Capitulo 3: Lighthouse
Capitulo 3: Lighouse
Ya eran las ocho y estaba un poco impaciente porque Tres no llegaba. A decir verdad, existiera o no esa fiesta de la cual hablan, quiero salir de esta habitación. Mi papá ya había pasado a saludarme y desearme buenas noches hace 30 minutos, desde que se fue me preparé y me aliste para la “supuesta fiesta” a la cual un “supuesto chico”, "supuestamente" me había invitado.
Me había puesto unos jeans negros, una camiseta con tirantes azul, unas zapatillas y recogí mi pelo en una coleta.
Me encontraba dando vueltas por la habitación cuando escuché a alguien entrar.
–¿A dónde piensas salir tan bonita? – me dijo Tres sonriendo, luego se sentó en la cama.
– No se tú, pero yo pienso ir a una fiesta – me acerqué a la ventana para salir. Antes de que pudiera hacerlo, Tres me agarra del brazo y quedo frente a él.
– Al menos acepta mi cumplido, te he dicho que estas linda.
– Estoy empezando a dudar de si esa fiesta existe de verdad – él rió.
– Claro que existe.
– ¿Vamos?.
– Eres muy rara...Ra.
– ¿Yo? ¿Rara?... Hablo él chico que tiene como nombre un número – entre cerró los ojos y salió por la ventana.
– ¿Nos vamos? –Preguntó desde afuera. Ofreciendo su mano para ayudarme.
Ya estaba oscureciendo. Era un lugar desolado y verde, con unos pocos árboles. Caminamos hasta salir de lo que seria el centro clínico en silencio para que nadie nos descubra.
Él llevaba unos jeans y una sudadera gris. Se había intentado peinar, no me había dado cuenta hasta ese momento. Así como tampoco me di cuenta que estábamos caminando de la mano.
– Esto... –llamé su atención –. ¿Dónde es la fiesta? – dije para romper el silencio.
– Ya estamos por llegar... –sonrío de lado –. No te hacia tan impaciente.
– Es que aun no me creo todavía que en la Isla pueda haber una fiesta sin que los médicos se enteren –comenté ya que esa duda me estaba carcomiendo desde que me invitó.
– Es que ellos no lo saben, loquilla.
– ¡No me llames loquilla! – le dije enojándome –. Yo no estoy loca –él soltó una carcajada y lo miré mal –. ¿Qué es lo que te hace tanta gracia?.
– Estas en la etapa de NE-GA-CIÓN.
– No me vengas con esas cosas. Yo sé perfectamente que no estoy loca.
– Y ¿Por qué estas acá?.
– Pues... de visita a mi papá.
Lo admito, le mentí. Yo no estaba de visitas, él (mi papá) me había traído para quedarme bastante tiempo, prácticamente a vivir con... aquí... encerrada.
– Pues... quiero ir a Narnia –. soltó de la nada, sonriéndome.
– ¿Qué? –me detuve en seco.
– Perdón, creí que estábamos diciendo incoherencias.
– Yo estoy hablando en serio.
– Aquí nada es en serio –se acercó a mi y rozó mi mejilla con su mano –. Tu sigue creyendo en las mentiras que te dices.
Seguimos caminando en silencio hasta que no lo pude soportar más.
– Yo también quiero ir a Narnia –aguantando una risa nerviosa.
– Algún día te voy a llevar – sonrió –. Pero por ahora vamos hacia el faro.
– ¿El faro? ¿Ahí es la fiesta?.
– Tibio.
Caminamos hasta el faro, que no estaba tan lejos de allí como parecía.
Si en este lugar había una fiesta, era de grillos porque no se escuchaba otro ruido más el de ellos y las olas que chocaban contra el acantilado
– Linda fiesta –no pude reprimir el sarcasmo.
– Esto no es la fiesta.
Se acercó a la puerta y la abrió ingresando al lugar. Yo dude un poco pero decidí seguirlo. Estaba oscuro, casi no se veía nada, por ello no me di cuenta hasta que ya fue muy tarde. Tropecé con algo en el piso, algo que se enredo a mis pies y caí de rodillas al suelo. Dolió ¡Si que dolió!. Hasta que sentí las manos de Tres en mis brazos ayudando a que pueda levantarme.
– Olvidé advertirte sobre los cable. ¿Estas bien?.
– Si, no dolió mucho –mentira –. No te preocupes.
– ¡Que alivio! Porque la fiesta es abajo.
–¿Abajo?...En un faro solo que puede ir hacia arriba.
