El Diario de Ra
Prologo:
Viernes 18 de Febrero de 2011
Era un día nublado. Las nubes grises llenaban el cielo y soplaba un viento frío. Se aproximaba una tormenta y no solo hablaba de la lluvia, sino de algo diferente. Completamente diferente. Metafóricamente diferente. Debí haber sabido que no traería nada bueno a mi vida.
Hay momentos en la vida de las personas -todos lo tenemos - en el que caes en la cuenta de qué esta sucediendo y hagas lo que hagas no puedes volver atrás pues es primordial para tu futuro, lo que estas destinado a vivir. Porque después de que sucede te das cuenta que lo que viviste hasta ese instante solo era un sueño, una ilusión. Y tu verdadera vida comienza ahí, la prueba más grande: vivir.
¿Acaso alguien recuerda algo de cuando era un bebé? O ¿Cómo era a los cuatro años? Yo no. Es como si me encontrará dormida toda mi vida y recién ahora comenzara a recolectar recuerdos. Recién despierto.
Lo sospeche, solo al ver el auto amarillo estacionado en la puerta de la casa de mi tía. Yo regresaba de la escuela y lo primero que imaginé fue que el director ya había llamado por haberme metido en problemas. Pero desgraciadamente no era eso. Al acercarme a la puerta y en el instante en que ésta se abrió me di cuenta de lo equivocada que me encontraba.
Allí parados delante de mi se encontraban dos personas. Una, la que más amaba, me miraba con una sonrisa que de lejos podrías notar que escondía tristeza. Mi Tía.
A su lado se encontraba una persona que conocía y desconocía a su vez, aquel hombre del que trataba de olvidar tal y como él se había olvidado de mi existencia. Hasta este momento al parecer.
Sabía lo que seguiría ahora. Me iría a un lugar donde no quería estar.
La lluvia llego. Golpeando con fuertes gotas contra el suelo. La tormenta estaba sobre nosotros. Sobre mi. Nos quedamos paralizados, mirándonos. No hacían faltas muchas palabras y tampoco las quería escuchar, aun así él hablo primero.
-Hola, hija -su voz despertó algunos recuerdos olvidados de los cuales me es forcé por dejar atrás.
-Hola, papá.
-Nos tenemos que ir.
Ese, ese fue el instante, el momento en que desperté. En que comenzó mi prueba, mi juego de vivir.
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