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5. C I N C O

06 De Septiembre, 2020

Ese cristalito roto, yo sentí como crujía
antes de caerse al suelo, ya sabía que se rompía.
Está parpadeando, la luz del descansillo
una voz de la escalera, alguien cruzando el pasillo.

— ¿Por qué estás arreglándote tanto? —cuestionó Jordyn mirándome desde la cama.

— Mamá dijo que debía hacerlo, que era un día especial —me encogí de hombros.

Jordyn se quedó en silencio mientras me veía vestirme con cuidado de no deshacer la trenza que mamá había tejido en mi cabello hace unos momentos.

— Lee —llamó— ¿qué se siente?

La miré, confundida, pero decidí no preguntar nada, ella parecía estar procesando la pregunta que acababa de hacerme y necesitar su tiempo antes de continuarla.

»¿Qué se siente tener una mamá? ¿O una hermana? ¿Qué se siente saber que tienes a tanta gente queriéndote, que no son solo dos?

— Dee —dejé a mitad la tarea de ponerme los zapatos para sentarme a su lado y tomar su mano entre las mías—, sabes no son solo dos ¿verdad? Sabes que siempre vas a teneme a mi, a mamá, a Leslie.

— Tú no entiendes Lee, ustedes son como mi familia... pero no lo son, no de verdad.

— Dee, una familia no está definida por los lazos biológicos, una familia es mucho más que eso, son sentimientos, cariño, amor, comprensión, es... ese lazo que tienes con una persona y que sabes que es tan fuerte que nada lo puede romper, podéis discutir, pero siempre vais a arreglarlo, porque el amor que sientes hacia esa persona no te permite odiarla.

»Compartir sangre o parentesco genético no determina que se sea una familia, para mi, tú eres mucho más mi hermana que Cynthia y lo sabes, a pesar de que no compartamos sangre, Dee tu eres parte de mi familia.

Jordyn parpadeo unas cuantas veces pero al final unas lagrimas resbalaron por sus mejillas corriéndole el rimel.

— Intenté hablar con papá, sobre cómo no quería que él se casara con Cynthia ni quería casarme con Cole —contó—, pero al parecer la opinión de su única hija no es importante. Yo no le importo a mi padre, Lee. A pesar de ser solo él y yo, no le importo.

Odiaba hacer esto sobre mi, pero verdaderamente entendía mejor que nadie lo que estaba experimentando Jordyn, sabía de primera mano lo que era importarle un bledo a tu padre.

— Pensé que él iba a cambiar después de ir a rehabilitación, por eso regresé a casa, pero la única diferencia que hay de aquel entonces a ahora es que al menos, antes, cuando siempre estaba borracho, no intentaba comprometerme con nadie por sellar lazos —dijo lo último imitando la voz de su padre y yo tuve que contenerme para no reír.

»Nos han roto —siguió— por su culpa no somos adolescentes normales, somos chicas que no saben lo que es la comida del McDonald's, o ir a una fiesta donde la persona más joven tenga setenta años, que no sabemos lo que es enamorarse, tener a alguien que te quiera por lo que eres y no por lo que tienes, tener a alguien que te despierte en la mañana en medio de besos y que te abrace cuando estés triste.

— Dee —llamé— ¿por qué hablas de repente del amor romántico?

— Quiero enamorarme, Lee. Quiero a alguien que me diga te amo y que lo diga enserio, el otro día vi que la mayoría de las adolescentes tienen su primer desengaño amoroso, yo tengo dieciocho y lo más cerca que he estado de un desengaño amoroso fue que Jack muriera en Titanic.

— Estuviste enamorada de Ian —recordé— eso cuenta.

— ¿Ves? Al menos tus hermanos, Ian, Jackson, Cole, son unos promiscuos que tienen sexo con toda la que se le aparezca, lo más cerca que yo he estado del sexo ha sido cuando me besé con Max en primero.

— Tu por lo menos haz besado —murmuré.

— ¿Ves lo que te digo? Tú padre y el mío tienen la culpa de todo esto, a veces me pregunto ¿cómo sería nuestra vida sin ellos? Si nunca nos hubieran reconocido.

— Dee...

— No Lee, posiblemente Jonathan tenga más sexo que nosotras. Y Jonathan tiene catorce. Encima los libros siempre nos han tenido engañadas ¿Dónde está mi Dexter Jefferson?

— En los libros de Darlis Stefany, cariño.

— Yo quiero ser madre y a este paso solo lo voy a ser en mi próxima vida. Esta vida es una mierda, no es lo que yo planifiqué cuando tenía cinco años, no hay castillo, ni príncipe, ni siquiera hay una rana para besar a ver qué pasa, pero seguro que la beso y me pega un herpes.

— ¿Dee estas bien?

— No, hoy sería el cumpleaños de mamá, no estoy bien Lee.

Mierda.

»Ella no está aquí conmigo por culpa de mi padre, Lee. Mamá murió por su culpa y ahora yo no tengo a nadie que me aconseje sobre los chicos o me peine, si tú mamá me enseñó a ponerme los tampones, esto no es vida, Lee. No lo es.

