Capitulo 2 : Tres
Capitulo 2: Tres
“Viernes 25 de Febrero de 2011:
Mi papá me insistió en seguir escribiendo. Acá es todo muy aterrador. ¡Cuanto extraño estar en la casa de Tía Ellen!. Si papá piensa que traerme aquí va a arreglar algo de lo que hizo en el pasado esta muy equivocado.
Aunque descarto esa posibilidad ahora mismo. Yo creía que él quería pasar más tiempo conmigo, con su hija, esa hija que no ve hace años. Pero no. Casi ni lo veo. Tampoco me dejan salir mucho de aquí (mi habitación) solo salgo para la comida. Luego de sin que él se enteré, voy a tomar aire a la hora de la siesta y a la noche cuando todos duermen.
En fin, en pocas palabras, esto fue un completo desastre. ¡Mil veces prefiero Alcatraz!.
Lo extraño de todo esto es que no me cruce a ningún “loco” en estos 3 días que estuve aquí. En la hora de la comida ellos ya se habían ido (o eso es lo que me quieren hacer creer) estoy empezando a dudar seriamente porque estoy aquí realmente...”
El silencio de la habitación me ponía nerviosa. Ya no sabía que más hacer ni en que pensar para no aburrirme, para no volverme loca en este lugar.
Estaba sentada en la cama – no muy cómoda por cierto – mirando las manchas en la pared de enfrente. Con el cuaderno que utilizaba como diario sobre mis piernas, al cual le daba rápidos golpecitos con la cabeza de la lapicera que se balanceaba en mi mano. Inconscientemente eso me hacia poner más nerviosa aún, hasta el punto de llegar a la histeria.
La luz de la ventana daba justo a la pared que observaba tan concentrada.
Las paredes eran blancas, y eso hacia que se notase mucho más lo sucias que se encontraban. Mamá siempre decía que el blanco era un color muy sucio, ahora entendía por qué. Todo allí era blanco, exceptuando las sabanas de la cama que eran de un celeste claro.
Los golpes de la lapicera se hacían más cortos y rápidos. Escuché unas voces fuera de la habitación pero aun así no paré con ese ruidito infernal, que cualquier profesor no hubiese soportado ni un segundo si un alumno se le ocurría hacerlo en su hora. Lo sabia perfectamente, se lo había hecho a un profesor de Química, y éste tuvo que llamar a Tía Ellen por mi “mal comportamiento”.
Solo era un ruidito, pero lo comprendía, te hacia poner más nervioso de lo que uno ya puede estar.
Las voces sonaban cada vez más cerca. Eran dos personas ¿Dos jóvenes? Si, podría ser. Quizás los hijos de otros médicos o tal vez internos. No, no era posible. Aquí no trataban adolescentes.
Un brusco silencio envolvió la habitación de un momento a otro. La lapicera quedo en medio camino y mi vista estaba en aquella sombra que apareció en la pared. Alguien estaba en la ventana mirándome.
– Qué seriedad ...¡Por dios! – escuché su voz que retumbo en el interior – ¿Por qué no ríes un poco? – inmediatamente la lapicera volvió a su trabajo, dando golpecitos – ¿Sabes qué esos golpes pueden poner nervioso a cualquiera?– seguí sin mirarlo, mi papá me había dicho que si algún interno hablase conmigo lo ignorara, y eso es lo que hacia.
Vi como la sombra se movía entrando a la habitación. Un chico un poco mayor que yo con unos pantalones deportivos y una blusa blanca, se paró frente a mi. Su pelo alocado y despeinado castaño oscuro, apuntaba en todas las direcciones. Él estaba obstruyendo mi visión como si nada, con sus manos en las cinturas.
