III + EL FETO - II
Lo que logro recordar de aquel diario, si se le puede llamar así, es quizá lo más importante y lo que me hizo entender que Lizeth no era como yo pensaba. Ella tenía amor hacia su madre, o eso pensaba hasta que sentí su odio hacia ella en nuestra última conversación normal.
Estas, voy a escribirlas como mi memoria me permita. De ahora en más voy a aclarar que yo no voy a contar nada, ya que lo único que hacía era comer, ayudar a Santiago con cosas sin relevancia y leer el diario de Lizeth:
* * *
1
Hoy tuve mucha suerte, mi madre había llegado del trabajo con muy buen humor y me invitó a cenar con ella. Yo la verdad tenía mucha hambre, y el refrigerador estaba cerrado con un candado, así que no pude comer nada.
Además de cenar una rica comida junto con ella, también me había traído un peluche ¡un hermoso unicornio!
No podía sentirme más feliz, también, para acabar con lo bonito de ese día, me dijo que mi padre quería vernos. Entre que comía y ella me decía, me ahogue y casi vomito lo que comí, pero mi madre me dio agua y la orden de no hacer nada. Yo hice caso y tomé el vaso de agua.
Cuando acabamos de cenar, ella me llevo a la cama, para dormir y que me diera las buenas noches. Paso eso y cuando estuvo por irse de mi cuarto, le pregunté cuándo podría tener mi propia puerta. Ella me dijo que no habláramos de eso y me deseó las buenas noches.
¿Cuándo tendré mi propia puerta? ¿Cuándo?
2
Hoy, mi madre me dejó en la escuela, ya que era lunes, y tuve tiempo para poder escribir aquí sin que nadie dijera nada. Ahorita en el recreo me puse a ver como se ponían a jugar con la pelota o como se quedaban platicando mis compañeras. Nunca me gustó estar mucho con la gente.
No me agrada mucho vivir con la gente, mucho menos hablar con ellos, son raros y me pueden juzgar muy feo por lo que soy.
Todos me ven raro, me ven con miedo o con asco, no lo se.
Ya acabó el recreo, escribiré después.
3
Ahora en la noche llegó mi papá, cuando lo recibí abrazándolo solo me empujó, con mucha fuerza, haciendo que me cayera al suelo. Mi madre solo me vio poquito y volteó para ver a mi papá.
Después de eso, mi madre me dejó en mi cuarto y me amarró a la cama con un lazo, yo estaba nerviosa y no sabía por qué.
Luego empecé a escuchar como mis padres estaban peleando, gritándose y rompiendo cosas. Llegue a escuchar como algo caía con fuerza y como mi madre lloraba. Yo solo podía abrazar fuertemente mi unicornio.
Después de tantos gritos y gritos, escuché como azotaron la puerta. Estaba muy asustada y no sabía que ocurría, hasta que mi madre fue hacia mí y, con un manchón rojo en la frente me dijo que ya era hora de dormir. Yo estaba asustada y ella no me dijo nada más que durmiera y no dijera nada de nada. Yo hice caso y cuando me quitó el lazo, me lancé a la cama para que no me regañara o se enojara.
Ahora escribo esto con miedo y a oscuras, con una lamparita. Buenas noches.
* * *
El resto de las páginas que le seguían eran únicamente apuntes de soledad, algunos dibujos de dinosaurios y de camaleones, y cosas sin ninguna importancia.
Hubo un tiempo en que dejó de escribir durante casi un año y medio, tal vez por cuestiones personales, o quizá porque fue atrapada por su madre, no lo se, pero cuando volvió a retomar su diario, no solo la forma de escribir, si no su tono era muy diferente.
* * *
24
Hoy no solo era un día alegre, si no también era tranquilo para mí. Tanto tiempo sin tocar este cuaderno. Lo que anteriormente había escrito, ahora solo eran recuerdos inútiles.
Cuando regrese a casa, mi madre me va a dar otro consejo, otro sermón ¿Qué importa? Es lo mismo siempre.
SIEMPRE.
