a su difunto padre y la habilidad que tenía para orientarse en cualquier lugar. Un destello de melancolía cruzó su rostro mientras compartía con Samuel:

—Mi papá solía conocer cada calle y callejón de este pueblo. Su sentido de orientación era asombroso.

La confusión se reflejó en el rostro de Samuel, quien preguntó con curiosidad y un dejo de incredulidad:

—¿Por qué extrañas tanto a tu papá si solo esta de viaje?

La pregunta de Samuel desató una tormenta de emociones en Daniel. Con voz temblorosa, reveló la verdad oculta durante tanto tiempo:

—Samuel. Creo fielmente que soy el único capacitado para contarte esto. Mi papá está muerto, murió en un accidente y en ese mismo accidente perdí la mano. El auto perdió el control, mi padre no podía controlarlo y simplemente nos estrellamos. Al despertar, pensé en buscar ayuda, pero nadie apareció. Lo último que escuché de mi papá fueron sus gritos culpándose por el choque, pero cuando fui a ayudarlo, su cuerpo cayó en el suelo y, después de eso, mi mente solo pensó una cosa...

La sorpresa y el dolor se reflejaron en los ojos de Samuel, quien se sintió abrumado por la revelación. Con un nudo en la garganta, cuestionó a Daniel con una mezcla de incredulidad y vulnerabilidad:

—¿Por qué nunca me contaste esto? ¿Por qué me ocultaron la verdad?

Samuel se sentó en el suelo, las lágrimas resbalando por sus mejillas, y extendió una mano hacia Samuel, buscando consuelo en medio del dolor:

—Samuel, lo siento. Perdóname por no habértelo contado antes. Pense que tus padres te lo habían mencionado.

Samuel se apartó, sintiéndose traicionado y confundido. Con un tono de desconfianza, le espetó a Daniel:

—Yo nunca me entero de nada, siempre se la pasan ocultándome cosas. Cuando la abuela murió no me contaron hasta el funeral, cuando no me aceptaron en el concurso de matemáticas me lo ocultaron y cuando fui a hacer mis pruebas para el béisbol me ocultaron lo malo que era y los chicos me golpearon por perder el juego.

Un silencio tenso se instaló entre los primos, pero Daniel, con una determinación renovada, se levantó y se acercó a Samuel. Con voz suave y sincera, le dijo:

—Samuel, te juro por mi mano sana que nunca más te ocultaré algo. En verdad siento que tus padres sean tan protectores, pero seguro es por tu bien. Sé que es difícil confiar en mí ahora, pero solo quiero que tengas a alguien con quien hablar y no tenga un filtro para hablarte de estas cosas.

Samuel lo miró con ojos llenos de lágrimas y dudas, pero finalmente asintió con una pequeña sonrisa en sus labios. Se abrazaron con fuerza, uniendo sus corazones en un pacto de confianza y hermandad.

Cambiamos de escena y llegamos de nuevo a la cocina de la casa la cual está llena de tensión y preocupación. El tío Luis revuelve la olla con movimientos rápidos y la madre de Daniel corta las verduras con gestos tensos. El tío Luis se acerca a su hermana con gesto serio y le expresa su preocupación.

—María, te quiero mucho y sabes que haría lo que fuera por ti, pero no puedo tenerlos mucho tiempo aquí en la casa. Sabes que debo trabajar y, con la condición de Samuel, no me puedo dar el lujo de gastar dinero.

La hermana deja el cuchillo sobre la tabla y se gira lentamente hacia su hermano, con una mirada de resignación en sus ojos.

—Tranquilo, solo estaremos por un par de días mientras acomodamos nuestra economía. Daniel y yo nos pondremos a trabajar para poder tener dinero para al menos alquilar un espacio.

Un pesado silencio llena la habitación mientras la madre suspira profundamente antes de continuar hablando.

