Capitulo 8: No siempre se puede estar bien
Capitulo 8: No siempre se puede estar bien.
"Lunes 7 de Marzo de 2011
Hola. Estoy comenzando a acostumbrarme a esto, y mi padre comienza a dejarme estar con los demás internos ( Rubí, Sarah, Henry, Luis, William y Tres). Aun no entiendo si eso es bueno o malo, solo se que me la paso bien con ellos.
Las noches son mi problema, desde esa noche no dejo de tener pesadillas con esa mujer llamándome, diciéndome que vaya con ella. Me despierto gritando y toda empapada en sudor.
Algunas las paso con Tres, por el bosque, al igual que las tardes.
Comenzaron a sumarme a las charlas grupales aunque nunca hable de nada."
-Yo siempre soñé con ser una princesa, en un castillo -decía Rubí con voz soñadora -. Y que mi príncipe verde me rescatara...
-¿Verde? -la interrumpió una chica, Patrice, en el poco tiempo que estuve aquí, pude notar sus aires de princesa -. Los príncipes son azules no verdes.
-Pues mi príncipe es verde -repitió la rubia -. ¿Por qué todos tienen que ser azules? ¿o sera que es el mismo para todas las princesas? Yo quiero un príncipe para mi sola.
-Muy bien, Rubí -dijo Sherman, él era el médico encargado de controlar las reuniones.
Aún no entendía cómo es que salió el tema de las princesas, pero tampoco sabía cómo es que salió el tema ayer de la gelatina o el de antes de ayer de la estructura de las pirámides.
-¿Sarah? ¿Tienes algo que comentar? -le preguntó Sherman a esta que permanecía toda la hora con los brazos cruzados.
-Las princesas son absurdas -contestó sin basilar -. Yo nunca pensé en ser una de ellas, son muy tontas y poco independientes. Siempre jugaba con Henrry así que ni jugaba a ser una.
-¿Pero usted pensó alguna vez encontrar a su príncipe? -preguntó el inconfundible de William. En sus ojos se podía ver algo de esperanza, que se derrumbó con las palabras de Sarah.
-No, no esta en mis planes -respondió sin siquiera mirarlo.
-Muy bien Sarah -volvió a decir Sherman.
Lo malo del tema "princesas" es que se centra más que nada en las chicas y ¿adivinen qué? Da la casualidad de que yo soy una.
-Bien, ¿Raquel? -preguntó Sherman a lo que lo miré como si no entendiese -. ¿Qué piensas de las princesas?
-¿Paso? -dije, en estos últimos días esa era mi respuesta pero esta vez no me la dejarían pasar fácilmente.
-Todos queremos saber que piensas, y cuando digo todos me refiero a Tres -dijo Henrry y no pude evitar mirar al otro lado de la ronda y encontrarme con esos ojos chocolates mirándome con una sonrisa.
-Nunca me interesaron esas cosas -digo de la misma manera que Sarah, aunque en el fondo se que es mentira. Yo a diferencia de ella si jugaba cuando era niña a ser una princesa.
Me recuerdo con un vestido rosa bailando con un oso de felpa. Como sujetaba la tiara en mi cabeza con clips y como usaba los zapatos de mamá que me quedaban grandes.
Mamá...
-¿Y príncipe azul?- pregunto Henrry sacándome de mis malos recuerdos.
-Nunca esperé a nadie, ni lo espero. Los príncipes no existen - digo fríamente mientras me levanto y salgo de la habitación.
Camino por los pasillos y no puedo dejar de ver a una pequeña Raquel risueña y contenta bailando con su oso de felpa por los pasillos del manicomio.
Cuando llego a mi habitación me recuesto en la cama y saco el cuaderno y el lapicero.
"Miércoles 9 de Marzo de 2011
Estoy mal...
¿Por qué estoy mal?
Creí superados mis problemas, mi pasado.
¿Por qué estoy mal?
Yo guarde y enterré esos recuerdos en el fondo, para no verlos nunca más.
¿Por qué estoy mal?..."
Llaman a la puerta por lo que cierro el cuaderno dejándolo en la cama y me acerco a abrir.
-Hola -Tres me mira con una sonrisa -. ¿Puedo pasar?
-¿Ahora pides permiso? -digo volviendo a la cama y escucho como entra y cierra la puerta tras de si.
-¿Estas bien?- me pregunta sentándose a mi lado -. Te vi...no se, no Ra.
-¿No Ra? -dije levantando una ceja -Si, estoy bien...es solo que...
-No es lo tuyo lo de las princesas ¿No? -dice mientras pone un mechón de pelo detrás de mi oreja -. Nadie entiende tu concepto de romanticismo.
Me ruborizo por su toque, me ruborizo por su comentario y me ruborizo porque me conoce.
-Yo si soñaba con ser una - digo sincerándome -. Cuando era niña siempre soñé con ese final feliz. Mi mamá me contaba historias para dormir y me decía que yo era su princesa - se me escapó una sonrisa triste al recordarme a mi misma en aquellas circunstancias -. Yo le decía que entonces ella era la reina, porque las reinas eran hermosas y ella era hermosa -suspire y me recosté en la pared poniendo las rodillas al pecho y rodeándolas con mis brazos-. Soñaba con príncipes azules, que me rescataban de mi torre que siempre era mi casa del árbol. Era una niña más, una princesa más.
-Ra...-me tocó el hombro y lo miré a los ojos -. Pero...
-Pero...no recuerdo -negué con la cabeza -. Comprendí la realidad, los finales felices no existen, ni las princesas, ni los príncipes azules... inclusive los verdes.
-Chocaste con la cruel realidad...-bajó la cabeza apenado.
-Exacto...-hice lo mismo que él.
-¿Ra? -lo volví a mirar -. ¿No te gustan los príncipes locos?- sonrió tímido.
-¿Aquellos que usarían una corbata como correa en vez de en el cuello?-pregunto riendo -. De esos que le regalan su porción de budín a las chicas muertas de hambre -recordé el otro día en una reunión grupal a la cual nos trajeron postre, pero se acabó rápido y Tres me regaló el suyo.
-De esos mismos -dijo orgulloso de si mismo con una sonrisa, apoyándose en la pared como yo -. Mira que hay muy pocos.
-Pocos y únicos- le sonrió y miro sus labios, luego de aquella noche de la fiesta en el faro no había vuelto a probar sus labios y la verdad los quería sobre mi, lo quería a él sobre mi.
-A mi me gustan las princesas como tú -me dijo mirando mis labios y mis ojos.
-Yo no soy una princesa...pero si estoy loca -sonrió.
-Algo bueno, pasaste la negación.
-¿Y qué sigue?- pregunté mientras nuestros rostros se iban acercando con cada palabra.
-Ahora... festejarlo.
Y sin decir más me beso, pegó sus labios en los mios. Fue una sensación extraña porque aunque estuviésemos "festejando" y estuviese sonriendo sentí este beso mojado y salado. Fue suave y tierno; al alejarse me miro a los ojos. Sus manos acunaban mi cara y con sus pulgares secaba mis mejillas. Estaba llorando.
-¿Por qué lloras? -preguntó dulcemente.
-No se -respondí sonriendo sin mostrar los dientes.
Me abrazó y no podía entender por qué razón no dejaba de llorar.
-Shhh...-acarició mi espalda en círculos.
-Nose...no se porque lloro, yo estaba bien -recosté mi cabeza en su hombro -. Estoy bien...siempre estoy bien.
-No siempre se puede estar bien, Ra.
"Estoy Mal, ¿Por qué?
¿Por qué estoy mal?
Porque no siempre se puede estar bien."
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