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8. ¡Oh, Julieta!

Capítulo dedicado a EungSungHeidy. ¡Gracias por siempre apoyar mis publicaciones!

En un rato pondré dedicación a los primeros capítulos ♥

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8. ¡Oh, Julieta!

Día 4 de secuestro: Los humanos repiten hasta el cansancio que de nuevo es lunes y desde temprano, sin tener piedad de mis nervios, deambulan por la casa hablando del instituto, el consultorio y el supermercado, cada uno repitiendo a cuál de esos lugares le corresponde ir... ignorándome. I. G. N. O. R. A. N. D. M. E. ¿Qué se creen? Todos con excepción de Ana-banana que, en caso contrario, si preferiría que me de mi espacio.

Mamá entra de golpe a la habitación sujetando un par de zapatos.

—Arriba, Ana —le insiste a la niña por tercera vez.

—Un minuto más —Ana sostiene la almohada contra su cara. Es de las pocas cosas que tenemos en común: nos cuesta despertar.

—No. El viernes llegamos tarde.

Mamá viste, coloca medias y zapatos a Ana mientras ella continúa con los ojos cerrados repitiendo «No quiero ir hoy, mamá».

—Le diré a tu padre que ya no te lea cuentos hasta tarde.

Después Ana es colocada por mamá frente al espejo para ajustar sobre su cabeza un lazo rojo que evita que su maraña de pelo caiga sobre su frente.

Con que así son las cosas, niña. Como tu mamá te pone un horrible lazo en la cabeza, tú haces lo mismo con mi delicado cuello. ¿Y yo a quién torturo? Molesto, incrusto mis garras dentro del peluche con forma de reno. Es el último que más detesto por haber tenido que escuchar hasta tarde «Bambi»

—No quiero que me vuelvan a decir que no hablas con nadie —le advierte mamá, preocupada.

—Hablo con Skipy.

—De tu salón de clases, Ana.

—Pero ahí nadie quiere hablar conmigo.

—Sonríe más, cariño —aconseja mamá a Ana que bosteza como gatito recién nacido.

—¿Viste mis converse? —pregunta Kev permaneciendo de mi pie en la puerta. El chico también tiene cara de sueño.

—Sobre la secadora —contesta mamá todavía ocupada con Ana. Por lo que no advierte que Kev mueve tres veces su mano izquierda en mi dirección, articulando en silencio «Quince días, gato. Solo quince días». En sus ojos hay odio.

Me encojo en mi lugar hasta que Kev se marcha. «La locura acierta cuando el juicio y la cordura no dan fruto.»

—Te veo al rato, Skipy —Se despide Ana con un beso luego de darme otra ración de paté minúscula. «Sí. Sí. Lo que sea. Adiós.»

Y estoy por cerrar mis ojos cuando recuerdo...

«¡Niña, si te marchas quién me dará comida!» Salto de la cama al piso, la sigo por el pasillo y después escaleras abajo. «¡Niña, regresa acá, es una orden!» Más solo consigo llegar al último escalón justo cuando papá cierra la puerta. Salto hasta la ventana de la sala, hago a un lado la cortina y veo a Kev y Elisa subir a la máquina infernal de papá y Ana sube con mamá... y de esa manera todos se marchan.

Se marchan.

¿Y... yo?

¿Y YO?

«Por Dios que nunca lo hubiera creído, sin la sensible y cierta demostración de mis propios ojos.»

Araño con mis garras la ventana. Por aquí entré anoche pero esta vez no cede. «¡Destino cruel!» Sin embargo, no pasa mucho tiempo cuando vuelvo a cerrar mis ojos al sentir que, de nuevo, es la hora de mi siesta. Esto tampoco puede esperar.

«El sueño, descanso de toda fatiga, alimento el más dulce que se sirve a la mesa de la vida»

Un golpe seguido del sonido de unas llaves vuelve a despertarme. Veo a mamá entrar a la casa dando tropezones al mismo tiempo que, dejando caer una cosa tras otra, carga al mismo tiempo muchas bolsas de compras. «¡En una hay latas de paté!»

—Hola, Skipy —saluda.

Salto de la ventana al piso y la veo dejar todo sobre el vestíbulo para luego volver a la máquina infernal por lo que falta.

Rodeo las bolsas de compras. «¡Por el cabello de Lady Macbeth, la lata no está abierta!» Salgo al pórtico para quejarme con mamá.

—¿Encontraste quien pode tu césped, Jamal? —pregunta un humano que camina por la calle a otro que está de pie sobre el patio delantero de la casa de junto.

—Lo hará Clarissa. Necesita dinero para una excursión del instituto —contesta Jamal, pero ambos callan al ver pasar a mamá con más bolsas de compras; además de que la miran por encima del hombro. No obstante aquí lo importante es lo que Jamal sostiene en sus brazos.

¡Oh! Para brillar, las antorchas toman ejemplo de su belleza: Pelaje blanco cual nube inalcanzable que enmarcan un par de ojos azules. ¿Ha amado antes de ahora mi corazón? No, juradlo, ojos míos; pues nunca, hasta este día, visteis la belleza verdadera.

Cuando mis ojos se posan en ella, mueve la pluma que tiene por cola escondiendo con timidez de mí su nariz rosada.

¡Belleza demasiado valiosa para ser adquirida! ¡Demasiado exquisita para la tierra!

—Olvídalo Skipy —escucho que dice mamá al entrar las demás bolsas a la casa—. Jamal nos odia desde que Kev dijo que limpiaría con una bandera arcoíris nuestro váter —«¡Pero qué tiene que ver eso con...!—. Lo tuyo con Agatha no puede ser.

«¿Agatha?»

¡Y por qué, oh, cara acreencia! ¡Mi vida es propiedad de mi enemiga!

—Vamos, Skipy —dice mamá intentando cargarme para entrar de vuelta a la casa pese a que yo, demente, aferro mis garras al piso.

Dentro corro hasta la ventana para ver de nuevo a mi ángel. Jamal la dejó sobre el césped en lo que lleva un plato de comida a Sir Lancelot. A su vez, Agatha, puede que sospechando que aún la miro, utiliza como abanico su cola para esconder de mí su cara. ¡Sus bonjours, Sus bonsoirs!

—Es en serio, Skipy. Jamal no permitirá que te acerques a Agatha —insiste mamá. ¡Oh, amor podereso!

En la hermosa Ontiva, donde colocamos nuestra escena, dos familias de igual nobleza, arrastradas por antiguos odios, se entregan a nuevas turbulencias, en que la sangre patricia macha las patricias manos. De la raza fatal de estos dos enemigos vino al mundo, con hado funesto, una pareja amante, cuya infeliz, lastimosa ruina llevará también a la tumba las disensiones de sus parientes. El terrible episodio de su fatídico amor, la persistencia del encono de sus allegados...

—Por cierto, ¿quieres paté? —pregunta a continuación, interrumpiendo mi discurso. Pero el paté es el paté. La sigo hasta la cocina. 


«El amor es un loco tan leal que en todo cuanto hagáis, sea lo que fuere, no halla mal alguno»

William Shakespeare.


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Faltan quince días dice Kev :/ 

Foto de Agatha:

El diario de Skipy esconde muchas sorpresas. Muchas ♥ Anticipo que el siguiente capítulo, por ejemplo, lleva por título Caperucita terrorista :O Continuamos pronto :)

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