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Capitulo 4: Siete Gatos Locos

Capitulo 4: Siete Gatos Locos

Sábado 26 de Febrero de 2011

La noche había pasado rápidamente, no me había dado cuenta que ya era de día hasta que salimos y el sol pegó en mi cara ¿Qué hora era? No lo , solo que eramos 7 gatos locos en medio de un punto desconocido de la isla...”

–Y ¿Qué te pareció nuestra fiesta, Ra? –me preguntó Tres cuando salimos del faro.

–No estuvo mal para ser dónde es –obviamente lo decía por el hecho de estar en el manicomio, aunque también era la primera fiesta debajo de un faro a la que asistía.

–Esta chica me cae muy bien –de la nada, Henry apareció a nuestro lado y apoyó su brazo en mi hombro –. Tres si que tienes suerte.

–Si –ríe para luego,  por primera vez  veo que su cara de pone seria. Mira finamente a su amigo y tomando mi mano me aleja suavemente de Henrry y acabó bajo el brazo de él –. Ella esta conmigo, amigo – vuelve a sonreír como si nada.

–Ya lo sabemos Tres. No es necesario que hagas una escena de celos – Rubí acota posando su mano en el hombro de este –. Creo que nos tendríamos que ir yendo. Dentro de poco pasaran a revisar si estamos dormidos.

Al final solo quedamos seis de la pequeña multitud de jóvenes que había en la fiesta esa noche. Lo sé, también me sorprendió a mi. No tenía idea que habían jóvenes en la isla. Caminamos de regreso a nuestras habitaciones. Por si mismo el lugar se veía extraño, aterrador pero a su vez extraño. Una pequeña niebla cubría el camino y los mañaneros rayos de sol se filtraban por entre medio de las hojas y ramas de los árboles.

Eramos 7 gatos locos. (si me acabo de llamar loca y aun no entiendo bien por qué, a de ser por andar sin dormir.)
Primero están Henry y Sarah; ellos son hermanos. Internos 9 y 10. Él parece ser el chico que todo se lo toma a chiste y despreocupado, pero cuando quiere puede  ser un líder nato. Ella decidida, sincera y directa. Agua y Aceite, tan iguales por fuera y diferentes por dentro.

Luego esta Rubí. Interno 4. Esa rubia despreocupada, que sonríe todo el tiempo y que pareciera que todo es amor y paz, habla con una tranquilidad y suavidad que pareciera que esta drogada. ¿Lo estará?

Luego esta el chico ese que creo dijo llamarse William. Interno 5. Es una persona educada y siempre habla con un acento extraño, es como si se hubiera quedado parado en el tiempo, en los años 50 o 60 tal vez.

Después sigue Tres. Interno 3. No lo entiendo muy bien, siempre lo encuentras sonriendo y cuando se pone serio te da algo de miedo, aunque solo ocurre cada alineación de planetas. Si, así de extraño es. Todavía no se su verdadero nombre, en estos momentos solo descubrí que él es uno de los primeros en llegar a la Isla y que vivió aquí casi toda su infancia. Aun así no sé si la información es correcta ya que el chico que me lo dijo terminó contándome de la vez en que un elefante rosa se comió su comida del domingo. Efectivamente así están todos aquí. No se como saldré de este lugar.

El último que queda es Luis. Interno 8. Es un chico un poco paranoico y se asusta fácilmente, es obsesivo y tiene una extraña costumbre de hablar muy rápido. Extrañamente, me cae bien.

Caminábamos tranquilos, cuando se escucha un extraño ruido detrás de uno de los árboles. El primero en notarlo es Luis que enseguida comienza a temblar y a repetir una y otra vez “nos descubrieron, nos descubrieron...”.
Todos nos quedamos como estatuas, mirándonos unos a otros. Era algo imposible que nos descubriesen ya que todavía era demasiado temprano para que revisase si estamos o no en nuestras habitaciones.

–Debió haber sido algún pajarito que pisó una rama –nos tranquilizo Henry.

–Sí y ese pajarito después es el que anda de chismoso diciéndole a los doctores qué es lo que hacemos a sus espaldas –contestó Luis mirando a todos lados.

Todos ignoraron al chico y siguieron caminando, él en cambió se quedo allí parado mirando al árbol y luego desesperadamente al camino por el que acabamos de pasar. Me acerco a él y pongo un mano en su hombro diciéndole:  –No hay nadie –este al sentirme detrás de él se estremece y se asusta.

–¿Cómo estas tan segura? –me preguntó al darse cuenta que no era nadie de quien debiera temer.

–No sé –me encojo de hombros –. Solo lo sé.