-—Aun me siento triste por cómo reaccionó Daniel a la prótesis. Me gustaría hablar de cosas más importantes con él, pero siento que está volviéndose algo rebelde. Es normal para su edad, pero siento que ya se me está yendo de control. Aun recuerdo lo que me gritó en el hospital cuando despertó del accidente.

El hermano, con una expresión de determinación en su rostro, se detiene un momento antes de hablar con voz firme.

—María, creo que lo mejor para el caso de Dani es buscar ayuda psicológica. Yo conozco uno muy bueno, es el mismo que atiende a Samuel. El debe venir en un rato, se llama Azier, es de los mejores que lo ha tratado, tal vez lo pueda convencer para que se tome un tiempo para una terapia familiar. Creo que mucho de eso fue lo que nos faltó a mí y a Ana en su momento.

La hermana, sorprendida por la revelación, le pregunta a su hermano con dudas.

—¿Azier? ¿Acaso no es Azier González?

El hermano asiente con una sonrisa leve en su rostro.

—Exacto,ese mismo.

La hermana, molesta por el recuerdo del pasado, responde con un deje de incomodidad.

—¡Ay! Yo fui novia de él en el colegio, recuerdo hasta su tonta forma de hablar.

El hermano, tratando de aligerar la tensión, responde de forma cómica.

—Bueno, hacer las paces es la mejor forma de demostrar que has cambiado. Eso puede ser útil para Daniel.

La madre, con una expresión de determinación en su rostro, toma una decisión.

—Eso es cierto, bueno, es hora de iniciar desde cero la relación con mi hijo. Ahora que lo pienso, Alba y yo no hemos sido muy buenas amigas últimamente.

La madre se gira hacia su hermano con una mirada preocupada.

—¿A dónde fue ella? No la he visto desde que llegaron.

Ella responde con un deje de tristeza en su voz.

—Debe estar bañándose, ella no está muy contenta conmigo por lo de la venta de la casa. Al menos pude salir de esos gastos.

El hermano, con interés, le pregunta sobre la situación financiera.

—En total, ¿cuánto te dieron por todo?

Ella responde con una mezcla de resignación y esperanza.

—Por todo fueron 15 mil, pero descontando la prótesis que fueron 10 mil, 2 mil de los gastos del hospital y mil quinientos de los de la funeraria, solo me quedaron mil quinientos para ver qué hago conmigo y los 2 muchachos.

El hermano, con una chispa de emprendimiento en sus ojos, le sugiere una idea.

—Bueno, creo que puedes utilizar esos mil quinientos para iniciar un emprendimiento. ¿Qué te parece vender comida como lo hacía mamá cuando éramos pequeños?

Ella responde con entusiasmo y esperanza.

—Eso estaría bien, incluso podría trabajar en eso con Alba y que Daniel la venda en la calle. Sabes, en verdad creo que puede funcionar.

El timbre de la casa suena con fuerza, interrumpiendo el pesado silencio que reinaba en la cocina. Al abrir la puerta, se nota la figura imponente de un hombre de unos 30 años, que irradia amabilidad. Con una sonrisa en el rostro, saluda al tío Luis con cordialidad.

—Buenas tardes, ya es hora de la sesión.

El hombre, de aspecto pulcro y sereno, se presenta ante la familia. Lleva lentes cuadrados, viste una camiseta blanca y sostiene unos papeles en la mano. El tío Luis responde con habilidad y rapidez.

—Justo a tiempo.

Se gira hacia su hermana con una mirada de complicidad y emoción en los ojos.

—Hermana, te presento al psicólogo de Samuel, él es Azier González.

Azier González, el psicólogo, se acerca con una sonrisa cálida en el rostro y extiende la mano con cortesía.

—Hola, mucho gusto.

Un aura de esperanza y renovación llena la cocina en ese momento, mientras la familia se prepara para iniciar un nuevo capítulo en sus vidas. El encuentro con Azier marca el comienzo de un camino de sanación y transformación para todos ellos o eso es lo que ellos creen

Fin del capítulo 2.

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