2. D O S
03 de septiembre, 2020
Querido Diario:
Llevo dos días en la escuela y siento que voy a pegarme un tiro en cualquier momento, justo ahora estoy escribiendo durante la clase de matemáticas porque sencillamente no aguanto al Mr. Parson y su absurda palabrería sobre cómo la matemática es lo más importante en esta vida o a Miss Smith, se hace llamar profesora de Español pero ni siquiera sabe que «su» es un pronombre posesivo, quizás no debí escoger Español como asignatura opcional este año, claro que el año pasado la profesora Rusell era simplemente grandiosa, es una lástima que se haya ido del país.
La razón dos por la que quiero pegarme un tiro es porque desde ayer que huí del club de Golf junto a Jordyn, el viejo decrépito no deja de mandarme mensajes y dice que me agendó una cita con Oliver para que nos conociéramos.
¿Desde cuándo mi inexistente vida sexual es su problema?
El día que decida perder mi virginidad va a ser con alguien que me guste, no voy a hacerlo con alguien solo por unos cochinos hoteles y casinos en Las Vegas, antes prefiero quedarme sola y rodeada de gatos, quizás no es tan mal plan, Perla necesita compañía.
Sin ganas de nada:
Kiki E.R. Davies.
— Área de un triángulo rectángulo —explicaba Mr. Parson mientras escribía en el pizarrón.
Vi como la chica rubia que nos había hablado ayer en el pasillo levantaba la mano.
— ¿Por qué le da dieciséis? A mi me da veinticuatro.
— Pues corrígelo —fue todo lo que dijo ese man.
— En realidad —intervino Jordyn— es usted quién tiene que corregir, porque la fórmula para calcular el área de un triángulo rectángulo es el semiproducto de los catetos, no el producto de los catetos entre tres.
Mr. Parson miró el pizarrón, dándose cuenta de su error, luego miró de Anneliese a Jordyn y otra vez al pizarrón.
— Eso yo lo puse para ver si vosotros os dabais cuenta.
— Claro —mascullé.
— ¿Algo que opinar, señorita Ryder?
Su sonrisa era un indicativo de que había malinterpretado mi silencio, no me quedé callada por respeto, me quedé callada porque, de abrir la boca, ese iba a acabar renunciando de educación.
Me entretuve garabateando en la libreta hasta que sonó la campana y salí, aunque él no hubiera terminado la clase o dado la tarea, era una de las ventajas que tenía ser hija de quien era, por lo general los profesores me dejaban hacer lo que se me viniera en gana.
— Señorita Ryder —me paré al escuchar la voz de Mr. Parson.
— ¿Qué? —pregunté de mala gana.
— Traigame a sus padres o no vuelve a entrar en el salón.
— ¿Seguro de que quiere conocer a mi padre? —cuestioné— tu no sabes quién soy yo, ¿verdad?
— ¿Quién eres tú? Solo una alumna más que no puede hacer lo que le dé la gana.
— Venga conmigo.
Volví a entrar al salón y abrí el navegador en su portátil, le miré mal cuando abrió en una página de mujeres desnudas, que asco. Abrí el buscador de Google y hablé otra vez.
»Escribe ahí: Kaylee Elizabeth Ryder Davies.
Con desconfianza escribió mi nombre en el buscador y enseguida le salieron montones de resultados.
»Abre el segundo enlace.
Kaylee Elizabeth Ryder Davies es la séptima hija de Roger Ryder Howard. La joven hija del presidente demostró el año pasado ser mucho más que una cara bonita colaborando con la fundación «Pequeños Guerreros» que lucha contra el cáncer infantil. Fuentes cercanas a la joven aseguran que su sueño es encontrar la cura de dicha enfermedad. Entretanto Kaylee Ryder ha demostrado su apoyo hacia las madres que han perdido a sus hijos a causa del cáncer con donativos y charlas de superación.
— Esa no eres tú —aseguró el profesor Parson.
— Claro que no, es mi gemela que casualmente se llama igual que yo, si no me cree pinche en imágenes, ahora, yo me voy y le aseguro que no le conviene interrumpir la agenda del presidente por nimiedades como su falta absoluta de pedagogía, eso claro, a menos que quiera que lo incapaciten de por vida.
•°•°•°•
— Te pasaste —exclamó Jordyn mientras almorzabamos sentadas en las gradas— volviste mierda al arrogante ese.
— Ya era hora de que alguien le parara los pies, no puede pisotear y ningunear a la gente de esa manera, que sepa que él aquí es mierda y de ahora en adelante será tratado así, de eso me ocupo yo.
— Kiki...
— Solamente quiero enseñarle una lección, Jo ¿o es que acaso no te haz fijado en la manera en que le mira el culo a las muchachitas cuando caminan frente a él? ¡Y su relación con Johana, ahí hay algo raro.
