II + DIAS MACABROS - I
El día martes, puedo decir, fue un día crucial para todo este pandemonio, al cual estaba condenada a ser espectadora. De ahora en más, debido a que Lizeth era un demonio silencioso, que vivía conmigo, hubo pocas ocasiones en las cuales ella me dijera algo relevante o tan siquiera, con sentido.Ese día Lizeth no iba a trabajar, debido a que era un día "especial" para su escuela. Por lo que me pidió que la dejara acompañarme al hospital; que en realidad era "obligarme a llevarla conmigo". Ella tomó una bolsa de plástico que parecía tener ropa y me acompañó en la banqueta de afuera de la casa. Pasó igual que el día de ayer. Santiago se ofreció a llevarme a mi trabajo, pero ahora venia Lizeth conmigo. Santiago habló con Lizeth como si fuera una amiga de toda la vida. No sé si era la diplomacia de Santiago o la hipocresía de Lizeth lo que hacía que el ambiente fuera más incómodo que de costumbre.En fin. Llegamos al hospital y Santiago se despidió de mí y de Lizeth, y tan rápido como salimos, Santiago aceleró y dejó una nube de humo tras de sí.Lizeth vio con asombro el hospital de Sinaí, Ecatepec, que es en donde yo trabajo, debido a que era enorme, y después de unos segundos de aprecio, se dispuso a entrar junto conmigo.Lo más extraño para mí fue ver que era sumamente sencillo, para ella, pasar por ese lugar sin que nadie dijera absolutamente nada. Quizá el hecho de que se había puesto la bata y parecía una doctora, a excepción de las prendas oscuras, le había dado pase libre para entrar sin precaución alguna.¡Oh! ¡Lo irónico que es el mundo!Después de algunos pacientes tratados, papeleo, de largos y tediosos procedimientos de enfermera, y con Lizeth vagando por todo el hospital como si fuera una feria; una macabra, lúgubre y trágica "galería de almas", me pidió que la acompañara a la zona de la morgue, más bien, que la llevara. Cosa que, debido a la falta de clientes, acepté y le di un paseo por todo el camino hasta llegar a ese cementerio frio; lleno de herramientas, mesas metálicas, si es que se les puede llamar así, y cadáveres por doquier; cortados, descubiertos, varios de ellos con heridas de todo tipo; infecciones, quemaduras, descuartizados, degollados y otros completamente irreconocibles.Lo que a mí me parecía un lugar triste y deprimente, para la enferma de Lizeth era una juguetería extraña y perturbadora, de carne, hueso y sangre; sin contar la cantidad de herramientas y la presencia de agentes patógenos en algunos cadáveres.Ella empezó a revisar algunos cadáveres, varios cadáveres. Había algunos chamuscados, otros descuartizados, una mujer con ácido, y también vimos al mismísimo Carlos Blanco, actor, político y antiguo gobernador que, según sospechas de la gente, fue asesinado por mi novio Santiago; Obviamente son solo mitos.Después de un largo rato, ella encontró su cadáver estrella. Según la etiqueta, tenía el nombre de Angelet Bonilla. Era una mujer rubia, de veinticuatro años de edad. Tenía la mitad de su cuerpo con marcas de quemaduras por ácido, con los dientes de fuera, en esa mitad, y con parte del cráneo afuera, en esa mitad. Se que es innecesario explicar que es esa mitad, pero también quiero que lo piensen, quien sea que lea esto, que se imaginen teniendo un cadáver desnudo y destrozado de una mujer con ácido. Que encima, tenía varios orificios de bala, con sangre seca en ellas.Antes de que Lizeth pudiera demostrar su regocijo por la felicidad de encontrar a su sujeto de pruebas, dos oficiales entraron a la morgue. Al parecer nos vimos muy sospechosas, más de lo normal.Uno de los oficiales me pidió identificación, cosa que yo mostré usando mi credencial, a lo que no hubo problema alguno, pues pensaban que estaba haciendo un estudio o algo por el estilo, relacionado con mi trabajo. A Lizeth no le fue nada bien con esto, debido a que, cuando pidió la credencial el policía, ella no pudo mostrarla, es más, para mi sorpresa, fue sincera y dijo que no era doctora, y que se había colado conmigo, mintiéndome.Los oficiales me preguntaron si era verdad, a lo que yo respondí, manipulada por la mirada de Lizeth, la cual vi de reojo, que estaba diciéndome que continuara con la mentira, que sí, salvando mi pellejo.Lizeth fue tomada por los