La vida es una perra injusta a la que hay que joder con fuerza para que no te arroje mierda —cité.

— Dexter Jefferson.

•°•°•°•
Después de consolar a Jordyn hablando sobre su super amor: Dexter Jefferson y como yo amaba a Doug McQueen pero que entendía que le gustara Dexter, ella finalmente se animó y acabó por irse a su casa luego de jurarme que cuando tuviera un hijo le iba a poner Dexter Thomas y que tenía que ser pelirrojo porque sino lo iba a dar en adopción para que encontrara a su familia Jefferson.

Jordyn tiene una pequeña obsesión por BG.5 pero verdaderamente nadie puede culparla. Simplemente esos cinco hombres enamoran.

Ahora, saliendo del universo de ensoñación del simplemente perfecto Darlisverso volvamos al presente.

A estar sentada en una mesa con mamá, Gia, papá, Oliver Tipton y su madre, Valerie Tipton en mi bella cena de compromiso donde Oliver tiene que pedir mi mano formalmente y darme un anillo de brillantes mientras que yo me tengo que quedar callada y sonriendo como una princesita. Cómo la princesa que el viejo decrépito pretende que sea.

— ¿Ya sabes que vas a hacer para tu cumpleaños, Kiki? —preguntó Gia, rompiendo el incómodo silencio en el que estaba sumida la mesa.

— Kaylee —era todo lo que pretendía decir, ella no tenía autorización de llamarme como lo hacen mis amigos y familia, sobretodo porque ella para mí no es nadie.

Desafortunadamente mamá me miró mal lo que me forzó a fingir una sonrisa, demasiado hipócrita para mi gusto, y contestarle a Gia.

— Aún falta más de un mes, pero pretendo celebrarlo aquí en casa, viendo películas toda la noche con Jordyn.

— ¿Jordyn es la hija de Vincent, verdad amor?

El viejo decrépito asintió y luego le pareció una buena idea añadir que era la prometida de Cole, desafortunadamente en sus planes no estaba solo abrir su gran bocaza para decir eso.

— Ya reservé el salón donde se hará tu fiesta, Kaylee. Llevo meses planeandolo con Kira.

Miré a mamá, ella bajó la mirada.

— No quiero una fiesta.

— Cumples dieciocho —volvió a hablar el viejo decrépito—, eso hay que celebrarlo. Además, es la ocasión que aprovecharé para hacer público tu compromiso.

Mordí el interior de mi mejilla para no decir una grosería y miré con ojos suplicantes a mamá, cuando ella se hizo la chiva con tontera me di cuenta de que no iba a hacer absolutamente nada de lo que me había prometido. Ella no iba a hablar con el viejo decrépito sobre cómo el matrimonio debía ser algo de mi elección y de cómo quería estudiar y trabajar con Ian en la clínica.

Por primera vez en mi vida, mi madre me había fallado y todo por culpa de Roger.

•°•°•°•
— Me fallaste —le dije cuando ellos se fueron y solo quedamos nosotras dos— me fallaste, mamá. Me prometiste que ibas a hablar con el viejo decrépito ese sobre cómo yo no iba a casarme e iba a estudiar.

— Kiki... —ella miró al techo y luego a mi, pude ver la culpa en sus ojos, eso me hizo fruncir el ceño— tengo que contarte algo, sobre tu papá... y yo... nosotros, los tres.

— No —contesté antes de que ella hablara, ya me lo venía venir y con antelación mis ojos se aguaron— no, mamá.

— Hija... él... tú padre va a dejar a Gia, vamos a estar juntos, como una familia, como la familia que somos.

— Oigan a mi tía —exclamé— eres una estúpida que no se cansa de reírle las gracias al viejo decrépito ese ¿verdad?

— Kiki...

— Abre los ojos Kira coño —grité, reteniendo las lágrimas— Roger nunca va a dejar a Gia, mucho menos por ti, simplemente te está manipulando como hizo hace años. Hace dieciocho años te hizo renunciar a tus sueños de ser escritora por un embarazo no deseado, ahora está haciendo lo mismo, solo que es mi futuro el que está alterando.

»El futuro que todavía una vida me haz dicho que es por lo que tengo que luchar, ahora mismo tú y nadie más es quien me lo está jodiendo y créeme que te estoy detestando en estos momentos por esto.

— Kiki---

— Me das asco, mamá. Asco.

Sabía que iba a arrepentirme de esas palabras luego, que era el enfado hablando por mi, pero lo único que pude hacer en esos momentos fue pasarle por un lado sin prestarle atención a sus sollozos y salir de casa.

Ni siquiera se por cuánto tiempo estuve caminando, solo sé que las sandalias comenzaron a darme dolor en los pies, que comenzó a llover y que yo solo tenía en mis manos mi teléfono.

Probé llamar a Leslie, pero no hubo respuesta. Llamé a Jordyn, pero la llamada acabó cayéndose. Para esas alturas yo ya estaba empapada, descalza porque había dejado tirados los zapatos en una esquina y con la visión borrosa de las lágrimas que me negaba a soltar.

