Día dos
Tras mudarnos a nuestra nueva casa con mi madre, nos prometimos comenzar de nuevo y dejar todo lo malo atrás. No teníamos muchas cosas, pero eran las necesarias en ese momento. Pasó exactamente un mes y finalmente llegó mi cumpleaños, el cual comenzó lleno de lágrimas por parte de mi madre y de cierta manera no entendía el porqué (cosa que hoy, con más edad, entiendo).
—No llores, mami— dije, dándole un tierno abrazo.
—Son lágrimas de alegría, mi niña— respondió, acariciando mi cabello— ¿A dónde te gustaría ir?
—Oh, no lo sé— quizás podríamos quedarnos en casa.
—¿Estás segura?— porque si quieres podemos hacer algo aquí en casa
—Si mamá, estoy segura— respondí con una tierna sonrisa
Ese día decidimos preparar un almuerzo especial y en la tarde hicimos un maratón de películas y al finalizar mi mamá me sorprendió con un trozo de pastel de chocolate el cual compartimos
Ese fue el mejor cumpleaños de todos
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