26
La comida con mi madre fue algo extraña, ya que no era común que ella quisiera comer conmigo, y más aún que me hablara. Pero lo que me dijo no era algo que me sorprendiera escuchar de ella.
Yo le había platicado que quería ser de los que investigan los fósiles de los dinosaurios, ella me corrigió diciéndome que se llamaban Pelorotogolos o algo así.
A lo que ella me dijo que no, que me moriría de hambre y que lo más importante era el dinero y blah, blah, blah.
Algo que me dio risa fue que mientras hablábamos la pared de la cocina se cayó al suelo, estaba tratando de aguantarme la risa, porque a mi madre no le gusta que se rían de cosas así, mucho menos de sus errores. Si, aunque no lo admita, pagarle a un albañil barato tiene sus costos.
30
Hoy pasó algo un tanto triste para mí. Quizá, hasta el momento, lo más triste para mí. Ya no me siento motivada, intento todo lo que puedo y jamás recibo nada.
¡NADA!
Durante el tiempo que anduve sin escribir aquí mi madre conoció a un tal... ya no recuerdo su nombre. Solo sé que le dice "Flaco".
¿Ahora tengo que compartir el poco amor que me da mi madre con alguien más? Ya mi padre no estorbaba, por algo mi madre se volvió a casar. Pero ¿Por qué? ¿Acaso no le importa cómo me siento? No. No le importa.
¡NO!
* * *
Tras estas páginas y escritos de celos profundos, hubo otra pausa de bastantes años, bueno, en realidad unos dos años. Pero decidí no tocar de nuevo el diario, ya que tenía un tanto de aburrimiento y dudas de que había sido de Lizeth.
Solo puedo decir que, en una noche, no recuerdo que día era, pero ya había pasado un mes después de la última noche con ella, me escabullí hacia la casa de Lizeth, o mi antigua casa.
Sabía que el sótano tenía una ventana, lo suficientemente oculta entre el pasto del lugar y suficientemente abierta para poder ver qué clase de cosas hacía Lizeth.
Se que no quería volver a saber de ella, sé que ella es mi mayor temor y el ser que más repudio. Entonces ¿Por qué quise ver que hacía?
El morbo me mandaba a verla, el misterio y lo extraordinario de Lizeth me llamaba para ver sus espectáculos. Eran horribles, pero me sacaban de la monotonía.
Durante ese viaje, di con mi antigua casa, y consecutivamente fui hacia la ventana del sótano y allí estaba: con el feto de su bebé en uno de sus guantes, lleno de sangre, y en otra mano, un frasco de su revivificador de color verde amarillento.
Entonces, tomando su grabadora, Lizeth empezó a relatar lo que estaba a punto de hacer.
-Nota experimental 211- Dijo – He experimentado mi suero en personas normales y en mi propio organismo, pero jamás lo he intentado hacerlo en organismos embrionarios.
Se detuvo un poco para poder sacar un poco de líquido del frasco con una jeringa nueva.
-Prueba No.1 - Volvió a grabar – Son las 10:00 de la noche, y desde este momento empieza el experimento.
Tomando su jeringa llena de aquel extraño líquido, agarró al feto, con el cordón umbilical cayendo en el suelo y quedando colgado, y lo acomodó de tal forma que su espalda quedara descubierta y sus huesos sin desarrollar se vieran tan claramente.
Vi cómo, metiendo la jeringa en la parte trasera del cuello de la criatura, inoculó el líquido verdoso, haciendo que el cuerpo brillara de colores verdosos y rosados
Pasados unos minutos, el bebé de Lizeth empezó a moverse, con una acartonada manía en las extremidades, como si sus brazos fueran gusanos, ignorando la existencia de huesos; era como ver tentáculos.
Lizeth veía con morbo y algo de gracia como el bebé se retorcía y también como este empezaba a chillar, eso le causó una pequeña risa, pero esta duro poco cuando, el cordón umbilical, empezó a menearse por debajo de ella, y rápidamente la tomó por la cabeza, azotándola contra el escritorio.
-¡Ouch! - Dijo ella tras recibir el azote y caer hacia atrás. Se levantó rápidamente y no tan feliz. Tomó el feto, que se estaba riendo como un bebé normal, y arrancó su cordón umbilical de un jalón. El bebé empezó a llorar.