oficiales y salió de la morgue. Junto con ella, yo había salido, sin problema alguno. No obstante, después me llamó alguien, fue a donde me era necesario ir, y al llegar solo recibí un sermón de mi jefa, Norma; una señora aborrecible, anciana decrepita, increíblemente delgada, con una mirada acabada y muchas canas. Ella me decía varias cosas que no logro recordar, pero no eran más que insultos y ponía en duda mis capacidades mentales; Aseguro que, si viera todo lo que llegue a ver, hasta ese momento, se volvería loca, más de lo que ya es.Tras una media hora de alardeo de esa cacatúa, y como ya era tarde, volví a casa, y me pude encerrar allí. Al parecer Lizeth no había vuelto, y para mi fortuna o miedo, ella no había regresado, si no hasta cuando, al día siguiente, después de mi horario de trabajo, y volviendo a casa, ella me esperaba ansiosa en la puerta de nuestro hogar.Cuando la vi, sentí una presión de horror que no había sentido en todas las horas en las que Lizeth no había estado allí.El momento en que ella me notó, me dijo que le alegraba verme y además me abrió la puerta. ¿Qué había pasado como para que se pusiera así de amable?Tan rápido como entramos le pregunté que había ocurrido, y cuando me contó todo, fue algo tan extraordinario como horrendo.Resulta que cuando los oficiales se la habían llevado, ella intentó convencer a los oficiales que no había hecho nada malo, cosa que igual ignoraron, puesto a que fingir ser un doctor era algo ilegal.Ella no sabía que hacer, no tenía ya palabras para convencerlos de que nada había ocurrido. Así que, como no podía ser de otra forma, Lizeth ocupó su "último recurso"."¿Cuál era ese último recurso?", me pregunté, y sin embargo recibí la respuesta con un simple movimiento de Lizeth, el cual fue un simple desliz de sus dedos por todo su pecho y abdomen. Era obvio cual era ese "último recurso"Pidiendo a los oficiales que la dejaran, con meros ruegos, ellos se negaron. Pero ella les pidió que se detuvieran y que le dejaran proponerles un trato. A cambio de su libertad, ella se acostaría con ambos, cuantas veces quisieran y cuando lo desearan.Era algo rocambolesco, incluso para lo que Lizeth era. No obstante, aceptaron, cosa que se me hizo aún más extraordinaria. Bueno, en realidad no lo era tanto, ya que Lizeth, si me lo permite mi recuerdo, era una hermosa mujer; morena, de cuerpo esbelto, cabello de hongo, algo largo, lacio y negro, con ojos rosados, cosa que la hacía aún más especial, unos labios largos y carnosos, nariz pequeña, pecas y una mirada sensual.Por lo que, al aceptar, la dejaron libre. Pero Lizeth fue aún más allá de lo que podía pensar, les pidió que fuera esa misma noche.Aquí mis dudas se hicieron más notorias, con ademanes y preguntas como "¿Por qué lo hiciste?" y "¿Que pasaba por tu cabeza?", a lo que ella me respondió, continuando con su historia.Después de esa propuesta, extrañados, pero sintiéndose afortunados, los oficiales se la llevaron, con mucha delicadeza, hacia el lugar que ella quisiese. Mejor dicho, al motel en el que se establecerían.Tras varios moteles, llegaron a uno que le encantaba a Lizeth, porque a ella le dejaron escoger y encima, se lo iban a pagar. Tras llegar, se estacionaron, hicieron pagos y cosas por el estilo.Cuando los tres entraron en una habitación, Lizeth se quitó la bata, dejando expuesto su busto prominente y sus brazos, un poco remarcados, cosa que los oficiales siguieron quitándose sus chalecos, y después de un rato, estando relajados, Lizeth se quitó su suéter, dejando un torso desnudo a la vista de los oficiales, con ese busto y abdomen perfecto.Tan rápido como sucedió eso, los oficiales también se quitaron la ropa, quedando todos allí, sin nada de ropa.Lizeth se acostó en la cama de la habitación y se cubrió con sabanas, ambos estaban a nada de abalanzarse hacia ella, sin embargo, pidió que fueran uno por uno, o si no, no tendrían su premio.Ambos se estaban negando, y de hecho, uno de ellos se acostó a su lado, y empezó a tocarla. Con esto, le dijo al otro oficial que lo dejara a solas con el que estaba allí, para que pudiera hacerlo con el primero y en paz, a solas.El segundo oficial se estaba enfureciendo, pero el primer oficial, que estaba toqueteando a Lizeth, le pidió