Así que acabé por sentarme en el bordillo de la acera, ni siquiera me importaba estar siendo mojada por la lluvia o arruinar el carísimo vestido que Kira me había regalado, seguramente con el dinero que le daba el viejo decrépito por acostarse con él.

Cómo siempre, el día puede ser peor, porque, por segunda vez en mi vida, un coche pasó por mi lado, empapandome completa con el agua de la calle.

Oh Seattle.

Cuando el conductor del auto bajó a disculparse lo único que pude hacer fue reírme. El conductor miró al cielo, luego a mi y, al final, también acabó por reírse.

— Tienes una manía muy fea de mojar a la gente —fue todo lo que dije.

— O tu tienes una manía muy fea de esconderte para que los autos te mojen.

Sonreí, de repente parecía que todo lo que me preocupaba hace un instante referente a mi boda, mis padres y el resto del mundo, parecían haberse esfumado.

— Hola, extraterrestre.

— Hola, hermosa.

— Cambiamos de apodo —comenté haciendo una mueca— dentro de poco voy a tener más que Diaz-Canel.

Mejor entra al auto —me indicó y eso hice.

Enserio tuve un serio problema para no verle cuando, dentro del auto, se quitó la camiseta porque en fotos estaba muy bueno, pero en persona, era otro nivel. Tenía un abdomen perfectamente definido con seis tabletas muy bien marcadas, oblicuos que se perdían dentro de su pantalón, unos brazos fuertes y unos hombros anchos increíbles, en definitiva estaba muy bueno.

— Ponte esto —me pasó su camiseta— está mojada, pero no tanto como el vestido que traes.

Tomé la camiseta y me le quedé viendo, no sabía si era buena idea que él estuviera sin camiseta.

— ¿Kay? Piensas esperar que envejezca.

— No estoy usando sostén.

No debí decir eso, porque fui muy consciente de la manera en que sus ojos azules descendieron por mi rostro, mi cuello, y acabaron por detenerse en mis pechos. Fue mucho más vergonzoso cuando mis pezones de erguieron bajo su mirada.

— Riven.

— Lo siento —murmuró él, sus ojos volviendo a los míos, sus pupilas dilatadas.

— ¿Puedes... voltearte?

Él asintió, dio una última mirada a mis senos y luego miró hacia el otro lado, yo dejé la camiseta para quitarme el vestido y justo cuando volví a coger la camiseta para ponermela el habló.

— ¿Sabias que tienes un lunar en el pecho izquierdo?

— Oh Dios —murmuré cubriéndome con la camiseta, él se rió, entonces me di cuenta de que estaba viendo por el espejo— ¡Riven!

— Lo siento —cerró los ojos y se los cubrió con las manos, yo sonreí complacida, me puse la camiseta con rapidez y admito que me detuve unos segundos a violar su cuerpo con la mirada, sorprendiendome cuando llegué al medio de sus piernas y descubrí el bulto ahí.

Sentí el sonrojo subir por mi cuello a mis mejillas y giré la cabeza mirando al otro lado.

— Ya estoy.

Al final, volví a mirarle, primero miró a través de sus dedos antes de quitarlos y repasarme, deteniéndose demasiado tiempo en mis piernas, luego aclaró su garganta y me miró, sus pupilas seguían muy dilatadas.

— Te queda bien mi camiseta —carraspeó— ¿te llevo a tu casa?

— No quiero ir a mi casa —fue mi respuesta.

Claro que ni en un millón de años esperé que él fuera a llevarme a su departamento cuando le dije que me daba igual ir a cualquier sitio. No era la casa de sus padres, era un departamento que tenía él solo, eso me llevó a preguntarme qué edad tenía.

— Veinticuatro —contestó cuando le pregunté— ¿quieres chocolate?

Asentí con la cabeza y le vi moverse, aún sin camiseta, por la cocina. Después de unos minutos el puso una taza de chocolate caliente frente a mi y el tomó otra.

— Cuéntame cosas de ti, Kaylee Elizabeth Roxane.

— No me digas así —pedí, sonriendo— ¿qué quieres saber?

— Tu color favorito.

— ¿Enserio? —el asintió y amplió su sonrisa— verde, ¿el tuyo?

— Azul.

— Cliché —me reí.

— ¿Película favorita?

— No me gusta la televisión, el viejo decrépito sale demasiado.

— Interesante —murmuró él— enserio te llevas mal con tu pa... donante de esperma que jode de vez en vez.

Sonreí cuando él se corrigió ante mí mala mirada.

— Se está acostando con mi mamá —conté— discutí con ella por eso, me falló en algo importante por no fallarle a él.

— ¿Tan grave es? —asentí— puedes quedarte aquí si quieres.

Seguramente puse cara de pánico porque él se rió.

— No vas a dormir conmigo —aclaró— Bree no viene mucho, pero ahí está su habitación, incluso hay ropa, puedes quedarte el tiempo que necesites y usarme de transporte escolar y cocinero hasta que arregles las cosas con tu madre.

— ¿De verdad?

Él asintió.

»Gracias.

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