– Solo si quieres una romántica velada bajo las estrellas –sentí como se movía en la oscuridad y escuché unos ruidos raros, como el rechinar de una puerta.
Se hizo la luz. Al principio me molesto un poco en los ojos, después cuando me acostumbre a la nueva iluminación pude ver bien. Él se encontraba con una linterna apuntando un especie de sótano en el piso.
– ¿Vamos? –preguntó dándome el paso.
– ¿Allí abajo?.
– No allí arriba –pusó los ojos en blanco –. Ya nos tienen que estar esperando.
Bajamos por una escalera de madera hacia un pasillo; luego caminamos unos diez pasos hasta otra escalera esta vez era en forma de caracol de cemento que descendía hacía la oscuridad. De no ser por la linterna de Tres me hubiera caído más de una vez. A medida que bajábamos se oía más fuerte la música. Sí, definitivamente esto sonaba a fiesta. Las luces de distintos colores se empezaban a distinguir hasta que llegamos al lugar. Era una habitación un poco amplia con las paredes bien pintada de color azul zafiro y mesas con sillas al rededor. Un espacio en el centro para bailar y la música provenía de una de las mesas con un equipo de DJ completo. No había muchas personas, digamos que unas quince contándonos a Tres y a mi. A lo lejos pude ver a la chica que fue a buscar a Tres, bailando descontrolada en la pista junto a otros chicos más.
– ¡Bienvenida a Lighthouse! – Tres dijo poniéndose enfrente de mi y casi gritando extendió los brazos mostrándome el lugar.
– ¿Lighthouse? Les sobra imaginación para poner nombres – dije riendo.
– ¡Vinieron! – la chica rubia corrió a nosotros y abrazó a Tres por detrás –. Creo que vinimos todos.
– ¿Todos... quiénes? – pregunté interrumpiendo.
– Todos los nuevos internos.
– Aquí hay un error... yo no soy una interna – aclaré.
– Claro que no, Ra – la chica puso su mano en mi hombro y me miró con lástima.
– ¿Me estas tratando de loca? – ella solo río y se fue.
– Acá todos estamos locos – comentó Tres después de ver mi cara –. ¿Vamos a bailar, loquilla? – me tomó de la muñeca llevándome hasta la pista de baile improvisada.
Estuvimos un buen rato. Siendo sincera, estaba un poco descontrolada, es decir, todos lo estábamos. Después de un tiempo bailando, cuando ya me dolían los pies, fuimos a sentarnos.
– ¿Qué te pareció la fiesta, loquilla?.
– Estuvo bien. Pero no me llames así.
– ¿Cómo estas, Tres? – otro chico apareció frente a nosotros. Era pelirrojo, alto y se sentó a su lado.
– Bien amigo, tanto tiempo – contestó Tres una sonrisa.
– No me vas a presentar a tu...
– Hen ella es Ra....Ra él es Henrry – nos presentó mientras Henry toma mi mano.
– Interno Diez a su servicio, my lady – dijo besando el dorso de la mano que tiene en su poder.
– Mucho gusto – contesté sonriendo.
– Ra, lindo nombre – dijo otra voz. Al fijarme de quien se trataba me di cuenta de que una chica se encontraba en frente mio. También pelirroja y alta –. Yo soy Sarah.
– Hola Sarah – dije devolviéndole la sonrisa –. Ustedes dos son....–señalé a Henrry y a Sarah.
– ¿Hermanos? Si. Ella es nueve y yo soy diez – continuó Henrry
– ¿Siempre tienes que aclarar eso? – le preguntó Sarah a su hermano poniendo sus manos en las caderas –. Hablando de eso... ¿Qué número eres tú? –me preguntó.
– ¿Número?.
– Si, cada interno tiene un número – dijo la rubia acercándose a nosotros sonriendo.
– Yo no tengo número – aclaré –. Yo no soy una interno.
– Si que es negadora –le dijó la rubia a Tres.
– Yo no soy negadora ¿Y tú quién eres?.
– Yo soy Rubí o la interna cuatro, encantada.
Después de eso comenzaron a hablar de cosas sin sentido para mi, ya que no los escuchaba. Yo estaba en mi propio mundo pensando en lo que me dijo Rubí. Yo no era negadora... yo se perfectamente quien soy y no soy ninguna interna, yo no estoy loca. Ellos si.
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Hola :D gracias por leer la historia, aquí les dejo el capitulo 3 espero les guste
voten y comenten lo que piensan :D
besitos :*
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