amablemente que los dejara hacerlo, que después vendría su turno. Con advertencia de su compañero, el segundo se volvió a vestir y salió de la habitación y Lizeth me cuenta que fue un total de dos o dos horas y media lo que estuvo afuera ese oficial.Lo obvio pasó, Lizeth empezó a besarlo lentamente, después empezó a toquetearlo, a jugar con él y su miembro. No obstante, a pesar de lo extraño que pareciese esto, lo perturbadoramente sínico que vino después me hizo tener un sentimiento de familiaridad que regresó a mí, como si supiera que Lizeth, a pesar de todo, seguía siendo la misma materialista demente.Al montarse encima del oficial, que cabe remarcar que era bastante fuerte, Lizeth empezó a menearse de todas las formas posibles, haciéndose para atrás, a lado, mostrando la espalda, y cosas así; y me lo describía con tal detalle, que se quedó marcado en mi memoria hacia ella.La última posición fue lo que más me inquietó. Ella estaba de frente con el oficial, y este la estaba sintiendo muy profundo. Ella no estaba con mucha energía, o al menos eso quería hacerle notar al policía, por ello, Lizeth apoyó sus manos en el pecho del policía, y lentamente ascendieron hacia el cuello.Me dijo que en aquel momento lo estaba gozando, como no me lo podía imaginar, y aún más cuando, apretando su cuello, los quejidos de ahogo del oficial, se mezclaban con la excitación del momento.Lo que más le pareció placentero, fue el crujir del cuello del oficial, después de sentir como es que este, en un espasmo post mortem, se había venido dentro de ella."¿Lo mataste?" Le pregunté con miedo y asombro, junto con algo de asco, a lo que ella solo me respondió asintiendo la cabeza.
El límite fue superado. Mis expectativas hacia ella eran simplemente que era una maniaca que experimentaba con especies muertas, pero que no mataba a personas, mucho menos oficiales, y aun menos teniendo sexo.
Cuando terminó de contar, una carcajada de satisfacción salió por la boca de Lizeth, cosa que me dejó atónita por lo que esa persona, que tenía frente a mí, podía llegar a sentir por hacer tales atrocidades.
No obstante, tan rápido como empezó a reír, culminó, pidiéndome disculpas puesto a que, todavía no terminaba de contar su relato. Me dijo después que cuando terminó asesinando al oficial, llamó al segundo, con un tono de terror. A lo que este entró corriendo a la habitación. Cuando entró, preguntó que ocurría, a lo que Lizeth, mintiéndole, le dijo que su compañero había tenido un paro, que no reaccionaba. Decía todo esto, con un nerviosismo fingido, que pudo convencer hasta el más escéptico de los imbéciles; por lo que ese oficial no era el más escéptico, pero si un imbécil.Cuando este fue a ver a su compañero, notó las marcas de ahorcamiento que tenía el cuello. Tardándose demasiado en darse cuenta, sintió un golpe en la cabeza, por una botella de vino que había traído consigo el oficial al entrar para ver a su compañero. Si bien esto no rompió la botella, por lo menos logró lastimar al oficial, quien vio, con horror, a quien era un ángel sensual, convertido en un demonio en el mundo real.Lizeth tomó al oficial, que estaba algo atontado, y le amarró la sabana de la cama por el cuello, de tal manera que Lizeth pudiera tomar extremos y ahorcar al oficial. No fueron si no unos cuantos minutos lo que tardó en dejarlo sin vida, ya que, se ahorró el trabajo dándole un golpe en la parte trasera del cuello, con tanta fuerza, que lo desnucó.Después de esto, pregunté qué había pasado, si no la habían descubierto, y que ocurrió con los oficiales. Solo me dijo que esto, además de ser una prueba para revivificar a muertos, también era una prueba para su nuevo suero, después me dijo que la acompañara al sótano y allí entendería todo.Acompañándola, sin más remedio, entré, de nuevo, a ese lugar de recuerdos horrendos. Allí prendió las luces, y vi exactamente lo mismo que la última vez; el perro decapitado, la cabeza del canino con el ratón, y sus órganos moviéndose, entre varias cosas, como esa libreta con apuntes.Sin embargo, también había dos bolsas enormes, de color negro, en la parte más oscura de la habitación, que se lograban ver por los reflejos de la luz.Yo me preguntaba que era eso, a lo que Lizeth respondió arrastrando