— Eso es cierto —fue todo lo que comentó— ¿qué pretendes hacer?
— Darle una ración de humildad, poco a poco lo voy a ir hundiendo en su propia mierda hasta que se ahogue.
— Que poético —comentó una tercera voz, me volteé para ver a Anneliese— ¿Quién diría que la hija del presidente tendría una boca tan sucia?
— Así es la vida —me encogí de hombros.
— Quería agradeceros por defenderme hoy en clases.
— Lo habría hecho por cualquiera que tuviera razón —contestó Jordyn.
— Aún así... Kaylee, sé que no te conozco, pero me gustaría pedirte un favor.
Enarqué una ceja, era la primera vez que alguien era tan directo conmigo, normalmente la gente se me acercaba intentando ser mis amigos y ganarse mi confianza para que yo solucionara sus problemas, nunca nadie me había dicho directamente que necesitaba algo, y eso hizo que mi curiosidad ganara y preguntara:
— ¿Qué favor?
•°•°•°•
— ¿Y vas a ayudarla? —me preguntó Jordyn, íbamos caminando a una biblioteca, no estaba muy céntrica, pero al menos podíamos leer en paz.
— ¿A Anneliese? Si, si voy a ayudarla.
— ¿Por qué?
— ¿Me estás jodiendo? «Kaylee necesito pedirte un favor» —imité su voz— ¿Cuando alguien ha sido tan directo con alguna de nosotras? Normalmente se acercan intentado aprovecharse, no te dicen directamente lo que quieren.
»Estoy cansada de la hipocresía que promueve este mundo, me gusta la gente directa que sabe lo que quiere y no tiene reparos en pedir ayuda para conseguirlo, son sus metas, si está en mi mano ayudarla por supuesto que la ayudaré.
— Enserio eres mucho más que una cara bonita.
Sonreí y seguí caminando junto a ella hablando de temas triviales, hasta que un balón chocó contra mi pecho haciendo que soltara todos los libros que llevaba. Había olvidado por completo que tendríamos que pasar por una cancha de básquet para llegar a la biblioteca.
Por lo visto el día no tenía pinta de mejorar porque cuando me agaché a recoger los libros un auto pasó por mi lado pasando por un bache y empapandome completamente con el agua estancada en el agujero.
Yo simplemente respiré hondo intentando controlar el mal caracter que estaba a punto de salir.
Solté los libros que ya estaban estropeados, revisé en la mochila que mi diario estaba en perfecto estado y me levanté.
— Lo siento, lo siento, Dios lo siento tanto —levanté la mirada hacia el chico que se había bajado del Volvo negro y ahora se disculpaba por haberme bañado de agua sucia de la calle.
— Deberías —fue mi respuesta.
— No vi el bache... ni a ti, de verdad que lo siento.
Asentí con la cabeza y le miré. Era un chico de veintitantos de cabello marrón oscuro, cejas gruesas y ojos azules, labios gruesos y rosados, mandíbula cuadrada libre de barba y un cuerpo mesomorfo.
— Alejese por favor, ¿Señorita está bien?
Fruncí el ceño ante los cuatro hombre grandes y trajeados que aparecieron de la nada.
— ¿Harold? —cuestioné, el viejo decrépito no me quito los guardaespaldas realmente, ya decía yo que había accedido demasiado rápido— soltarle, estoy bien.
Los guardaespaldas soltaron a ese chico, pero se mantuvieron rodeandonos, incluso uno de ellos dijo algo como que no tenía ni idea de con quién se había metido.
— Lamento haberte mojado, de verdad —volvió a disculparse y yo solo asentí— si quieres puedo llevarte a tu casa o...
— No —lo interrumpió Jordyn y los guardaespaldas.
— La verdad, es que sí, te agradecería que me llevaras, iba a estudiar, pero mojada y con los libros estropeados dudo que pueda.
— Si quieres puedo pagartelos, los libros.
— Nah, que se encargue el viejo decrépito que me hizo, si hubiera usado condón no tendría estos problemas —aseguré y luego me volteé hacia Jordyn— nos vemos mañana en la escuela.
— Kiki no —habló ella, pero yo ya estaba entrando al auto.
Hay que sumarle puntos al chico diciendo que fue muy caballero al abrir la puerta para mi, bueno y todo eso de pagar mis libros y llevarme a casa también fue bastante genial, la verdad, aunque sinceramente solo me había subido a su auto para fastidiar al viejo decrépito que seguramente me llamaría en cuanto los perros guardianes que tenía atrás de mi lo llamaran.
