Había una vez...
Había una vez una chica que quería un gatito, pero su novio no quería adoptar uno porque había sufrido muchas pérdidas de mascotas y no quería perder otra. Ella trataba por todas las formas de convencerlo, pero él tenía argumentos muy válidos, " ¿qué vamos a hacer en las fiestas, lo vamos a dejar sólo?" "¿y si nos vamos de vacaciones?"
Ah pero ella no se daba por vencida, no señor. Un día paseando por San Telmo (un barrio de Buenos Aires) vio un afiche de un refugio de gatitos, guardo los datos de contacto en el celular y a la noche se lo comentó a su novio, él no dijo nada, pero ella ya sabía que tenía medio camino ganado.
Una vez pasaron las fiestas de fin de año, ella le dijo a él, "este mes vamos al refugio y adoptamos un gatito, ¿dale?" A él no le quedo otra que aceptar. Arreglaron con los cuidadores y llegado el día se fueron hasta el lugar, en bici.
Llegaron. Estuvieron un buen rato esperando, los nervios se los comían, mientras tanto les dieron los papeles para llenar. Por fin los dejaron pasar a la habitación donde estaban los felinos. Oh por favor, había taaaantos de todos los colores y tamaños, y casi todos pedían mimos, pero estaban en jaulas para que no se escapen y era difícil acariciarlos. Cabe decir que ella estaba super emocionada y no paraba de enternecerse con cada cosita peluda del lugar.
Preguntaron por un gato amarillo, les mostraron dos, uno super peludo y el otro no tanto. Después de charlar un momento se decidieron por el menos peludo, "se llama Lautaro", les dijeron, "que nombre más feo" pensó ella.
Lo pusieron adentro de una caja de cartón para que no se asuste en la calle y después de más papeles que llenar, se lo llevaron. ¡Oh cuanta felicidad! Lo malo era que ellos estaban en bici y la caja era muy grande, no les quedaba otra que pedalear con la caja a cuestas.
Con algunas dificultades llegaron a su hogar, por suerte el gato estaba bien, al parecer funcionó la caja porque estaba muy tranquilo, como todo gato curioso se puso a recorrer la casa.
Mientras tanto ellos se pusieron a pensar nombres para el nuevo integrante de la familia.
"Pongamosle un nombre de científico", pidió ella, de inmediato se pusieron a buscar en Internet, hasta que llegaron a "Euler" un matemático suizo, se decidieron por ese.
El gatito de 10 meses de edad se adaptó perfectamente a sus nuevxs humanxs y hogar. Y aunque es un poco hinchapelotas y no los deja dormir por las noches, lo aman mucho.
Y así vivieron felices para toda la vida.
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Esta es la historia de como mi novio y yo adoptamos a nuestro bebé :) Jajaja. Perdón por los errores de redacción, como ya dije no soy escritora ni mucho menos. Fotos de lo más caseras xD
Que tengan un buen día. Tatiana Lucía ❤
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