–¡No te quedes atrás! –nos grita Tres, que se dio cuenta que no estaba a su lado.

–Vamos, no creo que allá nadie ahí – le digo y Luis asiente caminando para alcanzar a los demás. Yo en cambio miro el árbol, pues me pareció ver algo extraño. Niego con la cabeza y sacó esos pensamientos de mi mente “no me voy a volver paranoica como Luis” repetía para mi mientras me unía a los otros.

Cuando estoy al lado de Tres, éste toma mi mano sorpresivamente, levanto la vista y me encuentro con su mirada. Me esta mirando. Ahora que lo pienso bien, él había dicho que yo estoy con él. Si quiera nos conocemos, ¿Qué bicho le picó?.
Rubí, en el camino comienza a saltar y dar vueltas como una niña de 9 años, en verdad lo parecía. Luis aun seguía paranoico mirando a su alrededor y Sarah de una manera que ella solo podía entender como dulce (para mi era todo lo contrario) le quería hacer entender que nadie nos seguía. William caminaba con elegancia mirando a Sarah de una manera que saltaba a la vista que sentía algo por ella. Henry solo caminaba al frente como todo un líder.

–Me gustó salir contigo esta noche – me susurró Tres en el oído provocando que me ruborizara.

¿Porque me ruborizaba? Solo con el simple hecho de tenerlo cerca provocaba en mi una extraña sensación de las llamadas “mariposas en el estomago”. No puede ser posible que algo tan mínimo provocara esté efecto en mi.

–¿Escucharon eso? –paró de saltar repentinamente Rubí.

–¿Qué? –preguntó Henry y todos se callaron y quedaron quietos por unos minutos.

Yo también escuchaba un ruido a lo lejos. Era como una sirena, el ruido llegaba como apenas un zumbido, pero cada vez parecía más fuerte. Mire a Tres preguntándole con la mirada de que se trataba dicho sonido, pero su rostro nuevamente estaba serio. Eso quería decir solo una cosa.

–¡Nos descubrieron! –dijo Sarah en un grito ahogado.

–Abran encontrado a alguno del otro lado, es mejor que nos demos prisa –ordenó Henry.

Y todos comenzamos a caminar más rápido. Él sonido crecía cada vez más al igual que nuestra velocidad, hasta llegar al punto de estar corriendo. Me tropecé unas cuantas veces pero Tres me ayudaba a levantar y en ningún momento me soltó la mano.

La alarma que se había activado. Nos asusto bastante a todos, pero por suerte pudimos llegar a nuestras habitaciones sin ser descubiertos. Nos fuimos separando de a poco primero Luis, después Henry y Sarah, más adelante William y por último Rubí. Cuando llegamos al punto en que yo tenía que despedirme de Tres...”

–Dejando de lado la maratón que corrimos –comento mirándolo a sus ojos oscuros –. Fue la noche más divertida que tuve en mucho tiempo.

– La más divertida hasta ahora –rio –. Contigo siempre van a ser noches mágicas, Ra.

Luego de decir eso, se inclinó(hay que aclarar que era mucho más alto que yo) y me besó. ¿Vieron las mariposas que les había comentado? Ahora mismo parecía que tenia infinitas en mi estomago. Un beso, algo tan sencillo como eso. Pero en mi corta vida nunca antes me habían besado de esa manera, tan dulce, tan tímido, tan lleno de sentimientos.

–Nos vemos en el almuerzo – dijo cuando despego sus labios de los mios, estaba a punto de marcharse pero cuando se dio vuelta yo lo estuve del brazo.

–No te iras así sin más –me miró sorprendido, sin perder esa sonrisa. Luego me acerque a él y lo besé. Si, yo lo besé. Pero solo fue un beso, les puedo asegurar que es lo más inofensivo que e hecho en toda mi vida.

No que me pasa...creo que empezó a sentir cosas por Tres. Y que me dije que solo fue un beso, pero nadie nunca me había besado de esa manera ¿Estaré acaso comenzando a volverme loca? No, yo creo que no. Seguro esto que sentía fue el producto de la adrenalina de correr y escapar de la seguridad...si seguro fue eso.

El hecho es que esta noche aquí fuese bastante divertida, y creo que soy parte de los 7 gatos locos, si lo admito, me dije loca pero eso no quiere decir que lo este de verdad ¿Cierto? ”

Solté el lapicero de mi mano dejándolo caer en la cama junto con el cuaderno que ahora se ha convertido en mi diario intimo. Me paré y miré por la ventana, ya estaba el sol casi en la cima.

–Creo que después de todo no es tan malo estar encerrada aquí.

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