-A ver si así aprendes – Le dijo, como si fuera una niña berrinchuda, cruzando los brazos y con una exageración enfermiza, mientras el bebé seguía llorando y haciendo alaridos. Esto no pudo con mis oídos y con los de Lizeth menos, tan así, que cuando llegó a cansarla, Lizeth tomó un bisturí y con mucha fuerza, le cortó la cabeza a su propio hijo, tirando el cuerpo en el suelo, con suma fuerza y enojo en su rostro; quizá por los gritos o por el azotón, que había dejado moretón en su frente.
Cuando hizo esto, una escena de horror se disparó frente a mis ojos, vi como de la cabeza, en la parte del cuello, salían unas extremidades, más bien eran sus venas, y estas se movían de lado a lado, tratando de agarrar algo.
Algunas de las venas y arterias, como si fueran tentáculos, se movían de lado a lado, mientras que otras se pegaban al escritorio y de ahí no se movían. Esto le llamó la atención a Lizeth, quien rápidamente se hizo hacia atrás. Después de ello, vio el suelo, ahora con horror, por lo que estaba viendo. Yo no podía imaginarme que sucedía, hasta que vi como rápidamente, una masa rojiza con manchas más oscuras, tomaba, como si de un chicle se tratase, el rostro de Lizeth, llevándola hacia el suelo. No pude evitar moverme rápidamente, causando un gran ruido y llamando la atención de Lizeth, que, levantándose precipitadamente, vi como su cara era un horror; dientes ridículamente falsos, una sonrisa generada por los cachos de piel desprendidos y con casi todo su rostro sin piel, vio detenidamente hacia donde yo estaba.
No hice ningún movimiento, y ella volvió a ver hacia el suelo. Rápidamente, cuando estaba distraída, me fui de allí velozmente.
Corrí y corrí tan fuerte como mi cuerpo me pidiera seguir escapando de ese viejo y perturbador paraje.
Tras un largo recorrido, lleno de sudor frio con miedo a los porvenires, me metí rápidamente en la casa de Santiago, la cual estaba abierta misteriosamente.
Entrando, vi a Santiago, el cual me estaba mirando con confusión y preocupación, mezcladas con algo de enojo.
- ¿Dónde estabas? - Me preguntó con total seriedad.
-Santiago yo...
- ¿Dónde estabas? - Me volvió a preguntar, interrumpiendo.
-Permíteme explicar....
- ¿Dónde chingados estabas? - Me dijo ahora enojado, acercándose hacia mí.
-Santiago – Le dije tomándolo por las manos – Deja que te explique.
-Querías estar a salvo y esto haces. Estás muy mal Siomara ¿Por qué saliste?
-Santiago – Le dije, empezándole a contar – Solo fui a ver mi antigua casa. Me daba nostalgia estar en ese lugar. Era la primera casa que tenía. Antes era un departamento que terminó quemado.
Santiago tragó saliva, desconozco el porqué, y me dijo, con un tono serio, que no volviera a salir sin informarle, ya que, a menos de que Lizeth estuviera muerta o cuerda, no podía salir sola o sin avisar.
Yo simplemente me fui hacia mi cuarto, en el que estoy escribiendo ahora en este corte de luz, con una vela, y en el que seguí leyendo el diario de Lizeth.
En cuanto a este último, casi no había nada importante. Únicamente escribía quejas y algunas anécdotas de su padre, de sus hermanos: que, al parecer, eran del marido de su madre.
Al parecer, el diario era simplemente palabras y palabras de enojo, que duraron así hasta hace poco, digamos, por la época en la que yo estaba en la preparatoria, porque fueron durante fines del 2019.
Eran cosas venenosas y malas, eran mensajes de envidia, odio y desprestigio, diciéndose a sí misma y ahora a mí "Yo soy hermosa, soy linda, inteligente... ¿Por qué los prefieren a ellos, insípidos, horrendos y estúpidos niños?".