aquellas bolsas hacia mí, después las abrió y vi que cada una de las bosas tenía un cadáver de un hombre; uno gordo y fuerte, mientras que el otro delgado y enclenque.Allí Lizeth me explico que esos eran los oficiales que había asesinado. Con asombro y duda, vi uno de los cadáveres y efectivamente, tenía marcas de ahorcamiento, de dedos en su cuello, mientras que el otro estaba con marcas, igual de ahorcamiento, pero como si lo hubieran colgado.Esta situación, más que aterrarme, me puso nerviosa, ya que Lizeth había traído esos cuerpos, ella sola, a la casa y en cualquier momento, me decía a mí misma, nos, vendrían a buscar. Sin embargo, Lizeth me dijo que me calmara, que ella se encargaría de todo, y que, a pesar de lo riesgoso y emocionante de la situación, tenía en mente algo más grande que todo esto. Por lo que, tan rápido como acabó esa oración, me dijo que me saliera del sótano y que cuando acabase me llamaría para ver lo que tenía en mente.Yo solo hice caso de ello y me salí del sótano, pensando en qué clase de aberraciones podía hacer Lizeth.Al pasar la hora y media, Lizeth me pidió que entrara al sótano, que la función estaba por empezar; como si los temores que tendría en aquel círculo infernal fueran un mero estreno de una película.Yo, como mi cuerpo se relajó, entré con más curiosidad y morbo, irónicamente, del que Lizeth pudiera tener. No lo entendía en aquel entonces, pero ahora, por lo menos, tengo una vaga opinión. Quizá el miedo es la forma más eficaz de pasar emociones, y la vida era muy aburrida en aquel entonces... Quizá sea esa la razón del porque quería ver que nueva locura había hecho Liz.Al llegar al centro de aquel oscuro sótano, y encendiendo la luz, vi cómo es que, todo lo que antes eran cuerpos sin vida, ahora estaban completamente divididos; un frasco con una de las cabezas, la del hombre gordo, flotando en un líquido de color marrón, otro frasco con los dos corazones de los oficiales, una caja transparente con los todos los órganos de los oficiales y otra caja, más pequeña, con la piel de los oficiales.Viendo todo este espectáculo, aún más increíble que aterrador para todo el que lo viera, le pregunté a Lizeth si había sido todo, a lo que me contestó que no, que había algo más.Lizeth dio un chiflido, a lo que rápidamente vino hacia ella un ser que no podré borrar de mi cabeza, ni por más intentos que tenga de hacerlo.La cabeza del oficial delgado, con los labios rotos y suturados, estaba pegada, incrustada, en el cuerpo de aquel perro decapitado, sin piel. Además, se notaba, por una pequeña herida en la frente de la cabeza del que antes era un policía, que Lizeth le había realizado una lobotomía.Lizeth lo acarició en la cabeza, se agachó y lo levantó, le habló con cariño y dejó que la lamiera su cara, a lo que Lizeth respondió:-Ay, que juguetón es, ¿no lo crees Siomara?Yo solo pude ver todo esto con humor, un tanto crudo. Porque ya decir que eso me aterró, seria caer en error, ya que, como si de un impulso primate se tratase, empecé a reír lentamente. Ya no podía más, ya mi cabeza estaba llena de tanta carnicería, y lo único que podía hacer era... reír.Liz empezó a reír conmigo, pero tan rápido empecé a carcajear, mis lagrimas salieron, y lo que era una risotada, termino siendo un llanto de desesperación.Me aparté de Lizeth y me fui corriendo hacia las escaleras, a lo que Lizeth me detuvo gritando mi nombre y recordándome que yo era de su propiedad y si ella quería, podía arrancarme la piel con tan solo pensarlo.No quería pelear, solo quería irme a dormir, cosa que le dije y ella me dejó, con una mirada de duda y con un aire de grandeza nauseabunda, no sin antes explicarme que teníamos un cuerpo que reclamar del hospital, su cadáver estrella me dijo ella; el cadáver de Angelet.Le dije que estaba bien, que mañana iríamos por él, pero que por favor me dejara descansar, a lo que ella, con esa misma mirada, me dio permiso y yo subí con precipitación las escaleras.Tan rápido como llegué a la salida del sótano, me fui corriendo a mi cuarto, tambaleando por lo insólito de la situación, y al final de todo, me acosté en mi cama, y lo único que conseguí fue no pegar los ojos en toda la noche.
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