No tengo nada en contra de los guardaespaldas, lo considero un trabajo digno como otro cualquiera y quizás estuvo mal llamarles perros guardianes, pero estoy molesta, le dejé muy claro al señor presidente —notese la burla— que no quería guardaespaldas, sé cuidarme sola.
— Entonces... Kiki, ¿de donde viene?
— ¿Es lo mejor que se te ocurre para preguntar mi nombre?
— Nunca había mojado a una chica con agua de la calle y segundos después tenido a cuatro hombres acorralandome ¿quién eres tú, chica? ¿la reina de Inglaterra?
— Me llamo Kaylee y no soy la reina de Inglaterra, de hecho nunca he ido porque el viejo decrépito no lo permite a pesar de que mamá es de allí.
— Supongo que el viejo decrépito es tu padre.
— Yo prefiero llamarlo donante de esperma que jode de vez en vez.
Él se rió.
— Yo soy Riven, y con respecto a Inglaterra es hermosa.
— ¿Has ido? —pregunté.
— Soy de allá.
Ese era el acento que tenía, aunque también tenía algo de acento americano y un leve acento... ¿galés?
— No tienes acento —mentí.
— A mi novia no le gusta mi acento así que intento hablar como un americano.
— ¿Por qué? El acento inglés ds exquisito.
— Porque tiene algo de mezcla con el escocés, así que le molesta.
Entonces no es galés, es escocés.
— Pues intentando hablar como un americano suenas como si fueras un extraterrestre.
— Los extraterrestres no existen.
— Si claro, porque tú lo digas.
De nuevo él se rió y giró en la calle cuando se lo indiqué.
— Tu amiga no parecía muy feliz de que vinieras conmigo —comentó, justo al mismo tiempo en que yo hablé, claro que lo mío gue para decir una idiotez.
— Te llamas igual que el de las Winx.
— ¿Gracias? —fue su respuesta, una vez más hablamos al mismo tiempo cuando yo le expliqué que Jordyn era así de desconfiada.
Al final acabamos riéndonos y yo lamentando cuando él estacionó frente a mi casa.
— Fue un placer traerte, Kaylee.
— Dios, deja los formalismos baratos que estoy harta de ellos.
— Ya uno no puede ser un caballero —murmuró, aunque en realidad parecía tener intenciones de que lo escuchara— ¿si te invito a un helado o una hamburguesa también lo verias como formalismos baratos?
— No, pero solo porque estoy hambrienta y el viejo decrépito no me deja comer en el McDonald's.
— ¿Te llevo al McDonald's? —sonrió, un hoyuelo formándose en su mejilla derecha.
— ¿Esperas a que me duche y vamos?
— Seguro, tengo tiempo, te espero.
Sonreí y bajé del auto, prácticamente corrí a mi habitación cuando cerré la puerta y casi me caigo cuando tropecé con Perla, pero conseguí ducharme y ponerme una ropa bastante casual para ir al McDonald's con Riven.
— Entonces —hablé con nuestra comida en su coche— ¿eres inglés o escocés?
— Mi madre es escocesa, papá inglés, se conocieron en la universidad y ya sabes, la típica historia de siempre, cuando yo nací ella me hablaba en escocés y él en inglés para que aprendiera ambos idiomas, al final se me quedó un acento bastante chistoso que nunca se me fue.
— Yo sigo pensando que suenas como un extraterrestre.
— Vale, chica galáctica, ¿qué hay de ti?
— ¿Qué hay conmigo? —fingí demencia, sabía que me estaba preguntando por mi familia.
— Me dijiste que tu madre era inglesa y que tu pa... —lo miré mal— donante de esperma que jode de vez en vez no te dejaba ir a Inglaterra, quiero saber más.
— No es una gran historia —fue lo que dije y colgué cuando una vez más el teléfono volvió a sonar con una llamada del viejo decrépito.
»Mamá vino a Estados Unidos con sus padres cuando tenía catorce años porque sus padres buscaban oportunidades laborales, mi abuela comenzó a trabajar como la secretaria del viejo decrépito y así el conoció a mi madre, tuvieron sexo unas cuantas veces y como con los años se olvidan las cosas, el viejo decrépito olvidó ponerse condón, así que mamá quedó embarazada a los quince años y no pudo seguir estudiando, por eso me exige a mi que estudie para enmendar sus errores a través de mi.
»En cuanto al viejo decrépito... somos ocho hermanos, yo soy casi la más chiquita así que casi ni me hace caso y preferiría que nunca me lo hiciera porque cuando lo hace no es para nada más que joder.
— Guao... creo que ahora mismo necesito reinstalar mi propio sistema operativo porque me bloqueaste con esa información.
— Y luego dices que no eres un extraterrestre.
— Ya te dije que los extraterrestres no existen, chica galáctica.
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