El diario de nuestra mente...

Vida atascada en los escombros de un incendio inesperado; esperanzas desmoronadas, una tras otra, sin piedad alguna.

La mirada tenue, la cabeza baja, suspiros largos, descansos cortos.

"Oh, querido Dios, permite que pueda descansar de una vez"...

... Mi piel... Siento escalofríos al recordar que, para muchos, la única solución a los problemas, es darle fin a su vida.
Desfallecer e ir acumulando pequeños bichos en un ataúd, que consumido será por la polilla en algún momento.

¿La muerte lo es todo? Pregunto yo; ¿En dónde queda todo ese esfuerzo, todo el trabajo, las lágrimas, el sudor, la aflicción, las quejas, los pedidos de auxilio en voz baja...? Todo eso que hiciste por luchar, se resume en un instante, y, ¿Es de esa manera en que todo acaba?

¿Lo ves? trabajaste tanto para luego arrebatarte TÚ mismo la vida. Avanzaste y avanzaste, subiste montañas, caíste hasta el suelo y empezaste de nuevo. Lloraste, limpiaste tu rostro y seguiste.
Y ahora se supone que todo lo que pasaste y sufriste se desvanece ante ese innecesario pensamiento.

Muerte.

Razonable es pensar: "¿En qué avancé? Mi vida es miserable, estoy solo y cansado de todo"...,  Pero, has avanzado mucho, querido amigo.

¿Sientes la diferencia entre lo que eres hoy y lo que eras al nacer? Y no hablo de la diferencia entre la tristeza que sientes ahora, sino en cuánto has aprendido, ¡Sólo mírate! Eres tan listo y fuerte (la mayor fuerza en la vida es superar las pruebas de la misma), eres valiente, ¡Eres capaz! ¿Por qué, pequeño amigo, deseas acabar con tu vida? Esto apenas está empezando, no sabes hasta dónde llegarás, a quienes conocerás, qué tanto avanzarás si acabas con tu vida justo ahora.

Querido diario de nuestra mente: no nos hagas una mala jugada. Hemos soportado mucho como para rendirnos a este punto.

Fin.