Capítulo dedicado a F-FireflyLight . ¡Gracias por el apoyo!

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5. Los Delvecchio: Elisa

Día 3 de secuestro: La niña continua llamándome Skipy y sigue sin alimentarme con regularidad. Ya me fue asignado un arenero, pero me resisto a utilizarlo a menos que sea colocado en un lugar más privado. Mi objeto preferido para limar mis uñas es un par de botas de mamá (esto no es de su agrado) Por otro lado, me he percatado de que el peluche con forma de jirafa me mira de forma extraña. Creo que será el próximo al que le arranque las orejas y saque el relleno. 

Preferentemente debería aprovechar el momento en el que Ana duerme para yo también descansar. Pero tengo hambre. 

Nunca antes había cazado. Estoy acostumbrado a tener a un humano a mi servicio para que me sirva comida. No obstante, la niña no hace bien su trabajo y mi estómago ruge más extraño que los ruidos que escucha Kev desde los aparatos que coloca en sus oídos.  Por eso, en lo que Ana duerme, y aprovechando que dejó abierta su puerta, deambulo por el corredor buscando alguna presa. 

Nada. ¿Qué tipo de familia no tiene hámsters o canarios? Resiste, Shakespeare, resiste. Algún humano pasará por aquí comiendo algún sándwich y te arrojará un poco de jamón. 

—¡Despacio! 

Me escondo tras una lámpara al escuchar que viene alguien y decido que saldré a su encuentro sólo si trae comida en sus manos. Estos humanos suelen coger confianza demasiado rápido y debes dejar claro que no obtendrán nada de ti sin comida a cambio.

 —Shhh Mamá y papá no están...

Es la voz de Elisa,

—¿Segura?

—Sí. Kev está entretenido en su ordenador y Ana duerme —la escucho decir—. No hables demasiado fuerte.

Cuando termina de subir las escaleras, me percato de que viene acompañada de un humano que parece haber reñido con su armario, o al menos la forma en la que este cubre su piel es diferente a la del resto. Todo parece quedarle demasiado grande. 

—¿No te ha llamado Perico? —le pregunta él a Elisa y la coge de la mano.

¿Perico? ¿Dónde hay un perico por aquí?

—Hoy tuvo que salir con su mamá —responde Elisa con un tono de molestia. 

Después mira hacia su izquierda y derecha para asegurarse de que no hay nadie y mete al chico dentro de su habitación. Salto de mi escondite y los sigo al ver que dejaron la puerta entreabierta. Quizás dentro haya comida. 

Pero no. O al menos nada a simple vista. 

Sin esperar más, Elisa se arroja a los brazos del humano para comérselo... o eso parece que está haciendo. Recuerdos de ella devorándose a otro de estos vienen a mi memoria.  

—Que mala suerte que tengas novio —dice él, luchando por liberar su hocico. 

Me parece interesante que cuando Elisa ataca va directo al hocico. Tiene más experiencia que yo cazando. 

—Es mi novio no mi esposo —aclara ella—. Anda, quítate la ropa —ordena. 

Para salvar su vida, el humano hace en seguida lo que piden. Me pregunto si Elisa lo dejará vivir si obedece.

—Wow, que musculoso —lo felicita, aplaudiendo.

En lo personal la contextura física de él me recuerda a un perro en dos patas. Un perro Golden retriever.

  —Tu turno, linda —ríe él y le saca la ropa a Elisa. 

—Eres rápido Grrr

¿Grrr? Se nota que ella está enojada y hambrienta. Muy hambrienta. ¿Nadie come bien en esta casa?

  —Pondré un poco de música para que Kev no nos escuche. 

—Buena idea. 

El saca del bolsillo de su pantalón un aparato y pronto más ruidos de gatos maullando se escuchan por toda la habitación. ¿Por qué estos especímenes tienen predilección por el escándalo, Divina Verona?  

Comiéndose entre si y sacándose la ropa. Un momento... Yo ya había visto antes algo así. Siiiii, con el primer humano a mi servicio. 

—¿Traes condón? —pregunta ella, escuchándose cansada. ¿De qué? Únicamente estás de pie ahí, humana inútil. 

—Tres —responde él, riendo. 

Es extraño que le parezca divertido lo acalorada que se ve Elisa. 

Chico con cuerpo de perro en dos patas vuelve a coger su pantalón y saca de este un objeto brillante. Muevo mi cola. Me gustan los objetos brillantes. Lo rasga con sus dientes y saca de este un globo desinflado. Lo reconozco porque vi muchos en una celebración de mi primer humano. 

No puedo ver qué hace con el globo porque me da la espalda. Ahora sólo puedo ver su... Ay, qué asco. Lame más seguido tu cola, niño. 

Acto seguido, uno salta sobre el otro y continúan comiéndose entre si... Él ataca su cuello... Ahora su hombro... Ahora su pecho... y baja... baja... Ladeo mi cabeza hacia un lado. No sé cómo cómo se llama esa parte. Yo la tengo bajo mi cola. 

—Ay, mi Terminator —jadea Elisa.

¿Terminator? 

Caen juntos sobre la cama ya sin ninguna prenda encima. 

De acuerdo... ya me aburrí de mirarlos. Ahora a lo que viniste, Shakespeare. Busca comida. Salgo de mi escondite y escudriño cada rincón de la habitación de Elisa. Nada. Tampoco encuentro nada en los pantalones de Terminator.

Tampoco hay comida en su camisa.

Mi cacería tampoco da frutos buscando entre la ropa de Elisa. Jadeos devuelven mi atención a la cama. 

—Ah... Ah... ¡AH!

Terminator está saltando sobre Elisa... 

No comprendo por qué los humanos encuentran divertido hacer eso: Mientras ellos parecen estar haciendo un gran esfuerzo, ellas parecen estarse asfixiando. Elisa hasta pone sus ojos viscos y grita. ¿Dónde está lo entretenido? 

Un momento... 

Una vez más ladeo mi cabeza hacia un lado. ¿Qué es esa cosa que le cuelga a Terminator? Aparece. Desaparece. Aparece. Desaparece... entre las patas de Elisa. Si mi instinto no me falla, un pedazo de carne se le está cayendo a Terminator y ninguno de ellos se ha dado cuenta.  Y yo tengo tanta hambre.

¡Es tu oportunidad, Shakespeare! 

Me aproximo sigilosamente. Nunca he cazado, pero he visto antes ese tipo de embutidos y son presa fácil. Solía robarlos de la cocina de mi anciana...   

Aparece y desaparece cada vez más rápido. Parece estar gritando "Ven por mi, Shakespeare". Ronroneo y saco mis garras. A la de tres. Uno, dos y.... GRRRRRRRRRRRRR

—¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

  "El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen."

—William Shakespeare

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