— ¿Me estas oyendo? —preguntó el joven y yo seguía con el golpesito sin hacer ningún movimiento —. ¡Hooolaaa! —dijo moviendo su mano derecha frente mi cara ¿Quién era él? —. ¿Estás viva? — apoyó su mano sobre la mía, no solo haciendo que el ruidito se detuviera sino que también enviando un escalofrío por todo mi brazo con tan solo tocarme la mano. Levanté la vista y lo miré a los ojos. Me encontraba enojada. ¿Cómo iba a entrar en mi habitación de ésta manera e interrumpirme mientras pensaba? —. ¡Por fin! —exclamó. Parecía aliviado —. Ahora por lo menos se que estas viva — sonrió mostrando todos sus dientes, aún tenia su mano sobre la mía. Seguí mirándolo amenazante —. ¿Acaso no te pone nerviosa ese ruidito? —me soltó la mano al fin.
—No —respondí fríamente y al soltarme comencé nuevamente con el ruidito y él me miró desafiante. Sospechaba que no le gustaba, por eso mismo lo seguía haciendo.
— ¿Hablas? ¡Milagro! —se río y otra sonrisa se formo en su rostro, esperando que yo dijese algo —. ¿Quién eres?
— Eso mismo me pregunto yo — contesté sin mirarlo y él se sentó en el borde de la cama.
—Si que estas en problemas si no sabes quién eres — la sonrisa se hizo más grande en su rostro. Yo me detuve un segundo, lo mire de forma no muy amigable y seguí con el ruido.
— Yo sí se quien soy, ¿Quién eres tu? —dije mirando sus ojos color marón.
—Yo soy Tres. ¿Tú? —respondió y lo mire confundida. ¿Me estaba tomando el pelo? ¿Qué clase de nombre es Tres?.
—Yo soy Raquel —paré lo que hacía, ya me estaba cansando. A él también le estaba molestando ya que pareció muy contento cuando guarde la lapicera dentro del cuaderno.
—¡Ja! Bien, Raquel, ¿Te vienes esta noche? —dijo haciendo énfasis en mi nombre, como si fuera extraño.
— ¿A dónde? —pregunté aún confusa.
– A la fiesta...se nota que estas desinformada –. Volvió a reír.
—Es una isla, por si no te has dado cuenta...
— Con mucha más razón tendrías que estar informada — me interrumpió. No pude evitar poner mis ojos en blanco ¿Podía ser una persona tan...así como él? Es difícil de explicarlo, era raro con TODAS las letras.
—Siempre eres así de...
—¿Lindo? Si es algo que no puedo evitar – volvió a interrumpirme pasando su mano por su pelo despeinándolo aun más, parece muy acelerado, como una ardilla con mucha cafeína .
—Ahora si seria un milagro que yo pudiera terminar... —estaba por volverme a interrumpir cuando me tiré sobre él y le tape la boca. Tres pareció sorprendido debido a que no esperaba ese movimiento — … una oración completa.
Sin darme cuenta mi cara terminó muy cerca a la de él. Sentí su cuerpo debajo de mi y sus ojos marrones, tan normales pero llenos de misterio pasaban de los mios a mis labios. Percibí su respiración, que se volvió un poco más agitada. ¿Estaba nervioso? ¿Por qué? ¿Por qué yo también me sentía nerviosa? Despacio fui retirando mi mano de su boca y esta quedó apoyada en su pecho. Su corazón latía muy rápido.
—Ahora si —sonreí y él me miró confundido —. Ahora puedes hablar ¿Que ibas a acotar? Yo había dicho “ahora si seria un milagro que yo pudiera terminar...” — le hice una mueca con la cara para que continuase y el sonrío.
—Contigo los milagros se cumplen rápido —lo miré esta vez yo era la confundida —. Es lo que iba a decir. Es un milagro que hablaras —dijo poniendo un mechón de mi pelo detrás de mi oreja —. Fue un milagro que terminaras la oración —¿A dónde quería llegar? —. Y es un milagro que te encuentres tan rápido sobre mi — sonrío, lo miré recapitulando lo que acababa de decir.
—¿Qué tiene que ver eso con lo que ibas a decir antes? — dije acostándome a su lado para salir de encima de él.
—Que yo iba a decir “ahora si seria un milagro que yo pudiera terminar...” — dijo imitando mi voz. Le salió horrible, muy aguda —. ¿Terminar arriba mio? Solo tienes que pedirlo.