También había algunos mensajes de odio hacia otras cosas, preguntándose si la vida tenía sentido y también que ella le encontró sentido siendo más que el resto. Tantos mensajes ególatras y narcisistas que solo me hacían odiar más a Lizeth. Pero hubo unas hojas que me dejaron impactada.
* * *
176
He hablado con mi madre, estábamos comiendo mientras la pared de la cocina estaba llena de raíces, lentas y creciendo.
La noche de ayer no fue muy buena para mi madre, otra vez llegó papá y se puso a pelear con ella, la golpeó, le escupió, no lo sé, solo puedo decir que estaba más ocupada haciendo mi trabajo para ser pedagoga, ya que mi madre me obligó a ser profesora, no sé si por la plaza, no sé si quería que siguiera sus estúpidos pasos a una vida de fracasos por su miedo a ser la única desgraciada.
Estaba condenada a ser profesora, porque "mi dinero, mi decisión".
Trabajaba mientras hacía camaleones de color rosa. Pintar rosa me relaja mucho, es tranquilizante, además de que el camaleón es mi animal favorito. Puede elegir el color que sea, y nadie le dice nada.
¿Cómo se sentirá hacer lo que se quiera hacer? Un libertinaje de ensueño.
Cuando terminé, directamente me dormí.
Al día siguiente tuve que ir a trabajar al cine, ya que, a pesar de que eran vacaciones, tenía que conseguir experiencia y dinero, para ayudar a mi madre.
Tras un largo y agotador día atendiendo a esa gente estúpida que va al cine para satisfacer el hecho de que es un ser insignificante, cené con mi madre, quien me dijo tranquilamente que como estaba. Yo le dije que bien, para que dejara de decirme cosas. Ella me dijo que le alegraba, que ironía.
Seguía comiendo y ella no paraba de hablarme de las labores que teníamos que hacer; en pocas palabras, calificar a sus alumnos, limpiar toda la casa, matar a los animales que había en las esquinas, hacer mis exámenes para pedagoga y también organizar los cuartos.
Lo bueno era que mañana venía...
* * *
La parte de debajo de la página había sido cortada, por lo que no supe cuál era el nombre de ese amigo, aunque eso era lo de menos, ya que lo importante era saber que hizo ese tal amigo. Cosa que vi en la siguiente página.
* * *
177
Me duele mucho, me duele demasiado, ya no sé qué hacer.
Hoy llegó mi amigo... Ya no quiero decir su nombre, lo odio con todo mi corazón. Lo odio tanto.
Estábamos hablando en la sala, llena de paredes con pintura caída. Yo sabía que a él le gustaba, pero jamás pensé que de forma enfermiza. Yo hablaba y reía con él, pero en un momento se acercó demasiado a mí, trató de besarme, pero yo me le opuse, el seguía intentándolo, tanto que yo lo empujé con fuerza, y el, tan rápido como esto pasó, se levantó y me dio un puñetazo en la cara, así me caí al suelo y empezó...
* * *
Como mencioné, la página hacia sido partida a la mitad, cosa que pensaba que había sido hecha hace años, hasta que noté que la pagina se veía con la ruptura muy reciente. Era evidente la diferencia entre el color de la ruptura de la hoja y de la misma página.
Esto me pareció más extraño que el hecho de que la ventana de mi cuarto estaba abierta.
¿Acaso no estaba está cerrada?
- ¿Qué ocurre Siomara? - Escuché una voz detrás de mí. Una voz fría, femenina, completa y enfermizamente conocida.
En efecto, tras de mi estaba ella, con una mirada de enojo, cubierta en sombras, brillando por sus ojos, que volvieron a su color verdosamente artificial.
-Lizeth – Dije con susto, pero sin emoción al verla, quien, tenía lo que ya sospechaba entre sus manos; la otra mitad de la hoja de su cuaderno.
Antes de que pudiera hacer algo, ella se abalanzó hacia mí, tirándome en el suelo y poniéndome un trapo con una sustancia en la boca y nariz.
Trataba de quitármela de encima, pero su fuerza era superior y también la sustancia me estaba dejando adormilada, todo se tornó a la negrura siniestra.
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