—Ni que quisiera terminar arriba tuyo —dije para hacerle la contra. La verdad me daba lo mismo.
— ¿Segura? —me miró y de repente él era el que estaba sobre mi. Con sus manos a los costados de mi cabeza miraba mis labios —. Entonces yo estaré arriba.
— Creo que ya lo estas...— Esto era una locura, pero tenia que divertirme de otra manera este lugar se volvería una verdadera tortura. Se inclino para besarme pero se detuvo en el camino, como si estuviese recapacitando algo —¿Qué me decías de la fiesta, Tres?.
—Es hoy a la noche —dijo sin moverse, aun pensando si besarme o no —. Si quieres te recojo a las ocho para...— me miró a los ojos, supe que es lo que había decidido en ese instante —… ir juntos — una carcajada salió de mi.
— ¿Acaso tú no sabes dónde estamos? — dije empujándolo despacio para que se apartase, él se sentó al igual que yo.
—Sí, se donde estoy —me observó una vez más sonriendo —. ¿Tú sabes dónde estas?
— Sí —suspire —. En una isla repleta de locos sin cura. Encerrada en una habitación con un completo desconocido invitándome a una supuesta fiesta de la cuál yo tendría que estar enterada no se porqué... Mi padre me ignora todo el tiempo. Me deja aquí encerrada. No tengo nada que hacer y no se porqué te estoy contando todo esto siendo un completo desconocido... — abrió la boca, iba a hablar y esta vez lo dejé.
—Primero no todos los de aquí son locos sin cura como dices — iba levantando sus dedos, contando —. Segundo, estas encerrada por alguna razón. Todos aquí lo estamos. Tu padre debe saber el motivo y también, no eres el centro del mundo, tiene otros pacientes y tercero...— levantó otro dedo —. No soy un completo desconocido... soy Tres — rodé los ojos y él sonrío pícaramente.
— Lo siento, olvide que te conozco de toda la vida — sarcasmo. En sus ojos apareció alegría y alivio pero se borraron al escuchar voces nuevamente afuera y ambos miramos hacía la ventana.
— ¿Ya le avisase ? —la cabeza de una chica pálida, muy pálida. Rubia, sonriente se asomó por la ventana.
— Si —Tres le devolvió la sonrisa —. Se nota que es nueva aquí — continuó éste señalándome.
— ¡Eh! Que estoy aquí —dije un poco celosa por la complicidad entre ambos.
¿Celosa?.
—Yo ya les avise a los demás —dijo riendo,¿Acaso no paraban de reír, sonreír en algún momento? —. Esta noche va a ser inolvidable ¿Vamos? — le dijo contenta —. Nos vemos a la noche — se despidió de mi y salió de la ventana.
— Nos vemos, Ra — se despidió dándome un beso en la mejilla tan lento y tierno que me dio un escalofrío —. Paso por ti a las ocho — guiñó el ojo y salio por la ventana.
“ Él es realmente raro, siempre sonriente y haciendo bromas como si no supiera donde realmente esta. Su nombre era mucho más raro: Tres ¿quién le ponía de nombre a su hijo un número? ¿Y que hacían esa chica y él aquí? Si no se atendía a adolescentes. Esa chica...se veían muy contentos y... y... si lo admito estoy celosa. Pero apenas lo conocía y no me gustaba, solo que es él único chico que veo hace ya días, desde que subí al ferri y había algo en él que me prometía diversión y alegría y me dan ganas de arriesgarme en todo.
Mi papá aún no ha venido a verme. Creo que no le importo mucho. Bueno, por lo menos me voy a poder divertir en una fiesta, lo cual también me resulta raro ¿Una fiesta aquí?. Todo en esta isla es raro y hace parecer aterradoras algunas cosas y otras completamente normales, cosas de todos los días. La isla tiene algo... oculta muchas cosas... y de mi no se escapa ningún secreto, lo voy a averiguar, tarde o temprano. Total tengo toda una vida, supongo que mi papá no me va a dejar salir nunca de aquí.
Ahora tenia algo con que entretenerme, o mejor dicho Alguien...”
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